Por Dr. José A. Díaz Duque
Para los países del Tercer Mundo, el reto de alcanzar la sostenibilidad requiere de grandes transformaciones políticas, económicas y sociales. Para Cuba, estas transformaciones son, en principio, un hecho materializado desde hace muchos años.
INTRODUCCION
Los análisis sobre la evolución del medio ambiente cubano tienen que ser ubicados en un contexto histórico que considere siglos de explotación colonial, seguidos de casi seis décadas de dominación neocolonial protagonizada por los Estados Unidos de América.
La salvaje e innecesaria extinción de los aborígenes cubanos, la intensa y voraz destrucción de los bosques, la erosión sin límites de nuestros suelos, son algunas de las deudas ecológicas que tienen pendiente con la nación cubana, la metrópolis española y el imperio yanqui.
La tasa de deforestación de Cuba se mantuvo en ascenso por más de 400 años y solo se revirtió, definitivamente, a partir de 1959. En el período comprendido entre 1492 y 1902, la cubierta de bosques se redujo del 95% al 54%; en los siguientes 57 años llegó a la dramática cifra del 14%, con un promedio de deforestación anual de 70 mil hectáreas de bosques naturales, sacrificados con fines económicos y por la insaciable voracidad del creciente mercado azucarero.[1]
Desde 1959 Cuba ha enfrentado una lucha soberana contra las secuelas del subdesarrollo, basada en la equidad y la justicia social y con una auténtica proyección de sostenibilidad. Pese a las complejas circunstancias del mundo actual y a todos los esfuerzos del imperialismo norteamericano, Cuba muestra, con orgullo, relevantes éxitos en diferentes esferas, incluida la ambiental.
Para los países del Tercer Mundo, el reto de alcanzar la sostenibilidad requiere de grandes transformaciones políticas, económicas y sociales. Para Cuba, estas transformaciones son, en principio, un hecho materializado desde hace muchos años. La idea de la sostenibilidad es intrínseca a los principios socialistas que sustenta nuestro modelo revolucionario.
Evolución Del Medio Ambiente Cubano.
El historial ambiental de Cuba es reconocido internacionalmente por las acciones concretas que han sido llevadas a cabo para mejorar la desfavorable situación que encontró la Revolución en el año 1959. Esto es especialmente importante y relevante en el caso del recurso forestal, por su determinante influencia en la diversidad biológica y la situación de las aguas y los suelos.[2]
La erradicación de la pobreza extrema, logro que se asienta en los propios cimientos del proceso revolucionario, es condición esencial para alcanzar la sustentabilidad ambiental, dado en primer término, porque la pobreza extrema y un medio ambiente sano no pueden coexistir.
El Estado cubano ha declarado la soberanía nacional sobre los recursos naturales y ha promovido un activo proceso de recuperación y protección de éstos, teniendo por centro al ser humano y la satisfacción integral de sus necesidades materiales, espirituales, educacionales, culturales y estéticas, e incorporando a toda la sociedad en la atención y solución de los problemas ambientales.
La creación en 1994 del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente dio lugar a un importante impulso de la política y la gestión ambientales en el ámbito nacional. Este trascendental cambio institucional, impuso a su vez la necesidad de revisar los marcos estratégicos y regulatorios del país en materia de medio ambiente.
A lo largo de los últimos 15 años han continuado desarrollándose profundos cambios en la realidad económico-social del país, en consonancia con los procesos que tuvieron lugar desde inicios de la década de los 90, todo ello con una marcada influencia en la política ambiental nacional. De la misma forma, se intensificaron y profundizaron
las relaciones entre el sector dedicado a la investigación, el conocimiento científico, la innovación tecnológica y la protección y uso sostenible de los recursos naturales.
La dinámica internacional ha sido igualmente intensa y, en lo que a medio ambiente y desarrollo sostenible se refiere, ha tenido su más relevante expresión en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, efectuada en Johannesburgo en el 2002.
La coyuntura actual demanda de una concepción integral del desarrollo sostenible, entendido como un proceso donde las políticas de desarrollo económico social, científico tecnológica, fiscales, de elevación de la calidad de vida de la población, comercio, energía, agricultura, industria, de preparación del país para la defensa y otras, se entrelazan con las exigencias de la protección del medio ambiente y el uso sostenible de los recursos naturales, en un marco de justicia y equidad social.
No obstante toda la labor desarrollada por el Estado y el Gobierno y por numerosas instituciones, organismos y organizaciones, aún persisten un conjunto de problemas ambientales que tienen una compleja y dinámica interrelación, afectando la cantidad y calidad de nuestros recursos naturales en su vínculo con el desarrollo económico y social del país.[3]
La identificación de los principales problemas ambientales de Cuba se ha realizado tomando en cuenta su impacto y la escala de afectación, sobre la base de los siguientes factores:
La afectación de grandes o significativas áreas del territorio nacional. Las alteraciones a la salud y la calidad de vida de la población. Las consecuencias económicas. El efecto sobre los ecosistemas y los recursos biológicos.
A partir del análisis de los factores expresados, se identifican los Principales Problemas Ambientales de Cuba:
• DEGRADACION DE LOS SUELOS.
• AFECTACIONES A LA COBERTURA FORESTAL.
• CONTAMINACIÓN.
• PÉRDIDA DE LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA.
• CARENCIA DE AGUA.
La degradación de los suelos, como resultado histórico del mal uso y manejo de las tierras por el hombre, es el principal problema ambiental en Cuba. El factor antrópico condujo al desarrollo de tecnologías de laboreo que han acelerado el proceso de erosión, salinización y compactación en diferentes regiones del país. Otros procesos y condiciones edafoclimáticas actúan conjuntamente en las áreas propensa se intensifican la evolución hacia la aridez. La salinidad y la sodicidad se han incrementado debido al riego con agua cuyas concentraciones de sales superaban los valores permisibles para el suelo y el cultivo en cuestión. Existen otras acciones degradativas no contempladas como factor limitante, tales como la minería a cielo abierto y las zonas de préstamo para materiales de la construcción, que aunque actúan en menor área, son importantes por su elevado impacto. En la actualidad se considera que cerca de un 60% de los suelos de Cuba está afectados por al menos un factor degradativo. Los procesos erosivos afectan a más de cuatro millones de hectáreas de suelos del país, convirtiéndose en el factor de mayor peso.[4]
Si bien en los últimos años se ha podido incrementar de forma constante la cubierta forestal, alcanzando un índice de boscosidad al cierre del 2004 del 24,23%, aún persisten las secuelas de cientos de años de explotación irracional de los bosques de Cuba, que prácticamente extinguieron nuestros más valiosos recursos forestales. Las mayores afectaciones a la cobertura forestal en el presente se deben a los incendios forestales, aunque también inciden el uso irracional de los bosques con fines energéticos, el inadecuado manejo de los bosques naturales, problemas de calidad con las fuentes semilleras del país, la insuficiente protección de algunas fajas hidrorreguladoras de ríos y embalses, la limitada gama de especies forestales empleada en la reforestación y el insuficiente resultado en el combate de especies de plantas invasoras que amenazan la supervivencia de nuestros bosques.[5]
Existen diferentes causas que han motivado la contaminación de las aguas, los suelos y la atmósfera. Entre ellas se destaca la concentración de instalaciones industriales en zonas urbanas, lo que determina el empleo de las corrientes superficiales como receptoras de residuales crudos o parcialmente tratados, los que frecuentemente llegan a la zona costera. También influyen negativamente el empleo de tecnologías obsoletas, la indisciplina tecnológica, así como la no introducción de prácticas de Producción Más Limpia. Aún teniendo en cuenta los planes anuales de inversiones destinadas al medio ambiente, son insuficientes los recursos financieros destinados a la minimización, tratamiento, aprovechamiento, reuso de los residuos de la actividad agroalimentaria, industrial, del turismo, de hospitales y domésticos. Evaluaciones sistemáticas realizadas en los últimos cinco años indican que ha ocurrido una reducción de la carga orgánica biodegradable que se dispone a las aguas terrestres y costeras, principalmente en fuentes puntuales industriales, lo que ha sido posible por un efectivo cumplimiento del plan de la economía asociado al medio ambiente. Esas mismas evaluaciones también están indicando que la mayor incidencia negativa de carga contaminante a mitigar y solucionar en los años venideros, es la proveniente de áreas urbanas y los residuales domésticos y mixtos que se generan.[6]
Las características insulares del país, que han propiciado la evolución de una biodiversidad particular y con valores muy altos de endemismo, condicionan a la vez la fragilidad y vulnerabilidad de algunos de nuestros ecosistemas. En conjunción con ello, diversos procesos antrópicos han provocado un proceso continuo de pérdida de nuestra diversidad biológica, que se expresa de forma más crítica, en aquellos ecosistemas frágiles como los arrecifes coralinos, los manglares, las pluvisilvas y los bosques o matorrales remanentes de lo que fue la cobertura original de Cuba.[7]
Aun teniendo en cuenta el sustantivo desarrollo hidráulico cubano, que en algo más de cuarenta años ha posibilitado elevar nuestras capacidades de embalse de 48 a más de 9600 millones de metros cúbicos de agua, subsiste la carencia de agua para suplir todas las necesidades económicas, sociales y ambientales, agravado esto por la ocurrencia de fenómenos naturales (sequías prolongadas, variaciones en el régimen estacional, etc.) y otros inducidos por causas antrópicas (intrusión salina, sobreexplotación, contaminación, etc.). El desarrollo hidráulico cubano ha permitido alcanzar alrededor de 1200 metros cúbicos de agua por habitante al año para todos los usos, sin embargo, esto es insuficiente y responde a una situación de estrés hídrico según las clasificaciones internacionales reconocidas. [8]
Marco Juridico Ambiental.
En el ordenamiento jurídico cubano, las disposiciones normativas que regulan la conservación, protección, mejoramiento y transformación del medio ambiente, así como el uso racional de los recursos, se caracterizan por tener diferentes rangos que van desde leyes hasta normas técnicas, y por tener una dispersión originada en la facultad legislativa que les está otorgada a cada uno de los Organismos de la Administración Central del Estado que son a su vez rectores de recursos naturales específicos.
La Ley No. 81 del Medio Ambiente, aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular en julio de 1997, constituye el elemento básico de la legislación ambiental cubana, y se erige en ley marco para todas las actividades ambientales y el uso racional de los recursos naturales.
Entre los objetivos de la ley, está la creación de un contexto jurídico que favorezca la proyección y el desarrollo de las actividades socioeconómicas en forma compatible con la protección del medio ambiente y promover la acción ciudadana en ese sentido, a partir de una mayor conciencia y educación a través de diferentes vías.
Otros importantes cuerpos jurídicos ambientales lo son la Ley No. 85 Forestal y los Decretos Leyes, Decretos y Resoluciones que norman las actividades relacionadas con las áreas protegidas, los ecosistemas costeros, las contravenciones ambientales y los procedimientos para la realización de las evaluaciones de impacto ambiental, entre otros.
Otro signo importante en el proceso de aprobación de las leyes es el de la inclusión en éstas de una dimensión ambiental, así sucede con la Ley de Minas (1994), que introduce por primera vez el concepto de la evaluación del impacto ambiental como herramienta de la gestión ambiental, la Ley del Sistema Tributario (1994), que incorpora un impuesto sobre el medio ambiente y uso racional de los recursos naturales, y la Ley de la Inversión Extranjera (1995), que introduce todo un capítulo sobre el medio ambiente.
Todo este entramado legal es completado con una multitud de disposiciones y reglamentaciones de menor rango y diversas normas técnicas.
Instrumentos Juridicos Internacionales En La Esfera Ambiental.
Obligaciones Del Estado Cubano.
La política ambiental internacional de Cuba se traza y desarrolla acorde con las prioridades estratégicas nacionales y los principios generales aprobados en la Cumbre de Río.
El país se ha adherido a importantes Acuerdos Multilaterales Internacionales Ambientales como el Convenio sobre la Diversidad Biológica y su Protocolo sobre Bioseguridad, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y su Protocolo de Kyoto, la Convención de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, el Convenio para la Protección y el Desarrollo del Medio Marino de la Región del Gran Caribe (Convenio de Cartagena) y sus Protocolos, el Protocolo de Montreal sobre las sustancias agotadoras de la capa de ozono, entre otros.
Cuba mantiene estrechas relaciones de trabajo con diferentes órganos de Naciones Unidas como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
En el ámbito regional, el país está estrechamente vinculado a las actividades de la Asociación de Estados del Caribe (AEC), así como al Programa Ambiental del Caribe (PAC) y al Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe.
Vision Cubana para la Sostenibilidad
La idea de la sostenibilidad implica un término sumamente general y amplio, el cual, si bien tiene una historia algo más larga, se reconoce que alcanzó su mayor difusión con el Informe de la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y Desarrollo (1987), conocida como Comisión Bruntland.
Este informe denominado “Nuestro Futuro Común”, busca conciliar las exigencias de las ideas sobre el desarrollo y el medio ambiente, mediante su unión en el término “desarrollo sostenible”.
Con posterioridad, el término es consagrado en la Declaración de Río de Janeiro, en particular en su Principio Tres, que se refiere a la llamada equidad intergeneracional, es decir, la idea de que el desarrollo actual debe obrar sin perjuicio de las necesidades y opciones de desarrollo de las generaciones futuras y en el Principio Cuatro, que se refiere a que los temas ambientales tienen que ser considerados dentro de la agenda de desarrollo y no por separado.
Para los países en desarrollo, el reto de alcanzar la sostenibilidad requiere de grandes transformaciones políticas, económicas y sociales.
Para Cuba, estas transformaciones son, en principio, un hecho materializado desde hace muchos años, puesto que la idea de la sostenibilidad es intrínseca a los principios socialistas que sustenta nuestro modelo de desarrollo económico y social.
Un elemento que marca la diferencia y caracteriza la visión de Cuba sobre este tema, apunta a las ventajas que el Socialismo como sistema ofrece para el desarrollo de una política ambiental efectiva.
La erradicación de la pobreza extrema, logro que se sustenta en los propios cimientos del proceso revolucionario, es condición esencial para alcanzar la sostenibilidad ambiental, dado en primer término, porque la pobreza extrema y un medio ambiente sano no pueden coexistir. La solución de esta contradicción es uno de los principales logros que Cuba puede exhibir ante el mundo.
La búsqueda de mayor eficiencia en los procesos productivos, la paulatina introducción de prácticas de producción más limpia, el trabajo en pos de la utilización de fuentes alternativas de energía, el empleo de productos biológicos en la agricultura y la tendencia de ese sector hacia una agricultura sostenible, son sólo algunas muestras de la conciliación de las necesidades del desarrollo con los requerimientos de la sostenibilidad en las actuales circunstancias, lograda sobre la base de la calificación técnica y científica de nuestro pueblo.
El acceso colectivo y sin exclusiones a los servicios sociales fundamentales, garantía de equidad consustancial a la sostenibilidad, continúa siendo un firme baluarte de las conquistas revolucionarias y permite establecer una sólida base social para lograr los fines de un desarrollo sostenible.
La coyuntura actual demanda de una concepción integral del desarrollo sostenible, entendido como un proceso donde las políticas de desarrollo económico, científico-tecnológico, fiscales, de elevación de la calidad de vida de la población, de comercio, energía, agricultura, industria, de preparación del país para la defensa y otras, se entrelazan con las exigencias de la protección del medio ambiente y el uso sostenible de los recursos naturales, en un marco de justicia y equidad social.
El concepto del desarrollo sostenible deberá ser realzado aún más hacia el interior de las políticas nacionales, potenciando la integración de la dimensión ambiental en su relación con el desarrollo económico y socia, todo ello en función de destacar la viabilidad del modelo cubano, con base en el Socialismo, para erigirse como una sociedad auténticamente sostenible.
Principales Elementos de la Politica Ambiental Cubana
En 1997 se aprueba por el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros la Estrategia Ambiental Nacional, y a partir de ella son elaboradas las Estrategias Ambientales Ramales y Territoriales, constituyendo la base de la política ambiental cubana y la guía para la ejecución de la gestión ambiental nacional, al identificar los principales problemas ambientales.
En los años subsiguientes se desarrollan además las Estrategias Ambientales Específicas, tales como la Estrategia Nacional de Educación Ambiental, la Estrategia Nacional de Diversidad Biológica y su Plan de Acción, que aportan desarrollos singulares en estas áreas.
En el plano institucional, sobresale la creación, en abril de 1994, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, reemplazando a la Comisión Nacional del Medio Ambiente y el uso Racional de los Recursos Naturales (COMARNA), con lo que coloca la institucionalidad ambiental al nivel de un ministerio, tendencia internacional dirigida a jerarquizar la atención de los problemas ambientales, concentrando suficiente fuerza normativa y ejecutiva en un organismo global y separando las competencias ambientales de los organismos productivos y de servicio.
Este Ministerio ha venido desarrollando estructuras de atención ambiental en los niveles provinciales y municipales, complementando aquellas que desde el nivel central se encargan de la política, la gestión, la regulación, la investigación y los servicios ambientales.
Desde la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en 1994, se han introducido, entre otros instrumentos relevantes, la evaluación de impacto ambiental, la licencia ambiental, la inspección ambiental estatal, el sistema de reconocimiento ambiental y diversos instrumentos económicos, entre los que cabe destacar el Fondo Nacional de Medio Ambiente.
El marco institucional ambiental se completa mediante estructuras organizativas diversas como el Consejo Nacional de Cuencas Hidrográficas y la Comisión Nacional del Plan Turquino Manatí, las cuales se basan en el concepto de estructurar la gestión ambiental en torno a un ecosistema como unidad funcional.
Con la creación del Consejo Nacional de Cuencas Hidrográficas, se han constituido ocho Consejo de Cuencas Hidrográficas de Interés Nacional (Cuyaguateje, Ariguanabo, Almendares-Vento, Zaza, Hanabanilla, Cauto, Guantánamo-Guaso y Toa), 14 Consejos Provinciales de Cuencas y 3 Consejos Específicos.
Por otra parte, con la creación de la Comisión Nacional del Plan Turquino Manatí, surgieron los Órganos de Montaña, unidades éstas dedicadas a fortalecer la labor ambiental en los ecosistemas montañosos
Uno de los resultados más notable de la política ambiental para el período, es el de haber logrado una auténtica intervinculación con las políticas de desarrollo económico.
Una clara voluntad política del Estado y el Gobierno ha marcado el camino de esa integración, que ha requerido que tanto los responsables de las políticas ambientales como aquellos a cargo de los principales planes de desarrollo, revisen sus conceptos y lenguajes, para confluir, de igual modo en que ha ocurrido en la arena internacional, en el concepto del desarrollo sostenible.
Un papel esencial en este sentido ha jugado el Ministerio de Economía y Planificación. Es así que desde 1997 se comienzan a identificar en el Plan de Inversiones aquellas destinadas al medio ambiente, lo que se ha venido comportando en términos estables en cuanto a cantidad, pero en constante mejoramiento cualitativo.
Un Mundo Mejor es Posible
Vivimos en un mundo complejo y sujeto a múltiples amenazas, entre las cuales, las de corte ambiental emergen con particular fuerza. Si bien se reconoce la objetividad de los procesos globalizadores, éstos no dejan de ser asimétricos y son objeto de discusión sus impactos sobre el medio ambiente, y si del modelo neoliberal se trata, entonces sus efectos nocivos están claramente identificados.
En el caso particular de Cuba, se suman a estas circunstancias globales, el bloqueo financiero, económico y comercial impuesto por Estados Unidos de Norteamérica hace más de cuatro décadas, lo cual a su vez, determina que no se pueden emprender con la celeridad necesaria todas las acciones que la voluntad política del país se ha trazado.
Tampoco escapa Cuba a los efectos de los inadecuados patrones de desarrollo capitalista que gravitan sobre el medio ambiente en una escala global. Reiterados y nuevos eventos de sequía, combinados con altas tasas de evaporación, originan el agotamiento de los suelos y la disminución de las reservas de aguas subterráneas. En ocasiones, incluso, las fuertes tensiones ejercidas sobre la vegetación y el clima en general, se agravan mucho más, cuando la sequía es interrumpida por eventos de lluvias torrenciales que son causantes de intensos procesos erosivos en los suelos. A este escenario se le agregan también las frecuentes afectaciones producidas por los ciclones tropicales.
Para armonizar las complejidades del proceso globalizador con las particulares dificultades que factores externos imponen al desarrollo del país, al tiempo que se preserva el medio ambiente y se emplean sosteniblemente los recursos, es necesario avanzar en el siglo XXI con una particular sensibilidad, de manera que se pueda extraer lo mejor del pensamiento ambientalista mundial y su ajuste a la realidad cubana.
La visión de la política ambiental cubana se focaliza en un desarrollo económico y social sostenible que se apoya en tres pilares básicos: la equidad social, el crecimiento económico y la protección del medio ambiente. En la materialización de esta visión hay importantes retos que deben ser también considerados, tanto en el orden interno, como en el externo.
La principal meta perspectiva de la política ambiental cubana hacia el futuro es de gran complejidad, pues consiste en evitar la reiteración de errores de los procesos inadecuados de industrialización emprendidos por el hoy “primer mundo”, de modo que se promueva un desarrollo económico en el que se transite lo más directo posible, hacia formas compatibles con el medio ambiente, sobre la base de los principios apuntados y el empleo de los instrumentos adecuados.
El mundo subdesarrollado no puede aspirar a “desarrollarse” repitiendo los modelos dispendiosos y consumistas del mundo industrializado, para los que se requerirían varios planetas como el nuestro. La clave del asunto transita no en renunciar al crecimiento económico, sino en dotarlo de un carácter armonioso y ético, que permita llegar a una auténtica sociedad sostenible.
Cuba mantendrá y defenderá su modelo socialista de desarrollo, lo que le permitirá construir una sociedad económicamente próspera, socialmente justa y ambientalmente sostenible.
El triunfo de la Revolución y la adopción del Socialismo como vía de desarrollo, crean ventajas particulares para la implementación de una política ambiental efectiva, en particular, por el papel decisivo del Estado y las ventajas que representa una economía planificada con capacidad para proyectar de forma armónica y en el largo plazo el uso de los recursos naturales.
La concepción ético-social del Socialismo, el entorno solidario que engendra y la integralidad conceptual en el funcionamiento del Gobierno, así como las ventajas en el ordenamiento de los usos que ofrece la propiedad social, son factores que repercuten favorablemente en la protección del medio ambiente y en la racionalidad del empleo de los recursos naturales.
En las condiciones de Cuba, la política ambiental tiende a formar parte de un sistema que se manifiesta de modo congruente con las estrategias de desarrollo y es por tanto parte de una política para un desarrollo económico y social sostenible.
* Dr. José A. Díaz Duque
Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente
Intervención en el V Convención de Medio Ambiente y Desarrollo
Referencias:
[1] Asamblea Nacional del Poder Popular, “Un documento nada serio, que
hay que tomar muy en serio”. Editora Política, La Habana, 2004, p.
67-68.
[2] Ibídem, p. 68.
[3] Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, “Estrategia
Ambiental Nacional 2005/2010”. Versión 14 de marzo de 2005.
[4] Ibídem, p. 16.
[5] Ibídem, p. 18.
[6] Ibídem, p. 19.
[7] Ibídem, p. 20.
[8] Ibídem, p. 22.