El viaje del Papa León XIV a Turquía y Líbano es una ruta que se extenderá del 27 de noviembre al 2 de diciembre. Esto despertó interés antes de que el avión despegara en Roma, porque se trata del primer viaje apostólico de su pontificado, y además, lo coloca dentro de la lista de solo cinco Papas que han puesto pie en territorio turco, demostrando que no es solo un país de paso, sino un escenario cargado de memoria cristiana e importancia para el diálogo interreligioso. Apenas aterrizó en Ankara, el Papa fue recibido por parte de autoridades civiles, líderes religiosos y una fuerte presencia de periodistas.
Íznik: donde la historia del cristianismo tomó forma
Desde el Vaticano ya se había anticipado que uno de los momentos más simbólicos sería la visita a Íznik, la antigua Nicea, donde se formularon pilares de la fe cristiana que siguen vigentes después de 1700 años, demostrando que ese aniversario es el hilo conductor del itinerario: el Papa dejó en claro la intención de su paso por Turquía: «Vengo a custodiar a las familias y a sembrar caminos de paz».
La visita a la ciudad de Íznik no es protocolar, pero para saber un poco más de su importancia, es necesario indicar que allí, en el año 325, se celebró el Primer Concilio Ecuménico presidido por el emperador Constantino I que reunió a cerca de 300 obispos, la mayoría provenientes de la parte oriental del Imperio, que definieron cuestiones doctrinales claves, entre ellas, la formulación del Credo que proclama a Jesucristo como «consustancial al Padre».
Ese concilio también estableció criterios comunes para determinar la fecha de la Pascua, una decisión que buscaba unificar la vida litúrgica del cristianismo en expansión, pero siglos después, 787, Nicea volvería a ser sede de otro concilio ecuménico, por eso el líder católico busca afianzar lazos, consolidando su peso histórico.
El Sumo Sacerdote retomó este legado en su reciente Carta Apostólica In Unitate Fidei, donde recuerda que la unidad de la fe es «fuente de paz para todo el mundo». Para él, Nicea es mucho más que un recuerdo: se trata de algo que sigue marcando el camino del ecumenismo.
Un gesto ecuménico junto a las ruinas sumergidas
Asimismo, lo importante se vivió a través de la oración ecuménica a orillas del lago de Íznik, sobre las ruinas de la antigua basílica de San Neofito. Este templo, el más grande de la ciudad, superior incluso a la histórica iglesia bizantina de Santa Sofía local, quedó bajo el agua después del terremoto del año 740, dejando en claro que sus restos hoy pueden verse desde la orilla, como si la historia insistiera en no desaparecer.
La elección de ese sitio no es casual, debido a que allí se reunirán León XIV y el Patriarca Ecuménico Bartolomé I, sucesor número 270 de San Andrés, que juntos recitarán el Credo niceno-constantinopolitano, a modo de un gesto que mantiene la parte de la tradición cristiana que ambos comparten sin fisuras.
La segunda etapa llevará al Papa al Líbano del 30 de noviembre al 2 de diciembre, siendo que no se trata de una visita improvisada porque meses atrás fue anticipada por el cardenal maronita Boutros Riaï, quien remarcó la importancia pastoral de la presencia del Papa. El país vive una situación delicada por los conflictos regionales y la frontera con Israel, pero aun así, mantiene una tradición de convivencia que el Vaticano señala como ejemplar.
El Secretario de Estado, Pietro Parolin, lo definió como «un mensaje más que un país», destacando su valor simbólico para todo Oriente Medio, pero allí, León XIV buscará alentar a una comunidad cristiana que representa alrededor del 30% de la población y que ha aportado históricamente a la estabilidad social y política del país, en medio de crisis que han debilitado su presencia y su influencia.