El cambio climático es uno de los desafíos más severos y notables del siglo XXI y México no es la excepción. Ostenta una amplia variedad de ecosistemas y climas, por lo que el país se topa con un escenario alarmante marcado por el incremento de temperaturas extremas y fenómenos meteorológicos impredecibles. Este cuadro no solo acarrea riesgos para la riqueza natural del territorio, sino que también impacta sobre la vida de millones de ciudadanos en ámbitos variados: desde la salud pública hasta la seguridad alimentaria.
México siente el efecto del cambio climático
Después de que la ONU calificara como destrucción “sin precedentes” en Jamaica el paso del huracán Melissa, la atención está puesta sobre México. Conforme el cambio climático avanza, los efectos sobre la biodiversidad y los ecosistemas son cada vez más notables. Las alteraciones en los patrones climáticos están ocasionando una peligrosa pérdida de hábitats y la migración de especies.
Al mismo tiempo, se siente en una suba del nivel del mar, amenazando las comunidades costeras. Los ecosistemas de montaña, desierto, selva y costa de México están viviendo severas transformaciones que alteran tanto su estructura como su función. En los espacios áridos y semiáridos, la reducción de las lluvias ha tenido como resulta la desertificación, incidiendo sobre la agricultura y la disponibilidad de agua para poblaciones locales.
Por su parte, las selvas tropicales, cruciales en la regulación del clima y el óptimo circuito del agua, se ven amenazadas por la modificación en los patrones de precipitación y el incremento de eventos climáticos extremos. Por ejemplo, huracanes más intensos.
Huracanes, un fenómeno cada vez más frecuente en México
En este contexto, los huracanes corresponden a un fenómeno cada vez más frecuente que azotea a las zonas del Caribe, México y Estados Unidos. Cada año, en el periodo comprendido entre junio y noviembre, los huracanes vuelven a sentirse con fuerza en el Caribe, el golfo de México y la costa este de Estados Unidos. Estas grandes tormentas, capaces de arrasar con ciudades enteras, se crean gracias a un mix de calor, humedad y movimiento atmosférico que transforma una simple perturbación tropical en una de las fuerzas más poderosas y destructivas del mundo.
Así lo ha comunicado la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA). Los huracanes son, en síntesis, un ciclón tropical. El inicio de su formación inicia mayoritariamente con una onda tropical, una perturbación atmosférica que produce un área de baja presión y suelen nacer en África oriental a mediados de la época veraniega, reporta la BBC.
Para que esa onda llegue a transformarse en la fuerza poderosa que supone un huracán, debe movilizarse sobre aguas cálidas con una temperatura superior a los 27 grados Celsius y disponer de una capa profunda de agua caliente para que actúe como combustible. El aire húmedo sube, se enfría y condensa creando nubes colmadas de energía.
La liberación de ese calor afianza el sistema y genera una caída adicional de presión. Aspecto que atrae todavía más el aire húmedo desde el océano. Este ciclo continuo provoca la estructura en espiral de los huracanes. Cuando la fuerza crece, surge el llamado “ojo del huracán”, un área de relativa calma rodeada por una pared de nubes densas donde se reportan los vientos más intensos.
Alrededor de la zona se vislumbran bandas nubosas que giran en un sentido contrario a las agujas del reloj, fomentadas por el efecto Coriolis (efecto de la rotación terrestre). Es en este punto en el que la tormenta se recrea y puede llegar hasta velocidades por encima de 118 kilómetros por hora, transformándose de forma oficial en un huracán.
¿Por qué México es una ubicación propensa a huracanes?
Los países del Caribe, el golfo de México y Estados Unidos están situados entre las zonas más vulnerables del mundo debido a su situación geográfica, especialmente propensa a este tipo de fenómenos adversos. ¿Por qué? El contexto encuentra respuesta en una elevada temperatura marina y humedad constante. Elementos que abastecen la energía del sistema.
Según la NOAA, el agua cálida toma el rol de “combustible” en tormentas tropicales. Al mismo tiempo, los vientos alisios (corrientes que soplan de este a oeste en el trópico) llevan las tormentas formadas en África hacia el Atlántico, donde se vislumbran condiciones óptimas para fortalecerse.
Dicho patrón, sumado a una baja presión y corrientes oceánicas, transforman la región en un lugar propenso al nacimiento de huracanes. Los más grandes y poderosos huracanes de la historia que llegan a México poniendo en alerta a las autoridades, que ya han mirado de cerca escenarios como el de Erick en las proximidades de México.
