Nuestro planeta está pasando por una revolución de energía sin precedentes, pero así la necesitamos, también estamos generando problemas. Si seguimos a este ritmo, terminaremos con elementos en tecnología y energía poderosos, pero que nadie podrá usar, pues acabaremos con el planeta. Este tema es de cuidado, pues podría depender nuestra supervivencia de ello.
Necesitamos más energía para el desarrollo, pero ¿a qué costo?
Con el crecimiento en tecnologías como la inteligencia artificial y herramientas para las energías renovables, estamos transformando el mundo, hacia lo sustentable. Pero, ¿lo hacemos con conciencia ambiental o solo por competir comercialmente con otros?
Hay un dilema en torno al desarrollo de las tecnologías, que puede dejarnos en serio peligro. Si seguimos explotando el planeta a estos niveles, quedaremos sin recursos ambientales, y esos daños pueden ser irreversibles en nuestra Tierra.
Se trata de la minería de tierras raras que está contaminando los ríos del Sudeste Asiático. Esos elementos necesarios para crear teléfonos inteligentes, turbinas eólicas, baterías de vehículos eléctricos, equipos médicos y dispositivos militares, básicamente todos los elementos para el desarrollo tecnológico.
Esto es lo que sucede con las tierras raras y la energía que brota masivamente
Dentro de nuestro planeta hay elementos muy valiosos en la actualidad, las tierras raras son minerales indispensables para fabricar tecnología. Pero obtenerlos no es tan fácil, se deben explotar regiones bajo una minería intensa, que termina afectando los suelos y agua.
Esto sucede en la cuenca del río Mekong, en el Sudeste de Asia. Ese río es el abastecimiento de millones de personas, que lo usan no solo para la industria local y nacional, también para muchos productos que se exportan al mundo entero. Lo que significa que todos estamos comprometidos.
No es la primera vez que nos enfrentamos a daños ambientales por obtener energía, esto sucede en el fondo del océano. Tal vez no hemos aprendido lo suficiente de los errores del pasado que seguimos haciéndolo. El problema es que, puede no quedarnos tiempo.
De acuerdo con un análisis de Stimson Center, dichas minas descargan sustancias tóxicas en los ríos y operan sin ley. Esta zona es controlada por grupos delictivos que no cumplen con ningún estándar ambiental. Las técnicas usadas terminan afectando el ecosistema y causando un daño mayor.
No solo llega a los peces causando daños a los humanos que los consumen, también se filtran en el agua potable, en la agricultura y toda la cadena alimentaria. En regiones cercanas, han detectado presencia de elementos nocivos para la salud, que podrían provocar daños neurológicos y envenenamiento.
Un riesgo que aumenta con fuerza y podría volverse irreversible
No solo los grupos delictivos quieren las tierras raras, de hecho es un tema político que cada vez cobra más fuerza. Entre Estados Unidos y China, hay una guerra por controlar este mercado, pues supone grandes beneficios y ventajas competitivas.
Sin embargo, la minería ilegal y la falta de controles ambientales estrictos, están provocando una crisis mayor. Tanto así que, según los expertos a este ritmo, la contaminación podría convertirse en un colapso ecológico irreversible y sin precedentes.
Las organizaciones ambientales piden un monitoreo de la zona y creación de políticas ambientales estrictas que garantice la seguridad de los ríos y del ambiente. Quizás con esta técnica de sustituir la minería por plantas, encontremos una luz que nos ayude a disminuir prácticas perjudiciales.
Es cierto que requerimos de esa energía que se encuentra en las tierras raras, pero el costo de hacerlo mal, es mayor que su beneficio. No podemos quedarnos sin ambiente, sin agua, y peor aún, afectar la salud de la humanidad. El desarrollo comercial, tecnológico y económico, no puede tener un precio tan alto, como lo es el desastre y pérdida del ecosistema.