Las guerras climáticas ya están aquí

Millones de refugiados se agolpan a las puertas de Europa poniendo a prueba nuestros valores más preciados de solidaridad y equidad. Es todo un aviso para navegantes sobre los peligros del futuro que nos espera. Cuando una sociedad humana se siente amenazada tropieza con la disyuntiva de elegir entre la libertad y la seguridad, es muy probable que se opte por la segunda opción autoritaria. En la respuesta que demos a este dilema práctico corremos el riesgo de suspender los principios morales más apreciados en nuestras acomodadas sociedades democráticas. Las libertades pueden tirarse al basurero cuando se percibe que los refugiados constituyen una amenaza a la propia seguridad.

No habrá cambio político sin justicia climática

Aunque durante este verano está pegando fuerte un sol de justicia, lo tristemente cierto es que la justicia climática no parece ser una prioridad central del cambio político que se da con los nuevos gobiernos autonómicos y municipales. Puesto que ningún líder político concede prioridad ni discurso público al temible cambio climático, ocurre que solo una pequeña parte de la ciudadanía llega a entender las graves dimensiones civilizatorias implicadas en el problema. Esta reiterada indiferencia política hacia lo que es un problema conjunto de supervivencia, absolutamente nuevo y sin precedentes históricos, carece de agenda y programa responsable a puertas de celebrarse una Cumbre Mundial decisiva sobre el futuro del clima, este próximo otoño en Paris. En el caso español, este atronador silencio político oculta además el trágico y paradójico hecho de que en España, solo en el 2015 han aumentado en mucho las emisiones de CO2 y de otros contaminantes nocivos para el clima, principalmente por la nefasta política energética del gobierno, que ha venido subvencionando y favoreciendo la quema del carbón y la alta participación de combustibles fósiles en el mix energético español.

¿La energía nuclear puede salvar el clima?

Esta fuente de energía, construida sobre los cimientos de la mentira y las subvenciones, es justamente lo contrario al desarrollo sostenible. Residuos cuya existencia se prolongará durante millones de años, el riesgo constante que plantean los accidentes y la contaminación, las mentiras y la negación de la democracia… tales son los fundamentos de nuestros programas nucleares.