Los alimentos crudos son ricos en vitaminas, sales minerales y oligoelementos, fibra, enzimas y otros fitoquímicos que protegen la salud. Una alimentación rica en alimentos crudos y con un aporte justo de proteína animal favorece el equilibrio entre las distintas colonias de microorganismos que colonizan el intestino. Este equilibrio es necesario para la correcta absorción de nutrientes y la fabricación de sustancias de gran importancia.
1.- ¿Por qué es recomendable tomar alimentos crudos?
Desde un punto de vista nutricional, la razón estriba en que los procesos de cocción provocan pérdidas de nutrientes más o menos importantes. Así, los alimentos crudos (frutas, verduras, frutos secos, frutas desecadas, semillas y germinados) tienen contenidos nutricionales más satisfactorios que sus homólogos cocidos. Además, ejercen un efecto diurético en el organismo, lo que supone un beneficio para la salud.
2.- ¿Cuántos crudos deben comerse a diario?
Como norma general, la OMS recomienda tomar cinco alimentos crudos al día. Aunque los partidarios de la alimentación natural van más lejos y aconsejan ingerir entre un 30 y un 40% de crudos.
3.- ¿Qué hacer para que sean más apetecibles en invierno?
Las frutas y hortalizas pueden guardarse en un lugar fresco y no en la nevera, ya que así no estarán tan frías. Además, al lavarlas, puede usarse agua templada. Por otra parte, las frutas y las raíces pueden templarse al baño maría antes de su consumo, al igual que los zumos naturales. También puede resultar de interés prepararlas de manera que puedan consumirse sin necesidad de pelarlas (macedonias…).
4.- ¿Intuyen el momento y el lugar?
Sí. Deberían comerse crudos sólo cuando las condiciones ambientales nos garanticen el mantenimiento de una buena temperatura corporal. En este sentido, las comidas principales son el momento idóneo, ya que solemos realizarlas en lugares acondicionados y normalmente se incluyen platos calientes.
5.- Freno al envejecimiento.
El reloj biológico no se para, envejecemos cada segundo, cada minuto que pasa. Pero el envejecimiento se acelera si el organismo no recibe suficientes antioxidantes que compensen la acción oxidante del oxígeno que respiramos y de los radicales libres, producto del metabolismo o de la exposición ambiental (al tabaco, la polución, la exposición al sol…). Los alimentos más antioxidantes son ciertos vegetales crudos. Estudios realizados por el USDA en el Centro de Investigación sobre nutrición humana de la Universidad de Tufts, en Boston, sugieren que consumir las frutas y verduras más antioxidantes ayuda a ralentizar el proceso de envejecimiento en el organismo y en el cerebro, relacionado con el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y las degenerativas, como el Parkinson o el Alzheimer.