La naturaleza nos muestra que ella misma se organiza su ciclo de vida y restaura su crecimiento. Cuando en el bosque, en otoño, las hojas de los árboles caen al suelo, juntamente con trozos de ramas, excrementos de animales o hierbas, pasan a una fase de descomposición en la cual intervienen muchos elementos que cooperan en este proceso y que lo transforman todo en humus, esa tierra de color oscuro con un característico olor de tierra buena y una esponjosa textura. Así pues, el humus contribuye a la continuidad del ciclo de vida alimentando a las especies vegetales que, a su vez, alimentarán a las especies animales.