Monte Roraima: el Mundo Jurásico de Venezuela

Por Fritz Sanchez

Los tepuyes se han mantenido aislados a los cambios del planeta logrando preservar sus “jurásicos” ecosistemas, del período Precámbrico. Será ella, la razón por la que personas de todas las regiones del mundo viajan, cruzando fronteras y atravesando océanos para alcanzar la cumbre del Roraima

Monte Roraima: Viaje al Mundo Jurásico de Venezuela

Como islas sobre la tierra, los tepuyes se han mantenido aislados a los cambios del planeta logrando preservar sus “jurásicos” ecosistemas, originarios del período Precámbrico, hace aproximadamente unos 2 mil años.

Será ella, la razón por la que personas de todas las regiones del mundo viajan millares de kilómetros, cruzando fronteras y atravesando océanos para alcanzar la cumbre del Roraima; sentir su misterio y la vital energía que envuelve el alma, al estar en la tierra de los Dinosaurios. O quizás, porque en los tepuyes -montañas sagradas o míticas que emergen de las sabanas o selvas del estado Amazonas y Bolívar-, está presente la dualidad espiritual del hombre, según advierten comunidades indígenas que habitan en sus cercanías.


“Según los habitantes de San Francisco de Yuruaní, en el Roraima se encuentran los espíritus de los Pemones que murieron hace mucho tiempo, así como también los más recientes. Ellos están allí, como en una especie de limbo, esperando que el mundo se convierta en una tierra más buena, para regresar a la misma. También en su cima habita “Taren”, espíritu del amor, que lucha contra “Amaiyicó”, espíritu que se materializa en la persona amada, para así engañar y robarse el espíritu del hombre por medio de una enfermedad. El hombre se salva, sólo si el “Piazan”-hechicero o curandero-, le da “Itaren”-remedio”, nos devela Francisco Delascio, investigador de la exuberante flora presente en los tepuyes guayaneses y director del Jardín Botánico del Orinoco.

Otro espíritu del Roraima es “Chitú-marí, el cual toma la forma de un tucusito o la de cualquier otro pájaro, que al ser atrapado por algún cazador, éste cae inmediatamente en un sueño enfermizo y se debilita, aprovechando de ésta forma Chitú-marí, para llevárselo a la cima del cerro, con ayuda de otros pájaros, el espíritu del cazador”, expone Delascio.

Cual sea la razón por la que miles de personas visitan anualmente este tepuy, todas coinciden a su regreso, haber sentido la excepcional magia de este monumental cerro perteneciente al Macizo Guayanés.

Ruta al Roraima


La travesía al Roraima si inicia en Paraitepuy, comunidad indígena del estado Bolívar –Venezuela-, donde parte la caminata a la base del tepuy.

Un recorrido de suaves pendientes onduladas y bosques de galerías que discurren a lo largo de ríos y hermosas sabanas, los conducirán al río Kukenán, punto en que podrá instalar el primer campamento o seguir hacia la base del Roraima, si las condiciones físicas del grupo están óptimas, debido que en este segundo tramo se presenta una inclinación moderada pero constante.

Notará en el ascenso, como la vegetación empieza a variar, maravillándose con plantas que sólo se encuentran allí, especies endémicas como la planta insectívora o carnívora del Roraima.

En la base del tepuy predomina una vegetación selvática y bastante húmeda, que va disminuyendo en la medida en que se asciende a la cima del tepuy por una de sus paredes, desplegando a su alrededor, descubiertos precipicios rocosos y partes expuestas.

El clima en las llamadas “islas del tiempo” es tan particular como su flora. Llueve alrededor de unos doscientos setenta días al año, por lo que no existe un período de verdadera sequía y las nubes se mantienen constantes en la meseta del tepuy.

“En la cima del los tepuyes, se observan una serie de microclimas, regulados por factores de humedad, temperatura, edáficos y eólicos. De esta forma hay lugares muy expuestos al sol y al viento, y otros más sombreados y protegidos. En estos últimos generalmente se desarrollan pequeños bosques -o bosques enanos-, cuyos árboles miden de 2 a 4 metros de altura (…) otras áreas presentan extensiones pantanosas, donde se forman pequeñas lagunas, que en ciertas oportunidades sostienen islas flotantes de humus. En este medio, existen muchas comunidades vegetales, las cuales se presentan como pequeños jardines japoneses, formando bellas combinaciones florales, representadas por helechos, orquídeas, Xyridaceae, Liliaceae”, apunta, Francisco Delascio.

La cumbre del Roraima se encuentra a 2.890 msnm y lo aguarda con una exuberante flora y fauna, así como una energía indescriptible. Sin embargo, la aventura no termina aquí, pues podrá visitar emblemáticos lugares en su meseta.


Si el clima es benévolo, podrá conocer los famosos “Yacuzis” naturales, formados por la erosión de las rocas a través de centurias; el Abismo de Roraima donde se observa la increíble verticalidad de sus paredes; el “Maverick”, roca que simula la silueta de este automóvil, del cual se dice, es la parte más alta del tepuy y el valle de los cristales, con hermosas formaciones de cuarzo en composiciones de un arte natural sin comparación.

También tendrán la oportunidad de visitar el hito fronterizo denominado “Punto Triple”, por ser el lugar donde convergen las fronteras de Venezuela, Brasil y Guyana, este hito fue colocado en 1931 por una comisión internacional.

Este monumento natural es el testigo de los cambios del mundo por cientos, miles de años y depende de nosotros que su existencia lo haga llegar al final de los tiempos. Causa gran preocupación las quemas que en el sector se realizan para la cacería de la poca fauna que aún habita esta región. No obstante, la quema y caza no son los únicos peligros que amenazan a los colosos macizos. El comportamiento de los excursionistas y visitantes también es decisivo para la preservación de este legado natural. www.EcoPortal.net

* Fritz Sánchez
Periodista