Dinámica de ecosistemas, resiliencia y regresiones sociedad-naturaleza: una aproximación crítica

En tiempos de incertidumbre y controversia sobre los efectos de la crisis ambiental y climática, resulta una perogrullada hablar de la importancia de los ecosistemas para la vida del planeta, porque todos dependemos por completo de los servicios que nos brindan. Sin embargo al estudiar su evolución, cada vez es más difícil si no improbable suponer que existan ecosistemas no intervenidos o mínimamente intervenidos por las actividades humanas, pues con el devenir del tiempo son preocupantes los síntomas de regresiones en la relación sociedad-naturaleza, condicionada por la ideología de preeminencia absoluta de la humanidad sobre la naturaleza y por el paradigma de desarrollo extractivo que impone el sistema económico global.

COP 20, 21: ¿Cambiamos el clima o el sistema económico?

A tenor de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), desde 1994 a la fecha se realizaron 19 Conferencias de las Partes-COP bajo disímiles contextos políticos y económicos y a la luz mundial de la agenda que los países industrializados, principales responsables de la crisis ambiental y climática, continúan imponiendo en el marco de las negociaciones sobre reducción de las cuotas de emisiones GEI, políticas de mitigación y adaptación y acuerdos complementarios.

Es así que ante la COP 20 de Lima y la COP 21 de París, cabe preguntarse si el nuevo Acuerdo Climático Global sería superior al Protocolo de Kyoto, ya que este último parece quedar en el camino sin una evaluación objetiva y de fondo por parte de los países firmantes de las razones de su fracaso como acuerdo global.

Cambio climático, mercado global y mecanismos de acceso y control sobre la biodiversidad

Hoy en día la gran biodiversidad que poseen los países del sur constituye sin duda una clave crucial para buscar adaptarse al cambio climático global, pero mientras persista el negacionismo y la inercia economicista de los responsables de esta crisis ambiental, el futuro seguirá siendo incierto y de alto riesgo para la población mundial, pero sobre todo para los pueblos originarios y comunidades locales más vulnerables que viven de la pequeña agricultura y la ganadería extensiva. Mientras la comunidad internacional siga dubitando, sin lograr acuerdos y compromisos concretos-vinculantes para reducir las emisiones GEI, crecerá el valor de uso y la presión sobre el comercio de los recursos de biodiversidad y sus mecanismos de acceso y control, generando mayores conflictos norte-sur entre los países.