Capital Natural y Erradicación de la Pobreza

Por Ricardo Sánchez Sosa

A lo largo de las capitales del mundo, los gobiernos están haciendo planes para una de las reuniones más importantes de principios del siglo XXI. La Cumbre Mundial 2005, que se llevará a cabo a principios de septiembre tiene como objetivo presentar una Organización de las Naciones Unidas reforzada en varias áreas

El Capital Natural en el Centro de la Erradicación de la Pobreza

A lo largo de las capitales del mundo, los jefes de Estado y los gobiernos están haciendo planes para una de las reuniones más importantes de principios del siglo XXI.

La Cumbre Mundial 2005, que se llevará a cabo a principios de septiembre en Nueva York, tiene como objetivo presentar una Organización de las Naciones Unidas reforzada en varias áreas; desde el consejo de seguridad hasta derechos humanos.

También se hará un balance de cómo vamos con relación a los Objetivos de Desarrollo para el Milenio a 2015. Estos incluyen desde la erradicación de la pobreza y el abastecimiento de suministros seguros y suficientes de agua potable hasta la potenciación del papel de la mujer y el revertir la propagación de enfermedades infecciosas.


Ya que está claro que, mientras se llevan a cabo muchos avances importantes en estos campos, también se está muy lejos de alcanzar estos objetivos internacionales, al no tener un nuevo sentido de la urgencia y más imaginación en cuanto a las soluciones.

En los meses recientes, el medio ambiente ha emergido como un pilar crucial, si no como la piedra angular, sobre la cual los objetivos podrían levantarse o caer.

Un mundo más seguro

El informe del Panel de Alto Nivel del Secretario General sobre Amenazas, Retos y Cambio, dice: “La degradación ambiental ha acrecentado el potencial destructivo de los desastres naturales y, en ciertos casos, acelerado su aparición. Más de dos mil millones de personas se vieron afectadas por desastres naturales en la década pasada”.

Uno de los informes interinos del Proyecto de las Naciones Unidas para el Milenio, solicitado por el Secretario General para la revisión de septiembre, declara: “Una cantidad considerable de información científica apunta a la degradación ambiental – la erosión de la diversidad genética, la pérdida de especies, la degradación de ecosistemas y el declive de servicios de los ecosistemas – como una causa directa de muchos de los problemas más apremiantes que enfrentamos en la actualidad, incluyendo la pobreza, el declive de la salud humana, el hambre, el agua no potable, la aparición de enfermedades, la migración rural-urbana y los conflictos civiles”.

O sea, el medio ambiente no es un lujo, no es una bolsa o una corbata de lujo, disponible solamente cuando todos los otros problemas se han resuelto. Se trata del oxígeno que le da vida a los Objetivos. Es la cinta roja que rodea nuestras aspiraciones comunes por un mundo más saludable, más estable y justo.

También es un factor crítico para las economías de países y regiones. Un hecho que los gobiernos todavía tienen que asumir, pero lo ignoran, a costa de un peligro económico para ellos.

Cuando el Consejo de la Ciudad de Nueva York se enfrentó a la necesidad de suministrar agua potable más segura a sus nueve millones de clientes, también se enfrentó con una cuenta de aproximadamente de $6 mil millones de dólares para filtrar el agua.

En lugar de comprar maquinaria, la ciudad decidió llevar a cabo un mejor manejo de las orillas de los ríos, agricultura y otras fuentes de contaminación en el sistema fluvial Catskill/Delaware, lo cual costó solamente $ mil millones de dólares, con lo cual, se ahorraron entre $3 y 5 mil millones de dólares.

Evaluación del Ecosistema del Milenio

Esta clase de argumentos económicos concretos también se subraya en la Evaluación del Ecosistema del Milenio, publicada recientemente, y en los reportes derivados de la misma. Siendo el trabajo de 1.300 científicos y expertos de 95 países, esta evaluación ha empezado a asignarle un valor a los ecosistemas individuales y al servicio que suministran.

La Evaluación comenta que un terreno pantanoso en Canadá vale US $6.000 por hectárea, contra US$ 2.000 por una hectárea que ha sido limpiada para ser usada en agricultura intensiva. Los manglares tropicales intactos, ecosistemas costeros que funcionan como viveros de peces, filtros naturales de la contaminación y defensas costeras, valen alrededor de US$ 1.000 por hectárea. Una vez limpiados para utilizarse como granjas de camarón, el valor cae hasta aproximadamente US $200 por hectárea.

La Evaluación también le asigna un valor a ciénegas y pantanos. El valor estimado para el pantano de Muthurajawela, una ciénega costera de más de 3.000 hectáreas en Sri Lanka, es de aproximadamente US$5 millones por año, como resultado de servicios tales como el control local de inundaciones.


En la región del Cabo Floral (“Cape Floral”) en Sudáfrica, las pérdidas debidas al daño ocasionado por especies invasoras extrañas se calcula en aproximadamente US $2.000 por hectárea.

El valor anual de los arrecifes de coral en las seis Áreas de Administración Marina de las islas de Hawai, por concepto de recreación, varía entre los US $300.000 y los cientos de millones de dólares al año.

Estudios de Algeria, Italia, Portugal, Siria y Túnez también señalan el valor de los bosques en estado intacto. Estos estiman que el valor de la madera y del combustible de madera de un bosque es menor a un tercio cuando se compara con el valor de servicios como líneas divisorias de aguas y recreativos, hasta la absorción de contaminantes, como los gases de invernadero.

La quema de 10 millones de hectáreas de bosques en Indonesia a fines de los años 90 costó aproximadamente US$ 9 mil millones, como resultado de factores que incluían pérdidas en gastos para el cuidado de la salud y en turismo.

También hay nuevos hallazgos sobre la conexión que existe entre la propagación de enfermedades y la destrucción del medio ambiente. El suministro de mosquiteros tratados, una mejor disponibilidad de medicina barata contra la malaria y el desarrollo de vacunas son cruciales, pero también lo son los ecosistemas saludables.

América Latina y el Caribe

Estudios en el Amazonas, conducidos por investigadores en la Universidad John Hopkins en los Estados Unidos, han dado como resultado que por cada 1% de aumento en la deforestación, hay un 8% de aumento en el número de mosquitos portadores de malaria.

El informe elaborado por varias agencias del Sistema de Naciones Unidas: Objetivos de desarrollo del Milenio: una mirada desde América Latina y el Caribe, (2005) señala que, “En América Latina y el Caribe, la sostenibilidad ambiental del desarrollo está siendo crecientemente puesta en riesgo. Los problemas que afectan al medio ambiente natural más importantes de la región (degradación de tierras y bosques, deforestación, pérdida de hábitat y de la biodiversidad, contaminación del agua dulce, costas marítimas, y atmósfera), están agravándose en términos generales y son sólo parcial e imperfectamente reflejados por los indicadores y metas del milenio definidos para el Objetivo 7”.

También el informe señala que, “para que la región logre cumplir la meta es necesario que tenga un crecimiento conjunto de 4.4%, un reto difícil debido a que entre 1990 y 2004 el promedio de incremento ha sido de 2.8%. En el caso de los países con menos avances deben tener un crecimiento de por lo menos 6% anual hasta el 2015, año establecido para el cumplimiento de los ocho objetivos incluidos en las Metas del Milenio”.

Por otra parte se menciona que el los 8 objetivos (entre ellos lograr la enseñanza primaria universal, mejorar la salud materna y combatir el VHS Sida, América Latina presenta luces y sombras. La región si bien haz< avanzado en al reducción del hambre, de la mortalidad infantil y en acceso a agua potable, aunque no refleja importantes avances en pobreza extrema y mortalidad materno infantil. También el informe establece como un gran desafío el atacar la desigualdad debido a que es la región “más desigual del mundo”.

El informe también hace hincapié en el hecho que la meta del Milenio sobre la ayuda de los países industrializados a las naciones en vías de desarrollo no se ha cumplido. Del 0,7% de su Producto Interno Bruto que se habían comprometido a dar en ayuda, apenas llega a 0.25 en los países de América Latina y el Caribe.

Así, nuestro deseo más sincero es que cuando los jefes de estado se reúnan en Nueva York, coloquen al “ capital natural, o de la naturaleza” al frente junto al capital humano y el financiero.

Y que también reconozcan que inversiones en medio ambiente, que sean significativas y dirigidas, incluyendo la restauración y rehabilitación de zonas pantanosas, bosques, manglares, arrecifes de coral y similares, que están dañadas o degradadas, ofrecen una recuperación muy alta y acortan el camino hacia el logro de los ocho Objetivos.

Cualquier acción menor solamente minará nuestros esfuerzos para vencer a la pobreza y el proporcionar un desarrollo sustentable; y cambiará a corto plazo las generaciones presentes y futuras. www.EcoPortal.net

* Ricardo Sánchez Sosa
Director de la Oficina Regional para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente