Por Dr. Oscar Natalichio
He afirmado, en varios artículos, y lo vuelvo a reafirmar en este, que la inflación no es consecuencia de la devaluación sino de la emisión descontrolada de moneda.
¿Entonces -dicen mis amigos- por qué razón todo el mundo está remarcando precios?
Vamos a razonar juntos. Las importaciones representan el 7% de todo el PBI y, si lo vinculamos a la parte productiva de ese PBI con la parte de importados que sustituye a la producción local en bienes de consumo, podríamos decir que afecta no más del 12%. Ello sin considerar que muchos de esos bienes no son necesarios sustituirlos por nada.
En los medicamentos por ejemplo, al devaluarse el peso y pasar de 1 a 1 a 1,40 por dólar, la incidencia en los costos no llega al 7%, reconocido por los propios laboratorios. Sin embargo se remarcan más de un 40% ¿Por la devaluación?
Papel Tucumán, la empresa de Pierri, el amigo y correligionario del actual presidente, anunció el incremento de los precios en un 40%, y no tiene ningún componente importado. ¿Por la devaluación?
Así con la harina y derivado de ello con el pan. Así con todo. ¿Por la devaluación?
Los incrementos de precios son consecuencia directa de la siempre existente lucha de clases. Es el permanente acecho de los capitalistas de aprovechar cualquier situación, de confusión, de profundización de la crisis, para posicionarse cada vez mejor, para obtener mayor cuota de plusvalía, reduciendo tanto el salario Real como el Nominal.
Cuando el sector obrero y trabajador está pasando por etapas de debilidad y desconcierto, cuando muchos de sus dirigentes son más propensos a la traición que a la defensa de los intereses de sus representados, cuando los que dirigen la política, la economía y la justicia en el país son los mismos que aprobaron todas las nefastas leyes que lo destruyeron; son los mismos que aceptan sobornos, que poseen sus cuentas en el exterior, que dejaron en libertad a los asesinos y a la vez asesinan y reprimen al pueblo, el avance del capitalismo sobre el producto del trabajo, es constante.
Lo fue desde 1975 en adelante, por fijar una fecha de inicio (que en realidad nace en 1810) y lo sigue siendo ahora.
Sin devaluación, durante los casi 11 años de la maldita convertibilidad apoyada inicialmente por el 96% de los argentinos, más de 10 millones de personas pasaron a ser pobres, marginados, desocupados, sin cobertura de salud, sin vivienda digna. Muchos de ellos aún mantienen la buena ropa y zapatos de mejores años. Constituyen los pobres bien vestidos.
Sin devaluación la pobreza se incrementó de una manera impresionante y vergonzante: la mitad de los niños en nuestro país, son pobres. Y la distribución de la riqueza pasó a ser una de las más inequitativas del mundo.
Sin devaluación llegamos a este límite de cuasi libanización, de comerse unos a otros, de asistir a esas pavorosas escenas diarias de niños, mujeres, hombres y ancianos durmiendo en plazas y zaguanes y revolviendo basura para comer algo.
Con devaluación la situación continuará, no por la devaluación, sino por el sistema capitalista, que día a día avanza sobre los recursos del pueblo trabajador, apropiándose más y más de la riqueza que ese pueblo trabajador produce, en las fábricas, en el campo, en los servicios, en la cultura.
Porque el sistema capitalista no solo oculta la verdad, simultáneamente crea la mentira. La mentira en el caso de la devaluación (como en todo los casos) es hacerle creer a los afectados que no es el sistema el que los afecta, que ellos también son afectados por la devaluación. Cada ocasión es buena para el engaño.
Para la mentira se prepara el camino. Se repite hasta el cansancio de que la devaluación afecta al salario real de los trabajadores. Y todos se preparan para perder. Porque la devaluación es inevitable ya que la convertibilidad del uno a uno ha sido el mayor elemento de dependencia que en este mundo contemporáneo se ha aplicado. Los medios de comunicación masiva resaltan el temor a ser más miserables aún, a niveles impresionantes. Y hasta la izquierda, que debería mostrar en estos momentos una firme posición aclarando lo que se oculta, lo que el capitalismo oculta, cae en la crítica fácil y acientífica.
Si existiese una clase obrera conducida por dirigentes que representen los intereses de esa clase, si existiesen movimientos de izquierda y populares unificados, que convocaran y movilizaran grandes masas y contaran con programas claros, que demuestren que no sólo el cambio es necesario, sino que también es posible, la devaluación no produciría tanta desazón y los bancos y las transnacionales con sus mafias políticas-judiciales no volverían a ganar, porque en la lucha de clases se impone el capitalismo sólo si no se lo combate adecuadamente, solo si no hay resistencia unida, sólo si no hay lucha clara contra el sistema y por un poder de nuevo tipo.
*Dr. Oscar Natalichio
Economista – Contador – Escritor – Docente UPMPM
Miembro de la Asociación Héctor P. Agosti
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