Por Mark Engler
El Banco Mundial debiera recibir una calificación de suspenso por su clasificación de paÃses que violan los derechos de los trabajadores. En estas elecciones muchos electores hicieron una pregunta clave: ¿cuál es el papel apropiado que Estados Unidos debe tener en los asuntos mundiales?
En estas elecciones muchos electores hicieron una pregunta clave: ¿cuál es el papel apropiado que Estados Unidos debe tener en los asuntos mundiales? Al castigar a esos legisladores que votaron a favor de la guerra en Irak, muchos ciudadanos están rechazando la idea de EEUU como cacique militar, y afirman que nuestra polÃtica exterior debe guiarse por un conjunto de valores diferentes.
El mismo tipo de cuestionamiento debe aplicarse a nuestros asuntos económicos. Los que ven los valores que estamos promoviendo para la economÃa global encontrarán algunas tendencias perturbadoras. En vez de ayudar a crear una globalización que proteja los derechos de los trabajadores, aliente el desarrollo sostenible y valore la autodeterminación democrática, nuestro paÃs a menudo promueve polÃticas que socavan los valores que la mayorÃa de los norteamericanos quieren promover.
Un ejemplo importante de esto emergió recientemente en el Banco Mundial, donde EEUU tiene una porción decisiva de los votos y donde un norteamericano ocupa el cargo de presidente. El mes pasado el Banco emitió un informe llamado "Haciendo negocios en el 2007: Cómo Reformarse". El informe anual clasifica a 175 paÃses en términos de "facilidad para hacer negocios" dentro de sus fronteras. Evalúa a las naciones basándose en 10 categorÃas relacionadas con impuestos, licencias, regulaciones financieras y comerciales, infraestructura legal y fuerza de trabajo.
Todo esto parece muy bien a primera vista. Pero desafortunadamente las cosas que llevan al éxito a una Nación en la clasificación no son siempre lo que las familias trabajadoras de este paÃs considerarÃan como buenas prácticas de negocios.
El 13 de octubre, un grupo de prominentes senadores envió una carta al Presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, diciendo que el informe alienta a los paÃses a violar las normas laborales internacionalmente reconocidas. Firmada por Richard Durban, de Illinois; Joseph Biden, de Delaware; Byron Dorgan, de Dakota del Norte; Christopher Dodd, de Connecticut; Paul Sarbanes, de Maryland; y Daniel Akaka, de Hawaii, la carta critica la evaluación favorable de paÃses que carecen de salario mÃnimo, no regulan el tiempo extra y condenan la persecución de los sindicatos.
"La recompensa de normas laborales laxas o inexistentes", escriben los senadores, "contradice la polÃtica de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), la cual alienta a los paÃses a establecer un salario mÃnimo y a regular el horario laboral y a aprobar y hacer respetar las leyes que protejan la libertad de asociación y de negociación colectiva".
Los senadores señalan que el Departamento de Estado utiliza oficialmente el respeto a los principios de la OIT como factor para evaluar el compromiso de un paÃs con los derechos humanos. No obstante, el informe del Banco Mundial da una alta calificación a los paÃses que ignoran estas normas.
Durbin y sus colegas señalan que Arabia SaudÃ, un paÃs que niega la libertad de reunión y no permite que los trabajadores se organicen, recibe la más alta calificación posible por parte del Banco en Ãndices que miden "dificultad de contratación" y "dificultad para despedir" a empleados. El informe también elogia a Georgia porque el paÃs recientemente ha realizado reformas que reducen el número de horas contadas como tiempo extra y disminuyen la cantidad que las compañÃas deben contribuir al sistema de seguridad social.
Quizás lo más evidente en cuanto a los términos del debate acerca del desarrollo internacional es el paÃs que encabeza la clasificación: Singapur. El mismo mes que el Banco Mundial reveló "Haciendo Negocios", este paÃs era denunciado en la prensa internacional debido a sus polÃticas represivas. A mediados de septiembre, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional realizaron sus reuniones ministeriales en Singapur. Como forma de evitar las protestas democráticas, el gobierno negó a los crÃticos el derecho a realizar una contra cumbre o a manifestarse públicamente. También proscribió a varias docenas de representantes de prominentes organizaciones no gubernamentales –a pesar de que estos activistas habÃan sido acreditados por el Banco para que asistieran a las reuniones. Un Wolfowitz avergonzado calificó la medida de "autoritaria". Sin embargo, su institución simultáneamente alabó a Singapur como un lugar ideal para hacer negocios.
La carta de los senadores al Banco expresa preocupación de que el informe tenga consecuencias nocivas en el mundo real. "Los inversionistas utilizan la publicación para decidir donde invertir y los gobiernos la usan como guÃa para atraer inversiones, lo que la hacen muy influyente". El propio Banco Mundial argumenta que su información "inspira a los paÃses a reformarse".
Esto pudiera ser cierto. ¿Pero reformarse con qué fin? "La misión del Banco Mundial es aliviar la pobreza", escriben los senadores. "No vemos de qué manera el alabar a paÃses que no garantizan un salario mÃnimo y el pago de horas extras puede sacar a la gente de la pobreza".
El informe de "Haciendo Negocios" es parte de un fenómeno más amplio. En nombre de promover la "reforma" y la "buena gobernabilidad", organizaciones como el Banco Mundial en realidad ponen en vigor un conjunto de mandatos económicos muy controvertidos y cargados ideológicamente –polÃticas que regularmente colocan las ganancias corporativas por encima del bien público. Que un perro guardian de la administración Bush encabece ahora el Banco no es casualidad. EEUU promueve el mismo tipo de ideologÃa sospechosa en su propia polÃtica de desarrollo.
Por ejemplo, la Cuenta del Reto de Milenio del Presidente Bush fue diseñada para hacer que las recompensas de ayuda extranjera estuvieran basadas en criterios medibles y transparentes. Pero muchos de estos criterios están enraizados en la misma ideologÃa equivocada que el informe del Banco Mundial. La Cuenta del Reto del Milenio usa materiales de la archiconservadora Fundación Heritage para juzgar si un paÃs ha abierto sus mercados de manera suficientemente agresiva, y penaliza a paÃses que se niegan a seguir ese tipo de desregulación que alimentó la crisis financiera asiática a fines de la década de 1990.
Los norteamericanos que creen en la verdadera democracia no quieren que EEUU sea un cacique económico de la misma forma que no quieren que lo sea en el plano militar. Afortunadamente es posible promover un tipo diferente de globalización. Recientemente el Reino Unido dio un buen primer paso. Durante las reuniones de Singapur, el gobierno británico anunció que retendrÃa aproximadamente $93 millones de dólares en pagos al Banco Mundial, como protesta por la práctica de la institución de obligar a paÃses pobres a realizar "reformas" económicas onerosas y a veces anti-obreras, como condición para recibir préstamos para el desarrollo.
Como EEUU controla el Banco Mundial, tiene el poder para ir más allá de la protesta. Adoptar una polÃtica exterior que realmente refleje los valores democráticos, puede exigir al Banco que haga de los derechos de los trabajadores una parte central de cómo cree que se deben hacer los negocios. www.ecoportal.net
* Mark Engler, escritor residente en la Ciudad de Nueva York y analista de Foreign Policy In Focus, puede ser contactado por medio del sitio web http://www.democracyuprising.com. Jason Rowe ayudó en la investigación para este artÃculo.
Traducido por Progreso Semanal
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