Por Julio Alexander Parra Maldonado
Recién se celebró en Caracas la Cumbre de la Deuda Social, y se observaron interesantes puntos de vista sobre la connotación de la deuda externa en Latinoamérica, pero más importante es que se vislumbró con claridad la necesaria y justa cancelación de la deuda social con los pueblos latinoamericanos. Todo esto motiva a realizar con más énfasis los posicionamientos acerca de las deudas en el mundo globalizado actual con los pueblos pobres del Sur del planeta.
Una de los principales componentes de la deuda social es lo planteado como la deuda ecológica. Es una apreciación bastante justa de lo que ha significado la injusta distribución de las riquezas naturales del planeta, los recursos utilizados para el desarrollo de las naciones.
Así, con motivo de la recientes Reuniones del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional, de la Organización Mundial de Libre Comercio, del G7 o el G8, se ha discutido el impacto y las consecuencias de la Deuda Externa de los países del sur en la economía global. Simultáneamente un numeroso grupo de representantes de movimientos y organizaciones no gubernamentales escenifican protestas en las ciudades donde se reúnen, exigiendo un cambio radical en los mecanismos de estos organismos que representan los prestamistas y principales acreedores de la Deuda Externa.
Este asunto no es solo económico, por sus implicaciones y su impacto social debe ser producto de un abordaje amplio y contar con la participación de todos los afectados, acreedores y deudores. Actualmente los países deudores, entre ellos Venezuela, y sus ciudadanos hacen grandes sacrificios para "honrar esta deuda", con las consecuencias negativas que esto trae para las economías nacionales. Por ejemplo en Venezuela, a pesar de las promesas anteriores a su llegada a la presidencia, el gobierno de Hugo Chávez, con todo y revolución, mantiene puntuales los pagos de la deuda venezolana en el exterior, muy por encima de su compromiso de pagar la deuda social.
Pero los pueblos del Sur no solo deben, el desarrollo de las naciones del Norte industrializado también debe al Sur "atrasado". También hay otro análisis posible. Existe una Deuda Ecológica real y sin la atención debida.
Estudiosos, intelectuales, escritores y diversos movimientos sociales, como los indígenas y los ambientalistas en Latinoamérica, se refieren a la Deuda Ecológica como aquella que tiene el Norte con el Sur a cuenta del comercio ecológicamente desigual y del uso desproporcionado de servicios ambientales hechos históricamente por el Norte. De esta forma estaría estableciéndose una justa retribución por el uso que se le han dado a los recursos planetarios en perjuicio del desarrollo del Sur.
En efecto, la cuestión no es sólo ajustar la economía financiera a la economía productiva, sino ajustar ésta a una verdadera economía ecológicamente sustentable. Como no ha sido así, como durante siglos ha habido una explotación del Sur por el Norte, cabe reclamar la Deuda Ecológica.
Esta tendría los siguientes orígenes:
a) A cuenta del Comercio Ecológicamente Desigual:
– Los gastos no pagados de mantenimiento del «capital natural» exportado (por ejemplo, al exportar productos agrícolas también se exportan nutrientes, aquellos elementos químicos esenciales para la vida, como: carbono, oxígeno, hidrógeno, nitrógeno azufre y fósforo) que no han sido repuestos, en perjuicio de los suelos agrícolas de los países del Sur.
– Los gastos no pagados para compensar los daños locales producidos por las exportaciones de algunas materias primas extraídas en los países del Sur para satisfacer los mercados en el norte industrializado (por ejemplo, contaminación con mercurio al exportar oro, contaminación con dióxido de azufre al exportar cobre).
– Los costos actualizados de la no-disponibilidad futura de recursos agotables para el consumo de las poblaciones futuras del sur (tales como el petróleo, pero incluyendo también otros como la caoba y otras especies forestales).
b) A cuenta del uso desproporcionado de servicios ambientales por el Norte expresados en sus altos niveles de consumo, a costa del Sur.
– Lo que se ha dejado de pagar, no sólo por las materias primas que incorporan biodiversidad, sino también por los conocimientos sobre semillas agrícolas, plantas medicinales, conocimientos tradicionales, etc.
– Los gastos no pagados en compensación por los daños de las importaciones de residuos sólidos o líquidos que son dañinos (y que en muchos casos están prohibidos en el Norte).
– Los daños ocasionados a la población y ambiente de los países del Sur por fertilizantes agroquímicos nocivos a la salud y al ambiente, y que producidos en el Norte está prohibido su uso allá, más no su exportación.
– Los gastos no pagados a cuenta del uso de espacio ambiental para depositar residuos gaseosos como el dióxido de carbono (principal gas de efecto invernadero), y cuyos principales generadores están en el Norte industrializado.
Actualmente se están realizando estudios sobre una posible cuantificación de esta Deuda Ecológica. También se estudia la implementación de impuestos verdes para restituir la deuda ecológica. Así, no sólo puede discutirse el no-pago de la deuda externa, sino que, podría discutirse la reclamación de la Deuda Ecológica del Norte industrializado con el Sur pobre. En este aspecto es positivo resaltar los acuerdos de la Cumbre Mundial de la Tierra celebrada en Río en 1992, sobre el pago de la conservación de los Reservorios de Biosfera, que se encuentra en su gran mayoría en los países del Sur, aunque aún no se hayan implementado efectivamente.
Es el momento de plantearnos alternativamente las relaciones de poder en el mundo, estamos en un mismo barco que esta llevando desigualmente las cargas. Desde nuestros países debemos asumir estos problemas y decidir cuanto estamos dispuestos a seguir cargando, a costa de nuestro presente y nuestro futuro. Queremos economías modernas, pero más debemos querer pueblos educados, saludables y conscientes de sus capacidades para labrarse su futuro digno. Que no decidan por nosotros en el FMI o el Banco Mundial, que no protesten por nosotros los movimientos sociales de los países del Norte, no deben nuestras organizaciones sociales de desarrollo seguir esperando las directrices del Norte.
De nada sirve que adelantemos proyectos de "desarrollo" si vamos a seguir dependiendo de un mundo signado por las decisiones del Norte. Deben nuestros pueblos proponer y exigir a sus gobiernos que nos fortalezcan ante esta globalización de las desigualdades sociales que enfrentamos cada día con mayor violencia y desesperanza.
La Deuda Externa existe, es real y si no pregunten a los gobiernos cuanto representa en los presupuestos nacionales. Pero, ¿y la Deuda Ecológica?. Es buen momento para preguntarnos una vez más ¿Quién debe a quién?.
(*)Julio Alexander Parra Maldonado
Cátedra de la Paz y Derechos Humanos
catedradelapaz@cantv.net
http://www.geocities.com/catedradelapaz
Universidad de Los Andes
Dirección General de Cultura y Extensión
Cátedra de la Paz y Derechos Humanos
"Mons. Oscar Arnulfo Romero"
Mérida – Venezuela