Gracias a su calor y humedad, los vapores son útiles para limpiar y suavizar la piel del rostro. Si además se agregan hierbas aromáticas, contribuyen a la relajación muscular y a generar una sensación de bienestar.
El uso del vapor tiene su origen con los romanos, hace cientos de años, con fines terapéuticos y estéticos. Su función principal es lograr una limpieza profunda de la piel y además, combinado con hierbas aromáticas, proporcionar relajación y bienestar.
Beneficios de la limpieza con vapores
Ya en la antigüedad eran conocidos los múltiples beneficios de los baños de vapor para el cuerpo, la mente y el espíritu. Los romanos fueron quienes dieron origen a esta práctica terapéutica acudiendo a las termas para relajarse y realizar sus curas de salud. Los turcos también, inspirándose en las termas romanas crearon el hamman o baño turco, ya conocían los múltiples beneficios que tenía adentrarse en una nube de vapor.
En líneas generales, tomar un baño de vapor es beneficioso:
- Para la piel el vapor es como una “llave maestra” que abre los poros lo suficiente para dejar salir la suciedad y las toxinas acumuladas.
- Relaja los músculos, hidrata e ilumina la piel, y optimiza la eficacia de los cosméticos que se apliquen posteriormente. También estimula la circulación sanguínea y mejora la función glandular, ayudando a corregir la celulitis originada por trastornos circulatorios.
- A nivel interno el vapor contribuye a combatir problemas de las vías respiratorias y alivia dolores musculares, reumáticos y artríticos.
- Además reduce el estrés físico y psíquico, ayuda a dormir mejor y activa el sistema inmunitario, ya que el calor y la humedad ejercen un efecto calmante sobre el sistema nervioso.
- Disminuye los niveles de ansiedad y nerviosismo, alivia la fatiga, favorece la circulación sanguínea y calma dolores de reúma, lumbago y espalda.
Su uso está contraindicado, no obstante, en embarazo, pieles con problemas de dermatitis o vasodilatación.
Cómo hacer una limpieza facial profunda con vapores
La limpieza facial con vapor, es una práctica posible y sencilla de realizar en casa. El calor generado abre los poros de la piel, a través de los cuales se eliminan toxinas.
- Antes de aplicar el vapor es imprescindible limpiar la piel con un producto específico para limpieza facial, con la idea de retirar maquillaje, restos de crema y suciedad del día.
- Una suave exfoliación es ideal también para eliminar las células muertas producto del proceso de regeneración natural de la piel. Con la piel limpia, los vapores podrán penetrar mejor y realizar la limpieza profunda.
- Se pone agua a hervir, se aparta el recipiente del fuego y se acerca el rostro al vapor que emana, manteniendo una distancia prudente para no quemarse.
- La cabeza se cubre con una toalla y se inhalan los vahos durante unos diez minutos.
- Una vez realizado el vapor facial es recomendable refrescar el rostro con agua fresca, secar suavemente con toalla o papel tisue, rociar un tónico y aplicar una mascarilla hidratante. Finalizar con una crema hidratante.

Vapores aromáticos con hierbas medicinales
Combinadas con vapor, las plantas actúan en el organismo por ósmosis cutánea y por el sistema olfativo, en una de las múltiples formas que adopta la aromaterapia.
Para aprovechar su acción, se añade un puñado de plantas al agua o, en reemplazo, 3 o 4 gotas de aceite esencial puro de uso cosmético cuando empiece a emanar vapor.
Cada planta tiene una acción diferente. Estas son las más adecuadas para cada tipo de piel:
- Para piel seca: lavanda, manzanilla, rosa, jazmín, naranja o árbol de té;
- Para piel grasa: romero, limón o menta;
- Para piel con acné: ciprés, árbol del té, limón, eucalipto y tomillo.

La rutina de vapor con plantas aromáticas se finaliza como se mencionó anteriormente.
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