Las multinacionales no tienen desperdicio

Grandes corporaciones convierten el despilfarro de alimentos en el nuevo “trending topic” del marketing social corporativo. Los datos actuales de desperdicio alimentarios son un escándalo ético y moral. Los últimos estudios realizados en la UE estiman que se pierden o desperdician en Europa, entre un 30% y un 50% de los alimentos sanos y comestibles a lo largo de todos los eslabones de la cadena agroalimentaria hasta llegar al consumidor. La generación anual de pérdidas y desperdicios alimentarios en los 27 Estados miembros es de unos 89 millones de toneladas, o sea, 179 kilos por habitante, y ello sin contar los de origen agrícola generados en el proceso de producción ni los descartes de pescado arrojados al mar.

El despilfarro de alimentos

El problema del despilfarro de alimentos está determinado por el sistema económico dominante y por una organización social fundamentada en una estructura propia de provisión de alimentos. Todo ello impulsado por la cultura consumista inherente al sistema capitalista, pero es preciso abordar, también, esta problemática desde el ámbito cultural para comprender que no es una cuestión completamente ajena al común de los consumidores. Tal y como señala Tim Lang (profesor de política alimentaria en la City University de Londres):

La comida sale a borbotones de la maquinaria de los supermercados y acaba inundando a los consumidores. Éstos son cómplices voluntarios: el modelo de abundancia de comida es intrínseco a la cultura de consumo. La oferta está dictando la demanda; la cola está moviendo al perro.[1]