Tiempos de migrantes en Estados Unidos

Por Miguel Pickard

La migración de mexicanos y centroamericanos a Estados Unidos ha provocado en el último año un ambiente de creciente histeria, racismo y xenofobia. De hecho, en cuanto al tema migratorio, un ambiente kafkaiano se ha apoderado de una parte de EEUU.

Tiempos de migrantes en Estados Unidos: tiempos de KAFKA

Las contradicciones irresueltas

Lo kafkaiano de la situación migratoria deriva de contradicciones que no encuentran resolución. Por una parte en México y Centroamérica las políticas neoliberales que sucesivos gobiernos han fomentado desde mediados de los años 80 han llevado a la destrucción de empleos en el campo y la ciudad, a la des-industrialización de la planta productiva, a pobres más pobres y a ricos más ricos. Para las pocas personas que consiguen empleo en el sector formal de la economía, los salarios cada año compran menos. Son éstos, en resumen, los factores de expulsión de la mano de obra de México y Centroamérica.


Por otra parte, en EEUU la población envejece rápidamente dejando empleos vacantes por millones. Si son empleos “buenos”, los jóvenes estadounidenses los ocupan. Pero hay millones de empleos que los estadounidenses no quieren realizar, los llamados “empleos de callejón sin salida”, porque no ofrecen posibilidades de ascenso en términos salariales, o de responsabilidad, o de prestigio. O porque son desagradables, sucios, peligrosos o domésticos. Pero son empleos que si no se realizaran, muchos sectores dejarían de funcionar (hoteles, restaurantes, hospitales, escuelas, agricultura, construcción, jardinería, rastros de ganado, empacadoras de carnes y pescado, empleos domésticos y muchos otros). Los empresarios y economistas saben que los migrantes son vitales para la economía. Estos son pues los factores de atracción de mano de obra hacia Estados Unidos.

Existe demanda de brazos en EEUU y oferta en México y Centroamérica. La lógica detrás de la migración es irrefutable. Tanto así que millones de personas han respondido en “congruente consecuencia”, acarreando obviamente enormes costos sociales asociados.

La derecha se apodera del discurso migratorio

En un mundo más racional y menos tolerante de grupos racistas de supremacía blanca [1] , los abundantes solicitantes de trabajo viajarían sin mayor restricción hacia la oferta. La irracionalidad surge de voces de la extrema derecha en EEUU que buscan preservar una siempre mal definida cultura nacional. [2] Para estas voces, no se trata solamente de documentos migratorios, estén o no en regla. La extrema derecha, alegando preocupación por la seguridad de la nación, ha librado una campaña para convencer a la opinión pública estadounidense de que el país ha sido invadido por extranjeros. Para desgracia de los migrantes, la campaña ha tenido éxito y el discurso paranoico ha calado. Los efectos de este clima xenófobo se dejan sentir en, por ejemplo, el surgimiento de grupos paramilitares racistas en la frontera con México que al menos un grupo defensor de los migrantes –Red de Acción Fronteriza (Border Action Network)– ha responsabilizado del “brutal asesinato” de migrantes.

Tal vez el efecto más nocivo de la histeria es la creciente tendencia a criminalizar la migración indocumentada. Existen varios proyectos de ley pendientes en el congreso estadounidense que–a manera de ejemplo–convertirían en delito el dar cualquier apoyo, incluyendo el ofrecimiento de agua o alimentos, a migrantes sin documentos (es el anteproyecto HR4437, uno de los más represivos). [3] La asesoría jurídica a indocumentados estaría prohibida. Las iglesias tendrían que averiguar el estado migratorio antes de ofrecer ayuda a personas necesitadas. Inclusive el sólo estar en territorio estadounidense sin documentos válidos se convertiría en delito. Si se aprueba, la ley de un plumazo convertiría en delincuentes a 11 millones de indocumentados ya residentes en EEUU. El mismo anteproyecto impulsaría la construcción de 1,100 kilómetros de barda en diversos puntos de la frontera. También se pretende penalizar a empleadores que contraten a “ilegales”, creando un sistema nacional para la revisión por Internet de cédulas de identidad, que confirmaría al instante la validez de documentos proporcionados por el empleado potencial.

En varios estados en EEUU se ha desatado una cacería contra los jornaleros mexicanos y centroamericanos que se reúnen en conocidos estacionamientos o esquinas con la esperanza de ser contratados. En algunos estados los indocumentados no tienen derecho a gestionar una licencia de manejo, con lo cual se incrementa su inseguridad y precariedad en centros urbanos de enorme extensión, en donde la única forma de desplazarse al trabajo es mediante un automóvil particular.

Otra reacción visceral antimigrante es la reciente decisión en la cámara baja del congreso estatal de Georgia de cobrarles a los indocumentados un impuesto del 5% sobre el monto de las remesas que hagan a su país de origen. Si el remitente del dinero presenta documentos que confirmen su estancia legal en el país, se le eximirá del impuesto. La justificación esgrimida por los autores de la medida se basa en un viejo y trillado mito: los “ilegales” se aprovechan de los servicios sociales (hospitales, escuelas, etc.) y generan gastos para el erario más allá de lo que contribuyen mediante los impuestos deducidos de su sueldo por el empleador. El impuesto recaudaría fondos directamente de quienes supuestamente abusan de los servicios sociales. El proyecto de ley no termina de ser aprobado, pues necesita votarse en la cámara alta. Ya existe oposición a esta medida discriminatoria, pues aparte de basarse en una falacia, el efecto sería convertir en agentes migratorios a empleados de oficinas de telégrafos, bancos, pequeñas tiendas de todo tipo que tramitan remesas.

Elementos de racionalidad en el debate escasean. Ni los medios ni los académicos se preguntan porqué la migración ha aumentado tanto–300% en 10 años. En cambio, los titulares de los periódicos revelan cada vez mayor insensatez. Por ejemplo:

1. En EEUU se detienen y enjuician a ciudadanos de ese país por salvar a mexicanos de una probable muerte en el desierto de Arizona, donde las temperaturas diurnas rozan los 50 grados durante varios meses.

2. Autoridades de los Tohono O’odham, un pueblo indígena tradicionalmente hospitalario de EEUU, cuya reservación tiene frontera con México, se niegan a permitir que se establezcan pequeños oasis, con botellas de agua, en las rutas de migración que atraviesan su territorio. A los migrantes “les hace más daño [que haya agua en el camino]. Han venido de lejos y esperan [encontrar] agua, y probablemente no habrá”. [4]

3. Tras un escándalo montado en EEUU, la Secretaría de Relaciones Exteriores se abstuvo de distribuir el folleto “Guía del migrante mexicano”, elaborado para salvar vidas de migrantes durante su camino hacia EEUU y dar a conocer los derechos de los migrantes. [5]

4. En un año mueren 282 mexicanos y centroamericanos en un solo sector del desierto de Arizona y el gobierno mexicano no dice nada (véase http://www.ciepac.org/bulletins/).

5. Algunos negros de los Estados Unidos se han unido al grupo racista Minutemen, o apoyan sus actividades de “cazamigrantes” o apoyan medidas antimigrantes pues, según ellos, los inmigrantes ilegales, especialmente los mexicanos, "roban trabajos a los negros". [6]

6. Las autoridades del condado de Pima, Arizona aprobaron en 2005 desembolsar US$25 mil a los grupos activistas que instalan tanques de agua en las rutas más utilizadas por migrantes en el desierto. Resulta que es más barato para el condado desembolsar esa cantidad, y con ello salvar vidas, que recoger cadáveres en el desierto, guardarlos en la morgue del condado y luego repatriarlos a México o cremarlos. [7]

7. Y la nota chusca: Una diseñadora de tenis de alta moda regala su calzado a migrantes que están a punto de cruzar la frontera por tierras inhóspitas, pues los tenis son, según ella, la mejor garantía de que sobrevivan la travesía. Las puntas de las agujetas sujetan una lamparita y una brújula, la plantilla removible es un mapa en miniatura de la zona fronteriza. La imagen de la Virgen de Guadalupe aparece en la parte posterior del tenis. [8]

Los remansos de humanidad y solidaridad

Detallar la primera nota revela dos asuntos importantes que ocurren del lado estadounidense de la frontera. Por una parte lo absurdo del ambiente reinante en EEUU en donde salvar vidas se puede castigar con sentencias de 15 años en la cárcel y multas de medio millón de dólares. Por otra parte revela un dato que se pierde, o más bien no se reporta, en medio de escandalosos titulares sobre paramilitares –“cazamigrantes”– en la frontera empeñados en detener la “invasión de América” (sic). El dato tiene que ver con los cientos de organizaciones de la sociedad civil que, de igual forma, están empeñadas en salvar vidas y promover los derechos de los migrantes. El derecho a la vida, el derecho al trabajo, el derecho a migrar en busca de una vida digna que no pueden encontrar en su país. El derecho a no morir carbonizado en el desierto o “cazado” por grupos racistas.

El pasado julio 2005, dos jóvenes de 23 años, Shanti Sellz y Daniel Strauss, voluntarios de la coalición No Mas Muertes (www.nomoredeaths.org), encontraron a tres migrantes mexicanos en el desierto de Arizona. Los mexicanos se habían rezagado del grupo de personas con el que caminaban, pues sufrían los primeros síntomas debilitantes de la insolación y deshidratación, además de tener enormes ampollas y llagas en la planta de los pies. Habían vomitado sangre. Tenían sed y hambre. Habían quedado varados en su camino y las ampollas les impedían buscar auxilio Enfrentaban un cuadro que con frecuencia lleva a la muerte de migrantes en el desierto por hipertermia, deshidratación e insolación. La muerte por hipertermia es espeluznante. La víctima literalmente se vuelve loca a medida que el aumento de la temperatura corporal provoca una especie de corto circuito en el cerebro.

Shanti y Daniel participaban en los recorridos de rutina que realiza No Más Muertes en el desierto, precisamente para auxiliar a los que ya no pueden avanzar por su propia fuerza. Dada la enormidad y soledad del desierto, el encuentro con los tres migrantes mexicanos fue por casualidad. Al evaluar su situación, los dos socorristas estadounidenses, en apego al procedimiento establecido, se comunicaron por celular con una enfermera asociada a No Más Muertes que confirmó la necesidad de que los migrantes recibieran tratamiento. Con el consentimiento de los afectados, los socorristas procedieron a evacuarlos a donde podían ser atendidos.

Minutos después, el vehículo en que viajaban Shanti, Daniel y los tres migrantes fue orillado por la Patrulla Fronteriza. Los cinco ocupantes fueron detenidos y dos de los tres migrantes fueron sumariamente deportados a México sin los auxilios médicos de rutina. El tercero fue detenido durante dos meses, conminado a rendir una declaración grabada en video, que posteriormente se integró como evidencia en la acusación penal en contra de Shanti y Daniel por delitos graves (“felonías” en el lenguaje jurídico estadounidense). Fueron acusados de transportar a extranjeros ilegales y de “conspiración” para cometer tal ilícito. Si son encontrados culpables, la pena máxima es de 15 años de prisión y una multa de medio millón de dólares. Tras revisar el caso, Amnistía Internacional ha declarado que Shanti y Daniel actuaron exclusivamente para salvar vidas humanas, ayudando a defender el más básico de los derechos humanos, el derecho a la vida. Si se les encontrara culpables, para Amnistía Internacional tendrían la categoría de “prisioneros de conciencia”.


Los abogados defensores alegan que no es ilegal brindar ayuda humanitaria a nadie y han solicitado al juez del caso que declare la improcedencia de los cargos. El juez se ha negado a conceder la solicitud, pero la fecha del juicio se ha postergado repetidas veces. Lo último del caso es que el juicio se ha aplazado indefinidamente.

Podría tratarse de una victoria para los grupos activistas en Arizona que se movilizaron para difundir el caso y poner en evidencia el absurdo proceder del fiscal federal. Sin embargo, el aplazamiento podría indicar una reticencia de las autoridades federales de impulsar un juicio que generaría una enorme publicidad, en momentos en que se debate en el congreso federal el tratamiento que se les dará a los migrantes. Si el anteproyecto de ley finalmente aprobado es más de carácter represor, el fiscal podría reiniciar el juicio para hacer del caso de Shanti y Daniel un escarmiento para otros grupos promigrantes, samaritanos y de derechos humanos.

Shanti y Daniel eran voluntarios de No Más Muertes, una coalición de varios grupos que batallan diariamente en un ambiente político particularmente conservador en el estado de Arizona. Su lucha es por los derechos humanos y el trato digno y humano hacia los migrantes. Son más de una veintena de organizaciones las que integran No Más Muertes para realizar distintas acciones asistenciales (repartir agua, alimentos y brindar ayuda médica de emergencia), además de actividades de difusión, educación y cabildeo. La mayoría de los grupos integrantes de la coalición fundamenta su actuar en la fe y en los derechos humanos universales.

De hecho uno de los pilares de No Más Muertes es la Iglesia Presbiteriana Southside en Tucson, que también fue un faro de esperanza para miles de refugiados políticos centroamericanos en los años 80. El pastor encargado de la Southside en esos años, John Fife, fundó el movimiento santuario de alcance nacional en EEUU. El movimiento santuario acogió a centroamericanos que huían del terror genocida en Guatemala y El Salvador que financiaba el propio gobierno de EEUU.

Fife y 10 líderes del movimiento santuario fueron enjuiciados en 1985 después de que el FBI y el Servicio de Inmigración y Naturalización (la migra) infiltraron las reuniones del movimiento que se realizaban en distintas iglesias. Recibieron sentencias de hasta cinco años de libertad condicional, pero a su vez varias iglesias, incluyendo la Southside, demandaron al gobierno. Las iglesias ganaron el juicio pues el gobierno violó la ley al infiltrar al movimiento con espías. [9]

Los integrantes del movimiento santuario de los años 80 que hoy siguen activos consideran que el motivo de su compromiso para con los migrantes sigue siendo el mismo, salvar vidas en peligro por políticas erróneas del gobierno de Estados Unidos. En los 80, por una errónea política internacional; más recientemente, por fracasadas políticas económicas. El ambiente en EEUU, sin embargo, es hoy menos tolerante de la llegada de migrantes y las razones económicas son menos claras para el público estadounidense que las políticas de antaño.

Alternativas

La ley que salga del congreso federal estadounidense en las próximas semanas reflejará la correlación de fuerzas hoy existente en el legislativo y el sentir general de la opinión pública respecto al tema de los migrantes. A pesar de la histeria antimigratoria fomentada por la extrema derecha, muchos analistas prevén una ampliación de los actuales programas de “trabajadores huésped”, que dé mayor cabida legal a cierto número de migrantes –todavía no se sabe a cuántos– para satisfacer la demanda de miles de empresas. Será una concesión a las empresas, pero la contrapartida será una escalada de medidas represivas en la línea fronteriza para calmar a la extrema derecha. En todo caso será un paquete de medidas paliativas que para nada atenderá las causas estructurales de un aumento sustancial de la emigración de México y Centroamérica en los últimos 10-15 años.

Existen alternativas, pero son impensables para los políticos estadounidenses en estos tiempos. Por un lado, dentro del actual modelo neoliberal, la única alternativa coherente es empatar la demanda con la oferta, es decir, liberar a la fuerza de trabajo, como hizo el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) para otros factores (bienes, servicios, capitales). En otras palabras, abrir de par en par las fronteras de EEUU para la mano de obra mexicana, lo cual es anatema para amplios sectores de ese país.

Otra alternativa, fuera de la lógica neoliberal pero congruente con la lógica capitalista, que permitió la industrialización de todas las naciones hoy “ricas”, sería permitir que países como México cierren sus fronteras a ciertos factores (bienes, servicios y capitales, en especial de EEUU) para que, mediante la planeación estratégica del “desarrollo autónomo”, se protejan ciertas áreas de su economía. Por distintos motivos, esto equivaldría a pedirles a los EEUU que abran sus fronteras a lo que México quiera o pueda exportar a EEUU, pero sin reciprocidad, es decir, sin que México tenga que aceptar las exportaciones de EEUU. Esto también es impensable para muchos sectores estadounidenses, en especial empresariales.

Otra alternativa, siguiendo la lógica de la integración realizada por la Unión Europea, sería transferir ingentes sumas de dinero de EEUU a México, miles de millones de dólares a fondo perdido cada año, para que México pueda sobreponerse a sus históricos rezagos en educación, infraestructura, tecnología, etc. Es decir, repetir el esquema que la UE utilizó con bastante éxito al integrarse países relativamente “pobres” a la mancomunidad europea. La justificación de la UE sigue siendo que en un “mercado común”, los países rezagados son un lastre para el avance del conjunto, por lo que hay que apuntalar su economía y su capital humano.

Sin embargo, si los EEUU reprodujeran la medida con México, establecerían un precedente no deseado por las élites del poder, es decir, lo mismo tendrían que hacer EEUU para “integrar” a su área de influencia (mediante, por ejemplo, el ALCA, Area de Libre Comercio de las Américas) a otros países de la región.

Dentro del sistema y en congruencia con su propia lógica, las alternativas son inadmisibles para las élites de EEUU. Las contradicciones del sistema capitalista son el plato fuerte de nuestros tiempos, pero la sociedad civil no tiene porqué ceñirse a él.

En todo caso, y de repente, los latinos en EEUU han reaccionado ante el clima de represión en que están inmersos. En pocos días, dos millones de personas, mayormente de origen latinoamericano, han marchado en varias ciudades. En Chicago, 200 mil el 10 de marzo. En Phoenix 20 mil y en Milwaukee 10 mil el 24 de marzo. Y en Los Angeles, 500 mil personas realizaron una de las marchas más grandes de las que se tenga memoria en esa ciudad. Un manifestante en Phoenix, Demirel Montiel, que marchó con su esposa e hijos, se expresó de la siguiente forma: “no fui a trabajar hoy…estoy aquí por todos los ilegales. Todos estamos cansados, cansados de que la gente nos vea como criminales; si manejas, eres un criminal; si trabajas eres un criminal, si eres mexicano, eres un criminal”. Oscar Chacón, migrante salvadoreño y director de Enlaces América comentó, “Creo que empezamos a ver el nacimiento del nuevo movimiento pro derechos civiles de Estados Unidos". [10]

Miercoles 5 de abril del 2006

* Miguel Pickard
CIEPAC, A.C.
http://www.ciepac.org

 

[1
]
Una ONG que registra y da seguimiento a los paramilitares en la frontera mexicana, el Southern Poverty Law Center establece que en EEUU existen más de 750 “grupos de odio”, incluyendo bandas de neonazis, cabezas rapadas racistas, el Ku Klux Klan, y otros. Citado en “Vigilantes and civilian border patrols: background notes on the topic”, American Friends Service Committee / Witness, sin fecha, pág. 3.
[2
]
La mayoría de descripciones de la identidad cultural de EEUU tienden a ser excluyentes, es decir, contrarias al grupo extranjero que más recientemente ha llegado. El lenguaje utilizado es, las más de las veces, racista y denigrante. Por ejemplo el New York Times comentó que los “partidarios de Bush más conservadores…han advertido que en su opinión la identidad cultural de la nación podría deslavarse por una inundación de trabajadores de habla española de bajos ingresos”. (Bumiller, Elisabeth, “Bush is facing a difficult path on immigration”, NYT, 24/03/06). Un sondeo de opinión pública, realizado por el Pew Research Center, reveló que estuvo de acuerdo el 40% de la población de EEUU con la siguiente oración “El creciente número de recién llegados de otros países amenaza las costumbres y los valores estadounidenses”, pero, de la franja denominada “socialmente conservadora”, el 68% estuvo de acuerdo. A pesar de ser una minoría dentro de la población de EEUU, los “socialmente conservadores” han tenido una injerencia desproporcionada en la determinación de las políticas de su país. Fuente: http://www.npr.org/templates/story/
[3
]
Ross, John, “US draws first blood in border war 2006” Blindman’s Buff, No. 106, 28 de enero-3 de febrero, 2006, publicado por Weekly News Update on the Americas. El cardenal arzobispo de Los Angeles Roger Mahony ha escrito, “Como está ahora escrita, la ley propuesta es tan amplia que esto criminalizaría hasta actos menores de piedad como el ofrecimiento de una comida o administración de primeros auxilios.”, carta al New York Times, publicada el 22 de marzo, 2006.
[4
]
Marizco, Michael, “Reservation water bottles slashed”, The Arizona Daily Star, 22 de septiembre, 2003, página B1.
[5
]
Galván Ochoa, Enrique, “Jalón de orejas de la gobernadora de Arizona al gobierno mexicano”, La Jornada, 3 de febrero, 2005. http://www.jornada.unam.mx/
[6
]
Hutchinson, Earl Ofari, “Blacks and the border”, AlterNet, 26 de enero, 2006, www.alternet.org/story/31388/
[7
]
Duffy, Gary, “County Oks $25K for water stations in desert”, Tucson Citizen, 7 de septiembre, 2005. www.tucsoncitizen.com
[8
]
“These shoes were made for migrants to U.S.”, Associated Press, 17 de noviembre, 2005, http://www.msnbc.msn.com/id/10081719/
[9
]
Tomado de Gage, Julienne, “Saints at the Border”, Tucson Weekly, 21 de marzo, 2002, http://www.tucsonweekly.com/
[10
]
Brooks, David, “Cientos de miles tomaron las calles de Los Angeles”, La Jornada, 26 de marzo, 2006, http://www.jornada.unam.mx/