Por Brian Tokar
Un aspecto destacable de las acciones en Seattle y Washington fue el interés de los activistas en una nueva y seria amenaza a nuestra alimentación y salud: el auge de la ingeniería genética como la tecnología predilecta en innumerables áreas nuevas de la actividad empresarial, la imposición de las nuevas biotecnologías en los países en vías de desarrollo a través del OMC y el Banco Mundial, y la centralización de esta tecnología en la expansión actual del capitalismo global.
Las cosechas actuales de alimentos transgénicos (en 1.999 se cultivaron 90 millones de acres en todo el mundo, de los que el 70 % correspondía a los EEUU ) representan una seria amenaza para la salud pública, la integridad de los ecosistemas vivos y la supervivencia de la agricultura convencional. Las manipulaciones genéticas experimentales en seres humanos están conduciéndonos al resurgimiento de un pensamiento y prácticas eugénicas..
Las empresas de " bio-prospección " están acumulando decenas de millones de dólares a través de la expropiación de información genética y conocimiento cultural de las poblaciones indígenas de todo el mundo. Los monopolios sobre la distribución de semillas, producción farmacéutica e investigación, y los cuidados sanitarios básicos se han extendido a unas proporciones antaño inimaginables.
La base de todo este desarrollo es la influencia hegemónica de empresas de biotecnología como Monsanto ( ahora filial del gigante farmacéutico Pharmacia ), Novartis ( constituida a partir de los gigantes suizos Ciba Geigy y Sandoz ) y DuPont ( propietario de Pioneer Hi-Bred, la compañía de semillas más grande del mundo) junto con la emergente preeminencia tecnológica de métodos de laboratorio como la ingeniería genética y la clonación animal.
Mientras Gran Bretaña y gran parte de Europa pasó por un auténtico estado de revuelta contra los alimentos transgénicos durante casi dos años, la pasividad de los americanos parecía acallar cualquier leve oposición a la ingeniería genética en este lado del Atlántico. Diversas motivaciones detrás de la oposición europea ( desconfianza de las autoridades científicas, devoción a la comida tradicional y la presencia de auténticos movimientos populares contra el poder empresarial), se rechazaron como meros entretenimientos europeos. Aquí, en el hogar de Monsanto, los nuevos alimentos transgénicos probablemente continuarán siendo aceptados, incluso abrazados con tanto fervor como si fueran el último modelo de zapatillas Nike.
Mientras era difícil para los oponentes de la ingeniería genética llamar la atención de los medios de comunicación, el arraigado rechazo a la ingeniería genética en los EEUU es tan antiguo como la tecnología misma. En los años 70, los habitantes de algunas de las más famosas universidades americanas rechazaron los planes de constituir la primera generación de laboratorios para experimentar sobre la alteración genética de bacterias, plantas y virus. En los años 80, la población de California se opuso a la primera liberación aprobada de bacterias modificadas genéticamente al medio ambiente, aplaudieron tranquilamente en 1987 cuando se arrojó al suelo en plena noche la primera cosecha de fresas lista para ser rociada con bacterias transgénicas.
A principios de los 90, grupos de productores, medioambientalistas y consumidores retrasaron la aprobación de la HGB, la Hormona de Crecimiento Bovino, creada transgénicamente por Monsanto, señalando claramente que la hormona constituía una dependencia económica para los ganaderos, y que los consumidores estaban dispuestos a boicotear a los productores lácteos que animaran a los ganaderos a inyectar a sus vacas este fármaco que incrementaba la producción. A finales de los 90, los activistas se comprometieron a una serie de estrategias de variada y creativa gama para presentar la introducción en el mercado estadounidense de los ingredientes alimentarios transgénicos ( las primeras cosechas transgénicas se comercializaron en 1996 ) pero la oposición disminuyó por los modelos europeos. Las compañías podían explotar la enorme ausencia de conocimiento sobre la ingeniería genética para dar la apariencia de que los consumidores estadounidenses apoyaban tácitamente esta tecnología.
El movimiento cambió claramente el 26 de marzo de este año, cuando unas 4.000 personas se reunieron en la plaza Copley de Boston para protestar por el encuentro anual de la Organización de la Biotecnología Industrial, BIO 2.000. Esta ha sido, de lejos, la mayor manifestación en contra de la ingeniería genética en Estados Unidos, y una de las mayores protestas mundiales centradas en las tecnologías genéticas. El encuentro y la manifestación de Boston fueron precedidos por dos días y medio de conferencias de los activistas en la Universidad Northeastern y el MIT, en las que cerca de 1.000 participantes asistieron a los paneles y trabajos.
Bajo el panel de Biodevastation 2000, los activistas del noreste de Estados Unidos mostraron con firmeza que la oposición a la ingeniería genética se había convertido en una fuerza con la que se tiene que contar. También mostraron que las críticas a la biotecnología en los EE.UU. estaban listas para centrar su oposición en algo más que los alimentos transgénicos.
La política alimentaria fue ciertamente un aspecto importante en las conferencias y protestas de Biodevastation 2.000, con ponentes que se refirieron a las implicaciones sanitarias y medioambientales de las cosechas transgénicas. El abogado Steven Druker de Iowa, promotor de un pleito que pretende derrocar la aprobación por parte de la Food and Drug Administartion americana de los alimentos transgénicos, mostró documentos internos que reflejaban que los propios científicos de la agencia habían expresado serias dudas acerca de la seguridad de estos productos. La Doctora Ricarda Steinbrecher, una asesora científica de muchos grupos anti-IG de Gran Bretaña y de todo el mundo, se unió a los científicos norteamericanos y a los activistas para poner al día a los participantes de las potenciales y graves consecuencias de las cosechas transgénicas. El Native Forest Network anunció una nueva campaña internacional contra la ingeniería genética en los arboles, y un determinado grupo de productores de Midwestern del National Family Farm Coalition explicó como las empresas están controlando el abastecimiento de semillas y fomentando la ingeniería genética a costa de las granjas familiares de todo el país.
No obstante, se dedicó casi igual atención , a muchos otros impactos de la ingeniería genética en nuestra salud y asistencia médica, y en la sostenibilidad de culturas indígenas de todo el mundo. Se habló sobre los escollos del determinismo genético, y como el mapeo del genoma humano no va a garantizar ni incluso asegurar un futuro más saludable. Aprendimos sobre los inconvenientes de la investigación médica reducida hacia explicaciones genéticas ( la identificación de susceptibilidades internas , heredadas ) a costa de investigaciones concienzudas sobre las causas externas de la enfermedad. El Doctor Marcy Darnovsky de la revista Techno Eugenics de Bekerley. explicó los mitos de la " terapia génica ", un eufemismo para el creciente campo de la experimentación en manipulaciones genéticas humanas., y Alix Fano, de Campaign for Responsible Transplantations describió como se mutila brutalmente a los animales buscando falsamente el ser capaces algún día de transplantar sus órganos en seres humanos. El Doctor Gregor Wolbring de Calgary, Canadá, explicó como el limitado interés en la genética discriminará aún más a los discapacitados, y muchos participantes explicaron que el patentar materia viva ( incluidos los genes humanos ) ha desvirtuado seriamente las prácticas científicas para ponerlas al servicio de las prioridades de las empresas. Muchos de los defensores actuales de la " tendencia germen ", ( por ejemplo, las terapias génicas heredables ), defienden inexorablemente la noción de mejorar a la gente a través de la
intervención genética, con un arrogante desdén por aquellos que ven esta nueva tecnología como una amenaza emergente al equilibrio social.
Otros conferenciantes de Biodevastation 2.0000 aportaron su experiencia como activistas, desde la India, Sudáfrica y Uruguay. Analizando la experiencia de Seattle y las manifestaciones contra el Banco Mundial /FMI en Washington, algunas de las discusiones más comprometidas giraron en torno a los temas del control empresarial, y el papel central de la biotecnología para hacer avanzar la globalizacion empresarial. El hecho de que las Compañías de biotecnología pretendan incorporar todo aquello que este vivo a la esfera de lo que se compra, vende y comercia en el mercado global, hace que haya una gran expectación en los mercados financieros en que la biotecnología será la nueva fuente de mega-beneficios. Las enormes fortunas se basan cada vez más en la respuesta pública a los nuevos desarrollos en la secuenciación del genoma, clonación animal e intervenciones en los procesos genéticos humanos.
Las compañías de biotecnología están en el centro de una concentración de control corporativo sin precedentes sobre las semillas, distribución de alimentos y producción farmacéutica. Mientras existía un importante centro de atención en las amenazas específicas que suponen productos transgénicos en particular, los activistas de Biodevastation 2.000 estaban cuando menos, oponiéndose a que se patente la vida y al papel de las multinacionales en fomentar la ingeniería genética.
A largo plazo el impacto más significativo de la biotecnología puede ser la campaña para circunscribir toda forma de vida dentro de la esfera de productos comerciales. Esto conlleva diferentes maneras. La primera y más fundamental es que la biotecnología altera los modelos de la naturaleza para adaptarla mejor al mercado capitalista. Allí donde los patrones de la naturaleza no están bien adaptados para ser explotados, la biotecnología ofrece los medios para rediseñar las formas de vida de manera que se satisfagan las demandas del sistema.
Si la fertilidad de los suelos se está agotando por el monocultivo y los fertilizantes químicos, se harán cosechas resistentes a herbicidas para poder usar más productos químicos nocivos que arrasen las malas hierbas, y se intentará producir granos de cereales que fijen el nitrógeno como las leguminosas. Si el riego a escala industrial reduce la capa freática y convierte a los suelos en salinos, se buscarán cosechas de alimentos modificados genéticamente adaptados a la sequía y la salinidad. Si especies piscícolas comercializables como el salmón tienen dificultad en sobrevivir anualmente en la remotas piscifactorías del norte, se pretenderá empalmar la resistencia al frío de especies de aguas frías como la platija, sin considerar el efecto en las poblaciones autóctonas. Si la ganadería natural no puede satisfacer la demanda de los crecientes márgenes de mercado, las empresas ofrecerán en su lugar clones de sus animales más productivos, y los transformarán genéticamente en biorreactores para la síntesis de drogas.
Nada en la naturaleza, desde las bacterias que viven en lo más profundo de los abrasadores geíseres en ebullición del parque Nacional de Yellowstone, hasta las moléculas que constituyen los sistemas inmunológicos y reproductivos del ser humano, escapará a la explotación y, allí donde exista la posibilidad, de su redefinición.. La biotecnología constituye un medio para hacer caso omiso de los problemas esenciales.
Para darnos cuenta de los beneficios de este desarrollo, la industria biotecnológica ha promovido de un modo feroz en todo el mundo la patente sobre la materia viva, discutiendo en negociaciones internacionales la agenda para patentar la vida como el acuerdo del GATT de 1994. Los países que se resisten a la patente de la vida, como la India son amenazados por medio de sanciones comerciales de los EE.UU., quien ha aprovechado la autoridad de los Derechos de Propiedad Intelectual de la OMC para obligar que las leyes sobre patentes de otros países se adapten a las nuestras. La patente sobre los genes humanos avanza a un paso asombroso, a pesar de ciertas campañas exitosas en nombre de tres naciones indígenas ( de Panamá, las Islas Salomon y Papúa Nueva Guinea ) para trastocar, a mediados de los 90, la patente de sus genes por el National Institute of Health. Una vez que la Oficina de Patentes dio vía libre para patentar fragmentos de ADN, aunque no estén completamente secuenciados, se llenó de millones de peticiones de esas patentes por parte de investigadores que buscaban acelerar y privatizar el trabajo del Proyecto Genoma. Igualmente, la Fuerza Biotecnológica del Banco Mundial, está tratando de acelerar el desarrollo de la agricultura transgénica en países como Kenya, Zimbawe, Indonesia y México, haciendo eco de las fraudulentas reivindicaciones de la Industria de que la biotecnología es en cierto modo la clave para alimentar el mundo.
Mientras que muchas Ongs de los EE.UU. están centradas en los riesgos particulares de los alimentos transgénicos, y en manifestarse con campañas para el etiquetado y una mejor regulación y supervisión gubernamental, los organizadores de Biodevastation 2.000 intentaron articular un paquete de demandas más extenso para un movimiento que está dispuesto a llegar más allá de las preocupaciones inmediatas. El etiquetado se considera, en el mejor de los casos, como poner una "tirita", en el peor , legalizaría un sistema alimentario en el que la mayoría de las personas se alimentaria de comida transgénica, mientras que los productos sin esos ingredientes sólo serían una especialidad del mercado para consumidores pudientes. Desafiando la permanencia de las estrategias centradas en el etiquetado de muchas campañas anti-ingeniería genética en los EE.UU., en Biodevastation 2000, los organizadores exigieron:
Acabar con la comercialización de productos genéticamente modificados y hacer completamente responsables a las corporaciones de las consecuencias negativas de lo que ya ha sido liberado.
Abolir la propiedad de cualquier forma de vida, incluidas las patentes de semillas, plantas, animales, genes y células. Considerar como crimen la biopiratería y proteger los derechos de la gente de todo el mundo para
mantener y fortalecer sus formas de vida tradicionales.
Fortalecer la regulación pública sobre las tecnologías potencialmente peligrosas, reconociendo la incertidumbre inherente a la manipulación genética y estableciendo la "carga de la prueba" a los partidarios para que demuestren que sus productos son seguros.
Acabar con el control empresarial sobre la salud y la alimentación, tan reforzado por instituciones como la OMC, el FMI y el BM, y reclamando una responsabilidad pública y control democrático sobre las decisiones que afecten a nuestra vida.
Todo esto se presentó en una atmósfera festiva en Boston, con una gran aclamación, entre muñecos gigantes, grupos de teatro, y representaciones cómicas. Seize the Day, el ecléctico grupo de folk-rock de Devon, Inglaterra, que se ha convertido en la banda refugio " de las celebraciones "anti-transgénicos " en Gran Bretaña, también contribuyó con su música y su humor. El teatro de fama mundial de Vermont Bread and Puppet Theatre, que ha aportado su ingenio satírico y mordaz en las principales movilizaciones callejeras desde la guerra del Vietnam, encabezó la manifestación por la lujosa calle de Boylston, hasta el Hynes Convention Center, donde unos 8.000 ejecutivos de la biotecnología daban comienzo a su semana de reunión.
Después de la protesta de Seattle contra la OMC, la policía se comprometió a estar preparada para "disturbios". De hecho, oficiales de policía de Seattle fueron a Boston unas semanas antes de Biodevastation 2000 para dar órdenes a la policía de Boston sobre el control de los manifestantes. Llegaron con historias desmesuradas sobre activistas con armas de fabricación casera para atacar a la policía, y estimaciones aún más exageradas del daño a la propiedad privada que se produjo en Seattle. Supuso un reto para todos los involucrados en la preparación de Biodevastation 2000 en Boston, acabar con la obsesión de los medios de comunicación acerca de " Seattle " y violencia " y atraer una atención seria a los peligros de la ingeniería genética. Al final, sin embargo, el autentico espíritu de Seattle flotaba en el ambiente en Boston, y por supuesto no tenía nada que ver con " violencia " Ya que " Seattle " no trataba de violencia, sino de solidaridad, la promesa de la construcción de una alianza y sobre la determinación de que las acciones de una sociedad comprometida pueden tener cierto impacto.
A lo largo de toda la semana que duró la celebración de Biodevastation 2000, se llevaron a cabo una gran variedad de acciones creativas en Boston, enturbiando las celebraciones de los miles de ejecutivos de Biotech. Las protestas se reunieron en torno a las recepciones oficiales de los ejecutivos en lugares de encuentro tan diversos como los museos municipales de arte y ciencia, la Biblioteca John F. Kennedy y en el centro de convenciones de Boston. Un Grupo de Nueva York representó un vertido de alimentos transgénicos en la réplica oficial del barco Boston Tea Party.
Otros grupos descargaron soja delante del centro de Convenciones, y provocaron un debate público ( hasta con altavoces ) a la hora de comer, se manifestaron con un grupo de niños disfrazados por Boston Common hasta un jardín recién cavado por activistas y representaron el funeral de Biodiversidad, donde al final el ataúd acabó siendo para Biotech Industry.Algunas personas se infiltraron en la reunión de Biotech para observar las sesiones de la estrategia de la industria, y en alguna ocasión para interrumpir las charlas con denuncias persistentes sobre las prácticas de la industria.
Este año se espera que las cosechas transgénicas de los Estados Unidos de maíz, soja y algodón sean menores que las del año pasado. Después de que la Asociación Americana de Productores de Maíz definiera las cosechas de biotech como " una seria amenaza " para los productores y apremió a sus miembros a " estudiar alternativas " a las variedades transgénicas, empresas como Monsanto, DuPont y Cargill rápidamente intervinieron para asegurar a los agricultores que, a pesar de los problemas en Europa, continuaría habiendo un mercado fiable para las cosechas transgénicas. Las empresas de biotecnología en EE.UU. han lanzado una nueva campaña masiva, al coste de 50 millones de dólares, para poner el toque humanitario en sus creaciones Frankestein.
Después del encuentro de Biodevastation, ( que fue el cuarto de una serie de celebraciones populares internacionales que empezaron hace dos años en el hogar de Monsanto en San Luis ) los activistas norteamericanos están lanzando también su campaña. Es obvio que la campaña publicitaria corporativa, enormemente financiada, sólo puede ser contrarrestada de forma efectiva por activistas que trabajen de forma visible en comunidades de todo EE.UU. Mientras que unas pocas Ongs probablemente unirán sus recursos para colocar grandes anuncios en los periódicos nacionales ( y puede que también en las TV privadas ) una campaña amplia, y popular dotará más eficazmente a los pueblos y ciudades de los EE.UU del conocimiento y la confianza para poder ver a través del bombardeo industrial. Esto tendrá necesariamente que combinarse con una amplia colección de acuerdos creativos, desde pleitos estratégicos, hasta una nuevas acciones como arrancar cosechas después de las casi 20 recolecciones de cultivos transgénicos que se produjeron en los EE.UU. el pasado verano y otoño. Las redes populares de activistas enfrentados a la ingeniería genética han surgido bajo la rúbrica de Resistencia contra la Ingeniería Genética en el Noreste ( NERAGE ) la zona de San Francisco ( Bay RAGE) el Pacífico Noroccidental ( NW-RAGR ) la mitad meridional ( DownSouth RAGE ) la parte alta de la mitad occidental GrainRAGE ) y el desierto sudoccidental ( Desert-RAGE ).
Como señala con frecuencia la ecologista social Chaia Heller, un acercamiento activista significativo al problema de la ingeniería genética requiere que nos movamos más allá del discurso de " Riesgo " que es el que prevalece en la comunidad de ONGs, comprender la importancia de la biotecnología para el desarrollo de la información centralizada de la nueva economía capitalista y asimilar todas las formas en que la nueva tecnología genética amenaza la calidad de vida de la población mundial. Los activistas se dan cuentan de que a corto plazo es necesario solicitar a las agencias gubernamentales que revoquen las reglas que permiten que los alimentos transgénicos se vendan sin garantía de seguridad a largo plazo, y pedir a los supermercados y manipuladores de alimentos que dejen de usar estos ingredientes en sus productos. Un gran número de empresas han comenzado, bien es verdad, respondiendo a la presión pública en los meses pasados y han prometido adoptar esas medidas.
Pero esto no es suficiente. Si vamos a desarrollar un movimiento que pueda parar los excesos de la biotecnología actual, y que tenga un efecto duradero sobre nuestra calidad de vida, necesitamos afirmar el derecho de nuestras comunidades a tomar decisiones sobre la tecnología que nos afecta. Para responder a la ingeniería genética, las desigualdades del sistema global de comercio, y el azote de la pobreza global, deberemos reafirmar el poder de una auténtica esfera pública y democrática, donde las comunidades de personas puedan debatir los asuntos y tomar auténticas decisiones en acuerdo abiertos. Las confederaciones de comunidades democráticas y de auto-gobierno pueden aportar un genuino contrapoder a un gran número de instituciones, como la OMC, el Banco Mundial y el FMI, Crear un estilo de mundo diferente requerirá muchas más ocasiones en las que decenas de miles( quizá millones ) de personas tomarán la calle desafiando a las instituciones injustas que nos rigen. También demandará una alternativa de vida, edificada desde la base, a través de la cual la gente pueda comenzar a retomar el control sobre las decisiones que afectan a nuestras vidas. A través de este juego creativo de acercamientos enfrentados y constructivos será como podremos empezar a descubrir colectivamente cuál es el aspecto real de la democracia.
(*) El título original es "Gathering RAGE ( Resistance Against Genetic Engineering ), cuyo doble sentido como acrónimo y significado literal de la palabra RAGE, no coincide en español.
Título original: Resistance Against Genetic Engineering: Gathering RAGE
Autor: Brian Tokar
Origen: Z Magazine, junio de 2000
Traducido por Jimena Puertas y revisado por Déborah Gil, enero de 2001
La nueva colección de Brian Tokar sobre temas de políticas de biotecnología se publicará en otoño por Zed Books of London