Este domingo, las elecciones presidenciales en Chile avanzaron entre filas interminables, recintos abarrotados y un aire de expectativa que se sentía porque esto define el futuro del país, incluso antes del cierre oficial. Desde Santiago hasta Temuco y Viña del Mar, miles de personas se movilizaron para cumplir con un proceso que, por primera vez en esta elección, era completamente obligatorio.
Un cierre con filas interminables y recintos colapsados
A eso de las 18:00 horas, el sonido simbólico del cierre marcó el inicio de una etapa igual de importante: el conteo de los sufragios, pero algunos vocales comenzaron de inmediato a organizar las mesas, mientras otros esperaron a que las últimas personas de la fila emitieran su voto.
En ciudades como Santiago, Viña del Mar y Temuco, la espera superó las dos horas, algo que generó conflicto y desorden en ciertos puntos, pero toda persona que estuviera en fila al momento del cierre tenía derecho a sufragar. Algo a tener en cuenta es que los funcionarios chilenos deberán presentar exámenes toxicológicos dos veces al año.
En Viña del Mar y Valparaíso, el panorama fue caótico; reportes locales hablaron de aglomeraciones que superaron las tres horas, lo que complicó el flujo dentro de los colegios electorales. A medida que se acercaban las 18:00, la presión aumentó entre quienes temían quedarse fuera, aunque finalmente se garantizó el voto de todos los presentes.
El ambiente, en la Estación Central, un adulto mayor de 70 años terminó a golpes con un delegado de 30 tras discutir por el orden de atención en la mesa; por eso las Fuerzas Armadas intervinieron y ambos quedaron a disposición de la Fiscalía, según reportó 24 horas.
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