Por Geog. Jesús Lizarzaburu Vites
Los espacios establecidos como áreas naturales protegidas, no tienen importancia por sus características externas, visibles o estéticas apreciables por un espectador. El valor real se encuentra en la función que cumple la especie o ecosistema dentro de la dinámica poblacional del entorno ecológico.
La propuesta para la creación de un área natural protegida denominada LAGUNA DE LOS CONDORES EN LA CUENCA DE LOS CHILCHOS, departamento de Amazonas, distrito de Leymebamba; Perú, obedece a las características peculiares de sus paisajes, los cuales se ubican entre las últimas estribaciones andinas y los inicios de la selva amazónica. Este departamento constituye una zona de mezcla o ecotono. La menor altitud y amplitud de la cordillera de los andes en esta parte del territorio peruano ha dado origen a valles interandinos ricos en adaptaciones y endemismos de especies vegetales y animales. La presencia de ecosistemas excepcionales y de especies endémicas, como es el caso del colibrí cola de patula, Loddigesia mirabilis; ave que habita esta zona.
La fuerte pendiente del relieve andino oriental, origina la concentración de neblinas en su topografía, las cuales conjuntamente con la foresta dan origen a la formación vegetal más impresionante denominada Bosque de Neblina. Es así como se origino también el nombre de la cultura que se desarrolló en este espacio territorial. El grupo humano que lo habitó, adoptó el nombre de los Shachapuyus o Chachapoyas; “los hombres que habitaron los bosques de neblinas”.
La implementación de estrategias para el establecimiento de Áreas Naturales Protegidas, se encuentra directamente vinculado a la existencia de objetivos concretos. Es bueno indicar que en la elaboración de un plan maestro, no hay estrategia sin objetivos y los objetivos deben reflejar principalmente el interés común de la población o grupos involucrados en el ámbito del área natural a proteger.
La creación de un área natural protegida tiene como base la identificación de los elementos o factores a rescatar. La pregunta que tal ves nos haríamos inicialmente es la siguiente. ¿Qué deseamos proteger? La relevancia del mismo nos dará una respuesta por si sola.
Los espacios establecidos como áreas naturales protegidas, no tienen importancia por sus características externas, visibles o estéticas apreciables por un espectador. El valor real se encuentra en la función que cumple la especie o ecosistema dentro de la dinámica poblacional del entorno ecológico.
La conservación de un área natural y el logro de compromisos con los grupos involucrados implican necesariamente la conjunción de los intereses que conlleven a la salvaguardia del patrimonio natural. Las normas sobre la protección de áreas naturales, que en muchos casos no se cumplen o se desconocen, hacen impracticable todo proceso de conciliación entre los grupos interesados. Los compromisos con la población pueden basarse en la utilidad o en el desarrollo de actividades que condicionen la protección del área de interés. El punto de partida para obtener el apoyo de la población local y sus autoridades se basa fundamentalmente en estas alternativas para evitar la destrucción de la riqueza natural existente.
La formación de grupos multidisciplinarios de profesionales, con una formación holistica y sólida, constituyen la contraparte del éxito de cualquier gestión que se realice con el propósito de lograr la protección de áreas naturales de importancia para la sociedad. www.ecoportal.net