Las contradicciones de Amnistía Internacional

Admnistia Internacional admite ahora que las personas a las que considera como «presos de conciencia» han «recibido fondos o materiales del gobierno estadounidense para realizar actividades que las autoridades consideran subversivas y perjudiciales para Cuba». El derecho internacional considera ilegal la financiación de una oposición interna en otra nación soberana. Dicha política viola de manera flagrante los principios y normas que rigen las relaciones entre los Estados.

De las resistencias a las alternativas

La tendencia actualmente dominante, impuesta desde hace unos 25 – 30 años, consiste en la continuación de la ofensiva capitalista neoliberal e imperialista. En los últimos años, esta tendencia se manifiesta en el recurso cada vez más frecuente a la guerra imperialista. Estas políticas se aplican tanto en los países más industrializados como en los países en desarrollo.

Militantes de la esperanza

Curiosamente, justo al año de la decisión de la Corte de Atlanta ahora nos llega la noticia que el pleno de esa instancia judicial acaba de emitir su decisión acerca de la reconsideración del fallo del 9 de agosto del 2005, rechazando un nuevo juicio para los cinco compañeros y volviendo a validar las sentencias que se habían anulado.

Torva Injusticia: El caso de los Cinco

Durante el proceso en ningún momento sus acusadores lograron demostrar que los imputados habían intentado siquiera penetrar secretos de la seguridad nacional de Estados Unidos, ni pretendieron conspirar contra la estabilidad de la sociedad estadounidense. Se trataba de enterarse de las actividades terroristas e informarlas a Cuba, solamente eso.

Cuba – una esperanza

La historia de Cuba comienza de un modo bastante parecido a la de Corea del Norte. El colapso de la Unión Soviética provocó la pérdida de las importaciones de petróleo así como la pérdida de su principal socio comercial. Y las sanciones de EE.UU. mantuvieron al país aislado del resto del mundo.

Cuba y El Nazi – Fascismo

Discurso pronunciado por el Presidente de la República de Cuba, Fidel Castro Ruz, en el acto por el Día Internacional de los Trabajadores efectuado en la Plaza de la Revolución. La Habana, 1º de mayo del 2003.