Súper bananas transgénicas: denuncian biopiratería y falta de ética

Por Anastasia Gubin

James Dale, el investigador lider de proyecto, anunció el 6 de junio de 2014 que comenzó “el primer ensayo en humanos del mundo de la banana enriquecida con pro-vitamina” (trasngénica), y lo justificó diciendo que con ello “se espera elevar la salud y el bienestar de millones de ugandeses y otros africanos””.

Como respuesta, numerosos agricultores africanos se unieron para no ceder sus terrenos a las transnacionales. Sus temores no son sólo los efectos en la salud, y el aumento de contaminación de las aguas y las tierras por costosos pesticidas, sino la falta de ética en torno a la propuesta . En tanto en el nuevo continente, que Queensland experimente con alumnos de Iowa no pasó inadvertido para los universitarios.

En febrero pasado, estudiantes graduados de la ISU entregaron 57,309 firmascon una petición para terminar con la experimentación en humanos alColegio de Agricultura y Ciencias de la Vida de su casa de estudios, donde Queensland realiza las pruebas.A su vez miembros miembros de la campaña AGRA Watch ofrecieran el mismo documento a la sede de la Fundación Bill y Melinda Gates, en Seattle.

“El estudio no se lleva a cabo de manera transparente, y miembros de la comunidad del ISU no han recibido respuestas sobre el diseño de la investigación, los riesgos, la naturaleza del consentimiento informado dado por los interesados, y la generalización del estudio”, dijo el equipo de Agra Watch, una campaña de la asociación internacional Community Alliance for Global Justice, que defiende a los campesinos ugandeses y países vecinos, del proyecto Green Revolution in Africa (AGRA), subsidiario de la Fundación Gates, al cual se opone.

El Dr. David Schubert, un biólogo molecular del prestigioso complejo de laboratorios del Instituto Salk para Estudios Biológicos, quienes sirven de referencia científica para todo el mundo, concluyó que lo que hace la Universidad de Queensland y la ISU, “es poco ético e inmoral, sobre todo porque hay varias variedades de plátano de origen natural que son seguras y tienen niveles más altos de beta caroteno que las variedades modificadas genéticamente”, según el reporte de AGRA Watch. Schubert es una de las numerosas voces que recomienda las especies de bananas que ya se producen hace cientos de años, y que contienen más provitamina que la que propone James Dale y la Fundación de Gates, además de una alimentación sana de múltiples otros productos locales.

Los genes de la banana modificada se tomaron  de una especie del tipo F’ai,que se cultiva gracias al esfuerzo de cientos de años de tradición local por parte de los agricultores de Papúa Nueva Guinea, y de las cuales hay numerosas variedades repartidas por el mundo, que se cree se originaron de esta zona. Por esta razón el proyecto de la “super banana”, fue definido por el equipo de AGRA Watch como “un claro ejemplo de biopiratería”, según declaraciones recogidas por The Ecologist.

El estudio previo publicado por la Universidad de Queensland confirma que aislaron los genes de la banana F’ei  de Papua Nueva Guinea, una especie de color rojizo anaranjado, que se caracteriza por su alto contenido de caroteno.

Cuando el biólogo David Schubert, señaló que hay otras bananas no modificadas con mejores propiedades que la súper banana, se refirió seguramente a la banana F’ei y otras especies similares que se han extendido por el mundo, que fueron incluso mencionadas por la Fao, en su artículo de febrero de 2016.  

La FAO, Organización de las Naciones Unidas que se ocupa de la  Alimentación y Agricultura en el mundo, en esa fecha destacó que las F’ei son bananas “deliciosas”, y que contienen alrededor de 200 veces más carotenoides, la provitamina A (7 124 microgramos por 100 g de plátano fresco) que el comercial plátano Cavendish blanco (con sólo 38 microgramos por 100 g de plátano dulce). Además de ser de cultivo bilógico, tienden a ser resistentes a muchas plagas y enfermedades, por lo que requieren poca atención.

Los plátanos transgénicos icorporan el gen de la banana tipo F’ei en la variedad Cavendish, de cultivo no biológico, que domina el comercio internacional desde el siglo pasado, y amenaza a las producciones locales de banana. Sus opositores advierten que este proyecto sigue un modelo similar al fracasado arroz dorado, también con el argumento de solucionar el hambre, agregando betacaroteno.

Problema sanitario

Schubert explica que hay que considerar con más precausión la administración artificial de exceso de betcarotneno. El “beta caroteno está químicamente relacionado con compuestos que se sabe que causan defectos de nacimiento y otros problemas en los seres humanos”. Esto puede suceder cuando se da a niveles extremos, en una dieta desbalanceada.

Señalando que ya hay estudios qye lo avalanm el especialista cuestiona también a los probables “productos químicos tóxicos” que resultan de los subproductos de las plantas de ingeniería genética en general.

“Puesto que no hay pruebas de seguridad del plátano o de cualquier otro OMG, haciendo un ensayo de alimentación en las personas, especialmente a las mujeres, no se debe permitir”, agregó el biólogo.

¿Quiénes son los beneficiados?

Otro problema que se relaciona con la introducción forzada de la especie Cavendish modificada, en Uganda, fue resaltado hace poco en un informe británico de Global Justice Now, en el reporte titulado “Gated Development” . El autor detalla cómo “las grandes empresas se benefician directamente, en particular en los ámbitos de la agricultura y la salud, como resultado de las actividades de la fundación Gates”. Proyectos como la súper banana y otros desarrollados en África por esta organización  non estarían buscando dar solución real a las necesidades de los pobladores.

El equipo de agricultura AGRA Watch señaló a su vez que en Uganda hay otras variedades de banano que sirven como un elemento básico en las dietas. El hecho que la alimentación sana no se puede basar en un solo monocultivo, lo reconoce la ciencia. “Los ugandeses tienen el derecho a tener acceso a alimentos sanos, nutritivos y culturalmente apropiados”, aclaró.

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Un problema ético

Cuando la Universidad de Quensland anunció que comenzó su primer ensayo en humanos recibió una respuesta de la Asociación Africana AFSA, en una carta pública enviada por sus abogados a Wendy S. White, que dirige las pruebas en la Universidad de Iowa, y a su director Review Board.

AFSA explicó que además del problema ético y de salud, irónicamente el consumo de monocultivo de banana transgénica causaría una baja más pronunciada de vitamina A en los africanos, pues no se estaría privilegiando la alimentación variada del resto de las verduras y frutas,que son justamente ricas en vitamina A, y que son esenciales para la salud humana,también por sus otras vitaminas, minerales y fuentes de energía.

“Estos cultivos desvían los recursos que debían ir hacia soluciones agrícolas más adecuadas a nivel local. Si efectivamente el objetivo de los involucrados en la promoción del proyecto es realmente combatir la deficiencia de vitamina A, entonces seguramente deben promover el consumo de más de las diversas frutas y alimentos, como las patatas dulces, que son ricas en vitamina A y que se encuentran en abundancia en África”.

Abogados de la AFSA reunieron la firma de más de un centenar de asociaciones, acompañadas por cartas redactadas previamente por científicos que denuncian los peligros de los productos genéticamente modificados, con una petición para poner fin a las pruebas de alimentación humana. Centenares de otros científicos se opusieron también a estos experimentos.

Lo que quedó claro es que no hay consenso para afirmar que los transgénicos son seguros, como afirman las empresas de biotecnología que apoyan las empresas comerciales transnacionales, como Monsanto.

“No hay consenso en que los cultivos transgénicos son seguros para el consumo humano”, señalaron los científicos desde el inicio de la recolección de firmas. Ellos aclararon que “la mayor parte de la investigación llevada a cabo por científicos independientes sobre los cultivos transgénicos contradice directamente los resultados de los estudios patrocinados por la industria de biotecnología que dicen no hay evidencia de riesgo o daño”.

Al referirse al problema ético, deununciado por el biólogo David Schubert  y demás científicos, Ahna Kruzic, graduada de la Universidad de Iowa, especialista en agricultura sustentable y sociología, junto a Angie Carter y Rivka Fide, destacaron en el blog Foodfirst, en julio pasado, que los estudiantes del ISU tienen el privilegio de hacer preguntas y merecen la oportunidad de participar en un diálogo de alto nivel académico. 

“Este privilegio nos obliga a hacer preguntas difíciles sobre las dimensiones éticas de este proceso de investigación del plátano GMO, así como sus impactos y otras alternativas viables”, escribieron.

De hecho – explicaron-  estas preguntas ya fueron redactadas el año pasado por los estudiantes graduados del ISU, y los temas que abarcan cuestionan “cómo se llevó a cabo el estudio” y “los efectos potenciales que los plátanos GMO podrían tener sobre los sistemas alimentarios de Uganda”.

“Las preguntas no son acerca de si el uso de la biotecnología es moralmente correcto o incorrecto, o si los investigadores son personas buenas o malas. En su esencia, estas preguntas son acerca de los impactos sociales, económicos y ambientales que este tipo de investigación tendrá sobre gente real en lugares reales. El hambre y la desnutrición no son sólo los desafíos biológicos, sino problemas sociales enraizados en la desigualdad”.

Los universitarios recibieron ya algunas respuestas de los funcionarios de la ISU, señalando que estas sólo repiten que ayudará a salvar vidas. Estas afirmaciones -explicaron-  “son prematuras, y son una cortina de humo para desviar preguntas de los estudiantes. Estas afirmaciones no se hacen en manera aterrizada”.

Las preguntas que quedaron sin respuesta fueron las siguientes, según Kruzic, Carter y Fide:

• ¿De qué manera la nutrición de los plátanos GMO impacta en el hambre en Uganda, o cómo afectan en ello la ISU y/o la Fundación Bill y Melinda Gates?

• ¿Cómo se determinó que la tecnología es una intervención culturalmente apropiada?

• ¿Quién será el propietario o el que controle esta tecnología en su desarrollo?

• ¿Cómo es que las universidades públicas deben estar implicadas en la biofortificación GMO y su experimentación?

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