La propiedad privada de la tierra – Rompiendo las cercas mentales

“Aunque cueste admitirlo, los saberes culturales ligados a la tenencia y la gestión colectiva de la tierra y los recursos naturales han ido desapareciendo y, en muchos casos, el mismo campesinado -sobre todo en el Norte – no puede imaginar otra cosa distinta a la propiedad privada de la tierra. Hay que subrayar el hecho de que incluso en los países industrializados no existe un derecho absoluto a la propiedad privada y -mejores o peores- siguen existiendo instrumentos de intervención pública. El presente artículo propone examinar los límites de la propia propiedad privada de la tierra como supuesta garantía de continuidad para las actividades campesinas y el desarrollo de la soberanía alimentaria, a la vez que presenta que, pese a todo, también en estos países, siguen existiendo formas colectivas/públicas de manejo de la tierra y los recursos naturales que se redescubren/reinventan ahora como una manera de enfrentar las crisis contemporáneas. No se trata de proponer fórmulas mágicas, ni soluciones homogéneas, sino de estimular la discusión sobre respuestas que sólo podrán ser encontradas en cada valle, cada bosque, comarca, país y región”.

Biopatentes o la apropiación mercantil de la vida

Las biopatentes forman parte de la estrategia capitalista que se inicia con la apropiación privada de las semillas agrícolas y continúa con la aparición de los híbridos. Luego aparece la transgénesis como anillo al dedo e inaugura con ello, una nueva fase en la escalada por el control de las semillas, los campesinos y los alimentos.

El desierto de Patagones

Quienes conocen desde hace varias décadas los campos donde se ha formado un desierto en el partido de Patagones pueden dar cuenta que la desertificación proviene del mal uso del suelo. El derecho a usufructo y a abusar de la propiedad privada de la tierra ha conducido a la desertificación. La responsabilidad de los propietarios y de quienes tienen la tenencia de la tierra sería, en este caso, directa. Pero como el movimiento de las dunas no respeta el perímetro de los alambrados sino que se extiende sobre otros espacios, e incluso cae sobre las ciudades de Viedma y Patagones estaríamos en presencia de un delito, ya que se trata de una acción similar a la de incendiar la propia casa y quemar la propiedad de los vecinos.