Adiós Benetton de la Universidad de Buenos Aires
En una decisión inédita, impulsada por docentes y alumnos, la Facultad de Agronomía de la UBA rescindió el convenio con la multinacional italiana … Leer Más
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“Los indígenas no aceptamos el extractivismo. Y vamos a morir luchando contra las mineras, petroleras, empresas transgénicas. Por eso nos consideran un peligro”. Los líderes mapuches se defienden y contestan los discursos que los tratan de separatistas, terroristas o cosas peores. “La plurinacionalidad no es una propuesta separatista ni excluyente. Por el contrario, es una herramienta para la unidad en la diversidad”. Se encargan de explicar lo que – parecía- ya estaba dado: la propia legislación argentina reconoce los derechos de los pueblos originarios. Pero no se cumple. Por qué: las presiones de terratenientes y empresas como Benetton. La operación de los medios. El rol del modelo económico. Y un genocidio que no termina.
Empresas sojeras, plantas de celulosa, minería a cielo abierto, petroleras y el turismo cinco estrellas expulsan de sus territorios a pueblos indígenas. Un relevamiento parcial contabilizó 397 conflictos por tierras, con una superficie total de 8,6 millones de hectáreas: tres veces la extensión de Misiones o 425 veces la Ciudad de Buenos Aires. A fuerza de organización, las comunidades indígenas resisten desalojos y comienzan a recuperar territorios.
La Federación Agraria Argentina confirma que unos 300.000 kilómetros cuadrados –el 10% del territorio nacional- están en manos de inversores extranjeros, que “se han beneficiado de la actitud flexible de los diferentes gobiernos nacionales y provinciales para adquirir millones de hectáreas y recursos no renovables, sin restricciones y a precios módicos”.