El TLC con los Estados Unidos: ¿Chile, Socio Pleno o Dependiente?

Por Danilo Salcedo

Finalmente ha culminado el proceso para acordar un Tratado de Libre Comercio, con beneplácito para los gobiernos de ambas naciones; pero con críticas y reparos, de parte de destacados economistas, la izquierda extra-parlamentaria, empresarios de la pequeña y mediana industria y de algunos representantes del sector agrícola.  

Después de varios años de negociaciones y de espera que el congreso de los EE.UU. facultase al presidente de ese país, para acordar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Chile, finalmente ha culminado el proceso, con beneplácito para los gobiernos de ambas naciones; pero con críticas y reparos en nuestro país, de parte de destacados economistas, la izquierda extra-parlamentaria, empresarios de la pequeña y mediana industria y de algunos representantes del sector agrícola.
Todo lo anterior se ha expuesto sin disponer del texto definitivo de los términos y condiciones del TLC, porque "ha sido imposible obtener de las autoridades el texto de lo acordado o, por lo menos, un buen resumen", y sin precisar - con objetividad- sus efectos en nuestra economía y, fundamentalmente, en el bienestar de todos los chilenos.
No obstante, por de pronto surge como obvio que este TLC ocasionará mayores consecuencias para Chile que para los Estados Unidos, no sólo en función de las magnitudes comparadas del comercio y de las inversiones a intercambiar entre las partes, sino que por los efectos políticos, económicos y culturales que contribuirían a transformar- gradualmente- a Chile en un país dependiente de los Estados Unidos, más bien que mantener incólume su status de " socio competitivo". Lo que anticipamos es -por ahora- una hipótesis compartida por muchos compatriotas, la que podrá ser avalada y comprobada por el conocimiento acabado del mentado tratado, y esencialmente por el análisis científico y riguroso de las efectivas potencialidades económicas, sociales, laborales y tecnológicas de Chile, para competir en el corto plazo con este "socio gigante", el que ya se encuentra muy aventajado en todos los dominios económicos y financieros que comprende, incentiva y regula este significativo acuerdo.
Antes de atrevernos a comentar algunos términos del TLC, los que hemos conocido por confiable fuente norteamericana, consideramos importante hacer referencia al explícito o implícito objetivo geo-político - que colegimos- persigue cada signatario del tratado, el que deberá ser ratificado por los parlamentos de los respectivos países.
a.- Los Estados Unidos han concluido que no manejarán ni controlarán la creciente y consolidada Comunidad Europea, a pesar de la influencia militar que ejerce en la OTAN. En la actualidad tampoco se considera al Asia como una región acogedora a una nueva dominación occidental, a pesar de los fuertes vínculos económicos con el Japón, pero fundamentalmente por el demostrado poderío e inevitable influencia de China en gran parte de ese vasto continente. Con respecto al Africa, los Estados Unidos han dado claras señales que no pretenden distraer recursos financieros para el desarrollo económico y social de países que se debaten en una permanente caótica situación, con la excepción de Sudafrica, Libia y Egipto, pero teniendo muy presente que estos dos últimos países ofrecen un serio riesgo político, por mantener fuertes vínculos con el mundo y la cultura musulmán.
Por lo expresado, es lógico que América sea el continente donde la política exterior de los Estados Unidos haya puesto una significativo atención, en el último decenio, pues en esta región se dan las condiciones para lograr con éxito y siguiendo un apropiado cronograma-el objetivo de cimentar un incontrastable predominio. En efecto, ya los Estados Unidos han alcanzando Tratados de Libre Comercio con Canadá y México, cubriendo todo el norte del continente, y se está concretado uno con Chile, en el extremo sur, para ir avanzando hacia el Area de Libre Comercio de las Américas, el ALCA, lo que acrecentaría su influencia por medio del comercio y de sus inversiones, consolidando el dominio económico, político, militar y cultural en este continente, cuyo apelativo fuera utilizado- con temprana anticipación- para identificar a las 13 colonias originales de la Unión.
b.- En el caso de Chile es pertinente puntualizar que - aunque sus autoridades no actúan en función de un definido proyecto de país- es posible distinguir importantes decisiones y acciones de los tres gobiernos de la Concertación que obedecen a un implícito objetivo geo-político, el que podría contribuir a resolver los problemas que sus programas de gobierno prometieron solucionar de manera categórica; escaso desarrollo, cesantía, pobreza, incremento de las desigualdades sociales, deficiencias en los sistemas públicos de educación y de salud. Este tácito objetivo

es lograr que Chile sea valorado y reconocido internacionalmente como un confiable "país plataforma", para el comercio y las inversiones extranjeras, lo que es garantizado por su actual estabilidad institucional y adecuados sistemas bancario y de telecomunicaciones, los que satisfacen las exigencia de la economía globalizada. De ser así, nuestra economía se vería fortalecida y proyectada hacia los otros países del cono sur, la Comunidad Europea, Corea del Sur, Singapur y los otros en vías de asociación. Además, el país asumiría un rol protagónico con relación al futuro del Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay), con el entusiasta apoyo de su socio norteamericano que promueve el ALCA.
Se puede concluir que el implícito objetivo geo-político de Chile facilita el explícito objetivo que- metódica y sincronizadamente- se ha propuesto lograr los Estados Unidos con el ALCA, como lo ha expuesto con crudeza el académico y analista norteamericano, James Petras Diagnóstico crítico sobre el TLC con los Estados Unidos.- El texto definitivo de este tratado deberá ser presentado por el Presidente de la República al Congreso Nacional, para su aprobación o rechazo, debiendo ser sometido a " los trámites de una ley", de conformidad al Art. 50, # 1, de la Constitución Política de Chile. Dada la situación económica del país y la composición numérica de las bancadas en el congreso, no cabe duda alguna que el TLC será aprobado por amplia mayoría en ambas ramas del parlamento. Habrá, por seguro, un debate sobre sus méritos y desventajas, pues cada tienda partidaria intentará explicitar sus argumentos a favor o en contra, para cuando llegue la hora de los juicios históricos sobre la materia. Sólo los hechos y efectos que originará la aplicación del tratado podrán dar la razón a quienes lo apoyaron o lo impugnaron, según los resultados obtenidos, al menos, después de los primeros cuatro años de su vigencia.
En los párrafos siguientes asumimos la osadía de expresar una opinión crítica sobre este TLC, basada en lo que nos ha sido posible conocer sobre los términos generales del tratado, divulgados por Internet por el Representante de Comercio de los EE.UU., activo participante en las negociaciones con la delegación chilena. Además, hemos apreciado los comentarios de destacadas personalidades, vertidos en la prensa de nuestro país, ya sea a favor o en contra del acuerdo. Nuestro diagnóstico arriba a la conclusión.- desde luego que sujeta a enmienda y rectificación si es errónea o sesgada- que el TLC con los EE.UU. no favorece a Chile, porque nuestro país no está en condiciones de competir con relativa igualdad, como correspondería al participar en "el libre comercio" y en la "libre inversión ". En ambos dominios el socio mayor posee- desde los inicios- ventajas inmediatas, mientras nuestro país recién comenzaría a ejecutar políticas que respalden una "agenda pro-crecimiento", para que el empresariado nacional invierta en proyectos e industrias que produzcan bienes con alto valor ,y con posibilidades de competir en el exigente mercado norteamericano.
Con relación a lo anterior, es digno de consignar que- recientemente- la Asociación Nacional de Manufactureros de los EE.UU. ha estimado que, los productos que serán exportados a Chile gracias al TLC, será posible ganar anualmente 800 millones de dólares adicionales, además de asegurar la mantención de 10.000 puestos de trabajo en ese país. Desearíamos conocer estimaciones sobre utilidades y el empleo, tan favorables para nuestras industrias como la señalada; sólo se ha adelantado - en nuestro medio- que una industria textil comenzará a producir telas de alta calidad con fibras norteamericana y chilena, las que ya tienen asegurada su colocación en el mercado de la fina confección en los EE.UU.
Es importante puntualizar que en las negociaciones quedó establecido que "los agricultores de los EE.UU. tendrán un acceso al mercado chileno tan bueno o mejor que el alcanzado por los de Canadá y de la Unión Europea". Debemos tener presente que el concepto de libre comercio para los Estados Unidos tiene sus limitaciones, cuando se trata de proteger a sus "agricultores y rancheros", pues en el tratado se establecerá una provisión de salvaguardia para esos productores, en el caso que hubiese " un repentino aumento de las importaciones de productos agrícolas desde Chile".
Especial atención merece las disposiciones referidas al área de "los mercados de servicios", en los cuales operan una amplia gama empresas, desde las de computación y telecomunicaciones hasta los bancos, financieras y compañías de seguro, todas las cuales están muy avanzadas en los Estados Unidos, en cuanto a tecnología y posicionamiento en el mercado mundial. Todas ellas ahora podrán actuar con

mayores facilidades en nuestra economía, al extremo que en el caso de los seguros marítimos, de aviación y de transporte, nuestro país se ha comprometido a modificar su legislación, para permitir las ofertas sobre esas pólizas a las aseguradoras norteamericanas.
Con referencia a la vital y decisiva "área de la inversión", no se han divulgado las normas que la regularán, sólo conocemos los enunciados sobre "las importantes nuevas protecciones para los inversionistas de los Estados Unidos", las que plantean inquietantes interrogantes sobre cuál será en definitiva " el esperado sistema legal para los inversionistas de los EE.U: que operen en Chile", aún cuando se adelanta que " de conformidad a la Autoridad de Promoción del Comercio de los EE.UU. , el acuerdo extraerá de los principios legales y prácticas de los EE.UU. , para otorgar a los inversionistas de ese país, un conjunto básico de protecciones que los inversionistas Chilenos usualmente gozan bajo el sistema legal de los EE.UU."
No deja de ser sugerente que se haya acordado, en principio, que el inversionista norteamericano ya no estará obligado a adquirir en el mercado chileno los insumos que requiera, pues los podrá importar directamente desde los Estados Unidos, sin exigencias previas.
Dejamos constancia que no olvidamos que existen otras importantes materias que estarán reguladas en el tratado, como la propiedad intelectual, algunas referencias a las relaciones laborales y la protección del medio ambiente, que podrían ser comentadas en otro trabajo. Nos adelantamos a señalar que ellas también refuerzan el diagnóstico que Chile encarará un gradual proceso conducente a una gradual dependencia de los Estados Unidos, situación no exenta de conflicto de intereses con los socios de los otros tratados de libre comercio, los que parecen proyectarse como más solidarios, al otorgar cierta importancia a la cooperación en los campos de la educación y la transferencia tecnológica.
Para finalizar, deseamos dejar de manifiesto que reconocemos la inexorable tendencia que las economías de los países se integren en la actualidad a un sistema global, en el cual unos predominan y otros sobreviven, como consecuencias de un sistema que está ostensiblemente regido por los principios y valores propios del neo-liberalismo. Pero, además se debe reconocer que los pueblos están comenzando a unirse a escala mundial, no sólo para lograr un mayor bienestar y justicia social, sino que también para preservar un nivel de soberanía, de cuyo respeto dependerá que cada pueblo pueda desarrollar su identidad cultural con orgullo y libertad.
Santiago, 4 de Enero de 2003.
  * Por Danilo Salcedo V. Sociólogo, ex-Académico de la Universidad de Chile.