Por Lucas Chiappe
El Gobierno Provincial acaba de anunciar la solución (?) para las inundaciones causadas por los ocasionales desbordes de varios ríos cordilleranos en Chubut: Varios millones de pesos que el Estado pidió "prestados" al BID y que volcará en las arcas de alguna empresa "reparadora de cauces hidricos", que anuncia su llegada con sus dragalinas, topadoras y camiones...
En el imaginario popular los ríos siempre representaron las venas del planeta a través de las que corre el liquido elemento que alimenta, irriga y oxigena ese enorme cuerpo celeste que conocemos como el planeta tierra... Y hoy más que nunca salta a la vista que la manipulación de sus cauces es un tema muy delicado y que a menudo ha provocado más disturbios que soluciones a las poblaciones ribereñas. Los ejemplos abundan sin embargo creo suficiente mencionar el desastroso resultado de los trabajos mal llamados de reparación, llevados adelante en el río Quemquemtreu en El Bolsón en años recientes y que redundaron en Octubre del 2002 en la peor inundación jamás vista en esa localidad (cabe mencionar que el único lugar de la ribera que no sufrió esas nefastas consecuencias fue el tramo en el que los vecinos ribereños impidieron la entrada de las enormes topadoras que vuelta a vuelta pretendieron enderezar y ahondar su cauce...).
Enderece, dragado y limpieza
Pero tratemos de analizar ahora a las razones por las que algunos pobladores se entusiasman con la idea de que con un buen "dragado y limpieza" sumado a un "enderece" de su trazado les permitiría vivir tranquilos. Salvo contadas excepciones quienes favorecen una intervención drástica en un curso de agua tan poderoso como el Río Epuyén son personas que desconocen o pretenden ignorar ciertas leyes hidraulicas naturales y en su defecto confían plenamente en el poder de las máquinas y del hombre "por encima de la naturaleza" ...
El razonamiento de estas personas es sencillo y lineal, enderezo, drago y limpio y ya está, el agua corre fácilmente y sin obstáculos y queda mansita en un cauce adecuado... Sin embargo es bueno acotar que a ese "deseo" le falta su cuota de sentido común: Dragar un curso de agua de régimen cambiante y caudaloso como el río Epuyen con una topadora o una draga significa remover un lecho estable labrado por la naturaleza durante miles de años y el resultado inmediato de esta alteración va a ser que éste deje de ser compacto y se transforme en una masa suelta de pedregullo y arena que queda a disposición de la fuerza del río durante las próximas crecidas invernales.
Este efecto va a producir una inestabilidad constante de su "lecho" y su consecuencia va a ser, la acumulación de piedras en curvas y estrechuras, la formación de diques naturales y de bancos de arena y el consiguiente desborde inevitable de las aguas... Quizás esto no ocurra el primer año, pero no hay dudas que una vez que se "drague" el lecho del río el único remedio va a ser periódicos dragados para evitar males cada vez peores...Sería interesante que las personas que bregan por esta supuesta "solución" analicen que posibilidad real existe de que el Gobierno Municipal o Provincial consiga a menudo préstamos millonarios como para volver a dragar recurrentemente decenas de kilómetros de su lecho.
Si además, a esta intervención le sumamos la "limpieza" propuesta de sus costas, que significa la tala y remoción de los árboles que crecen en sus riberas, el riesgo que corremos se incrementa, ya que muchos de esos sauces plantados por los pobladores ribereños han sido los que han ayudado a retener la erosión de las costas del Epuyén durante los últimos 50 años.
Y si bien es cierto que estos árboles no son nativos sino que han sido plantados y se han diseminados por sus propios medios, una intervención masiva y repentina, inevitablemente tendría efectos colaterales indeseables a corto, mediano y largo plazo.
Por su parte el "enderece" y uniformización de su trazado natural, lleno de curvas, pozones y remansos, tiene como inevitable consecuencia la aceleración de esa impresionante masa de agua en época de crecida, provocando un arrastre mucho mayor de piedras y troncos que en algún lado irían acumulándose provocando nuevos diques y desbordes, además de la desaparición de vados que permitieron históricamente el cruce del río de pie o a caballo por parte de los vecinos ribereños. Suponer que luego de enderezar, dragar y limpiar el río Epuyén de una vez y con el empleo de maquinaria pesada habremos controlado las inundaciones que ocurren cada 10-15 años es desconocer una realidad ancestral que muy por el contrario sugiere muchísimo respeto para que el supuesto remedio no sea peor que la supuesta enfermedad.
Sin ser un experto, simplemente un obstinado observador de los fenómenos naturales, no me caben dudas luego de casi 30 años de vivir a orillas del Río Epuyen que uno de los problemas principales del desborde recurrente de este maravilloso curso de agua es el gran aporte de piedras, pedregullo, arena y greda que ocurre anualmente a través de varios de sus afluentes como el Blanco, el Santillan, el Minas, el Pedregoso etc. Sin embargo no he leído en ningún lugar que se haya contemplado hacer un trabajo de recuperación en estos maltratados cursos de agua, que han sido intervenidos con maquinaria pesada una y otra vez, hasta transformarse en verdaderas canteras de material suelto. Por dar sólo un ejemplo: Nadie habla de reforestar las nacientes de Blanco destruido por sucesivas talas e incendios forestales, ni de afianzar sus costas, ni de reconstruir los gaviones que fueron sepultados por toneladas de material por no haberse realizado los mínimos trabajos de manutención que requerían... Ni hablar del arroyo de Santillán devastado por las topadoras de vialidad para exportar material necesario para asfaltar los caminos de Lago Puelo.
En sintesis, analizando el desastre ocurrido hasta aquí luego de cada intervención, se hace imprescindible exigir y debatir públicamente el Estudio de Impacto Ambiental requerido por ley ante este tipo de proyecto... Y que casualmente no aparece en ningún lado.
Negocios privados con subsidios estatales
Y llegados a este punto del razonamiento debemos analizar las razones subyacentes de esta obra que requiere una inversión enorme por parte del Estado en un momento en que deberían de ser respetadas las prioridades que se fijen en cuanto al mejoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de la población por encima de los intereses económicos de una pequeña minoría que supuestamente se vería beneficiada con este proyecto. Partamos de la base que el que compra una propiedad a orillas de cualquier curso de agua en cualquier lugar del planeta se expone a sabiendas de las eventuales consecuencias que puedan acarrear los desbordes que ocurrirán antes o después; ya que todo río o arroyo cordillerano tiene desde siempre un caudal sumamente variable dependiendo de la temporada y de la lluvia y nieve caída. Haciéndose cargo de esta variabilidad cierta, el propietario ribereño que decida invertir en un territorio pasible de inundaciones debería asumir ese riesgo personal y aguantarse las consecuencias de esa decisión y de ese riesgo. En cambio, como ha ocurrido el año pasado por parte de quienes se autodenominan "los productores" de la localidad de El Hoyo, se le ha exigido al estado una reparación de sus daños particulares que por supuesto terminaríamos pagando todos los habitantes del Chubut. Esto es una equivocación garrafal que sigue arrastrando en sus entrañas el viejo concepto de que si el negocio me conviene la ganancia es mía pero si me va mal el Estado está obligado a ayudarme...
Una postura absurda que sólo puede ser consecuencia del viejo asistencialismo que llevó a este país a la quiebra y al enriquecimiento de unos pocos privilegiados que funcionaron sin riesgo alguno y bajo la protección completa del estado. Seamos lógicos, si yo compro una propiedad expuesta a fenómenos metereológicos recurrentes como ser un huracán en la región del caribe el riesgo es mío y si realmente me quiero poner a salvo de los eventuales daños, existen en todas partes del mundo, incluyendo el N.O. del Chubut compañias aseguradoras que a cambio de una cuota mensual toma ese riesgo y cubren al cliente... Claro que si yo soy un pícaro con suficiente poder de convicción o con amigos cumpliendo funciones de gobierno me ahorro esa plata mensual y si llega el "desastre" pongo el grito en el cielo y mágicamente se me repone hasta los plantines de frutilla que nunca poseí pero que me vendrían bárbaro para ampliar mi plantación... Así ocurren las cosas en nuestros pagos desde siempre y como si esto fuera poco ahora lo que se pretende es que el estado (vuelvo a repetirlo por si ya se olvidaron, el estado son todos nuestros bolsillos), invierta cifras que serían mucho más útiles para tantas otras prioridades a la vista en estas comunidades. Por último y no porque sea un daño menor sino todo lo contrario, además del riesgo de que todo ese trabajo resulte más dañino que las ocasionales inundaciones (hacía más de 50 años que no ocurría algo similar a lo acontecido el año pasado), existe el certero e inevitable daño paisajístico y ecológico que no se ha tomado en cuenta y que implica una desvalorización irreversible de toda la cuenca del Puelo, y no podemos olvidarnos que estamos hablando de una zona sumamente frágil en cuanto a biodiversidad y de aguas que aportan un gran caudal anual al lago que constituye uno de los Parques emblemáticos de la Patagonia:
El Parque Nacional Lago Puelo. Será posible que una vez más los argentinos hayamos caído en esa trampa fatal que nos caracteriza: Lanzarnos a la aventura sin tener en cuenta las implicancias de nuestras acciones a largo plazo?.
Por Lucas Chiappe Coordinador del "Proyecto Lemu" (Epuyén-Chubut) http://www.proyectolemu.com.ar