La enseñanza de la agroecología en la universidad

Por Marisol Garrido

La agroecología es una ciencia que trasciende las bases de lo que ha sido hasta ahora el método científico, ya que es una ciencia que obliga a una visión holística de los sistemas agrarios.

La verdad es que no puedo hablar de enseñanza de la agroecología en la Universidad sin hablar de la ENSEÑANZA EN LA UNIVERSIDAD. Y para ello lanzo las siguientes preguntas ¿Para qué estamos enseñando?, ¿cuál es el objetivo de que existan estudios universitarios?, ¿qué estamos enseñando? y ¿cómo estamos enseñando?

Todo ello está totalmente implicado en por qué es tan difícil que las Universidades actuales asuman que es importante incluir la agroecología entre sus asignaturas.

La agroecología es una ciencia que trasciende las bases de lo que ha sido hasta ahora el método científico, ya que es una ciencia que obliga a una visión holística de los sistemas agrarios. El método científico establece la separación de las partes para estudiar cada una en profundidad, y se supone que uniendo los conocimientos de las diferentes partes podemos tener el conocimiento de la totalidad, de aquí surgen las ciencias actualmente establecidas, en el mundo de la agricultura. Algunos de los que trabajamos en la agricultura y en el medio ambiente hemos visto que esta constante separación nos ha llevado a una
imposibilidad de dar soluciones a los problemas existentes. Por ejemplo, los conocimientos que necesitan los agrónomos se trocearon en diversas ciencias, la patología vegetal, la edafología, la fisiología vegetal, la entomología agrícola, etc.

Con estas ciencias se crearon áreas de conocimiento y con esta estructura se diseñaron los proyectos de investigación. Estas investigaciones no tienen una visión holística, ya que no relacionan los conocimientos adquiridos en cada una de las ciencias con los de las otras. Por lo tanto, se obtienen resultados inconexos, aberrantes que no pueden llevar a saber qué hacer para manejar los sistemas agrarios de una forma perdurable. Los patólogos vegetales, por ejemplo, no pueden darse cuenta que algunas enfermedades de las plantas provienen de condiciones inadecuadas en el manejo del suelo, por lo que las soluciones que aportan son del tipo de aplicar un fungicida, ya que no consideran (ni "deben" hacerlo) las relaciones del suelo con la planta. Los edafólogos, que saben mucho de los suelos y de cómo se llaman estos según diferentes clasificaciones, no pueden (ni "deben") dar recomendaciones útiles para que las plantas crezcan sanas sin plagas, porque no conocen nada de las plantas y sus relaciones con las plagas. Esta desconexión de conocimientos, aparece a simple vista como una desconexión entre departamentos de las Universidades, una desconexión entre científicos de diferentes áreas, que ni siquiera aceptan que los otros tienen conocimientos que a ellos mismos les pueden ser útiles.

Creo firmemente que si, en estos momentos, la sociedad universitaria no es capaz de ser humilde y de aceptar los conocimientos de otras ciencias que tienen el mismo objeto de estudio, esto es la agricultura, no solamente no vamos a ser capaces de solucionar eficazmente los problemas que existen, sino que vamos a producir muchos desastres (contaminaciones que dejarán estériles los suelos e inutilizables a las aguas, desequilibrios ecológicos que llevarán a la proliferación de plagas y enfermedades haciendo inviables los cultivos, etc., etc, etc.)

Por todo esto, sé que no es fácil que las Escuelas de Agrónomos asuman la Agroecología entre sus asignaturas. Es mucho más fácil de asumir lógicamente en una que imparta estudios de Ciencias Ambientales. Esta es una ciencia donde lo que interesa no son los conocimientos profundos de cada parte, sino la relación entre las partes, entre las ciencias, entre las ciencias de la agricultura, la ecología, la sociología, la psicología y la economía. Esto rompe con lo que la sociedad científica tiene establecido como "metodología científica" porque lo trasciende y, por lo tanto, lo enriquece.

Debemos tener claro que la agroecología es una amenaza para la organización actual de las Universidades, pues trastoca las relaciones. También es una amenaza para la organización actual de los grupos de investigación, pues rompe los esquemas de lo que debería considerarse "investigar" y la organización departamental existente. Esta es la principal causa de la inaceptación. De alguna manera la sociedad científica, oficialmente establecida, presiente que los sistemas organizados desde hace unos cuantos siglos se empiezan a resquebrajar.

¿Cuál es la solución a esto? Para mí, ante todo, tanto profesores como alumnos deberíamos lo primero hacer un alto en el camino y reflexionar honestamente, preguntándonos ¿Para qué estamos enseñando y aprendiendo?, ¿Qué deberíamos enseñar y aprender para conseguir estos fines? ¿cómo deberíamos hacer esto?
La agroecología requiere ampliar y abrir nuestras mentes, y aprender a utilizar no solo el pensamiento analítico (que es el que utilizamos para el desarrollo de la metodología científica) sino también el pensamiento analógico, sistémico u holístico. De esta forma seremos capaces de comprender los sistemas agrarios de una forma completa, en toda su dimensión de diversidad, en el espacio y en el tiempo.

La agroecología requiere comprensión y humildad, ya que necesita la diversidad de conociimientos y, por lo tanto, la diversidad de personas. Esto nos lleva a formar equipos multidisciplinares de técnicos, investigadores o profesores, en cada caso. Estos equipos deben aprender a trabajar manteniendo relaciones "ecológicas", es decir, relaciones de intercambio fluido, sin trabas, sin pequeños reinos de conocimiento desconectados.

La agroecología requiere pasar a la acción, no solo se trata de acumular conocimientos desconectados como si fuéramos librerías con muchos estantes. La sociedad necesita respuestas, necesita profesionales capaces de resolver problemas. Por ello, es importante incorporar las actividades prácticas y reales. El conocimiento se pierde si no se lleva a la vivencia. No podemos enseñar las cosas de la vida en una pizarra (o con todas las tecnologías didácticas disponibles), promoviendo una actitud pasiva en los alumnos. Debemos, como profesores, promover las capacidades y habilidades que sabemos que son necesarias en el desarrollo de nuestra actividad profesional: la creatividad, la capacidad para resolver problemas que nunca antes nos hemos encontrado, la capacidad para buscar conocimientos nuevos, para sorprenderse, para desconfiar hasta de uno mismo, para diseñar nuevas formas de hacer adaptadas a situaciones concretas, etc.

A todos vosotros, os sugiero que penséis en las preguntas que os he lanzado y las presentéis en cuantos foros podáis. Las respuestas vendrán solas.

* Departamento de medio ambiente – Universidad Europea de Madrid

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