Informe Ecología Social. Lo argentino y el medio ambiente: políticas a desarrollar

Por Gladys Leiva

El mundo industrializado es responsable en gran medida de los males ambientales que aquejan a la Tierra. A la revolución industrial le debemos el deterioro de los complejos ecosistemas que sostienen la vida. Los países menos desarrollados, no sólo perjudican su propio entorno, sino todo el orbe, al utilizar procesos sucios. La humanidad se ha hecho dueña de su propia autodestrucción.  

I. A manera de introducción

En la última década del siglo XX nació el "mundo unipolar". El planeta se "globalizó" con el triunfo del sistema capitalista sobre el colectivismo de estado.

La explosión tecnológica en la producción de bienes de uso y consumo se unió al avance técnico de los medios de información y comunicación y a la formación de grandes capitales financieros, creando áreas macroeconómicas internacionales.
La multiplicación desmedida de la Humanidad: En octubre de 1999 la población mundial llegó a la cifra de 6.000 millones, cuadriplicando la cantidad de habitantes existentes cien años atrás. Hacia el 2050 se podría llegar al número de 10.700 millones. Hoy la mitad del género humano tiene menos de veinticinco años. Sólo un veinte por ciento de mujeres y hombres viven en los países desarrollados, sin embargo en ellos, también existen grandes bolsones de pobreza. Sólo en los EE.UU. más de nueve millones "de los sin techo" viven en las calles. Esta explosión demográfica genera nuevos desafíos e interrogantes. Las perspectivas políticas de corrupción e injusticia social hacen que las soluciones no aparezcan. Esto supone que pronto, solamente, el diez por ciento de los hombres en la Tierra tendrán sus necesidades existenciales satisfechas.

La masificación: La especie humana es la única que tiene capacidad para alterar el equilibrio de la naturaleza. En este panorama desolador emerge la realidad de las concentraciones urbanas. Pronto el noventa por ciento vivirá en las grandes ciudades produciendo nuevas problemáticas sociales y económicas. El ser humano se aleja de la naturaleza a la que contamina, depreda y destruye y la pobreza, cotidianamente, produce más contaminación ambiental.
El futuro necesita soluciones urgentes y reales, éstas sólo pueden visualizarse y ponerse en juego de manera racional y científica y sólo podrán ser impulsadas desde el campo de la planificación y la decisión política.

Hace más de doce mil años el territorio de la actual Argentina comenzó a poblarse por bandas de recolectores y cazadores. Luego emergieron las primeras culturas aborígenes. Hace apenas medio milenio atrás, fueron modificadas tras la irrupción de las corrientes conquistadoras europeas. La antropología de nuestros días nos muestra que se ha producido, en nuestro país, un gran laboratorio étnico y social donde emerge como nueva realidad la creciente presencia indoeuropea.
Las necesidades básicas no resueltas son moneda corriente en las comunidades humanas. El derecho a la vida, el alimento, el vestido, el hábitat y la salud para muchos no se cumple. Las exigencias sociales reclaman la educación, el trabajo y la seguridad individual y colectiva. El cuadro de humanización se complementa con el logro de la justicia, la libertad y el desarrollo de la trascendencia espiritual. La realidad presenta difícil el logro de estas metas para todos los argentinos, cada vez más alejados de concretar una identidad nacional.

II. ¿Un diagnóstico es posible?

La Argentina del tercer milenio, de cara al 2003, es una nación en crisis, aislada frente a su realidad, atrás parecen quedar los proclamados sueños y metas de la última década. El país del crecimiento sostenido insertado en el mundo desarrollado, el de las misiones de paz en la ONU, queriendo crecer económicamente el setenta por ciento. Una nación de boom tecnológico agropecuario, octavo productor mundial de alimentos. Con floreciente industria automotriz y explotación minera, primer exportador mundial de jugo de limón y miel, cuarto en vinos y gran abastecedor energético. Una sociedad beneficiada con más de cuatro millones de nuevas líneas telefónicas, con cincuenta por ciento de televisores con servicio de cable y entre los tres primeros países del mundo consumidores de fibra óptica.

Hoy esta Argentina ideal se ha transformado en el país de los "piqueteros" sin instrucción o con educación, pero todos marginados y desocupados. Ciudades con "cacerolazos" producidos por los que han sido robados en sus ahorros e inversiones de pequeña burguesía. Una nación con latente "estallido social" con posible diagnóstico de represión y conflicto social violento.
En síntesis, una Argentina grande sólo en su tamaño, que ha perdido "privatizando" en el nuevo marco económico mundial neoliberal las posesiones del estado, propiedad común de todos los ciudadanos. Banca, industria, comercio, seguros, fletes, combustibles, energía, transportes, caminos y comunicaciones; renunciando a su progreso científico y tecnológico y aeroespacial independiente. Esto anuncia que ha quedado muy atrás la cosmovisión de una patria políticamente soberana, económicamente libre y socialmente justa, metas visualizadas hace apenas cincuenta años atrás.

Nuestra Argentina ya no es una sociedad pluralista, participativa ni solidaria, se ha producido la muerte de los sentimientos y su última riqueza, común a todos, el espacio vital natural está en peligro. Urge realizar un auténtico y claro análisis de las necesidades de lo argentino frente a las exigencias de lo ecológico y el medio ambiente y del progreso de la sociedad y las relaciones de lo humano con el entorno existencial.

III. La naturaleza herida, ecosistema en peligro.

Nuestro país no ha quedado ausente en la problemática de la lenta destrucción de nuestro hogar La Tierra. El ámbito de la vida que rápidamente pierde sus recursos no renovables, entre ellos, como ejemplo, el petróleo, base energética de la civilización actual.
El hombre atrapado en sus ambiciones desmedidas de poder materialista y en competencia con otros, vive en un estado de sufrimiento y miedo que lo paraliza. Tiene una existencia patológica. La agresividad aumenta ante el fracaso de solucionar sus necesidades vitales, la situación se agrava al vivir en ámbitos cada vez más pequeños y superpoblados. Emerge la indiferencia hacia los demás y muere la auténtica solidaridad, su mundo de afectos se reduce y no está educado para sentirse parte del gran conjunto. Se pierde la noción de la patria, la sociedad y la nación, es la muerte emocional en vida.
Los valores genuinos existen en crisis en la masa humana, se basa en la pérdida de la herencia cultural e histórica ésta sólo es trasmitida por la educación y la cultura que permite contener los impulsos y canalizarlos constructivamente. El hombre social, lo es, al ser heredero de los bienes de la civilización. En el presente la ruptura del diálogo entre generaciones, también es la pérdida de la tradición y el origen. El odio, rencor, desprecio hacia el pasado es la base de la pérdida de la jerarquía familiar y comunitaria. La no-existencia de modelos de conductas válidas a muchos sólo le deja el camino de los psicofármacos y las dependencias, es decir la decadencia.

IV. Algunos conceptos para una posible política.

La filosofía se interroga sobre nuestro origen, es decir, de dónde venimos, porqué estamos y hacia donde vamos. Preguntas aún vigentes para los que quieren comprender nuestro pasado, analizar nuestro presente y evaluar nuestro futuro.

La política emergió de lo filosófico, su objetivo es el "gobierno de la ciudad", hoy el de las naciones. Alguien ha expresado que la humanidad se divide en dos clases de hombres, los "iguales" y los "diferentes". El drama ocurre cuando muchos iguales se creen diferentes. El auténtico reflexiona, analiza y toma decisiones dictadas por su lógica y la razón, usando muchas veces una dosis de creativa intuición.

Los desequilibrios ambientales y sociales exigen respuestas claras y coherentes y soluciones posibles y aplicables.
Enumeremos algunos elementos en juego para la posible estructura de una política eco-social:

a) Hoy se trata de satisfacer las necesidades de explotación y de producción y se hiere al planeta. Se producen daños irreparables, contaminación del espacio, debilitamiento de la capa de ozono, atmósfera, cambios climáticos, el suelo, recursos hídricos, la flora, la fauna y la alternancia de ciclos naturales de los que dependen todos los seres vivos.

b) El hombre ve el aumento de la marginación social y la pobreza. Se reinstalan enfermedades y epidemias supuestamente erradicadas. Aparecen nuevos y mortales flagelos. Aumentan la mortalidad infantil y el analfabetismo y se avasallan y destruyen culturas. Un sistema de guerras continuas y diferencias abismales en la calidad de vida.

c) El mundo actual sufre una agonía institucional, social, cultural y física, debido a la separación de la humanidad del mundo natural. El "hombre dominador" genera un modelo de desarrollo perverso. Pese a declaraciones de derechos humanos, civiles y otras tantas, es la lucha dominadora del hombre por el hombre, por etnia, género, posición cultural y económica, edad, etcétera.
d) El futuro cercano nos muestra en algunos un consumo irracional, aumento de bienes innecesarios y continua expoliación de la naturaleza. Para el noventa por ciento restante, la nada, frustración, violencia, criminalidad, incultura, aislamiento y marginación. La vida no es placentera, sólo es un infierno en la Tierra y a él condenamos a los inocentes.

V. Un panorama que se amplía.

El mundo industrializado es responsable en gran medida de los males ambientales que aquejan a la Tierra. A la revolución industrial le debemos el deterioro de los complejos ecosistemas que sostienen la vida. Los países menos desarrollados, no sólo perjudican su propio entorno, sino todo el orbe, al utilizar procesos sucios. La humanidad se ha hecho dueña de su propia autodestrucción.

Uno de los mayores desafíos es la calidad del aire. Las industrias liberan grandes cantidades de sustancias tóxicas a la atmósfera. Por cada duplicación de los valores del dióxido de carbono se estima un calentamiento global de 2ºC esta realidad genera cambios significativos en el clima y en el nivel de las aguas marinas en todo el mundo. La destrucción a gran altura de la capa de ozono atmosférico permite la posibilidad de un aumento en cáncer de piel.

El agua es otro frente de desafío. La sobre utilización de las aguas ya están agotando el manto acuífero de Asia, África y América del Norte. En los últimos veinte años se han extraído siete veces más cantidad de agua. A esto se le suma la contaminación de lagos y ríos. El agua pura será en las próximas décadas un elemento con constante aumento en su valor.

La vegetación es otra de los elementos en peligro. Miles de kilómetros cuadrados son afectados por la lluvia ácida y otros agentes químicos. Diariamente aumenta la pérdida de bosques por talas, agricultura y urbanización. La deforestación genera la erosión de suelos. La desertización es una amenaza creciente ocasionada por sequías, pastoreos excesivos, y el uso de tierras marginales.

Cada vez se reduce más el área para uso agrario. En el presente, sólo el diez por ciento de las tierras son cultivables.
Los desechos y residuos crecen aceleradamente. En los EE.UU. se estima que para el año 2010 cada persona producirá diez kilogramos de residuos. Un problema creciente lo constituyen los desechos radioactivos. En las grandes ciudades aumenta el consumo intensivo de contaminación por el uso de combustibles asociados al crecimiento industrial urbano y vehicular.

VI. Algunos conceptos para reflexionar.

En un ecosistema existe una complicada y delicada red de relaciones entre los seres vivos y lo que los rodea. Estas relaciones necesitan ser respetadas y sólo logran un clímax cuando el equilibrio entre ellas es óptimo. Si un eslabón falla la cadena se rompe y los organismos se ven afectados. Cada organismo, por pequeño que parezca es importante en el equilibrio del ecosistema.

La actividad humana causa impactos definidos en un ecosistema. Se debe determinar el tamaño del impacto y compararlo con el beneficio que puede producir, podemos determinar, si ese proyecto o actividad debe realizarse.

A inicios del siglo XXI el principal desafío de Argentina consistirá en disminuir la pobreza y moderar la desigualdad existente entre los diferentes estratos de la población. Sin ello no habrá desarrollo de capacidades individuales ni ejercicio de las libertades democráticas. El bienestar social general será posible a través de la generación de empleo permanente bien remunerado. No será posible sin educación y cultura y economía competitiva.
Mejorar los niveles de vida y del entorno humano sólo será posible como objetivo de gobierno en el ámbito municipal, provincial y nacional. La exigencia es capacidad de descentralización y autogestión.

No habrá política válida de preservación ecológica y medio ambiental sin educación. Desde la educación inicial hasta la universitaria la problemática deberá estar presente. Esta concienciación incluirá la capacitación y formación laboral.
La ecología social tiene tres puntos fundamentales, uno la noción de espacio ambiental finito, dos la medición de la apropiación desigual de ese espacio ambiental a través de las "huellas ecológicas" y tres la noción de "deuda ecológica" del norte con el sur. Somos una sola humanidad, cualquier persona debe tener los mismos derechos de utilizar la capacidad de sustentación de los sistemas naturales de la Tierra para satisfacer sus necesidades. Es necesario una distribución equitativa de la bio-capacidad. De acuerdo a estudios recientes, corresponde 1,7 hectáreas por habitante en el mundo.

Los EE.UU. para sostener su forma de vida, necesitan 10,3 hectáreas por habitante.

El déficit ambiental o deuda ecológica es el resultado de restar nuestra huella ecológica a la bio-capacidad humana disponible. Los países del norte se apropian de un espacio ambiental que no les corresponde. Para reducir la huella ecológica, es decir el impacto sobre los sistemas naturales del consumo de recursos y la emisión de residuos, es necesario aumentar la eco-eficiencia global, es decir: hacer más con menos, cambiar profundamente el modelo de desarrollo para reducir los impactos ambientales globales por cada unidad de satisfacción humana final. Esto es eco-eficiencia. Lo antedicho nos plantea una pregunta tipo: ¿cuánta electricidad puede consumir una persona, para que todo el mundo pueda consumir electricidad? En el presente hay dos mil millones de seres humanos sin ningún acceso a la red eléctrica.

La ecología social se plantea como alcanzar la eco-eficiencia y la justicia ambiental. El desafío es como reorientar nuestra forma de vida hoy manifiestamente insostenible e injusta hacia diferentes modelos de desarrollo humano ecológicamente sostenible. Nada de esto será válido sin un compromiso voluntario de la sociedad toda. Algo queda en claro, son los países pobres quienes están pagando los costos ambientales del desmedido consumo de las naciones ricas. El veinte por ciento más rico consume el ochenta y cinco por ciento de los recursos de energía no retornable. Un niño nacido en el mundo industrializado consume y contamina, a lo largo de su vida, lo que entre treinta y cincuenta niños de países pobres. La demanda de madera y papel que se ha duplicado y quintuplicado, respectivamente, desde 1950, han hecho perder a América Latina y el Caribe siete millones de hectáreas de bosque tropicales.

La gasolina con plomo, utilizada en los países atrasados, afecta la salud humana, dañando permanentemente el desarrollo del cerebro de los niños. Mil millones de personas son afectadas y dos millones mueren cada año por beber y asearse con agua contaminada. La ecología requiere una renovada conciencia de la relación entre el hombre y la naturaleza y requiere de un conocimiento de la irreversibilidad de los cambios ecológicos e implica una perspectiva ética comprometida con las futuras generaciones y requiere de urgentes esfuerzos de política ecológica nacional e internacional. La problemática debe formar parte de la conciencia social. Es necesario subrayar que lo ambiental debe ser parte de la ética, del civismo, de los valores en la sociedad, debe ser parte de la nueva cultura. El hombre tiene que reconocer y respetar los límites de la naturaleza y concienciar que muchas veces la tecnología genera más problemas que soluciones al no tener claro los efectos. Generalmente los costos en el medio ambiente no se asumen ni se reconocen.

En este sentido, el desarrollo sustentable implica que la gente pueda superar la desigualdad y la pobreza, vivir adecuada y dignamente sin atentar contra los recursos al buscar su propio desarrollo y, al hacerlo, se están protegiendo los recursos para las generaciones futuras. Un compromiso intergeneracional por el cual pocas disciplinas y políticas se preocupan.

En resumen, debemos asumir que no debemos dañar, acabar ni agotar los recursos en su uso y tener una distribución adecuada de los mismos. Por ejemplo, los recursos pesqueros o forestales requieren políticas de administración que no generen pobreza; cuando nos referimos a recursos como el aire o la atmósfera que son globales requieren políticas mundiales que eviten procesos de desigualdad en su uso y acceso entre naciones.

Comúnmente, se piensa que las tecnologías usadas para el crecimiento económico tienen efectos negativos para el ambiente, debido a la explotación irracional de los recursos, a la producción de desechos, etc. En muchos campos, generalmente, no se consideran los costos ambientales. La vinculación de temas ambientales con los económicos, sociales y políticos plantea retos difíciles, debemos contar con principios y bases que comprendan el problema. Esto exige el empleo de nuevas tecnologías que sean realmente sustentables.

Actualmente aún no se han revertido las tendencias y los problemas de contaminación del aire, agua y suelo, la deforestación y la sobreexplotación de los recursos marinos persisten. Evaluemos también que el avance de la tecnología ha logrado modificar organismos sin saber muy bien cuales pueden ser los resultados una vez que estos se liberen al medio ambiente. Como genero estamos ante un problema: los beneficios que un organismo vivo modificado puede tener en términos productivos (en relación con la alimentación) puede tenerlos para la salud y el medio ambiente y en los próximos años la humanidad podría lamentarlo.

Otro tema es la necesidad de garantizar que la globalización no borre lo multicultural, que no aplaste la diversidad cultural ni ambiental, que cada país pueda garantizar una capacidad de respuesta para el respeto a su soberanía, a sus culturas y a su biodiversidad. Esto es uno de los grandes retos para la humanidad.
Entre los varios ecologismos que han emergido en el mundo en las ultimas dos décadas, el más interesante es el ecologismo social. Este contempla las causas socioeconómicas del empobrecimiento entre los países y la interrelación entre la desigualdad social y los desequilibrios medioambientales que afectan a muchas regiones de Latinoamérica, África, Asia y Europa oriental, cuyos ecosistemas son particularmente frágiles.

La ecología social postula una nueva teoría de las necesidades materiales y espirituales que es crítica del industrialismo y de consumismos inducidos y se muestra a la vez sensible y atenta con las formas de humanizar la naturaleza y han sido propias de las culturas campesinas tradicionales.

Es una ecología política de la pobreza que lucha contra los ataques a la biodiversidad, el empobrecimiento de los suelos cultivables, la desertificación y la escasez de agua y las nuevas formas de esclavitud y de explotación del trabajo asalariado. Es un intento de avanzar hacia un nuevo humanismo que respete las diferencias culturales y el medio ambiente frente a un mundo dominado por el mercado y el fetiche del dinero. Comprende que algunas instituciones monetarias internacionales propician algo así como un trueque, fin de siglo: deuda externa por ecología, una forma moderna del viejo colonialismo.

El desarrollo sostenible es un proceso dinámico de crecimiento económico y social donde todos los beneficios derivados del bienestar que trae consigo este crecimiento se distribuyen equitativamente entre todos los miembros de la sociedad, pero sin afectar en cantidad y calidad los recursos naturales renovables, para asegurar la misma expectativa a las nuevas generaciones que en el futuro vivirán en el planeta Tierra.

Los ciudadanos de la nación deben tener derecho a respirar aire puro, usar agua libre de contaminación y disfrutar de suelos productivos, sin enajenar como país su patrimonio natural bajo ningún alegato y sin señales de dependencia extraterritoriales que atente contra estos objetivos.
Una política nacional exigirá parar el proceso de deterioro ambiental aprovechar eficazmente los recursos naturales y solucionar las condiciones críticas de calidad de vida de la población.

La Argentina puede lograr una auténtica política de desarrollo sustentable, satisfacer las necesidades de la población y elevar su nivel de vida. Esto exigirá una profunda revisión a todo nivel de los organismos especializados en el tema y de la legislación vigente y su aplicación. Argentina tiene una gran riqueza de recursos naturales y hábitat para la actividad humana que le permite desarrollar una gran diversidad de ecosistemas.
Los ecosistemas del país brindan una gran potencialidad para su uso sustentable. La biodiversidad en Argentina es rica en variedades de especies y en diversidad de ecosistemas. Una importante base de acción para la conservación son los Parques Nacionales.

En nuestro país, según datos de la Administración de Parques Nacionales encontramos las siguientes regiones: Altos Andes, Bosque Patagónico; Campos y Malezas; Chaco Húmedo; Chaco Seco; Delta e Islas del Paraná; Espinal; Estepa Patagónica; Esteros del Iberá; Islas del Atlántico Sur; Monte de Mesetas y llanuras; Monte de Sierras y Bolsones; Pampa; Puna, Selva Paranaense; Yungas.

La Argentina ha basado una parte importante de su desarrollo en una floreciente actividad agropecuaria, especialmente en la Pampa Húmeda, con niveles significativos de producción y saldos exportables. Sin embargo sus suelos se han deteriorado sustancialmente. Este proceso es generalizado y su importancia en zonas áridas y semiáridas es vital. Deterioro de tipo físico (erosión hídrica y eólica, compactación); físico químico (pérdida de nutrientes y de materia orgánica, salinización).
Los problemas ambientales en las ciudades contemplan la disposición final de los residuos domiciliarios e industriales. No hay solución de la disposición final de la basura y mucho menos de su reutilización. La actividad productiva transforma la materia en productos generando desechos y dilapidando materia prima y energía.

La contaminación visual y sonora es otro de los temas aún sin control. A esto se le une la contaminación del agua superficial y subterránea. La generación de fluentes líquidos y su vertido en los ríos y arroyos ha deteriorado gravemente los cursos de agua afectando seriamente la salud de la población. Otra de las grandes dificultades son las periódicas inundaciones.
Todo lo señalado no tendrá valor sin una auténtica conciencia ambiental y el proceso educativo es parte esencial de las políticas ambientales.

Bibliografía.
· Campbell Bernard. Ecología humana. La posición del hombre en la naturaleza. Biblioteca Científica Salvat. España,1994
· Kaminski Gerardo. Psicología ambiental. Ed. Troquel. Argentina, 1979
· Olivier Georges. La ecología humana. Ed. Oikos – tau. Barcelona, 1981
· Theodorson Georges. Estudios de ecología humana 1. Biblioteca universitaria labor. Barcelona, 1974
· Theodorson Georges. Estudios de ecología humana 2. Biblioteca universitaria labor. Barcelona, 1974.