Por Irene Rodríguez S.
Estudio de Universidad Nacional con 445 mujeres de Matina, Limón
Las mujeres embarazadas que viven en zonas cercanas a plantaciones de banano en Matina, Limón, tienen en su orina una mayor concentración de una sustancia llamada etilentiourea (ETU), derivada de plaguicidas.
Un estudio del Instituto Regional en Sustancias Tóxicas (IRET) de la Universidad Nacional (UNA) detectó que estas mujeres tienen hasta cinco veces más cantidad de este químico que las de otras zonas.
A largo plazo, altas concentraciones de tal sustancia podrían aumentar el peligro de problemas en la glándula tiroides.
Aún no se determina el riesgo para estas mujeres y sus hijos, pero les damos seguimiento y analizamos estos datos para futuras publicaciones”, indicó Berna von Wendel, coordinadora del estudio.
El estudio
El reporte (http://ehp.niehs.nih.gov/1307679/), publicado en la revista Environmental Health Perspectives, reclutó a 445 embarazadas del cantón de Matina, en Limón. Ellas debían vivir al menos a 5 kilómetros de una plantación bananera, ser mayores de 15 años, llevar menos de 33 semanas de gestación y no tener un embarazo múltiple. A todas se les visitó de dos a tres veces durante su embarazo y se les hizo entrevistas sobre su estilo de vida, problemas de salud, alimentación y hábitos. Además, se les tomó una muestra de orina.
Tras concluir los embarazos, los investigadores vieron que las mujeres que vivían más cerca de las plantaciones, las que laboraban en agricultura y las que consumían más arroz y frijoles, tenían mayores concentraciones de ETU.
“Deben regularse mejor las fumigaciones aéreas, pues pueden afectar la salud”, aseveró Van Wendel.
Respuesta. Sergio Laprade, Director de la Comisión Ambiental Bananera del Sector Bananero, recalcó que todas las fumigaciones se hacen en regla. “Las fumigaciones aéreas no solo se miden por distancia, también por el clima, por la altitud y otras características. Por ejemplo, si el viento ya es mayor a 8 km por hora, suspendemos la fumigación para no afectar”, dijo.
“Por otra parte, hay otras variables en el estudio, como la dieta. Debe aclararse que hay otros cultivos en la zona que usan plaguicidas que aplican de forma terrestre y que no se regulan igual”, añadió.
Laprade afirmó que, en varias ocasiones, ellos intentaron reunirse con el IRET para conocer más del estudio y participar de él, pero no obtuvieron respuesta.
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La Nación
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