FMI: Lamentable símbolo de un sistema capitalista y patriarcal

Al contrario de lo que proclaman sus responsables, el FMI no es la institución que ayuda a los países en crisis, sino la que impone programas draconianos de austeridad y que defiende un modelo económico estructuralmente generador de pobreza y desigualdad. Es el propio accionar del FMI y de aquellos que sostienen la mundialización neoliberal lo que hace recaer el peso de la crisis sobre las poblaciones, que son sus primeras víctimas. El FMI es de hecho un instrumento de las grandes potencias utilizado para vigilar el mantenimiento del sistema capitalista y de los intereses de las grandes sociedades transnacionales.

¿Se puede comparar la deuda pública de los países llamados «en desarrollo» con la deuda pública del Norte?

Una similitud reside en el hecho de que, tanto en el Norte como en el Sur, el cuantioso endeudamiento es un pretexto ideal para imponer políticas de austeridad y modificar las relaciones sociales en beneficio de los capitalistas. Estas políticas, aplicadas desde los años 80 paralelamente a los planes de ajuste estructural en el Sur, en la Unión Europea se inscribieron en el marco general del tratado de Maastricht: se dio prioridad a una fuerte reducción del déficit público, lo que implicó la prosecución de una política de austeridad, en especial con las privatizaciones, el cuestionamiento de la seguridad social y del sistema de jubilación por reparto, una reducción de los gastos en sanidad y en educación, etc.

El FMI impone su política neoliberal. Un huracán de austeridad se cierne sobre Europa

Abrumados por la especulación sobre la deuda, antes incluso de que intervenga el FMI, los Estados toman la iniciativa y se prevén reformas antisociales en España, en Portugal, en Irlanda, en Italia… En todos lados estos tratamientos de austeridad estrujan los salarios y preservan al gran capital responsable de este callejón sin salida capitalista. En todos lados los pueblos se movilizan y la única esperanza está precisamente allí, en esa movilización. Es urgente para todos y todas los y las que quieren resistir eficazmente a la lógica capitalista trabajar por la unificación de estas luchas.

Fortalecimiento del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial: grave amenaza para los pueblos del Sur y del Norte

Las reformas anunciadas por el G20 no van a transformar al Banco Mundial o al FMI en organizaciones democráticas. La distribución profundamente anti-democrática de los derechos de voto demuestran que el FMI y el Banco Mundial son instrumentos en manos de las potencias occidentales para imponer al resto del mundo políticas que sirven a sus propios intereses. A pesar de sus reiterados fracasos, el Consenso de Washington, suerte de manual del neoliberalismo, sigue siendo el orden prescrito por el FMI y el Banco Mundial a los países que buscan su "ayuda".