El remedio para curar los suelos contaminados que se extienden en las zonas aledañas al Polo Petroquímico estaba escondido en Tucumán. Eso dicen los resultados de un avanzado proyecto científico que llevan adelante investigadoras del Centro Regional de Estudios Genómicos (CREG) de la facultad de Ciencias Exactas de La Plata, quienes en la yunga (selva de montaña) de Tafí del Valle hallaron microorganismos que tienen la propiedad natural de degradar hidrocarburos.
Hoy, el desarrollo se encuentra en la fase de laboratorio. A futuro, el objetivo de las científicas es llegar a elaborar un producto que los vecinos que viven en los lugares más críticos puedan utilizar para sanear sus terrenos. En el nuevo edificio del centro de investigación que se levanta detrás de la facultad de Ciencias Naturales, y en pleno proceso de mudanza, la directora del proyecto, Christina Mc Carthy, se remonta a enero del 2011. “Viajamos al noroeste, a Salta y Tucumán, con el objetivo de explorar distintos tipos de ambientes extremos a fin de ver qué había y qué se podía utilizar para sanear suelos contaminados”, relata la joven científica, quien trabaja codo a codo con la becaria Deborah Colman.
Fueron en busca de microorganismos que pudiesen ayudarlas a eliminar o minimizar los efectos que provocan en los suelos de la zona y, por ende, en la salud de la población, los hidrocarburos provenientes de la actividad del Polo Petroquímico. “Las zonas más críticas se encuentran en Berisso y Ensenada, especialmente en los barrios cercanos a los canales. Hay estudios contundentes sobre el tema”, afirma Mc Carthy, aunque no invade el terreno de los geólogos y vuelve sobre el proyecto que llevan adelante en el CREG. el hallazgo Aclara que abordaron “ambientes extremos en ambos sentidos, es decir, en riqueza y aridez”. Hasta que a 2.000 metros de altura, en “la yunga de Tafí del Valle, levantamos las muestras de suelo en las que luego, en el laboratorio, hallamos las bacterias degradadoras de hidrocarburos”, comenta. ¿Extraño? “Muy extraño”, casi exclama la investigadora, para explicar que “estaban en un ambiente limpio, prístino”, subraya. De modo que en un lugar que conserva sus propiedades primitivas, originales, donde la contaminación ni siquiera se asoma, las científicas platenses encontraron el posible remedio para uno de los sitios más agredidos que existen. “Demás está decir que en su ámbito de origen, estos microorganismos no estaban expresando esa capacidad; esa característica no la usaban”, grafica Christina. Consultada sobre cómo se extrae y se traslada una muestra de suelo, dijo que “se limpia la hojarasca, las piedritas, y luego se levantan los primeros 5 a 10 centímetros de la superficie, lo cual se coloca en bolsas estériles”, apuntó. Esas bolsas llegaron a los laboratorios del CREG, donde “se extrajo el ADN total de esa muestra, conformada en su mayor parte por bacterias, hongos, virus, arqueas (microorganismos “sólo similares” a las bacterias), artrópodos (insectos, arácnidos), plantas y secuencias de peces”, enumeró. “Usamos secuenciamiento de segunda generación”, detalló Mc Carthy, y explicó que “es una metodología de estudio que aporta la mayor información sobre los organismos presentes en una muestra”. Y así descubrieron a las ‘bacterias tucumanas’ degradadoras de hidrocarburos. Era el momento de llevar la investigación al siguiente paso. el aislamiento ¿En qué consistía? “En aislar esas bacterias para observar cómo funcionan en un ambiente contaminado; para saber cuan eficientes son cuando están en presencia de los hidrocarburos que tienen que degradar”, señaló, para recordar que en Tafí del Valle “no usaban esa propiedad”. Fue entonces cuando comenzaron a trabajar junto con un grupo de la facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA que se dedica a “biorremediación de suelos contaminados con gasoil en la Antártida”. “Lo que se hace es poner un pedacito de ese suelo de Tafí del Valle en medio de un cultivo cuya fuente de alimentación son los hidrocarburos; de ese modo forzás a los microorganismos a que sobrevivan”, indicó, y enfatizó: “Ya se pudo aislar un consorcio microbiano”. Queda camino por recorrer. Pero los resultados son más que promisorios.
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