Amazonía, Bolivia. De la tierra de nadie a la Tierra de todos

Cuando los ricos y poderosos deforestan, le quitan la comida de la boca a los hijos de los pobres. No es difícil entender por ende que el problema de la tierra, el territorio y la defensa del bosque es el motivo fundamental de la masacre del año pasado. Son dos visiones antagónicas. Un Estado, como el nuestro, pionero en el mundo en el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y de las comunidades campesinas, urge se manifieste de manera concreta, creativa y efectiva en la vastedad amazónica. No alcanzó el hecho indudable de haber parado las matanzas que se iniciaron un año atrás: hay que acabar con el sistema, el aparato y la superestructura que hacen que matar en la Amazonía sea un hecho normal, habitual, previsible.

“Foca arpa”, un mundo insostenible, sordo y ciego.

En el último siglo se ha asistido al agotamiento de una serie de poblaciones de aves, reptiles y mamíferos marinos que guardan una interacción directa o indirecta con la recolección por el hombre de recursos marinos. La pesca o la cacería ha sido la causa de muchos de esas extinciones. Luchar por la conservación y supervivencia de las especies, sin importar su belleza o porte es, ni más ni menos, pelear por nuestro presente y futuro. Es una tarea monumental que persigue la propia supervivencia del ser humano.