Por John Saxe-Fernández
Huntington simplifica y desdibuja una realidad rica en contradicciones. La heterogeneidad es palpable en el mundo musulmán o cristiano. Irán no se siente más seguro por el hecho de que Irak pueda colocar armamento biológico en un cohete, aunque ambos paÃses sean parte de la civilización islámica. Corea del Sur se inquieta por el desarrollo militar chino, y toma medidas al respecto, no obstante que la población de ambas naciones pertenezca a la misma cultura.
Es el Estado el que ha organizado los fundamentos para la proyección global del Terror.
La presencia del terror de Estado y las respuestas al mismo, también por medio del terrorismo, no nos ha sido ajena a lo largo de nuestras vidas, durante el siglo XX y lo que va del XXI: el régimen de terror nacionalsocialista en Alemania, o el terror de Estado stalinista en la URSS, o el pinochetista, entre muchos otros .
La globalización del terror llegó a tipificar la experiencia de la modernidad desde el advenimiento de las armas de destrucción masiva -nuclear y quÃmico-biológico-, y la capacidad de ser transportadas y lanzadas a cualquier lugar del planeta con un rango de entre 8 y 25 minutos, por medio de la coheterÃa balÃstica intercontinental. La globalización como experiencia multisecular generada a lo largo del periodo posterior al Renacimiento, siempre ocurrió en el contexto de una creciente modernización de las fuerzas productivas y de la guerra vinculadas a las formas especÃficas de dominación imperial y colonial, y sobre todo, de apropiación de la riqueza y del espacio geográfico. La guerra ha sido un principio de organización de la civilización moderna. Las fases y evoluciones de la globalización no se restringen a los asuntos estrictamente económicos. Las operaciones de las corporaciones multinacionales en estos procesos han actuado como un magneto que ha reducido la percepción y por lo tanto el interés de los analistas en las dimensiones polÃtico-estratégicas y socioculturales de la globalización. El uso del término mundial o global en el sentido más amplio y generalizado estuvo vinculado con la experiencia de la guerra y el terror generalizado experimentado por amplios sectores de la población del planeta, primero a partir de 1914 y de nuevo en 1939, culminando con el régimen de terror internacional gestado desde el uso de la bomba atómica contra la población de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, lo que hace que la exclusión de los aspectos polÃtico-estratégicos y socioculturales arriba apuntada sea paradójica.
Más aún, después de la Segunda Guerra Mundial se consolidó el desarrollo de un modelo de desarrollo tecnológico en el armamento atómico, termonuclear, quÃmico-biológico y balÃstico, que efectivamente hizo algo más que eliminar las distancias entre los continentes aumentando el potencial para la destrucción a niveles no registrados en momento alguno, a lo largo de la experiencia de nuestra especie, con un proceso evolutivo estimado en cerca de cinco millones de años: la globalización de la experiencia del terror, además de estar literalmente sentada en la capacidad tecnológica de aniquilar las distancias y las distinciones entre cercano y lejano, vecinos y extranjeros, nos hizo a todos proximi, y ha transformado de manera profunda los fundamentos de la existencia y de la ética. Conforme aumenta el número de integrantes del club nuclear, como resultado de la proliferación armamentista, también se incrementó la posesión de armas que tienen una capacidad destructiva que va más allá de la experiencia y de la imaginación. La diseminación del armamento de destrucción masiva aumenta inconmensurablemente la importancia del Estado nacional.
Hemos vivido en medio de un ?equilibrio de terror? que amenaza con entrar en un estado de profunda desestabilización, con el abandono, por parte de EUA, de los instrumentos normativos que han permitido, hasta ahora, lo que el liderazgo ruso y chino, conciben como los fundamentos de la ?civilidad estratégica?. Me refiero, desde luego, al anuncio realizado en agosto de 2001 por el presidente Bush de que Washington, a su tiempo, abandonarÃa el Tratado Anti-BalÃstico de 1972 (ABM), al mismo tiempo que se retira del Tratado de Armas QuÃmicas y Biológicas en julio de ese mismo año, ambos fundamento de toda la arquitectura de seguridad estratégica que, junto con la credibilidad tecnológica de la disuasión, hasta ahora han evitado un intercambio estratégico, es decir, una conflagración terminal.
Desde la crisis de cohetes de 1962, el mundo no habÃa conocido niveles de peligro de procesos de intensificación bélica a todo nivel como los que vivimos desde el 11 de septiembre. En tiempos de guerra, con EUA como principal protagonista, la situación se torna dÃa a dÃa más crÃtica y delicada. La balanza entre una paz precaria y una guerra general puede tener un giro de consecuencias literalmente inimaginables no sólo por la presencia de armamento termonuclear, biológico y quÃmico y de coheterÃa balÃstica intercontinental, sino también por el accionar de grupos terroristas que bien pueden estar operando desde afuera o desde adentro de las estructuras gubernamentales de las potencias. La alternativa que se perfila está entre el derecho y la guerra, y por ?guerra? me refiero a una dinámica de acciones y reacciones, de intensificación de procesos bélico-terroristas, de confusiones y de presencia de actores difusos estatales y no estatales o presuntamente ?no-estatales?. En un contexto signado por una condición subjetiva (?cualquiera puede ser mi enemigo en cualquier momento?), aumenta el orden de probabilidad de conflagración en el corto mediano o largo plazo, lo que hace frágil a la coalición montada por Washington para los ataques militares contra Afganistán. Detrás de la coalición se esconden temores y nuevas realidades de la era de la proliferación nuclear. De hecho el bombardeo contra Afganistán rápidamente se transforma en una grave crisis regional en la que aumentan los riesgos de un conflicto nuclear entre Paquistán e India y además, se juega el control del arsenal nuclear de Paquistán, por los efectos desestabilizadores que emanan de la peligrosas acciones militares impulsadas por la Casa Blanca. Este serÃa un ?blowback nuclear?, es decir, en palabras de Seymour M. Hersh, ?las consecuencias no previstas de la decisión del presidente (Bush ),de lanzar ataques aéreos y terrestres contra el gobierno talibán en Afganistán? Entrevistas con la cúpula gubernamental, indican que esta polÃtica, han creado una grave ruptura entre los expertos gubernamentales de EUA en las áreas de inteligencia y diplomacia relacionados con Asia, y el equipo de la Casa Blanca. Las cadenas televisivas estadounidenses, bajo una influencia militar sin precedentes, han tratado de minimizar ante el público los enormes riesgos globales -y para la misma integridad fÃsica de la población y territorio de EUA-, que se derivarÃan de una profundización de la desestabilidad regional. El redactor en jefe de la Canadian Broadcasting Corporation subrayó recientemente el contraste entre la cobertura televisiva de seis semanas de guerra por las grandes cadenas estadounidenses y sus homólogos europeos, un fenómeno igualmente criticado por el Wall Street Journal y el New York Times. ?Es como si se tratase de dos guerras diferentes?, comentó Tony Bruman. ?La BBC británica está focalizada en mayor medida en las cuestiones humanitarias en la región?la dimensión humana?, mientras que la cobertura de las grandes cadenas estadounidenses NBC, ABC y CBS se basa ?casi exclusivamente? en temas evocados en conferencias de prensa que realiza a diario el Pentágono.? Parece que los medios televisivos estadounidenses no se deciden a hablar del impacto humano del conflicto. El tono ?acrÃtico e hiperpatriótico? de las tres principales cadenas nacionales es prácticamente idéntico, algo que sorprende en un medio extremadamente competitivo? El sometimiento de las cadenas televisivas al aparato militar, una grave manifestación de los impactos de los operativos terroristas del 11 de septiembre en las relaciones cÃvico-militares de EUA, está relacionado, desde luego, con el intento del gobierno de minimizar los efectos de los bombardeos con sus miles de civiles muertos, manifestaciones callejeras en Islamaba, Quetta, Peshawar sobre la correlación de fuerzas en las que se sostiene el General Pervez Musharraf, especialmente en la oficialidad que lo llevó a tomar el poder en Paquistán.
Considerando que Paquistán cunta con al menos veinticuatro ojivas nucleares, que pueden ser lanzadas por medio de cohetes de alcance medio o de una flota de aviones F-16, la preocupación sobre la confiabilidad sobre quiénes están a cargo del control de ese armamento son ampliaente justificadas. Una de las diferencias entre los expertos gubernametales estadounidenses y el equipo de la Casa Blanca reside precisamente en que los primeros tienen serias dudas sobre la capacidad de Musharraf de controlar a los militares y el arsenal, en la eventualidad de un golpe de Estado.
También se discute la posibilidad de que grupos de oficiales fundamentalistas, se apoderen de las ojivas. Como bien sintetiza el problema Hersh, ?con el continuo bombardeo de EUA contra blancos civiles, aumentan los riesgos de intensificación bélica? El Senador Joseph Rl Biden, presidente del Comité de Relaciones Exteriores, advirtió que ?Paquistán y Musharraf bien pueden, en los hechos, colapsarse? Si tal cosa ocurriera, nos encontrarÃamos frente a una endiablada concatenación de fuerzas en la región mucho mayor que la que enfrentamos ahora?, AsÃ, se incrementan las probabilidades y con ellas se generalizan los temores de que la espiral de violencia se salga de control y ella adquiera un Ãmpetu propio que involucre a más actores, estatales y privados y desemboque en procesos de intensificación bélica incontrolables. El ?téte a tete? estratégico entre Bush y Putin, ampliamente publicitado, no hace sino indicar que existe una ?ansiedad mayor?, en el sentido de que una vez traspasado el umbral nuclear o quÃmico-biológico, la situación difÃcilmente podrá mantenerse bajo los lÃmites de una conflagración regional. Agréguese a esto la desestabilización del contexto estratégico y se entenderá mejor por qué estamos en un serio predicamento civilitatorio: después de todo, los mecanismos de disuasión de guerra general termonuclear han sido puestos en entredicho por Bush cuando anunció el eventual retiro de EUA del ABM auspiciando además la construcción de una desestabilizante estructura anti-balÃstica que es interpretada por otros interlocutores estratégicos como un intento por disminuir su capacidad de segunda respuesta ante un ataque sorpresivo, lo que les lleva a adoptar posturas de primer ataque y activar sistemas de ?launch on-warning? (lanzamiento sobre aviso).
Según Bush, dió inicio la primera guerra del Siglo XXI. Lo que es cierto, si se piensa secuencialmente y no en términos tanto de la estrategia militar propia a la era nuclear o de la periodización histórica. En rigor, estarÃamos en los prolegómenos de lo que podrÃa desembocar en el corto, mediano o largo plazo en la Tercera Guerra Mundial. Como por ?largo plazo? se entiende un perÃodo de entre 30 y 60 años, es desde la perspectiva temporal de la evolución de nuestra especie, sólo un instante, y es precisamente la especie la que pende de un hilo. Historiográficamente, nuestra era comenzó en el momento mismo en que se desarrolló la capacidad de aniquilación, y junto con ella, la destrucción de la biosfera requerida para el sostenimiento de la vida. En la era nuclear,y del armamento quÃmico y biológico, el fundamento de toda alternativa a la guerra se concreta en una estrategia polÃtica, social, económica y militar que se fundamenta en la capacidad de ?mantener el fin, sin fin?, y ha sido en este contexto de valorización de la vida, desde el que debe articularse la oposición a la diplomacia de fuerza, a la movilización bélico-industrial y a las polÃticas de distribución regresiva del producto mundial bruto, impulsadas por los sectores que hegemonizan la acción estatal en EUA. Los ?prolegómenos? se mantendrán hasta el instante mismo en que alguno de los actores decida usar armamento de destrucción masiva: biológico-incontrolable, quÃmico/ balÃstico y nuclear/balÃstico, algo cuyo orden de probabilidad se acrecentarÃa si naciones polÃtica y socialmente inestables pero poseedoras de esas tecnologÃas son arrastradas por el bioterrorismo u otros dispositivos clandestinos, a enfrentamientos como resultado de la polÃtica de fuerza que aplica el gobierno de Bush.
Cabe apuntar que existe una lÃnea de continuidad que va desde el primer bombardeo atómico contra la población civil el 6 de agosto de 1945, totalmente injustificado desde la perspectiva técnico-militar, hasta el bombardeo contra Afganistán en nuestros dÃas, también sin aparente justificación. La persistente e indiscriminada acción bélica en Afganistán tiende a fragmentar la coalición elaborada por la acción diplo-militar del gobierno de Bush. El problema es de orden mayor, porque el anuncio hecho meses antes del 11 de septiembre sobre el despliegue del escudo antibalÃstico, ya incide en todo el sistema de alianzas, como uno de los derivados más significativos y peligrosos de la proliferación nuclear. Bracken ha sintetizado lo que es una caracterÃstica nodal de la condición en que vivimos. Me refiero al hecho de que la posesión de armas de destrucción masiva permite a las naciones depender menos de las coaliciones para garantizar su sobrevivencia, y que, como lo está mostrando Bush con su Escudo Nacional AntibalÃstico (ENA) se perfilen como entes más distantes y autónomos. La decisión de ampliar la OTAN, tuvo como uno de sus objetivos, diluir la percepción de que EUA no sacrificarÃa alguno de sus corredores megalopolitanos para defender a Europa de un ataque hipotético de Rusia o China. Esta caracterÃstica también afecta e impacta a las otras naciones poseedoras de armamento nuclear lo que los hace menos propensos, como lo indica Bracken, a confiar en los lazos de la cultura, la religión o la etnicidad que atan a los miembros de una civilización. Las naciones pueden sentir la necesidad de construir sus propios arsenales porque las promesas de sus aliados de protegerlos resultan poco creÃbles. Como las consecuencias de la guerra son catastróficas, el Estado nación asume un papel central en la adopción, presupuestación y coordinación de las actividades que permitan la sobrevivencia nacional.
Después de la SGM creció el número de pensadores, de conciencias, quienes irónicamente insistieron que finalmente habÃamos arribado al establecimiento de un proceso social internacional que habÃa ayudado a universalizar un clima emocional, una atmósfera dominada por el temor de que habÃamos arribado, en las palabras de Günther Anders, a ?? la era en la que en cualquier momento disponemos del poder para transformar cualquier lugar de nuestro planeta, aún nuestro planeta mismo, en una Hiroshima. Desde ese dÃa somos, al menos modo negativo, omnipotentes pero, puesto que, por otra parte, en cualquier momento podemos ser ?borrados?, también desde ese dÃa somos totalmente impotentes. Cualquiera que sea el tiempo que esta era pueda durar, aún si durara por siempre, ésta es la ?última edad?: porque no existe ninguna posibilidad de que su differentia specifica, la posibilidad de nuestra auto-extinción, pueda terminar sino es con el final mismo.
En 1946, a escasos meses después de los horrores de Hiroshima y Nagasaki, Albert Camus, percibió la globalización del terror en estos términos: ??¿quién puede negar que vivimos en un estado(emocional) de Terror?? Para escapar a este terror debemos ser capaces de reflexionar y de actuar de manera consistente. Pero una atmósfera de terror difÃcilmente estimula la reflexión. Sin embargo, creo que en lugar de echarle la culpa de todo a este temor, debemos de considerarlo como uno de los factores básicos de la situación, y tratar de hacer algo al respecto. No existe tarea más importante?Y si esta atmósfera de temor no estimula el pensamiento certero, entonces lo primero que hay que hacer en enfrentar y vencer al temor?.
4. México en tiempos de Guerra
Formal y operativamente, como repetidamente se ha indicado, por su trascendencia, nuestro poderoso vecino entró en un estado de guerra, con profundas implicaciones internacionales y de manera particularmente delicadas, con repercusiones de largo alcance en la relación bilateral. Hoy México y la comunidad internacional viven ?tiempos de guerra?. En este nuevo contexto, es necesario retomar y discutir el giro antinacional en la polÃtica económica que se observa desde finales de la década de 1970, especialmente en torno a los sectores estratégicos de la economÃa, en la dirección de especializar al paÃs en un exportador de crudo y de auspiciar la privatización e integración de la infraestructura petrolera y eléctrica con la de EUA. Al respecto cabe recordar que Heberto Castillo desde entonces, presentó los argumentos más convincentes sobre sus implicaciones para la soberanÃa e integridad territorial de la Federación, de sobrevenir circunstancias como las que hoy estamos viviendo. Por aquellos tiempos estuve elaborando estudios sobre asuntos estratégicos vinculados con la administración de los recursos minerales y petroleros del paÃs, habiendo realizado una crÃtica a una iniciativa estadounidense apoyada desde dentro del gobierno de López Portillo por personajes como Jorge DÃaz Serrano, ya desde entonces vinculado empresarialmente con el petrolero texano, exdirector de la CIA y expresidente George Bush, para la construcción de un gasoducto de cuarenta y ocho pulgadas de diámetro, desde Tabasco hasta Texas. Dos lÃneas propositivas se derivaron de esos trabajos, una apoyando las iniciativas para que México se integrara plenamente a la coalición de paÃses exportadores de petróleo, y otra advirtiendo sobre las consecuencias geopolÃticas y estratégico-militares de la construcción del gasoducto y del peligro que representaba para la integridad territorial de México una construcción que atravesaba al paÃs, para llevar materia prima de enorme importancia económica y militar hacia unos EUA que ya habÃan sufrido un trauma estratégico a raÃz del embargo petrolero de la OPEP y que consideraban, como también ya lo habÃa explicitado Henry Kissinger, que el acceso al petróleo era causa de guerra. Esta postura recibió un aval no intencionado de las más altas autoridades estadounidenses, cuando la prensa nacional dió a conocer en titulares de primera plana las declaraciones del Secretario de Defensa de EUA en las que no sólo apoyaba la construcción del gasoducto sino que también aseguraba que ?los mexicanos no tienen que preocuparse por la seguridad del ducto ya que EUA cuenta con suficientes dispositivos militares para su protección?.
Tanto en mi caso como en el de Heberto Castillo se planteaba la peligrosa vulnerabilidad que estaba generando la polÃtica económica en un contexto bélico.
Los trabajos del Ingeniero Castillo resultaron fundamentales y de gran visión:
?convertirnos en proveedor importante de los EUA en cuanto al petróleo y al gas nos hace más vulnerables en caso de una nueva guerra mundial. Este problema se ha menospreciado. Se considera prácticamente imposible una nueva confrontación mundial. Se ha dicho incluso que las declaraciones del ministro de EnergÃa norteamericano, James Schlesinger en el sentido de que las fuerzas armadas norteamericanas deben garantizar en última instancia el abastecimiento de petróleo en el medio oriente para EUA, son meras balandronadas Se ignora que el gasoducto a Texas, aunque se construya por etapas y primero a Monterrey, será una vÃa, un ducto que debe ser considerado como objetivo militar por cualquier paÃs en conflicto con EUA. Se ha dicho que de todos modos México estará en grandes aprietos en caso de una nueva guerra mundial. Eso nadie lo duda. Por el sólo hecho de tener petróleo es ya un objetivo militar. Pero si además esa zona petrolera está integrada económica y fÃsicamente al sistema de suministro norteamericano habrá la menor oportunidad de negociación para lograr evitar participar en una contienda que a nosotros no compete. Se olvida que una red de aprovisionamiento no se construye de la noche a la mañana y menos en tiempos de guerra. El que no exista esa red conectada con EUA será una garantÃa en caso de guerra y de existir será una fatalidad.
El desmembramiento, privatización y extranjerización de PEMEX, CFE-CLFC y la desarticulación y finiquito de FNM como sistema nacional de arrastre integrado, de puertos y aeropuertos, carreteras y sistema financiero, adquiere connotaciones especialmente delicadas en las regiones y Estados cercanos a ambas fronteras. La del sur, por la colindancia con Guatemala, una nación dominada militarmente por EUA. La de Norte por el accionar polÃtico-estratégico de EUA sobre los procesos de ?integración silenciosa?. Las modificaciones a la Constitución y a la Ley que regula la inversión extranjera asà como su formalización en el TLCAN tiene implicaciones espacial-territoriales de orden mayor, sólo equiparables a los procesos iniciados en 1825 que desembocaron en el apoderamiento de más de la mitad del territorio mexicano en 1848. El establecimiento de un vasto entramado de redes de interconexión (eléctrica, gasera, ferrocarrilera, etc) trans-fronteriza, a cargo de empresas estadounidenses y cuando mucho ?binacionales? está creando vulnerabilidades y problemas de jurisdiccionalidad que se acrecientan con la masiva militarización fronteriza impulsada por EUA.
En el caso de Baja California presenciamos un inusitado despliegue de compras de propiedades por parte de inversionistas estadounidenses, asà como de grandes firmas de bienes raÃces de ese paÃs. Si a esto agregamos la mencionada integración ?binacional? de los proyectos de infraestructura de comunicaciones, el cuadro que se presenta es potencialmente peligroso, especialmente en lo que se refiere a la integridad territorial de la Federación mexicana. La apertura del sector eléctrico, esencialmente en el norte del paÃs donde se ponen en marcha ambiciosos proyectos binacionales de interconexión eléctrica y de infraestructura, ocurre en medio de un cruce de fuerzas geoeconómicas y geopolÃticas, culturales y migratorias. En el proyecto estadounidense este proceso de privatización integral -electricidad, gas natural, carreteras, puertos, ferrocarriles?- en la clave ?multimodal?, se contemplan medidas y aspiraciones mayores tanto en lo geográfico como en lo temporal, incluyendo escenarios sobre la ?re-estructuración? de las fronteras entre México y EUA de cara al año 2050. Es decir, que el esquema privatizador forma parte de una concepción mayor con consecuencias de largo alcance geoeconómico y geopolÃtico. En los altos cÃrculos empresariales, de inversionistas y de seguridad nacional de EUA ya se están planteando modificaciones importantes de las ?fronteras nacionales? de la América del Norte en los que resaltan los esquemas de ?manejo binacional de asuntos de seguridad? junto con la elaboración de estructuras de interconexión. Estos indicios de avances y procesos mayores de integración, están centrados en áreas ?demográficamente aptas?, es decir, sin mucha población mexicana.
En un trabajo publicado por World Business (revista vinculada a los cÃrculos de inversionistas de Wall Street), titulado ?Rearranging North America?, el autor se pregunta sobre qué es lo que EUA le estará exigiendo a México en relación con su frontera Norte. Al respecto apunta que,
?el área de México que probablemente los estadounidenses desearán anexarse será Baja California. Se trata de toda la penÃnsula, desde Tijuana hasta Cabo San Lucas, que tiene el potencial de transformarse para los jubilados y turistas en el equivalente a la Florida, pero en la Costa Occidental, un papel que tendrÃa Baja si alguna vez se hace parte de los EUA. De otra manera, existe la probabilidad de que los EUA piense en replantear o suspender porciones del NAFTA que minan su frontera económica, como por ejemplo la estipulación de otorgar derecho a los camioneros mexicanos de operar en nuestro territorio?México es demasiado orgulloso para dejar que EUA tome Baja California bajo cualquier arreglo, como por ejemplo, que se le condone gran parte de la deuda. Por esto las relaciones entre las dos naciones pueden dificultarse en el futuro cercano.
Después de los ataques terroristas contra Nueva York y Washington ese esquema mayor de modificación de fronteras se explicitó de manera más acelerada de lo esperado, planteándose la creación de un ?sistema defensivo de América del Norte? que incluya a México y Canadá como un ?requisito esencial para la defensa de EUA?, ya que según un informe de inteligencia, ?otras alternativas serÃan inútiles.? La empresa de inteligencia comercial Stratford plantea que, ??EUA tiene una vasta frontera desprotegida con Canadá y una larga e ineficientemente cuidada frontera con México. Acceso a Canadá o a México crea innumerables oportunidades para penetrar en EUA?, agregando que, ??cualquier intento para crear un eficiente perÃmetro defensivo a lo largo de esas dos fronteras tomarÃa un tiempo demasiado largo para entrar en efecto y desviarÃa sustanciales recursos humanos de otras misiones, aparte de las cuestiones de costos y eficiencia económica.? Como todo intento para crear una ?fortaleza estadounidense? serÃa ?insostenible?, la solución se centrarÃa en presionar o influir sobre la cultura polÃtica mexicana y canadiense para que dejen a un lado su soberanÃa y renuencia ?a integrar sus sistemas de seguridad?, empezando por las relativas al funcionamiento de toda nuestra infra-estructura de comunicaciones, con especial énfasis en las llegadas internacionales.
Según información recabada por José Carreño Figueras, el concepto serÃa similar a lo que una fuente mexicana consideró recientemente como ?una burbuja de seguridad norteamericana? dentro de la cual las poblaciones y las mercancÃas de los tres paÃses se transportarÃan con relativa libertad y seguridad?. Esta expresión de aislacionismo se establecerÃa, según Stratford, bajo el modelo del Comando de Defensa Aérea de Norteamérica (NORAD), creado a mediados del siglo pasado y en el que EUA basó su defensa aérea. Como un ataque de coheterÃa balÃstica proveniente de la URSS o ahora de Rusia, tendrÃa que llegar desde el norte, incorporaron a Canadá al NORAD con lo cual ampliaron su perÃmetro defensivo prácticamente hasta el Polo Norte. Carreño informa que el análisis alega que ?es imposible? lograr una verdadera seguridad fronteriza para EUA en un marco temporal que tenga significado ya que, ??cualquier aeropuerto que acepte vuelos internacionales pero no sea parte de un proceso de selección inmediatamente inutiliza la capacidad de EUA para efectivamente separar atacantes antes de entrar?. En el documento se advierte que la necesidad de crear tal sistema ??interactúa con otros temas que dividen a EUA y sus vecinos. Canadá está profundamente preocupado acerca de proteger su soberanÃa, mientras México tiene cuestiones fundamentales con EUA en relación con los flujos migratorios.? Por ello se consideró que existen,
..serios desafÃos para transformar la noción de defensa continental en un ente operacional. PodrÃa ser incluso imposible poner en marcha un sistema completo debido a esas cuestiones. Pero concretar tal sistema, sin embargo será la primera prueba de la coalición que EUA busca construir. Convencer a Canadá y México de crear un sistema de selección continental para entrantes serÃa la base de cualquier sistema funcional de defensa patria. No está claro que tal modelo sea sostenible por un largo periodo sin un cambio fundamental en la cultura polÃtica de Canadá y México. Sin embargo, es el prerrequisito esencial para la defensa nacional estadounidense.
En las condiciones actuales, el vasto programa de privatizaciones impulsado por Washington por medio del Banco Mundial y del gobierno mexicano, expresado en el traspaso a entes extranjeros- primordialmente estadounidenses- del manejo, control y usufructo de los grandes complejos económico-territoriales involucrados en la operación de los ferrocarriles, el petróleo, la petroquÃmica, el gas natural, y la estructura multimodal que incluye a puertos, aeropuertos, ferrocarriles y carreteras, es la amenaza mayor jamás registrada en la historia a la soberanÃa e integridad territorial de los Estados Unidos Mexicanos y su Carta Magna.
5. Una Reflexión final.
La sensación del público estadounidense y mundial sobre una supuesta ?invulnerabilidad? del territorio estadounidense se desplomó. Pero los cÃrculos del poder económico y polÃtico-militar sabÃan, de primera mano, que la proliferación del armamento de destrucción masiva y de la coheterÃa balÃstica intercontinental habÃan, desde hace varias décadas, transformado al territorio y la población de EUA en parte y parcela del campo de batalla de la Tercera Guerra Mundial. Aunque el ataque terrorista contra las Torres Gemelas y el Pentágono y los posteriores ataques de ántrax hayan sido perpetrados desde dentro o desde fuera, o por medio de una combinación de instrumentos y fuerzas externas e internas, han mostrado sin equÃvoco alguno que EUA comparte con el resto de las naciones, la absoluta vulnerabilidad de la integridad de su población y territorio. Todos estamos al alcance de todos. La tecnologÃa y la puesta en operación de formas de guerra no-convencional, indican, además, que serÃa existencial y polÃticamente suicida quedarnos rezagados en torno a estos desarrollos, por lo que, es absolutamente necesario ampliar, ??nuestro horizonte de responsabilidad hasta que llegue a ser igual a ese horizonte dentro del cual podemos destruir a todos, y ser destruidos por todos; en suma, hasta que llegue a ser global.?
En momentos de enorme impacto polÃtico y de conmoción internacional, todo esfuerzo de clarificación teórico-conceptual, en torno a un fenómeno como el terrorismo, que ha permanecido al margen de la reflexión sistemática de la teorÃa polÃtica, es de enorme importancia ética y práctica. Hasta donde yo conozco, todavÃa no se ha generado una teorÃa general acerca del terrorismo, pero lo cierto es que, si se le ausculta con cuidado, en torno suyo giran virtualmente todos los principales problemas y temas de la teorÃa polÃtica.
El asunto no es menor, de mera exigencia o interés académico. Va mucho más allá, puesto que la única alternativa a la espiral de violencia en que ya estamos inmersos la ofrece la antes mencionada ?globalización de la responsabilidad? por medio de un reforzamiento de los procedimientos e instrumentos sancionados por el derecho internacional. Mi interés en recuperar algunas reflexiones teórico-conceptuales en torno al terrorismo en la era del armamento nuclear, balÃstico y quÃmicobiológico se vió alentado el 2 de octubre pasado cuando, Baltasar Garzón, Magistrado de la Audiencia Nacional de España, presentó lo que en mi criterio debe ser el punto número uno de toda agenda humanamente responsable: ??la elaboración y la aprobación urgente de una Convención Internacional sobre terrorismo que unifique los conceptos e incluya las normas que regulen los tipos de investigación?, que sean pertinente realizar. Estimo que debemos abogar, junto con Garzón, por ??la creación de un espacio único, universal, lo que supone necesariamente la urgente ratificación del Estatuto de la Corte Penal Internacional y la conceptualización del terrorismo como un crimen contra la humanidad, perseguible bajo el principio de justicia penal universal, la creación de una auténtica Comunidad de Inteligencia y de un Observatorio Internacional sobre terrorismo, y la ayuda a los paÃses afectados para que amplÃen sus recursos, no militares, sino humanitarios, culturales y económicos.? Esta perspectiva propositiva contrasta de manera radical con la elaborada por el gobierno de Bush, lamentablemente ratificada por el Congreso de EUA, en torno a la creación de una serie de medidas diametralmente opuestas, oscurantistas y de corte neohitleriano, por medio de un espacio cerrado, totalitarismo y sólo abierto a la impunidad, por medio de la creación de tribunales militares secretos. Es importante tener presente que la propuesta del Juez Baltasar Garzón implica que la alternativa a un desemboque terminal de la presente crisis, requiere que las naciones ajusten su comportamiento a toda la normatividad existente en torno a crÃmenes de guerra y contra la humanidad, y el gobierno de Bush ha preferido la ruta que nos coloca al borde del abismo.
Ciudad Universitaria, 5 de Noviembre de 2001.
* Colaboración de Revista La Maza
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