La finca de José Antonio Casimiro: un compromiso con el futuro sostenible en la agricultura

Por Varios

Si como en los textos de sociología tuviéramos que partir de una definición, diríamos que Casimiro es un pequeño agricultor, por fortuna bien cubano, que vive con la familia en la finca, y que dice de sí mismo, que fue primero un practicante de la agroecología y después se convirtió en permacultor. En realidad, y a nuestro entender, el representante de una familia de agricultores futuristas, idea que trataremos de argumentar en los párrafos que siguen.


A principios del mes de septiembre, los autores del presente artículo, profesores de la Universidad de Sancti Spíritus “José Martí Pérez”, visitamos la finca de la familia de José Antonio Casimiro y entusiasmados por lo que vimos, decidimos escribir el siguiente texto.

En Siguaney, Municipio de Taguasco, provincia de Sancti Spíritus, al centro de Cuba, se ha hecho notoria la labor del campesino José Antonio Casimiro, por mantener, junto a su familia, una de las fincas agroecológicas más sobresalientes del país y por contribuir con ello al concepto de desarrollo sostenible de la agricultura.

Si como en los textos de sociología tuviéramos que partir de una definición, diríamos que Casimiro es un pequeño agricultor, por fortuna bien cubano, que vive con la familia en la finca, y que dice de sí mismo, que fue primero un practicante de la agroecología y después se convirtió en permacultor.

En realidad, y a nuestro entender, el representante de una familia de agricultores futuristas (1), idea que trataremos de argumentar en los párrafos que siguen.

Es un agricultor que se siente convencido, de que la familia, es mucho más que un grupo de personas unidas por vínculos de sangre y de convivencia, construida a partir de lazos de ascendencia y descendencia; es, según él, algo que se integra a la finca, es una relación que une esa dinámica afectiva, pero en su relación con el entorno natural en que vive y crea.

El principio que guía esta familia campesina es “Convivir con la naturaleza, en armonía con ella, sirviéndonos sin perjudicarla, imitándola; es la forma de hacer agricultura para toda la vida, de obtener beneficios sin perjudicar a nada ni a nadie”. Se asume como convicción, como esperanza, como la forma de llegar a un equilibrio responsable entre los hombres y la naturaleza.

Cuando conversas con ellos, se comprende que en este quehacer agrícola, finca, familia y patria se unen en un solo contenido, es como que el amor que se le tiene al suelo, a los cultivos, a la flora, a la fauna hacen de los hombres y de las mujeres que allí viven, personas que incluyen desde lo pequeño, al país donde se nace y que a la vez se siente en lo grande; es oír hablar de lo cubano de muchas maneras y lo más agradable del asunto, es que en su plática te percatas de que no han necesitado haber profundizado, quizás de manera particular, en el estudio de la historia nacional.

Su finca es una muestra palpable de la defensa de la fauna silvestre, llena de cuartones cercados con barreras vivas (2), donde se estimula el crecimiento de la biodiversidad, abundan en ellas los frutales y los pájaros, que se les cuida, se alimentan y anidan de lo que crece allí; la fauna que se multiplica en ellas, no sólo se defiende por los resultados que aporta en el combate de plagas, que ya de hecho es bueno, sino que es parte del disfrute espiritual, un componente de un hedonismo natural que lamentablemente la agricultura de lógica industrial ha destruido y que si no se retoma de alguna manera, llegará el lamentable día en que la tierra no producirá para cubrir las necesidades elementales de los que la habitan.

Se puede escuchar una atinada crítica, nada sofisticada desde ideales filosóficos, pero muy contundente, al ideal de la modernidad occidental, al ideal que ve en la modernización industrial de la agricultura un deber; puede que este hombre nunca se haya leído a Descartes o Rousseau, en realidad no lo sabemos, pero asegura que el campo se está quedando sin un relevo seguro, “todo el mundo ha estudiado. Todos aspiran a otra cosa”, puede afirmarse que comprende de una manera muy campesina, que ese ideal en que lo urbano se aprecia como lo superior, y lo agrario es lo atrasado, está en la base de la crisis de la sociedad actual, el mundo necesita otra visión, otro comportamiento, otras formas diferentes de percibir la vida, una sociedad diferente. Le escuchamos una frase que resume esta actitud crítica ante el mundo moderno: “La agricultura de los químicos, demandante de insumos importados, carísimos, escasos y degradantes, es la vereda del monte que no tiene salida”. Al referirse a uno de los paradigmas de la agricultura convencional: el tractor, dice “El tractor funciona en la agricultura donde todo es de lo mismo”.

Para Casimiro hay que salvar al hombre, salvarlo del deterioro de sus comportamientos y creencias, salvarlo de su egoísmo consumista, de su excesivo afán por el dinero, del poder y del apetito voraz de las estructuras de empresas trasnacionales que conforma, es el hombre el que tiene que salvarse y con ello la naturaleza estará salvada y agradecida.

La agricultura es defendida entonces desde la perspectiva, en que además de producir alimentos para la vida, se produzcan hombres y mujeres de campo, nunca obsesionados con la idea de enriquecerse a toda costa y por cualquier medio. Cada día perdido en la insistencia de masificar la agricultura industrial significará que el futuro esté más lejos y que ese hombre y esa mujer dispuestos a participar de una agricultura sustentable demoren más en ser los decisores.

Para estos practicantes de la agroecología y la permacultura, es de suma importancia el suelo, “lo primero de todo es la garantía de que el suelo está antes que nada”, no las ventas, no el mercado, en el mercado se piensa después; cuando no existen estrategias reales de manejo del suelo, cuando no se le da prioridad para protegerlo o reconstruirlo, allí donde la acción humana haya dejado huellas indeseables, se condena el futuro, se le niega a los hijos, a los nietos la posibilidad de ser productores del mañana.


Desarrolla una estrategia a largo plazo para recuperar la finca, en especial mejorar el suelo, sometido durante décadas a la explotación excesiva. La idea consiste en dejar en la tierra cinco partes de materia orgánica extraídas del embalse por cada Kg. de alimento en base al arroz (es la referencia que usa) que se cosecha, además de usar el fértilriego, a partir de los efluentes líquidos residuales de un digestor de gas metano que tiene instalado. La estrategia también ha incorporado disminuir el uso del tractor, pues cree que en Cuba el deterioro de los suelos está muy asociado a su empleo exagerado.

Esta estrategia de protección del suelo, le permiten afirmar sin ambages de su finca, que “lo que tenemos hoy, en el futuro estará mejor” ya se aprecian resultados muy favorables en una tierra que se hizo improductiva, por ser explotada por métodos convencionales (3).

Entonces la solución que defiende, en materia de estrategia agrícola, y que viene siendo compartida por muchos agricultores en el mundo, es la de una agricultura que haga posible seguir sembrando por tiempo indefinido, no es la agricultura de una inversión para recoger producciones a corto plazo y obtener con ello un grupo de beneficios económicos, como si ese fuera el último año de la finca.

Otro ideal de interés, posee Casimiro, en relación a la hierba, afirma que no comparte para nada el concepto de “malas hierbas”. La hierba puede ser parte de las estrategias agrícolas, parte del sistema, no sólo como alimento de los animales de la finca, sino como componente de la protección de los cultivos, pues contribuyen a la biodiversidad, por lo que pueden ser útiles como destino de plagas indeseables, que de no existir estas se alojarían en los cultivos.

Opuesto decidido del monocultivo; pues es, según él, aburrido, monótono, siempre lo mismo. En su finca se práctica el policultivo por doquier, puede observase sembrados en combinaciones de plátano, calabaza, boniato, col, ajíes y maíz, etc. Esto hace de la agricultura y del agricultor algo agradable y entretenido.

A partir de la idea de vivir dentro del sistema, con la menor participación de energía externa posible, y de un desempeño que imponga el concepto de disminuir los gastos, Casimiro introduce en su finca dos Arietes hidráulicos, que le permiten elevar entre 30.000 y 40.000 litros de agua por día, hasta su casa, ubicada a 17 metros de altura, valiéndose únicamente de fuerza hidráulica. Como resultado logra tener la mitad de la finca con agua corriente durante ocho meses del año. A esto le sumó dos molinos eólicos para extraer agua del subsuelo, para ser más usados en el período de seco. Una vez introducida esta tecnología, es la familia la que arregla y hace innovaciones, para mejorar su funcionamiento.

Con estos cambios se deshizo de un sistema de riego convencional, con su bomba diésel. Para cualquier cubano productor esta acción puede ser vista como una absurda locura, pero con ello Casimiro logró un sistema de regadío que no depende del petróleo, ni de aceites, se libró de la compra de piezas de repuesto y de la contratación de mecánicos. Y lo más importante logró enfrentar con éxito las sequías de años pasados.

Está cargado de proyectos, es realmente un investigador y un innovador, entre otras cosas aspira a mejorar el sistema hidráulico, conectando el sistema que trasporta el agua a través de las mangueras instaladas a los arietes, al de los molinos eólicos y crear, además, un mecanismo de recogida del agua de lluvia que cae sobre las instalaciones de su vivienda.

Otro componente técnico interesante y útil es la instalación de un digestor que le permite producir gas metano, a partir del estiércol vacuno y de las aguas negras, lo que le proporciona, según sus estimados, un total de 167.900 litros anuales de efluentes fertilizantes, que son usados en el fértilriego, llevados por gravedad a los cultivos. Concretamente todo es muy ecológico, si se tiene en cuenta que se autoabastece todo el año de gas metano para cocinar, evitando así que esos gases lleguen a la atmósfera y además se contribuye a la mejora de los suelos y al aumento de los rendimientos sin recurrir a los agroquímicos.

Ha incorporado a su finca la cría de peces en estanque, se trata de carpas rojas, lo que se adiciona a los que crecen en el embalse de su finca: clarias y tilapias. Todo esto en función de producir alimentos para autoabastecerse y como alimento para los animales. La cría de peces es poco común entre los campesinos cubanos y con ello al servir de ejemplo al resto de los agricultores ennoblece, aun más, el empeño.

La finca Casimiro se ha convertido en un laboratorio de ciencia y técnica, el experimento y la innovación son una práctica cotidiana. Uno de sus resultados más significativos ha sido la creación de un arado de tracción animal que es capaz de ejecutar 28 operaciones diferentes, innovación por la que ha obtenido una patente internacional y de la cual habla con orgullo.

Desborda el concepto de agricultura como gestión netamente económica, ve en ella la belleza, la consumación de ideales de compromiso con una nueva ética (4) de la naturaleza, que hacen del agricultor alguien enamorado de lo que hace y de su entorno, que le permite superar cualquier barrera alienante.

Si algo se le pudiera decir a Casimiro, es que en realidad el problema del cual se queja está en la esencia misma del capitalismo y en todos sus remanentes e influencias, que también tomaron presencia en aquellos países que han intentado transitar al socialismo; el cambio hacia una agricultura más limpia se enfrenta hoy al poder de las trasnacionales y es en realidad un asunto crucial de lucha de clases, los poderosos de la agricultura no quieren para nada la agroecología, la satanizan con sutiles argumentos, pues la agroecología disminuye el consumo de sus productos y no aspiran a perder el control de los mercados, para mantenerlo seguirán presionando con sus semillas genéticamente modificas, comprarán políticos y abogados para defender sus intereses multimillonarios y no permitirán que el mundo, los pueblos lleguen a un acuerdo. Por lo tanto la realidad que hay que cambiar es la del capitalismo.

Es evidente que el mundo necesita de una hegemonía revolucionaria en el manejo de la agricultura, una subjetividad que al incorporar el ideal de proteger la naturaleza, se convierta en la tendencia dominante, y que al mismo tiempo haga posible reducir el productivismo exagerado que condena a muerte la biodiversidad y destruye los suelos. Una subjetividad que concrete una actitud de ruptura definitiva con el perverso ideal que toma lo rural como lo atrasado y ve en lo urbano la dicha y la felicidad, que se enfrente con decisión al consumismo exagerado que el capitalismo reproduce como parte de su lógica interna.

Creemos que en Cuba, país que trata de transitar al socialismo, el significado positivo que puede tener la agroecología y la permacultura, como alternativa a las prácticas agrícolas convencionales, es muy relevante, si se considera que la agricultura convencional no ha logrado eficiencia. A no ser en localidades muy excepcionales, en general ha atravesado una profunda crisis de improductividad, condicionada por factores externos e internos, y su muestra más evidente está en que el país importa la mayoría de los granos que consume y por otra parte los cañaverales, fuente tradicional de generación de riqueza, se han visto muy deteriorados en las últimas décadas.

Somos de la opinión de que las creencias y prácticas agrícolas pueden ser muy diversas, pero este empeño que desarrollan familias como la de Casimiro, está lleno de valores y apunta al futuro, se piensa con firmeza en los hijos, en los nietos, en los que vendrán; es muy optimista al considerar que se puede rescatar lo perdido, que la esperanza existe y que sólo puede ser cosechada con protagonismo. www.ecoportal.net

Alberto Matías González , Profesor Auxiliar de la Universidad de Sancti Spíritus, José Martí Pérez. Cuba, Doctor en Gestión ambiental y desarrollo sostenible.

Julio Cesar Calderón Leiva , Profesor Titular de la Universidad de Sancti Spíritus, José Martí Pérez. Cuba, Doctor en Gestión ambiental y desarrollo sostenible.

Edelso Valero Orellana , Profesor Auxiliar de la Universidad de Sancti Spíritus, José Martí Pérez. Cuba, Master en Ciencias de la educación.

Bibliografía:

Casimiro, José Antonio. “Con la familia en la finca agroecológica”, Editorial CUBASOLAR, 2007.

Referencias:

(1) Es de señalar que la opinión de buena parte de la sociedad agrícola cubana, no identifica a Casimiro con el modelo exitoso de campesino; es aún dominante la idea que concibe que lo adecuado es producir buscando altas tasas de ganancia, sin una noción real del problema ambiental, ni del cambio climático. Por otra parte las aspiraciones de vida, de muchos productores, acentuadas en el consumo, descartan la posibilidad de que una persona pueda ser feliz alejada de las comodidades y el lujo. Todo ello a pesar de los esfuerzos estatales para educar en valores ambientales.

(2) La finca posee 5212 m de cercas vivas, lo que entre bordes, guardarrayas y espacios ocupados por árboles frutales, representan en todo su andar 2,8 hectáreas.

(3) Tomado de Casimiro, José Antonio. “Con la familia en la finca agroecológica”, Editorial CUBASOLAR, 2007.

(4) Ve en su modelo agrícola un conjunto técnico “mil veces más decoroso que la tecnología que más punta tenga”

1 comentario en «La finca de José Antonio Casimiro: un compromiso con el futuro sostenible en la agricultura»

  1. hola, me gustaría contactar con este hombre agricultor! como puedo escribirle, a que dirección de internet? gracias.

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