Por Bolívar Yantalema
Para hablar de la plurinacionalidad e interculturalidad, es necesario partir del reconocimiento indiscutible de que el tesoro escondido de los ecuatorianos, está en la "diversidad de las expresiones culturales”. En razón que las culturas del Ecuador están viviendo una evidente crisis de identidad, es necesario reafirmar y ratificar la "plurinacionalidad", como estrategia para potenciar las identidades diversas y construir una sociedad intercultural con identidad a largo plazo.
Para hablar de la plurinacionalidad e interculturalidad, es necesario partir del reconocimiento indiscutible de que el tesoro escondido de los ecuatorianos, está en la "diversidad de las expresiones culturales", materializaciones e idealizaciones que son exteriorizadas de manera diversa por cada uno de los pueblos y nacionalidades indígenas, población afrodescendiente, mestizos, montubios y otras colectividades, definiendo así que cada colectividad constituye una cultura, si insistimos en hablar en singular (cultura) estamos refiriéndonos a una comprensión de cultura como sinónimo de “lo culto”, denominación que por si sola es excluyente, elitista y homogenizante. Sobre la base de este reconocimiento, es necesario pasar de la enunciación en singular a la enunciación en plural, es decir como "culturas".
Además, aunque la palabra indígena haya sido fraguada en el barco de los invasores, e impuesta arbitrariamente a las culturas de Abya Yala, pero a la vez ha servido como un escudo de sobrevivencia y preservación de las culturas después de tanto genocidio; entonces, cuando se habla de pueblos y nacionalidades se debería adicionar la palabra "indígenas".
En concordancia a este razonamiento, en la redacción del articulado de temas culturales de la nueva carta magna, se debe utilizar el término "culturas", como también pueblos y nacionalidades indígenas, población afrodescendiente, mestizos, montubios y otras colectividades, de manera explícita y no sobreentendida.
Cuando se habla de patrimonio cultural material e inmaterial, es necesario preguntarnos también, ¿donde quedan las personas de conocimientos ancestrales o tesoros vivientes, por ejemplo los poquísimos hablantes de la lengua zápara, wao tededo y los poseedores de los saberes de curación, gastronomía cultural, como también los petroglifos, los sitios sagrados o wakas, las demás lenguas ancestrales, entre otros, o es que tenemos que seguir endiosando excesivamente como patrimonio a la arquitectura colonial, que vino a demoler la arquitectura andina y a superponerse muchas de ellas en las mismas plantas de cimentación andina?.
Por otra parte, no es posible fomentar la interculturalidad sin afianzar la intraculturalidad o las identidades culturales diversas, tampoco se puede hablar solamente de los principios de equidad e igualdad sin incluir el reconocimiento de las diferencias, porque la igualdad se puede entender como un principio de monoculturalidad y de monolingüismo, consecuentemente el acceso laboral en las instituciones de Estado, de educación superior, entre otras, seguirá como en la actualidad una lógica de polarización cultural asimétrica, es decir, “solo para iguales en cultura y lengua”; sin embargo la política 8.4: del Plan de Desarrollo Nacional va más allá de este modo de actuación, al enfatizar el deseo de “Mejorar la gestión estatal de la diversidad en un marco democrático y participativo”, en este mismo rigor las políticas 8.2: y 8.3: precisan la necesidad de “Promover procesos de inclusión y disminución de las asimetrías sociales y culturales de los pueblos indígenas y comunidades afroecuatorianas” y la de “Robustecer valores, costumbres y cosmovisiones que impulsen la interculturalidad”. Esta última política plantea justamente la lógica de, primero trabajar en las identidades culturales diversas, como estrategia para alcanzar la “actitud intercultural”, y no al revés, como muchos lo plantean enunciando solamente la interculturalidad.
Dentro de este contexto, creo que es hora de reflexionar críticamente el término o concepto de interculturalidad, y no tomar como si fuese el gran descubrimiento o salvación; pueda ser que este concepto sea uno más de entre tantos que se han desarrollado desde la visión de los llamados modernizadores, para implementar de manera soslayada la lógica y práctica de la globalización, libre competencia, libre mercado, explotación; conceptos que tienen el carácter de unilaterales, unidireccionales, lineales, elitistas, excluyentes, homogenizantes, depredadores, que apuestan por la maximización de la ganancia sin tomar en cuenta a la persona, por lo tanto no guardan ninguna relación con la lógica de la complementariedad, inclusión, binariedad, formas de pensamiento paritario que solo surgen como manifestación de una conciencia comunitaria, que es opuesta totalmente a la conciencia individualista.
A este respecto, Yves Gilllemont en el amplio prólogo de la obra Qapaq Ñan, La Ruta Inca de Sabiduría (2003-pg. 63), de autoría del economista, sociólogo y filósofo, pensador andino, Javier Lajo, afirma que "La interculturalidad es un concepto en el cual la cultura indígena tiene que adaptarse a la dominación cultural, económica y en general hegemónica de la modernidad o de la globalización".
Es decir “una interculturalidad sin intraculturalidad es como hablar unilateralmente desde una óptica machista sin tomar en cuenta a la mujer o hablar desde la óptica feminista sin tomar en cuenta al hombre”.
Por lo antes reflexionado y en razón que las culturas del Ecuador estamos viviendo una evidente crisis de identidad, es necesario reafirmar y ratificar la "plurinacionalidad", como estrategia para potenciar las identidades diversas y construir una sociedad intercultural con identidad a largo plazo, a sabiendas que la plurinacionalidad de por sí, tiene enfoque intercultural. Por lo tanto no puede haber interculturalidad sin plurinacionalidad.
Además, si optamos por utilizar el enunciado de "diversidad de las expresiones culturales" como argumento para ocultar el término y significación de plurinacionalidad, ello no define con precisión a colectivos sociales con culturas diferentes, se acopla mejor para definir cosas u expresiones generadas por los colectivos o en este caso por las nacionalidades.
En el articulado que hace referencia al "Sistema Nacional de Cultura", expresado así en singular, también tiene un espíritu homogenizante y excluyente, o a su ves tiene la intención de favorecer solamente al sector artístico que siendo una dimensión relevante de la cultura, no se constituye en el único campo de atención por parte del Estado, por lo tanto hay que preguntarse, ¿donde queda la diversidad de las expresiones culturales provenientes de los pueblos y nacionalidades indígenas, población afrodescendiente, montubios, mestizos y de otros colectivos?, al parecer otra vez quedan excluidos.
Por otra parte, convencidos que la cultura es el motor del desarrollo sostenible de las comunidades, los pueblos y las naciones como así lo señala también la UNESCO, es preciso determinar un porcentaje presupuestario en la carta magna para el que hacer cultural, enunciando una fuente segura y no dejar de manera ambigua.
El Sistema Nacional de las Culturas debe tener un sentido de inclusión tanto del sector rural como también lo urbano, el texto actual tiene una tendencia muy urbanizada.
En cuanto a las industrias culturales, la propuesta constitucional enfatiza únicamente como productos culturales aquellos que se generan de las editoriales y del arte. ¿Dónde queda la posibilidad de generar productos culturales desde la gastronomía, medicina, artesanía, vestimenta, arte, idioma, sabiduría, entre otras expresiones, que son propias de cada pueblo y nacionalidad indígena, negros, montubios mestizos y de otros colectivos, o se dejará abierto para que cualquier empresario extranjero implemente su industria, usurpando los saberes ajenos y maximice sus ganancias, vendiendo los productos culturales a los propios dueños de los saberes?
Concomitantemente, es necesario explicitar:
• La incorporación de un fondo para fomentar las industrias y productos culturales en general y no únicamente para el arte.
• Un porcentaje de preferencia para la difusión de los productos culturales ecuatorianos en todos los medios de comunicación.
• Las estrategias del Estado, para garantizar el consumo de los productos nacionales por la población ecuatoriana, controlando el ingreso razonable de productos extranjeros, sin que afecte a la productividad de las industrias culturales nacionales desde la óptica de la complementariedad y no de la libre competencia.
• Que la propuesta que hace mención a los procesos educativos, incluyan todas las dimensiones de la cultura, que son el arte, patrimonio y la diversidad cultural y no se limiten únicamente en el arte.
Dentro de este ámbito, la propuesta de la nueva constitución en lo relacionado a lo cultural, debe superar por lo menos a las declaraciones constantes en el Plan de Desarrollo Nacional del gobierno del economista Rafael Correa, en la Convención para la Defensa y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales expedida por la UNESCO en octubre de 2005 y a otras normativas internacionales.
Despedida.
• La constelación es hermosa con cada estrella reluciente de distinto tamaño y órbita.
• La pachamama es hermosa con sus plantas, árboles, animales y un sinnúmero de elementos distintos con sus propias características que se complementan.
El no reconocer la plurinacionalidad es como pedir al árbol, a los animales y demás elementos de la pachamama que desprendan luz como si fuesen estrellas desde una visión homogenizante (* Documento presentado en el foro nacional, soberanía cultural y derechos culturales en la constituyente, Flacso). www.ecoportal.net
* Bolívar Yantalema es Educador de la Nación Puruhuá y Nacionalidad Kichwa – Reproducido por José M. Atupaña Guanolema – Comunicador Intercultural Bilingüe – Dirección Nacional de Educación Intercultural Bilingüe del Ecuador – DINEIB