Quince "Dudas Razonables" sobre el Tratado de Libre Comercio entre Centro América y Estados Unidos

Por Dr. Henry Ml. Mora, ATTAC-Costa Rica

Introducción

En uno de los más llamativos pasajes del Génesis, Esaú, presa del hambre y la desesperación luego de un infructuoso día de caza, decide “vender”, por un plato de lentejas, su primogenitura a su hermano Jacob (y con ello empeñar la futura bendición de su padre Isaac). La historia suele servir de ejemplo para ilustrar aquellas situaciones en las que una persona, una organización, un sector o un país entero, se dejan llevar por intereses inmediatos, supeditando lo esencial a lo urgente.

Un riesgo similar podría estar corriendo Centroamérica en sus negociaciones de “libre comercio” con los Estados Unidos. En este caso, el “plato de lentejas” viene representado por el tema de acceso a mercados, ya que, aunque en las primeras seis rondas de negociación, Estados Unidos se ha mostrado, inesperadamente duro en varios “temas sensibles”, es claro que al menos deberán de consolidarse las condiciones de acceso ya establecidas unilateralmente en el marco de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, para que el Tratado tenga alguna posibilidad de ser aprobado. Lo contrario sería absolutamente inaceptable y conduciría a un rotundo fracaso de las negociaciones, como los mismos representantes empresariales del área lo han advertido. Desde luego, aunque las diferencias en este tema se resuelvan satisfactoriamente, siempre habrá ganadores y perdedores, y desde ya se anuncian cuáles serán los sectores productivos a ser sacrificados, supuestamente por ineficientes.

Pero, ¿cuál es la “primogenitura” que está en juego? Aunque una consolidación y ampliación del comercio de Centroamérica con los Estados Unidos puede ser, bajo ciertas condiciones, potencialmente beneficioso para nuestras pequeñas economías, a corto y mediano plazos, los temas centrales del desarrollo no se discuten, o se juegan en otras “mesas”, aquellas que definirán el fortalecimiento o la renuncia a las políticas e instrumentos de desarrollo, aquellas que determinen el tipo de inserción de Centroamérica en la “sociedad del conocimiento”, y aquellas que eventualmente otorguen derechos y privilegios a las empresas trasnacionales por encima de la soberanía de nuestros países. Estos temas centrales son, entre otros: compras del sector público, propiedad intelectual, solución de controversias, servicios e inversiones. Pero además, el patrón de especialización del comercio internacional de Centroamérica, que a la postre resulte de este tratado, podría consolidar esquemas de crecimiento económico que no favorezcan el desarrollo social, el bienestar de la población, la protección del ambiente y los derechos laborales y humanos. Pero más aun, hay temas de gran impacto para nuestros países que ni siquiera se están discutiendo, aunque sean colaterales a las negociaciones explícitas. Sobre algunos de estos temas queremos expresar nuestras “dudas razonables”, con el objetivo de introducir la discusión en este Foro, y exigir mayor transparencia y democracia participativa en las negociaciones. Seré un poco más detallado en los primeros cinco temas y en los tres últimos, ya que los restantes serán objeto de reflexión por parte de los otros participantes durante la mañana de hoy.

1. Sobre los objetivos de Los Estados Unidos en esta Negociación

Recientemente, el Representante de Comercio de los EE UU, Robert Zoellick, hizo públicas las siguientes declaraciones (discurso pronunciado el 8 de mayo, traduzco libremente):

“… countries that seek free-trade agreements with the United States must pass muster on more than trade and economic criteria in order to be eligible. At a minimum, these countries must cooperate with the United States on its foreign policy and national security goals, as part of 13 criteria that will guide the U.S. selection of potential FTA partners” ( … los países que buscan acuerdos de libre comercio con los Estados Unidos deben cumplir más que criterios económicos y de comercio, si pretenden ser elegibles. Como mínimo, estos países deben cooperar con los Estados Unidos en su política exterior y en sus metas de seguridad nacional, como parte de 13 criterios que guiarán la selección que haga Estados Unidos de sus potenciales socios en acuerdos de libre comercio)

Declaraciones similarmente cínicas las han dado tanto el presidente Bush como el Secretario de Estado Powell:

“Nuestro objetivo con el ALCA es garantizar a las empresas norteamericanas el control de un territorio que va del polo ártico hasta la Antártica, libre acceso, sin ningún obstáculo o dificultad, para nuestros productos, servicios, tecnología y capital en todo el hemisferio” (citado en: Osvaldo León, Movilización continental contra el ALCA, 24 de enero de 2002, http://alainet.org/docs/1698.html )

Sin pudor alguno, en esta declaración, Colin Powell deja claro que la propuesta estadounidense sobre el ALCA es potenciar al máximo los beneficios de los inversionistas, las empresas y los agricultores de EEUU –por lo menos, de los grupos de interés políticamente bien conectados.

Tratándose de Centroamérica, está claro que el interés de los Estados Unidos con el tratado que se negocia es, con mucho, más estratégico y geopolítico que económico, ya que en términos comerciales la región es insignificante para la gigantesca economía de los EEUU [1].

Robert Zoellick, Representantede Comercio
de los EE UU.
Después del fracaso del AMI (Acuerdo Multilateral de Inversiones), que pretendía homologar los derechos de los Estados y de las empresas transnacionales, EE UU ha optado por llevar adelante tratados bilaterales que fortalezcan

su posición en el comercio mundial y en las negociaciones al interior de la OMC. En el caso latinoamericano, el objetivo de estas negociaciones es el ALCA, pero no cualquier ALCA, sino uno que favorezca sus intereses comerciales y estratégicos. En este camino, los tratados con México, con Chile y con Centroamérica tienen dos objetivos claros: i) debilitar la posición brasileña de crítica abierta al ALCA en los términos en que lo impulsa EE UU, para lo cual el tratado con Chile es una pieza fundamental, y ii) aprobar acuerdos bilaterales que incluyan condiciones y plazos de apertura comercial más “libres” que los de la OMC y más próximos a las condiciones del NAFTA.

Por ello, tiene sentido preguntarse: ¿Tienen el gobierno de Costa Rica y el equipo de negociadores claridad sobre esta dimensión de las negociaciones? ¿Han evaluado sus riesgos, independientemente de que ellos consideren a los Estados Unidos como un amigo y un socio, no solamente comercial? ¿Qué posiciones de negociación se debilitan cuando la estrategia ignora estos elementos?

No se trata de especular sobre abstractas y complejas teorías de la geopolítica mundial, sino de reconocer que no tomar en cuenta esta dimensión básica necesariamente debilita la posición centroamericana y pone en riesgo los intereses que se dice defender. Por ejemplo, de los comentarios anteriores queda claro la importancia crucial de que Centroamérica no se precipitara en el inicio de las negociaciones formales, sin antes haber construido un verdadero bloque regional. Pero dada la premura en adelantar la negociación, la unidad centroamericana no se pudo consolidar, como ha quedado en evidencia con la separación de Guatemala y las dudas de Nicaragua en materia de desgravación arancelaria de sus respectivos mercados. Si por ingenuidad política o por convicción ideológica se considera que las negociaciones del tratado se refieren básicamente a cuestiones técnicas del comercio, las inversiones y el derecho comercial, si se ignoran las cuestiones estratégicas que obviamente Estados Unidos si tiene muy en cuenta, es claro que se estrecha aun más el margen de posibilidad de que los países centroamericanos obtengan provecho a largo plazo de estas negociaciones. Desde luego, para quienes piensen que los intereses de los Estados Unidos y los de Centroamérica son básicamente idénticos, la simple anexión será la mejor estrategia.

2. El TLC, El “Libre Comercio” y las ventajas competitivas

La historia económica mundial y diversas teorías de las ciencias sociales, no dejan ocultar que el desenvolvimiento de los distintos países y regiones del planeta se acopla mucho mejor a la existencia de un desarrollo desigual, que a una supuesta tendencia a la equiparación de los niveles de desarrollo a través del comercio o el intercambio en general. Siempre ha sido así y la tendencia actual no es diferente en absoluto.

En principio, el comercio entre países de desarrollo similar y con economías complementarias puede ser mutuamente beneficioso, pero los argumentos se complican cuando se trata de países con desarrollos muy desiguales, o abismales, como es el caso entre Estados Unidos y Centroamérica. Para muestra un botón: la economía norteamericana produce en seis horas el equivalente del PIB de todo un año de las cinco economías de Centroamérica.

Quizás podría pensarse que la causa de este desarrollo desigual se debe a que en la práctica el libre comercio en realidad no existe. Este debería de incluir, además de la marcada reducción en los aranceles al comercio exterior, que efectivamente ha ocurrido en los últimos 30 años, el libre comercio de los servicios y el libre comercio de los capitales. Pero veamos.

En materia de comercio de bienes, debe tenerse muy presente que además de los aranceles, pesan mucho las llamadas barreras no arancelarias, como los subsidios internos y a la exportación, las medidas sanitarias y fotosanitarias, los mecanismos anti-dumping y, últimamente, las exigencias en materia de seguridad y combate al terrorismo. Ciertamente, estos mecanismos obstaculizan el libre comercio, por lo general en contra de los intereses de los países subdesarrollados.

En materia de servicios y capitales, las principales barreras ocurren con el freno a las migraciones de trabajadores de los países pobres a los ricos, mientras que se busca la mayor movilidad posible para el capital financiero, aun a costa de los intereses nacionales, como ocurre con los capitales especulativos. Igual o más grave aun son las formas de protección de ciertos productos y tecnologías patentadas, que tienen el doble efecto de limitar la movilidad del capital productivo y frenar el acceso a productos básicos a precios razonables para los habitantes de los países pobres.

Pero aunque algunas distorsiones al comercio ciertamente no favorecen los intereses de los consumidores, el libre comercio tampoco es la tabla de salvación, menos entre países muy desiguales, pero incluso, en países de desarrollo similar. Ilustremos esto con un caso muy conocido. El supuesto beneficio mutuo que para dos países tendría el especializarse a través del comercio internacional guiándose por sus “ventajas comparativas”.

En las siguientes situaciones, el libre comercio acrecienta las desigualdades entre los países, aunque su comercio se base en las ventajas comparativas mutuas:

a) Cuando las actividades productivas en que un país se especializa tienen una escasa capacidad de generar crecimiento económico en el tiempo, por ejemplo, cuando se basan en la explotación de mano de obra barata y en la extracción (o destrucción) de recursos naturales con poco valor agregado. Peor aun si se dan efectos negativos irreversibles en el medio ambiente.

b) Cuando esas mismas actividades productivas tienen escasa posibilidad de interrelacionarse dinámicamente con el resto de las ramas productivas de la economía, esto es, cuando conforman enclaves productivos, ya sean enclaves de exportación o para el consumo interno (consumo suntuario, por ejemplo).

c) Cuando el patrón de especialización que surge del libre comercio conlleva a una estructura exportadora concentrada en productos no dinámicos en el comercio internacional.

En ninguno de estos casos, no poco frecuentes, podemos suponer que las ganancias del comercio igualarán o superarán a las pérdidas, y menos aun, desconocer ciegamente estas pérdidas. Como vemos, las teorías del libre comercio y de la producción competitiva deben ser sometidas a una crítica rigurosa, y nunca, las decisiones de un país en materia de comercio internacional pueden sustentarse exclusivamente en ellas. De hecho, su función principal ha sido, tanto ideológica como de instrumento para la imposición de las estrategias comerciales y geopolíticas de los países centrales sobre los periféricos.

3. ¿Deben desaparecer las producciones co-competitivas, por ineficientes?

Los argumentos en defensa del “libre comercio” basados en las ventajas comparativas tienen una importante debilidad: toman en cuenta las llamadas “ganancias del intercambio”, pero no consideran las “pérdidas del intercambio” ni las “desventajas comparativas”. Para ilustrar el razonamiento tomemos el ejemplo clásico de dos países (Inglaterra y Portugal, según la ilustración original hecha por el economista inglés David Ricardo) que tienen capacidad de producir dos mismos productos (textil y vino). Inglaterra produce ambos bienes con costos absolutos mayores que Portugal, sin embargo, la relación de costos de cada producto es diferente. Inglaterra produce con ventaja comparativa el textil y Portugal el vino. Por tanto, reza la teoría, conviene que ambos países se especialicen, Inglaterra en la producción de textil y Portugal en la de vino. Al hacerlo así, ambos países aprovechan sus ventajas comparativas y salen gananciosos (mayor disponibilidad de bienes a un precio menor).

Es claro que este tipo de razonamiento toma en cuenta sólo el producto efectivamente producido, pero no el producto potencial no creado o destruido. Si no todos los productores portugueses que antes se dedicaban a producir textil se pueden trasladar a la producción de vino (o a otra alternativa), entonces se destruirá una determinada producción con su correspondiente pérdida de ingresos y de empleos. Ciertamente, Portugal puede ahora comprar el textil más barato de lo que le costaba producirlo internamente, pero lo que gana al comprar el vino más barato, se acompaña de una pérdida de ingresos y empleo que no necesariamente es compensada por su especialización en la producción de vino. Moraleja: ¡ Comprar barato puede ser la forma más cara de comprar !

En efecto, si el libre comercio destruye ingresos internos superiores a los ahorros derivados de comprar más barato, entonces este libre comercio conlleva a mayores costos que beneficios, por lo que el argumento de la ventaja comparativa conlleva a una pérdida neta para el país, pérdida que, siguiendo con el ejemplo, desde luego se encarnará en los productores de vino portugueses desplazados [2]. De manera que una determinada actividad productiva puede ser no-competitiva, pero ello no implica que su desaparición sea racional. Una producción no-competitiva es económicamente racional siempre que las ventajas de la competencia –es decir, el acceso a bienes a menores precios que los internos– sean menores que las pérdidas de ingresos y empleos ocasionados por la eliminación de esa producción. Desde luego, podrían darse también argumentos no económicos (seguridad alimentaria, aspectos culturales, etc.), pero lo que se quiere resaltar es que, incluso en términos económicos, una actividad productiva catalogada como no-competitiva, no por ello debe desaparecer. Tengamos esto presente en el curso de las negociaciones.

4. ¿Es Suficiente el reconocimiento efectivo de las asimetrías para favorecer el mutuo beneficio de acceso a Mercados?

Es probable que Estados Unidos acepte diversos mecanismos de “cooperación” que en algún grado permitan tomar en cuenta el tema de las abismales asimetrías entre ese país y los centroamericanos. Medidas de salvaguarda, esquemas de cooperación, plazos y canastas de desgravación más favorables para los sectores productivos sensibles de la región, entre los más importantes.

No obstante, un estudio reciente de la CEPAL señala lo siguiente:

“Los países centroamericanos se han beneficiado del trato especial y diferenciado a través del Sistema Generalizado de Preferencias, la ampliación de los beneficios otorgados por la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, la extensión de los plazos para cumplir el acuerdo sobre subvenciones y medidas compensatorias y mediante la asimetría otorgada en los acuerdos comerciales con socios económicos de desarrollo dispar”.

Sin embargo, agrega el estudio,

“Los regímenes preferenciales de exportación a que han tenido acceso estos países no han tenido un impacto significativo en sus economías. ... Esto se debe, en primer lugar, a que su uso ha estado supeditado a necesidades de corto plazo (tales como la generación de divisas) y no se ha enmarcado en objetivos de desarrollo económico de más largo plazo. También ha retardado la transformación productiva en los sectores tradicionales de la actividad económica. Asimismo, habría generado enclaves productivos (como las zonas francas) que se benefician de importantes subsidios fiscales, con la consecuente reducción o no ampliación de la base tributaria que, a su vez, habría limitado la transmisión de beneficios desde esas actividades exportadoras hacia el resto de la economía.

El retraso de las transformaciones económicas necesarias en algunos sectores y el apoyo (mediante subsidios fiscales) a otros sectores que no tienen un efecto de arrastre ha generado economías duales que limitan la capacidad de crecimiento”. (CEPAL, La asimetría en las relaciones comerciales. Sus efectos en el desempeño económico, 2001: 3,4)

Lo señalado por CEPAL no es de extrañar, pero debe ser tomado muy en cuenta en el caso que nos ocupa. El 58% de los productos importados por Estados Unidos desde Centroamérica en 2002 consistieron en textiles. Se trata de una industria maquiladora con poca capacidad de generar crecimiento y desarrollo. Si el TLC va a consolidar este patrón de especialización, el reconocimiento de asimetrías tendrá a lo sumo efectos neutros, a menos que conduzca –junto con toda una agenda de transformación productiva–, a una renovación de los esquemas de producción y distribución de valor agregado. Pero esto ni siquiera está planteado.

Asociado a lo anterior está el tema de las “políticas compensatorias” o la “agenda de competitividad” que permitiría aprovechar las oportunidades del tratado. Al respecto, en el último informe de Indicadores Mundiales de Desarrollo, el Banco Mundial reconoce y advierte que,

“... aunque el libre comercio constituye una importante avenida para superar la pobreza, son la educación y la atención médica los que permitirían aprovechar las oportunidades que el mercado global les presenta”.

Es decir, el libre comercio, aun como lo concibe el BM, de por sí no es ninguna panacea, y más bien puede profundizar patrones de especialización que impidan el desarrollo, basados en estructuras exportadoras altamente concentradas. Entonces, la pregunta obligada es la siguiente. ¿Qué tan en serio se está tomando el gobierno el tema de la “agenda de competitividad” que debería acompañar un tratado de tanta trascendencia para Costa Rica como éste? ¿Cuáles son los proyectos propuestos más allá de la exigua cooperación que se negocia con los Estados Unidos?

5. El TLC, El Trato Nacional y las Políticas de Desarrollo.

La apertura comercial, por sí sola, no sólo puede contribuir a la merma y/o desaparición de sectores productivos no competitivos (lo cual podría o no tener impactos sociales relativamente extensos dependiendo del grado de absorción de fuerza de trabajo de los sectores perdedores y ganadores), sino que también, dicha apertura, en especial cuando se hace a través de acuerdos comerciales vinculantes, puede comprometer la capacidad de poner en práctica políticas de fomento al aumento de la productividad y la inversión de capital, en la medida en que dichos acuerdos impongan “techos duros” a los incentivos gubernamentales o a las formas legítimas de protección. Por lo tanto, a la hora de definir los criterios para considerar sectores sensibles, deben ser tomados en cuenta, por lo menos, tres tipos de criterios:

a) los comerciales

b) los sociales y

c) aquellos ligados al desarrollo.

Si estos elementos son ignorados en las negociaciones, la capacidad de poder aplicar políticas de desarrollo por parte de un país podría ser cosa del pasado.

El texto del Tratado podría representar un tiro de gracia a las políticas comerciales y de fomento productivo de los países centroamericanos y restringir al máximo sus espacios de maniobra para poner en práctica políticas de desarrollo. Por eso es estrictamente necesario que los EEUU reconozcan expresamente las necesidades de un trato especial y diferenciado para las economías de CA.

Además, no se debe limitar la capacidad de los países de apelar a criterios de salud, ambientales o de seguridad para condicionar la importación de determinados productos (criterios de bienestar social nacional)

De especial interés es la forma en que se establezca el otorgamiento del llamado Trato Nacional. Teóricamente, su propósito es que las concesiones arancelarias no proporcionen protección directa o indirecta a productos nacionales. Pero implica una limitante a la capacidad, por parte de los gobiernos, a aplicar algún instrumento de política económica que le permita fomentar cualquier tipo de actividad productiva, en tanto obliga a homogeneizar los impuestos internos o cualquier otro tipo de regla entre el productor nacional y el extranjero.

El acceso a mercado que se otorgue a los productos sensibles exportados por EEUU, más que ser definido por un principio de trato nacional, o por una concesión cortoplacista a los productores nacionales; debería enmarcarse bajo los planes nacionales de desarrollo de los países, por lo que el principio que debiera regir debe ser el de un trato especial y diferenciado o preferente, con el propósito de atender las inequidades de nuestros países y apoyar a los productores nacionales en su ruta de transición a otros productos y mercados cuando ello sea necesario.

6. El Capitulo de Servicios y los Derechos de los Inversionistas

Los servicios (banca, seguros y finanzas, transporte, telecomunicaciones, correos, salud, turismo, distribución y tratamiento de agua, educación, electricidad, etc.) tienen una gran importancia no sólo para la economía, sino también para las personas, ya que son productos que satisfacen necesidades, muchas de ellas básicas y vitales para la vida y el desarrollo humano. Por ello, en países como Costa Rica, todavía algunos de estos servicios están en manos del Estado y no tienen como meta el lucro. Además, tanto la producción como el consumo de los mismos tiene lugar fundamentalmente a nivel nacional.

Pero en el marco de las negociaciones de la OMC, y bajo la presión de los Estados Unidos y Europa, se dan dos fuertes tenencias que deben ser contrarrestadas:

a) El intento de hacer extensivo a los servicios todas las normas o reglamentos que se han acordado para el comercio de bienes, esto es, tratar a los servicios como bienes, impulsando la privatización de los mismos y la liberalización de sus mercados así creados.

b) Por otro lado, el interés norteamericano por cuestiones tan importantes como el acceso a los mercados de servicios por parte de las empresas transnacionales y la resolución de los problemas de operación al interior de los países, una vez logrado el acceso a esos mercados.

Lo que está en juego entonces son aspectos esenciales como los siguientes:

a) La penetración de capitales extranjeros en áreas como la salud, la educación y la administración de la justicia, como ha ocurrido en Chile.

b) En el campo de los servicios financieros, la pérdida de control sobre los capitales especulativos, como también se muestra recientemente en el caso chileno.

c) El control de las empresas transnacionales de las telecomunicaciones y de la Internet, áreas de tremenda importancia en la definición de una estrategia nacional de desarrollo

d) Los derechos que adquieran los inversionistas extranjeros y su poder de demandar a los gobiernos por leyes de interés público o regulaciones que a juicio de estas empresas afecten sus ganancias, reales y potenciales (capítulo 11 del TLCAN). Por ejemplo, bajo el TLCAN las empresas han empleado estas reglas para desafiar prohibiciones contra el uso de químicos tóxicos o el descargue de desechos tóxicos donde amenazan el agua potable.

7. Compras Gubernamentales e Interés Público

Los distintos niveles e instancias gubernamentales (municipales, nacionales), deberían utilizar –y de hecho lo hacen a menudo–, reglas de adquisición o compras a proveedores para alcanzar importantes metas de políticas públicas, como la protección al consumidor, el desarrollo económico, la protección ambiental, la salud y seguridad públicas, las prácticas de regulación anti-competitivas, la equidad de género, la justicia social y el respeto a los derechos humanos y laborales. Debemos oponernos a que un TLC como el que está en discusión, o el mismo ALCA, afecte la capacidad de los gobiernos para actuar y aplicar reglas de adquisición vinculadas con estas importantes metas políticas. Un TLC que reproduzca el modelo del NAFTA, implicaría una seria amenaza para las políticas de adquisición responsables y socialmente justas.

No se trata de oponerse a la transparencia en las regulaciones sobre adquisiciones gubernamentales, sino de impedir que se restrinjan las metas de políticas públicas que pueden alcanzarse por medio de las prácticas de adquisición por parte del gobierno. Aunque los técnicos en la materia defienden estas reglas afirmando que son necesarias para impedir favoritismos y corrupción, el problema es que eliminan cualquier criterio no estrictamente comercial en materia de adquisiciones, como los señalados anteriormente.

8. Derechos de Propiedad Intelectual

En teoría, los derechos de propiedad intelectual deben equilibrar los intereses de inventores, artistas y otros creadores de productos socialmente útiles con los intereses de la sociedad. El problema surge cuando este equilibrio se rompe y los acuerdos comerciales favorecen la actividad comercial por encima del interés público y el desarrollo sustentable de los pueblos.

Los monopolios de hasta veinte años otorgados a los dueños de las patentes constituyen un obstáculo a la transferencia de tecnología de los países industrialmente desarrollados a los subdesarrollados, además de crear obstáculos para el acceso a los métodos de producción menos dañinos para el medio ambiente, sea por la reducción de insumos de materia primas o de desechos sólidos.

Otro resultado del desequilibrio en el impacto de los derechos de propiedad intelectual es la falta de recursos para la investigación científica y el desarrollo de nuevos productos mejor adaptados a las necesidades y condiciones de los países del Sur.

Pero hay dos temas donde las reglas sobre derechos de propiedad intelectual tienen impactos profundos. En primer lugar, el trato sobre los seres vivos y, en segundo lugar, las medicinas patentadas.

En estos temas cruciales es fundamental lograr un equilibrio entre el interés público y los intereses de las empresas privadas. Los monopolios sobre patentes hasta por veinte años, no solamente permiten a las empresas agroindustriales y farmacéuticas transnacionales dominar la compra-venta de sus productos patentados; también, en muchas ocasiones, convierten en propiedad privada lo que debe se propiedad pública, disponible para el bienestar de todos. Además, el hecho de patentar seres vivos y materia viva (privatizar la vida), enfrenta muchos cuestionamientos, éticos, biológicos y espirituales.

9. Políticas de Competencia

El sentido explícito de las políticas de competencia es evitar prácticas monopólicas. En términos generales se puede estar de acuerdo con dicho objetivo, pero el problema es más sutil. Detrás de este objetivo se esconde una visión del mundo y de la economía, en la cual se absolutiza la competencia como el valor supremo. En un contexto internacional de grandes diferencias entre los países y entre los tamaños y poderes de las empresas, la competencia llevada al extremo es simplemente la sentencia de que el pez grande se coma al chico. La aplicación de este valor lleva por tanto a la desaparición de las pequeñas y medianas empresas nacionales.

Pero la economía debe ser regulada en función de objetivos de sustentabilidad, distribución de la riqueza y justicia social, además de la eficiencia formal. No todo monopolio es malo, algunos monopolios públicos se justifican, ya sea por razones sociales o de soberanía.

10. El TLC desde una perspectiva de Genero

Hasta ahora, los negociadores encargados de discutir las propuestas y contrapropuestas sobre el TLC C.A. EE. UU., han ignorado los posibles efectos de la liberalización comercial sobre las mujeres que viven en la pobreza en toda Centroamérica, a pesar de contarse con el precedente del TLCAN o NAFTA, que según diversos estudios, ha deteriorado sensiblemente los niveles de vida y de trabajo de las mujeres en el campo mexicano. Al omitir un análisis de la forma diferenciada en que el CAFTA podría afectar a mujeres y hombres, las negociaciones en curso parecen destinadas a incrementar cargas de trabajo para las mujeres y a profundizar su indigencia en Centroamérica.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, las mujeres constituyen más de 70% de los ciudadanos pobres del mundo. Las mujeres son desproporcionadamente pobres debido a la discriminación social y cultural que limita su acceso a la educación, a la capacitación tecnológica, al crédito y a la tierra. Además, para ciertos empleos no se contrata a las mujeres a pesar de que son aptas para ellos; se les considera asalariadas de “segunda”, suelen percibir menos salario que los hombres por igual o similar trabajo y, generalmente, son las últimas en ser contratadas y las primeras en ser despedidas. Finalmente, las mujeres siguen realizando la mayor parte del trabajo “reproductivo”: cuidado de sus familias, preparación de alimentos y limpieza y arreglo de la vivienda. Este trabajo, invisible en las cuentas nacionales, significa que las mujeres tienen menos tiempo para adquirir nuevas destrezas, para buscar nuevos empleos o simplemente para disfrutar del tiempo libre. La desvalorización del trabajo de la mujer también se traduce en incapacidad para exigir salarios iguales por trabajo igual.

Promover modelos de comercio que no reflexionen sobre la vida de las mujeres significa que se podrían exacerbar las desigualdades de género. Por ejemplo, estas políticas podrían fomentar cultivos comerciales a cuya producción sólo se dedican los hombres, o a crear oportunidades de inversión para las corporaciones multinacionales que se encargan de contratar mujeres con salarios bajos y condiciones de trabajo precarias.

11. Medio Ambiente y Recursos Naturales

La liberalización de las inversiones y la apertura comercial puede tener severos impactos sociales y ambientales. Desde una perspectiva ecológica, los problemas con la política de comercio e inversión a los que hay que poner una crítica atención son los siguientes:

a) se externalizan (no se consideran) los costos ambientales y sociales

b) se tiende a intensificar el uso de la energía (Plan Puebla Panamá), sobre todo con combustibles fósiles

c) se sobreexplotan los recursos naturales y se daña la biodiversidad, erosionando la base de la actividad económica y social.

Estas políticas intensifican la expropiación de recursos genéticos, la destrucción de ecosistemas naturales, la degradación ambiental en sectores agropecuarios y urbanos, la desregulación ambiental y la violación de los derechos humanos individuales y colectivos de las generaciones presentes y futuras. Es por ello que garantizar una perspectiva respetuosa del medio ambiente no es cuestión de adicionar a la lógica dominante de los acuerdos comerciales cláusulas ambientales. En realidad, la perspectiva ambiental o ecológica debe llevar a cambios profundos en la estrategia económica como tal y con ello también a pensar bajo otras reglas la regulación de la economía mundial. Un verdadero desarrollo que incluya una perspectiva ecológica es incompatible con el dejar a la economía a merced de las fuerzas del mercado.

12. Trabajo y Derechos Laborales

Algunos de los tratados comerciales pactados en el continente han adoptado acuerdos específicos que establecen que los principios fundamentales sobre las condiciones laborales deben ser respetados por todos los países miembros, y que los mismos deben contribuir a un mejoramiento general de los niveles de vida de los trabajadores y trabajadoras. Tal es el caso, por ejemplo, del acuerdo paralelo al TLCAN sobre trabajo, llamado oficialmente “Acuerdo de Cooperación Laboral de América del Norte”. Pero esto contrasta con la realidad de las condiciones laborales, especialmente en México.

También es sabido que los niveles laborales básicos acordados en la OIT son desacatados regularmente por los patronos en casi todas partes, en función de lograr “competitividad”. Los gobiernos suelen ignorar o minimizar estas violaciones, para favorecer la continuidad de la inversión extranjera. Esto sucede particularmente con las empresas maquiladoras, que requieren mano de obra barata. Por tanto, si no se dan pasos concretos para garantizar el respeto a los derechos laborales, la liberalización económica impulsada por los acuerdos de libre comercio seguirá mermando los niveles de empleo y la seguridad laboral en Centroamérica.

En Centroamérica hay que mejorar las leyes laborales, pero sobre todo, garantizar su real aplicación. Un CAFTA que no profundice las ya enormes desigualdades en la protección y cumplimiento de derechos laborales debería por tanto incluir un marco cronológico para el cumplimiento efectivo de los derechos laborales. La OIT podría proporcionar un sistema de vigilancia sobre la mejora en las condiciones laborales pactadas y dentro de este marco de mejora progresiva sí podría pensarse en sanciones para los países y/o empresarios que irrespeten el cumplimiento de las normas laborales establecidas en el acuerdo.

13. El Impacto sobre las Estructuras Tributarias

Aunque el proceso de desgravación arancelaria se inicia en Costa Rica desde la época de los PAE, un tratado comercial con los EE UU tendrá, en el corto plazo de 10 años, un impacto decisivo sobre la recaudación de impuestos y la estructura tributaria del país. Esto por cuanto, EEUU es el país de donde proceden más del 50% del total de las importaciones. Es de prever, que los aranceles disminuidos serán sustituidos paulatinamente por impuestos internos, especialmente sobre el consumo, como ha sido la norma en las últimas décadas. Existe por tanto el peligro de hacer más regresivo el sistema tributario costarricense, a menos que el punto aludido se enfrente de manera planificada y transparente. Además, ante la insuficiencia de ingresos, crecerán aquellas voces, como las de los ex presidentes Rodríguez Echeverría y Arias Sánchez, que clamarán por la privatización de empresas estatales.

14. La Balanza de Pagos y el Déficit de Cuenta Corriente

Aunque en Costa Rica los programas de ajuste estructural no han implicado una des-industrialización de la economía, si han conllevado a su progresiva extranjerización. Este proceso será sin duda profundizado en los próximos años, sobre todo al amparo de un TLC con los EEUU y del ALCA. Pero se cierne una presión adicional sobre la economía. En la medida en que las nuevas inversiones extranjeras se ubiquen preferentemente en los sectores de servicios (educación, salud, telecomunicaciones, seguridad), se trata de sectores que satisfacen sobre todo la demanda interna, es decir, no son sectores generadores netos de divisas. Este proceso ejercerá una presión adicional sobre el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, además de la que ya imponen las empresas localizadas en zonas francas (Intel sobre todo), al transferir enormes recursos a sus casas matrices en el extranjero, en especial, claro está, en los EEUU.

15. Los Efectos sobre la Agricultura y la Vida Rural

Con la excepción de Costa Rica, el resto de países centroamericanos se encuentran clasificados entre los más pobres del mundo, y cerca de la mitad de su población se ubica efectivamente debajo de la línea de pobreza. La mayor parte de esta población se localiza en el campo, donde casi la mitad de la ella se dedica a la agricultura de subsistencia.

Junto a esto, hay que reconocer que los países centroamericanos tienen una capacidad extremadamente limitada para adaptarse a los trastornos que siempre se producen tras una apertura comercial de envergadura. Si esto no se toma en cuenta de manera amplia y contundente, el CAFTA puede convertirse en un desastre para el desarrollo de la región, ya que no se cuenta con los recursos económicos, gubernamentales ni humanos necesarios para enfrentar, aunque sea con moderado éxito, la apertura que pretende imponer EEUU.

¿Cómo justificar un criterio de “molde” en las negociaciones, según el cual, se insiste en que los términos negociados con países de mucho mayor desarrollo económico, como Singapur y Chile, también se apliquen a Centroamérica? Cuando se negoció el NAFTA, hace 10 años, México tenía un ingreso bruto per cápita de $ 4 230, el actual de Nicaragua apenas sobrepasa los $400.

Una inadecuada negociación en productos sensibles como maíz, frijoles, carnes, lácteos y azúcar, podría producir una catástrofe en el campo centroamericano, dado que el sector agrícola da empleo a una gran parte de la población de Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador. ¿Existe capacidad en el resto de estas economías para absorber la fuerza de trabajo que sería desplazada, cuando la única industria exportadora manufacturera viable actual es la de textiles y prendas de vestir, la cual tampoco está siendo particularmente favorecida, hasta el curso actual de las negociaciones? Si la respuesta es negativa, la informalidad, la inmigración y la pobreza extrema sería el destino de millones de centroamericanos. ¿De que valdría tener acceso a productos de EEUU más baratos sin ingresos suficientes para comprarlos?

Estos son algunos de los temas que se juegan en la negociación del TLC. Más que temas, lo que se juega es el futuro mismo de la región.-EcoPortal.net

Notas

[1] No obstante, el impulso del Plan Puebla Panamá prueba que si hay interés por determinados recursos de la región, como la biodiversidad, el agua o la electricidad.[2] Aunque la teoría de las ventajas comparativas no incluye la posibilidad de que hayan países o productores perdedores, otra teoría más reciente y “realista”, la de las “ventajas competitivas” si acepta esta posibilidad. De hecho, en su vocabulario es usual hablar de “ganadores y perdedores”. El problema con este “realismo” es que desemboca fácilmente en cinismo, es decir, en la racionalización de las víctimas a favor del crecimiento y de la competitividad.*Henry Mora, economista de la UNA -Escuela de Economía Universidad Nacional - Documento presentado en el FORO DE ORGANIZACIONES SOCIALES SOBRE EL TLC CENTROAMERICA ESTADOS UNIDOS, realizado en el campus universitario Omar Dengo, el 8 de agosto de 2003. .Los artículos firmados son de responsabilidad de los autores. EcoPortal.net puede o no coincidir con los conceptos u opiniones emitidas.

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