Por Por Guillermo Ospina
El espacio desde la perspectiva particular de esta ponencia, es considerado como el resultado de los procesos socioculturales que acontecen en él durante un momento dado del tiempo. En un sentido ideal, espacio se refiere a la convergencia de discursos y categorías mentales que atribuyen ciertas cualidades a las condiciones objetivas del mundo físico. | |
Aproximación cognitiva sobre el uso del espacio en el Páramo de Las Hermosas, cordillera central de Colombia El espacio desde la perspectiva particular de esta ponencia, es considerado como el resultado de los procesos socioculturales que acontecen en él durante un momento dado del tiempo. En un sentido ideal, espacio se refiere a la convergencia de discursos y categorías mentales que atribuyen ciertas cualidades a las condiciones objetivas del mundo físico; mientras que en un sentido instrumental, el espacio es considerado más como una condición circunstancialmente construida por los grupos humanos en relación con su uso, como un punto de referencia al que se adscriben para representar el mundo y a sí mismos. En el páramo de "Las Hermosas", convergen un conjunto de percepciones y representaciones socioculturales emitidas por diversos grupos humanos: Campesinos, burocracias, grupos armados, ambientalistas, etc., que generan relaciones sociales entorno al espacio. La ponencia intenta ofrecer una aproximación al espacio desde la perspectiva del antropólogo y está dividida en tres secciones: 1) Se plantean algunas consideraciones de índole teórico sobre cómo el referente espacial constituye un elemento de análisis importante para comprender la cultura como un fenómeno localizado, 2) Se presenta una aproximación al espacio donde se viene adelantando la investigación, y las diferentes escalas de análisis que han sido utilizadas para delimitarlo como un eje donde convergen diversas categorías socioculturalmente construidas, 3) Por último, se exponen algunas consideraciones a manera de reflexión sobre el análisis espacial y la identificación de problemas en las estrategias de investigación antropológica. Finalmente, es necesario aclarar que el análisis presentado aquí, constituye solo un avance del trabajo de campo que se viene adelantando en el programa de antropología y por lo tanto los resultados poseen un carácter parcial. 1. El Contexto Teórico y la pertinencia del Análisis Espacial en Antropología. Abordar los conceptos de espacio y medio ambiente, desde el punto de vista teórico y práctico, implicaría retomar la misma historia del desarrollo de la disciplina antropológica. Basta mencionar, el largo recorrido que desde finales del siglo XIX iniciaron los practicantes del Determinismo geográfico que amparados por la teoría del evolucionismo unilineal proclamaron la incidencia decisiva del medio ambiente físico sobre la cultura humana. Posteriormente, el Difusionismo y su variante más destacada el particularismo histórico, los estudios de Áreas Culturales, la Ecología Cultural y finalmente las perspectivas contemporáneas en Adaptación Humana, constituyen algunas de las corrientes que desde la antropología han considerado la variable medio ambiental o espacial como primordial para el análisis de la cultura humana. Sin embargo, la importancia que cobra la dimensión espacial en un mundo donde el tiempo ya perdió el sentido debido a la velocidad con que se acortan las distancias, donde sólo queda la noción del lugar y del cambio de escenario, posee un carácter diferente al que tuvo en épocas anteriores: qué podríamos decir del espacio que se construye hoy entorno al televisor, el espacio del supermercado, o el espacio debajo de los puentes en las ciudades donde para muchos la noción de espacio público y privado es tan solo una conjetura o una metáfora. De igual manera, encontramos diferencias en la forma como los mismos espacios son interpretados y enunciados por distintos marcos conceptuales: son los "mapas mentales" que construyen los grupos sociales la guía para sus destinos. Bien ha sólido identificarse al mundo "Postmoderno" con el espacio así como el "Moderno" lo hizo a su ves con el tiempo. Quizás sea este contraste que ofrecen los espacios y todo lo que ocurre en ellos como lo único que les da forma, la conciencia que tenemos de "estar" en el mundo. Sartre (1993), diferencia dos condiciones del espacio con relación al ser: por un lado "mi sitio", definido como "el lugar que `habito´ (mi `país´, con su suelo su clima, sus riquezas sus configuraciones hidrográficas y orografía), pero también, más simplemente, la disposición y el orden de los objetos que actualmente me aparecen … , y que me indican a mí como la razón misma de su orden"; y por el otro "mis entornos" que a diferencia "del sitio que ocupo" se refiere a "las cosas-utensilios que me rodean, con sus coeficientes propios de adversidad o utensilidad" fundados con relación a mi sitio (514, 529). De esta manera, podríamos decir que los entornos no existen por sí mismos sino que obedecen a las circunstancias dentro de las cuales se localizan y a los sitios socioculturalmente construidos como referentes de su razón de ser. El intercambio entre los seres humanos en todos sus aspectos es una cuestión de convergencia de sitios, es un hecho localizado y mediado por el espacio y los entornos: ahora mismo en este lugar mientras hablo o mientras Ud. lee, el espacio es el mediador que justifica lo que hago y en la misma medida lo que represento ante ustedes y lo que soy ante mí mismo. Braudel (1997), considera las "civilizaciones" como espacios. Según dice, "Siempre es posible localizar las civilizaciones en un mapa, sea cual sea su tamaño tanto las civilizaciones ricas como las pobres. Un aspecto esencial de su realidad depende de las sujeciones o ventajas determinadas por su medio geográfico" (23). La idea de "civilización" nos remite según Braudel a espacios, tierras, relieves, climas, vegetación, especies animales, etc., y todo lo que estas condiciones implican para el Hombre. El espacio constituye el escenario donde tienen lugar las expresiones humanas, y para Braudel, "condiciona en parte su desarrollo, explica sus particularidades; los hombres pasan, pero el medio permanece relativamente igual a sí mismo" (23). Desde otra perspectiva, Wallerstein (1997) propone considerar la variable "Espacio Tiempo" como una "construcción social" relativa, que debe considerarse como el centro de cualquier intento para obtener conocimiento a cerca de la sociedad. Según dice, "Nadie es capaz de cambiar el tiempo o el espacio". Sin embargo, considera que el significado, las interpretaciones, el uso y la percepción que tenemos con relación al tiempo y espacio "no son en absoluto constantes" (3). Es claro que para el caso de las disciplinas sociales, no es posible referirse a fenómenos socioculturales sin localizarlos debidamente en el espacio/tiempo donde estos ocurren. Así mismo, un referente espacial dado cobra sentido y significación solo en virtud de su conceptualización humana, es decir, el espacio adquiere una connotación de "hecho social" solo en la medida que es categorizado y definido socioculturalmente (Molano, 1995). El concepto emitido sobre un espacio determinado no está dado en términos absolutos, por el contrario es dinámico, cambia tanto por el paso del tiempo "natural" como por los ideales humanos que median su definición y uso, implicando en este sentido un deber-ser ideal relacionado con una noción social de cómo debe ser utilizado, los medios para sobrevivir y la justificación de todo esto con la ideología de categorías culturales concretas. Para la antropología, el estudio de los grupos humanos sería algo imposible sin la adecuada determinación del tiempo y espacio donde estos se localizan. Por encima del concepto abstracto de Cultura que se construye desde la disciplina para abordar un universo que está allí y hacerlo comprensible, las realidades que observamos y sobre las cuales se teoriza existen tanto por lo que los seres humanos hacen de manera instrumental, como por lo que piensan a cerca de lo que hacen y aún de sí mismos. Cultura en este sentido es una "abstracción localizada", es la convergencia tanto de circunstancias físicas como de ideales abstractos en un intervalo de tiempo y espacio determinado. Desde la antropología, el interés por el estudio de las relaciones entre el hombre y el espacio físico donde este se localiza no es reciente. Particularmente para la disciplina antropológica, la necesidad de estudiar los grupos sociales en el contexto donde estos producen y expresan su cultura es reconocida desde que sus practicantes se concederán "modernos", y fundamentalmente desde que el Particularismo Histórico aportó al desarrollo de la disciplina, la conciencia de la necesidad de estudiar los grupos humanos como el resultado de su propia historia y su contexto, y no dentro de las grandes generalizaciones y categorías abstractas propuestas por el evolucionismo unilineal. En el pasado, particularmente a finales del siglo XIX dos tendencias dentro de la disciplina bajo la influencia teórica del evolucionismo, se enfocaban a considerar la variable espacial como un elemento decisivo para la explicación del desarrollo de la cultura humana, proponiendo grandes generalizaciones en una escala lineal del tiempo: el determinismo geográfico por un lado, proclamaba la influencia decisiva del medio geográfico sobre el desarrollo cultural; mientras el difusionismo intentaba explicar la distribución de rasgos culturales en el espacio y determinar las posibles relaciones entre culturas geográficamente distantes. Ambas perspectivas reificaron el asunto polarizando el problema espacial de manera radical: o bien el ambiente era completamente determinante sobre los grupos humanos, o era simplemente un elemento pasivo sobre el que la cultura se desarrollaba y distribuía de manera "arbitraria".
Ya a comienzos del siglo XX y como resultado del trabajo de estudiosos como Franz Boas -que a propósito comenzó como geógrafo-, surgieron nuevas preguntas y cuestionamientos sobre el papel "decisivo" del medio ambiente sobre la cultura pasando de agente determinante a ser considerado como un elemento importante en la medida que limita o favorece las actividades culturales. Por otro lado y desde un enfoque más general, Lowie [1937] (1946) considera la geografía como una ciencia que tiene que ver de forma "inevitable y constante" con el estudio de la cultura y que debe ser tenida en cuenta para lograr "un conocimiento más claro de la manera como los fenómenos culturales están entrelazados con fenómenos de otra índole" (311). De acuerdo con Lowie, "La geografía proporciona al investigador de la cultura tanto una técnica como ciertos resultados definidos. Los hechos que aquel estudia varían en el espacio, por tanto su primera y más obvia tarea es determinar sus relaciones espaciales" (312). Así, el análisis de la distribución espacial de un elemento sociocultural dado nos permite comprender inicialmente el contexto de un problema inicial, pero no solucionarlo completamente; por el contrario, puede hacer evidentes una serie de "problemas históricos" a partir de la forma como los fenómenos identificados como "problema" se localizan en la escala temporal. Según Lowie, "se sobreentiende que el cartógrafo que quiere proceder con cordura, debe prestar atención a las diferencias cronológicas que indican sus fuentes" (313). De igual manera para el etnógrafo que intenta localizar los problemas de investigación pertinentes a la cultura, es necesario considerar que las condiciones que observa y sobre las cuales toma nota para describir y analizar un universo social determinado, no son gratuitas ni arbitrarias, sino que están interconectadas con eventos acontecidos en el espacio y cambiantes a través del tiempo. En síntesis podemos decir que los intereses de la antropología convergen con la geografía en la necesidad de comprender y analizar los aspectos socioculturales de los grupos humanos como hechos localizados en el espacio. El énfasis en lo "local" que observamos actualmente en los trabajos de diversa índole, quizás sea una consecuencia lógica del desarrollo de las disciplinas con relación a las circunstancias que plantea la comprensión del mundo actual. La geografía en este punto desempeña un papel vital para analizar la construcción de los espacios (sitios y entornos) que existen entorno a los grupos humanos. No es posible desconocer que cualquier espacio puede ser descrito si se tiene el marco de referencia conceptual para hacerlo, sin embargo, el cómo este espacio "es" con relación a la manera como se usa, se percibe y significa, solo puede ser abordado desde la perspectiva de quienes lo viven, utilizan y transforman. De esta manera, es necesario reconocer que las condiciones objetivas del espacio cuando entran en el campo lingüístico ya no existen a priori, por el contrario, representan categorías abstractas del orden cultural que cristalizan a su vez en hechos reales. Es el momento tal vez de proponer una "geografía de los mapas socioculturales" que considere tanto las practicas como los conocimientos locales en la construcción de los espacios. 2. Los Problemas de la Escala y la Convergencia de Representaciones Espacio Temporales en la Alta Montaña Ecuatorial.
De acuerdo con la perspectiva desde la cual nos planteamos los problemas de investigación, nos vemos abocados a optar por distintas escalas de análisis y enfoques de definición proporcionales tanto a los objetivos propuestos, como a la manera en que articulamos el problema teórico con el mundo fenomenológico -en este caso un referente espacial- donde localizamos nuestro universo de estudio. De acuerdo con Ghul (1976), "El análisis, la comprensión, la descripción de los fenómenos que se producen sobre un territorio determinado, requieren de una división ordenada de la respectiva área en unidades más o menos homogéneas. El grado de subdivisión y criterio de homogeneidad de la unidad espacial estudiada, depende de la escala de detalle a que se quiere acometer su análisis, de la naturaleza de los fenómenos contemplados y del punto de vista adoptado para el estudio"(35). De este modo, el interés por investigar los comportamientos socioculturalmente significativos de un grupo social localizado en un espacio particular, a partir del conjunto de relaciones que entablan sus miembros con los elementos de su medio ambiente físico circundante, induce a pensar sobre el papel de la geografía y la ecología, como en disciplinas complementarias para el análisis de aspectos socioculturales tales como la distribución espacial de la población, uso del espacio, cambio en las condiciones físicas del espacio y la organización social, análisis cartográfico, y la delimitación de las unidades de análisis, así como argumentar el contexto más amplio desde el cual la vida social local se ha consolidado.
¿Cómo podríamos abordar de manera sistemática la dimensión espacial de un universo tan "complejo" física y socioculturalmente como la Alta Montaña en los Andes ecuatoriales húmedos? Quizás, si tomamos en cuenta los niveles de escala que utilizamos en la definición de los problemas así como las fuentes de donde obtenemos la información para argumentarlos, las representaciones que existen entorno a los espacios ofrezcan una clave para la antropología y el conocimiento de las culturas así como para la misma geografía en su intento por conocer los espacios.
En el contexto nacional, la llamada "Región Andina" es considerada como una de las cinco regiones "naturales" del país, que en realidad representa más una abstracción construida desde la perspectiva institucional siendo caracterizadas por aspectos tales como alta densidad de población, económicamente la más importante, urbana, "desarrollada", con vías de comunicación que articulan el país en sentido Norte – Sur, ciertas condiciones biogeográficas, y en algunos casos naturalizada o bajo la mira de la política de lo "sostenible", etc., con los que se ilustran algunos de los ideales tipo de la "nación" en el intento por definirse a sí misma a través de la homogeneización de la diversidad. Así, desde esta categoría del espacio andino construida literalmente desde "arriba", no han sido tenidos en cuenta los diversos contextos regionales desde los cuales múltiples espacios son construidos socioculturalmente de manera local por sus habitantes. 2.1 Escala regional: La Alta Montaña Ecuatorial. Para el caso de la "Región de Alta Montaña Ecuatorial" en Colombia, el espacio ha sido definido básicamente a partir de sus características físico – naturales tales como altitud, temperatura, humedad relativa, ecología, geomorfología, etc., desde diversas perspectivas del orden científico, académico e institucional, representando un ambiente estratégico que debe ser protegido y conservado debido a su importancia fundamental como fuente de recursos hídricos y naturales para la nación (Ver: Ospina y Tocancipá, 1999). Del otro extremo, las poblaciones humanas que habitan y convergen entorno a la alta montaña, poseen características socioculturales tan heterogéneas de acuerdo con su procedencia, uso del espacio, ideales, el mercado al cual se articulan, etc., que sería difícil clasificarlos dentro de una misma categoría homogénea como producto del ambiente. ¿Podríamos hablar acaso de una cultura de alta montaña? En este sentido, son múltiples las definiciones y categorías que podemos encontrar con relación a la alta montaña ecuatorial y particularmente al páramo: desde la emitida por el diccionario, los representantes de las ciencias naturales y disciplinas sociales, las burocracias, sus mismos habitantes y los de regiones aledañas. Las diferencias cognitivas según los actores e intereses que convergen y crean representaciones entorno a la alta montaña, coinciden en un punto común por encima de las diversas categorías del espacio que puedan existir: el páramo es construido como un espacio "humano" desde categorías lingüísticas que representan lo "natural", lo "bravo" y lo "salvaje".
El páramo de manera particular y la alta montaña en general, ha representado a través del tiempo un espacio de "frontera natural" geográfica, un límite espacial que restringe el acceso entre los valles y hacia las tierras más bajas y cálidas donde se asientan los grupos humanos de manera permanente, algo por lo que se pasa pero en el que no se permanece, es un espacio "político" que delimita territorios, un "no-lugar". En este sentido, si bien la alta montaña como referente espacial ha sido considerada como un "espacio transitorio", de paso o uso periódico, a través de un largo período de tiempo por parte de poblaciones o grupos humanos "trashumantes" (para usar el concepto de un geógrafo, Ghul, 1995), es claro que la situación actual de la alta montaña como un espacio de habitación humana y de utilización económica campesina, ha representado para las administraciones regionales y los mismos ambientalistas una "amenaza" para los "valiosos" recursos naturales que allí se generan por "naturaleza" tales como el agua, viéndose ya esto como un problema inclusive de seguridad nacional que no ha considerado las condiciones locales de los grupos sociales relacionados directamente con el problema. 2.2 Escala Departamental: La Cordillera Central entre el Valle del Cauca y Tolima.
Los departamentos no son unidades homogéneas física ni socioculturalmente hablando. Por el contrario, existen espacios relativamente distintos tanto en lo relacionado con su topografía así como con las condiciones socioculturales de su población. La cordillera central de Colombia entre los departamentos del Valle del Cauca y Tolima, constituye una frontera geográfica que delimita territorios administrativos socioculturalmente distintos a partir de "La Línea" divisoria de las aguas que se vierten al Río Cauca (vertiente occidental) y al Río Magdalena (vertiente oriental). A ambos lados de La Línea, las poblaciones que si bien son socioculturalmente distintas debido a múltiples factores de índole histórico, están evidentemente interconectadas entre sí por la toponimia, los modelos de poblamiento, la economía, el parentesco y los caminos de herradura transandinos que en algunos casos han permanecido allí dándole sentido al espacio durante un largo período de tiempo. El Páramo de "Las Hermosas", se ubica geopolíticamente entre ambos Departamentos como un área de reserva del estado con 125.000 Hectáreas de las cuales corresponde 25.000 al valle y 100.000 al Tolima en el contexto del Sistema de Parques Nacionales que integra 45 áreas protegidas por ley con una categoría de manejo especial y adscritas al Ministerio del Medio Ambiente. Administrativamente, el área del Parque Nacional es una unidad espacial a la cual se articula una burocracia que cumple una función tanto desde el punto de vista retórico como practico. Sin embargo, en términos socioculturales la población que habita en el Parque y zonas aledañas, difiere significativamente de una región a otra y aún de una cuenca a otra dentro de la misma región. La definición de Parque Nacional Natural como una de las categorías de área protegida emitida por el estado es la siguiente: "área de extensión que permita su autorregulación ecológica y cuyos ecosistemas en general no han sido alterados sustancialmente por la explotación u ocupación humana y donde las espacies vegetales, de animales, complejos geomorfológicos y manifestaciones históricas o culturales tienen valor científico, educativo, estético y recreativo nacional y para su perpetuación se somete a un régimen adecuado de manejo" (Torrente y Acosta, 1996). Hasta aquí, solo mencionare este aspecto jurídico del área para ilustrar como una categoría es superpuesta literalmente sobre la población local desde 1977 cuando el poblamiento del área es un proceso iniciado desde comienzos de siglo XX. Desde otro ángulo, y de acuerdo con las categorizaciones de biólogos y ecólogos, el medio geográfico por encima de 3000 m.s.n.m. en ambas vertientes a uno y otro lado de "La Línea" se integra como un mismo ecosistema de bosques alto-andinos y páramos con algunas variaciones relativas a aspectos como brillo solar anual, precipitaciones, etc., de carácter físico-natural. Desde una perspectiva antropológica en cambio, existen diferencias y semejanzas socioculturales adaptativas, significativas en cuanto a las formas de definir y construir el espacio con relación al uso. Las condiciones que los grupos sociales han provocado a ambos lados de La Línea, difieren sustancialmente en la misma medida que difieren las formas de poblamiento, las tradiciones con las que los grupos sociales se han adaptado al medio, las circunstancias regionales relativas a la dinámica de la población, la percepción que tienen los sujetos de sí mismos y su entorno y el mercado al cual se articulan. Las carreteras por ejemplo, constituyen en el contexto departamental la mejor forma de ilustrar un elemento de continuidad espacial, de acceso a los espacios, de movimiento, de comunicación e intercambio entre los seres humanos. Tanto en la montaña del Valle del Cauca como del Tolima, es común encontrar las "Puntas" de las carreteras que suben hacia la cordillera central como espacios de referencia donde termina la "civilidad" y comienzan los caminos de herradura por los que se conducen a uno y otro lado de la línea los habitantes de las regiones más apartadas y distantes. En el Valle del Cauca, existen por lo menos cinco de estas puntas dirigidas en dirección al Tolima las cuales en algunas ocasiones alcanzan los 3000 m de altitud. En el Tolima en cambio, las puntas de las carreteras que se dirigen hacia el Valle, generalmente no alcanzan altitudes superiores a 1500 m de altitud con excepción de la que conduce de Herrera (Tolima) a Florida (Valle) en el extremo sur del departamento con una población fundamentalmente paisa y cafetera en el Tolima, e indígena Paez en el Valle, cuyo tramo de finalización es de tan solo siete kilómetros para cruzar la línea departamental. También deben considerarse puntas con una altitudes considerables como la de San José de las Hermosas y la de Roncesvalles al Norte del páramo de Las Hermosas Departamento del Tolima. Fundamentalmente, la existencia de un espacio "naturalizado" como el Parque Nacional en medio de las Puntas de las carreteras, ha impedido y contenido legalmente las iniciativas regionales para que estas se conecten, ya que según se argumenta, los efectos de este tipo de obras en escenarios naturales similares han tenido consecuencias desastrosas para los ecosistemas al producirse una "Colonización Espontánea" mediada por el acceso que plantean las vías a las poblaciones aledañas. La naturaleza política del "aislamiento" espacial existe sin embargo en un sentido distinto para ambas vertientes. Las condiciones que plantea para los habitantes de las tierras altas las circunstancias de las tierras más bajas donde se abastecen y con las cuales intercambian, determinan en un sentido amplio las dinámicas sociales, la velocidad del cambio y el ritmo de la vida en las altas montañas así como el punto de referencia con el cual se articulan las poblaciones locales a un contexto regional. Es común encontrar en las regiones de alta montaña más apartadas del Tolima, que la población se adscribe económicamente al Valle del Cauca donde intercambia mientras se sigue considerando políticamente Tolimense. Como un aspecto de carácter cognitivo, desde el Valle del Cauca se "entra" al Tolima, este es percibido como un espacio cerrado al que se ingresa pasando La Línea, y quizás por efectos de etnocentrismo cultural, para los campesinos de la alta montaña del Valle y aún los mismos Tolimenses que habitan allí, el espacio tolimense es considerado como un territorio donde abunda el "peligro" para el extraño, mitificado por historias de muerte y "violencia" donde las personas desaparecen simplemente o mueren de frío entre las montañas. A la inversa, los tolimenses "salen" al Valle tradicionalmente por constituir una ruta más corta y económica donde se efectúan cierto tipo de transacciones, o por que diversos factores de tipo bélico así lo determina. 2.3 Escala microregional: las unidades de estudio. A escala microregional, es posible tipificar en espacios de alta montaña muchos elementos encontrados en el ámbito regional básicos para entender la dinámica de construcción del espacio como un conjunto. Sin embargo, existen diferencias y variaciones particulares en cuanto a las estrategias adaptativas relacionadas con la forma de definir el espacio como territorio, de acuerdo con el poblamiento y la procedencia de los grupos localizados contemporáneamente en la alta montaña, así como en aspectos de su estructura social, economía y poder, que imprimen a las poblaciones "locales" dinámicas particulares en su manera de relacionarse con su entorno y entre sí mismos. El sector sur del Parque Nacional Natural "Las Hermosas", entre los Municipios de Palmira (Valle) y Rioblanco (Tolima) con 11.598 y 56.698 has. respectivamente en la jurisdicción del Ministerio del Medio Ambiente, constituye un espacio de convergencia de diversos actores sociales durante una escala de tiempo prolongada que se hace evidente por los caminos "prehispánicos" que comunican localidades a ambos lados de la cordillera y que aún las poblaciones actuales utilizan como medios de comunicación e intercambio (ver Mapa 3). Sin embargo, para el contexto del trabajo y en una escala temporal más corta, en la que nos interesa de manera fundamental conocer el proceso de construcción del espacio actual, es necesario considerar e identificar algunos de los aspectos socioculturales adaptativos más representativos de los actores sociales localizados en el espacio microregional de la muestra, para determinar la forma como se construye una relación particular entre la vida social y el entorno físico. Para el caso de la alta montaña en las dos microregiones de estudio, Toche (valle) y La Reina (Tolima), encontramos aspectos de una sociedad fundamentalmente pastoralista adaptada a las condiciones físicas del medio ambiente. Los recursos que se obtienen del ganado (leche o queso), constituyen el producto que media el intercambio en un mercado regional lechero que converge económicamente en un mismo centro urbano: Palmira (Valle), y sobre el cual existe una estructura social heterogénea sobre la que gira toda una dinámica productiva de las relaciones sociales campesinas.
Para la población local de ambas microregiones, el "espacio natural" que tanto se estima y valora desde la mirada institucional como objeto de protección, constituye un "obstáculo" real para los ideales productivos campesinos que debe ser eliminado, transformado y aprovechado para garantizar su sobrevivencia. El páramo por su parte, ofrece pasturas para el ganado de manera natural siendo utilizado extensivamente para el pastoreo de las reses jóvenes en el momento del destete. En el pasado, el páramo fue un espacio de caza que era visitado periódicamente en épocas de intensificación debido a la abundancia de especies en bosques y entorno a las lagunas a las que se llegaba tras días enteros de caminata. Actividades como estas, fueron rompiendo las "montañas" y dejando trazados los caminos de acceso por los que posteriormente penetró la colonización y se establecieron los asentamientos permanentes. Generalmente, el páramo sigue siendo considerado como un espacio "Baldío" o como tierra de nadie que cada cual puede aprovechar como mejor le parezca, debido quizás a sus condiciones físicas extremas y las distancias que implica llegar hasta ellos. Introduciendo la variable temporal para comprender brevemente la construcción del espacio actual como el resultado de algo que acontece en el tiempo/espacio, la población actual del área de estudio es descendiente de "colonos" que llegaron a comienzos del siglo XX procedentes básicamente de dos corrientes migratorias: una Nariñense que penetró por el Cañón del Cofre y Toche adentro hacia las partes más altas de la vertiente occidental de la cordillera, y otra Tolimense que penetró por el cañón del río Cambrín y el Anamichú en la vertiente oriental de la cordillera, transformando las condiciones del medio natural en un medio humano productivo sobre la base de la horticultura, la caza y la recolección como estrategia económica en la fundación del territorio. No obstante, las diferencias actuales existentes entre ambos lados de la línea permiten hacerse una imagen sobre las tradiciones y los ideales particulares con las que se construyó el espacio como el resultado de condiciones físicas y socioculturales regionales particulares. Mientras en el Valle actualmente, los bosques se han visto reducidos notablemente debido al acceso brindado por las carreteras, la densidad y diversidad de población que colonizó la alta montaña y las cuencas así como su manera de articularse con las tierras más bajas y fértiles del valle geográfico, puede observarse en el Tolima en cambio un poblamiento de la alta montaña mucho más disperso, encontrándose aún grandes extensiones de selvas andinas que descienden hasta los 1600 m.s.n.m. en cañones y cuencas "deshabitadas": el dimensionamiento del espacio es distinto, es enorme y las montañas no contrastan claramente con la tierra plana como ocurre en el Valle, existen montañas tras montañas y aún cadenas montañosas enteras tras otras que imprimen al espacio cierta cualidad de "inhóspito". La utilización del espacio tolimense por decirlo de alguna forma, ha sido mucho más periódica o temporal entorno a la caza o como ruta de paso. Sin embargo, recientemente el ascenso altitudinal de la población ha sido incentivado por el cultivo de la amapola hasta aproximadamente los 3000 m.s.n.m. que representa una actividad rentable de manera temporal, mientras las condiciones "políticas" lo permiten. Encontramos en este sentido la construcción de un espacio de uso "temporal" el cual es abandonado y vuelto a utilizar. En el cañón de La Reina, encontramos un grupo social relativamente estable cuya actividad básica es el pastoreo y la elaboración de queso con el cuan intercambian el mercado del Valle. También los cultivos de amapola y toda la dinámica que existe entorno a ellos han introducido cambios en la vida social de sus habitantes más recientemente. En este punto convergen ambas microregiones a ambos lados de la Línea: acceden por la misma carretera, al mismo mercado, y es del pastoralismo de donde obtienen una renta relativamente estable. Sin embargo, además del "potrero", existe otra categoría espacial de uso para los campesinos de la alta montaña: el "Tajo" de cultivo dentro del cual podemos identificar dos variables: el Tajo para horticultura o cultivo de tubérculos, y el Tajo para "jardín" o cultivo de amapola. Para el caso del primero, el cultivo de la papa ha representado una actividad tradicional que data de la llegada de los primeros colonizadores, pero que en el presente se ha reducido a niveles casi insignificantes debido a los cambios tanto en el medio físico como a las nuevas dinámicas de mercado regionales al extremo de observar en la remesa de los campesinos de la región subir papa para el páramo ya que su dedicación al ganado se ha convertido en una actividad casi exclusiva para obtener recursos. Para el caso del Tajo donde se siembra amapola en cambio, el espacio es construido sobre la idea de un uso "temporal", no es significado como propiedad privada sino como algo que se transforma, se cultiva, se cosecha y luego se abandona. En la vertiente oriental de la cordillera central, las condiciones del espacio natural cambiaron drásticamente desde la segunda mitad de la década del ’90 debido al incentivo particular de la amapola. Hasta entonces, extensas regiones de bosques andinos se conservaron casi inexplorados, bastas montañas de bosque permanecieron como "fronteras" naturales para una población tolimense que se articulaba entonces como ahora económicamente al Valle del Cauca. Sin embargo, llegaron las motosierras y los bosques rápidamente comenzaron a ser diezmados y confinados en algunas regiones a parches aislados, la devastación fue alarmante aún para los mismos habitantes nativos de la región. Así, de la misma manera que se iba abriendo el espacio para la "cultura", fueron llegando de diversas procedencias campesinos sin tierra buscando hacerse a la bonanza. La destrucción no fue exclusiva sobre el medio natural, la competencia entre los seres humanos en una lucha por el territorio que ahora era limitado llevó por un tiempo a la región a un estado avanzado de "descomposición social": La muerte y los conflictos entre amapoleros cristalizaban en un espacio inhóspito donde la ley del más hábil ganaba la faena, familias enteras desaparecieron por la ambición de dinero que generaba la mancha, las cantinas en los pueblos y los problemas personales contribuyeron a esta dinámica. La distancia y la concepción del espacio como "zona roja" y de peligro, así como la mirada de las instituciones que identificaba ya un problema de orden internacional, llevó a la intervención tangencial del estado que sin considerar el problema local y los seres humanos implicados, ha estado fumigando constantemente la región agudizando el problema que no sólo es de índole económico: una población invisible que habita un espacio inhóspito, donde la ley la ejercen otros actores armados, donde el estado no osa entrar, es un espacio cerrado y por que no "independiente" donde el tiempo tiene otro sentido, y el bienestar es relativo a lo que proporciona el medio físico, el ganado, o el mercado con el cual cada grupo se articula para intercambiar recursos. 3. Consideraciones Finales: Alta montaña ecuatorial espacio natural o espacio cultural. Las altas montañas han sido consideradas como espacios hostiles para la vida del hombre, y en la mayoría de los casos, idealizadas por quienes no viven en ellas como ambientes "naturales" que representan lo salvaje, lo indomable, y más recientemente lo que debe ser conservado y protegido.
Haciendo una abstracción desde la disciplina, es posible comprender y analizar como múltiples categorías socioculturales convergen sobre la alta montaña de acuerdo con las percepciones particulares de los sujetos sociales que emiten un concepto con respecto a ella construyendo su misma naturaleza física. Para Boaventura de Sousa (1991), el modo como imaginamos lo real espacial puede convertirse en la matriz de las inferencias con que imaginamos todos los demás aspectos de la realidad" (215), anotando en relación con las escalas que es posible identificar dos tipos básicos: las escalas de análisis (pequeña escala) y las escalas de acción (grande escala) y de esta manera "cambiar de escala significa cambiar de fenómeno" o de problema (218). En este sentido, es necesario entender que el espacio no sólo es dinámico en virtud del tiempo geológico mirándolo desde una gran escala, sino, que es espacio en movimiento a partir de la manera como los seres humanos lo apropian e idealizan con fines aprehensibles a pequeña escala, incluyendo claro está la apropiación que nosotros mismos hacemos desde las disciplinas. Wallerstein (1996) reconoce la antigüedad de la geografía como práctica pero que se mantuvo al margen de las ciencias sociales debido a su tendencia a las grandes generalizaciones y grandes síntesis no analíticas hasta finales del siglo XIX cuando se "reconstruyó como una disciplina nueva" (29), aunque según apunta el autor, "fue la única disciplina que [antes de 1945] intentó de manera consciente ser realmente mundial en términos de su objeto de estudio" (29). Las categorías que utiliza el geógrafo para delimitar o aprehender los fenómenos espaciales, constituye ya de echo categorías conceptuales abstractas, y tan arbitrarias como las que utilizaría cualquier cultura humana para clasificar los fenómenos espaciales que percibe. Las justificaciones científicas legitiman claro está, el conocimiento de unos mientras desvirtúa o ignora el de otros. Los intereses disciplinarios particulares han contribuido a menudo a ocultar las clasificaciones locales, así como la rica y diversa percepción tradicional de los pueblos que habitan diversas regiones. En este punto, ¿cuales son por ejemplo los mapas y las categorías que los diversos grupos tienen sobre el espacio que habitan?, ¿Cuales son las categorías del espacio locales en la alta montaña ecuatorial? De acuerdo con el geógrafo Joaquín Molano (1995), la alta montaña "como espacio geográfico es estructura espacial, al igual en el pasado en el presente", sin embargo, como ambiente humanamente construido el sentido del espacio cambia a través de los procesos socioculturales acontecidos en él "adquiriendo la connotación de un hecho social en condiciones espaciales concretas" (54). La dimensión espacial no existe por sí misma ni en sus propios términos (a priori), por el contrario, el espacio responde a una construcción sociocultural relativa, resultado tanto de los intereses por conocer y clasificar el mundo fenomenológico, los procesos históricos y las experiencias particulares de quienes lo definen. Generalmente se ha escuchado decir que Colombia es un país excepcional tanto por su diversidad geográfica como por su consecuente diversidad biológica y cultural. La compleja geografía nacional o heterogénea composición física del país (orografía), quizás sea una de las dificultades (obstáculo) primordiales en términos económicos y políticos por las cuales el espacio nacional no ha sido integrado como un conjunto que articule los "intereses" de todos, sino un complejo sistema fragmentado de intereses regionales, luchas por el territorio, y el aislamiento cognitivo de grandes extensiones y su población del marco referencia nacional. La diversidad ambiental (espacial) más que suponer una ventaja y adaptativa para la sobrevivencia, ha constituido en el caso colombiano un obstáculo real para la articulación de la población nacional a una dinámica económica que integre las potencialidades de las diversas regiones.
Así por ejemplo, la cordillera central ha constituido un "obstáculo" o "frontera" geográfica entre dos regiones "progresistas" como lo son el valle geográfico del río Cauca y el valle geográfico del Magdalena y Saldaña en el Tolima, dejando desarticulada la población de alta montaña en relación con el acceso a ciertos recursos o determinando una dinámica de interacción que corre a otra velocidad. De acuerdo con Braudel (1995), en América Latina la inmensidad del territorio supone la existencia particular de carreteras siempre en construcción, escasez de vías férreas, y donde la tracción animal y el paso de los hombres continúa siendo un elemento importante para desplazarse de un lugar a otro (373). Espacio y tiempo cobran sentido con la noción de la distancia. La velocidad con la que es posible abarcar una determinada distancia da cuenta de los medios utilizados así como de las condiciones sobre las cuales se hace posible el movimiento, los fines y los destinos. En este sentido, el papel de la geografía me parece fundamental para comprender – más allá del dato estadístico del cual muy corrientemente abusan las disciplinas sociales y las grandes generalizaciones que se hacen a partir de ellas- la heterogénea composición física del país en función de los procesos socioculturales particulares que acontecen en los espacios. No obstante, ¿cómo hablar del espacio sin mencionar la economía, las relaciones de poder, los ideales y toda la serie de referencias que nos proveen los grupos humanos a cerca de él? Un hito importante y de actualidad en el contexto nacional relacionado con la construcción del espacio que a mí parecer no se puede pasar por alto, lo constituye el intento de las administraciones "locales" en el ámbito municipal por "ordenar el territorio" bajo su jurisdicción con los llamados Planes de Ordenamiento Territorial" (POT) que tienen el fín de planificar su uso del territorio y la forma como se articula a este su población. Las administraciones locales y las Corporaciones Regionales en conjunto con la serie de instituciones que operan al nivel burocrático en los municipios, han estado trabajando en "reconocer " las características físicas del espacio municipal así como algunos aspectos de su población y economía. La delimitación del "territorio administrativo" que hasta entonces fue más una abstracción retórica, busca consolidar la cartografía básica de los municipios con la ayuda de nuevas tecnologías y la incorporación de actores que han permanecido ausentes del espectro cognitivo institucional. Claro está, esta incorporación de los sujetos en el espacio es más abstracta que real. La construcción del espacio "nacional" al nivel de los municipios y las regiones que desde la perspectiva institucional están agenciando particularmente Arquitectos adscritos a las oficinas de planeación, merecen una revisión crítica desde disciplinas como la geografía y la misma antropología con la cual se hagan evidentes los aspectos más representativos de los espacios en relación con los seres humanos que los habitan. Quizás en cierto periodo de tiempo, sea evidente si lo que en realidad los "arquitectos" que construyeron el espacio municipal hicieron una obra de arquitectura en la cual se integran los intereses de "la población" localizada en el territorio, o si por el contrario se limitaron a la decoración de interiores de un territorio en el cual su población continua siendo un accesorio de uso discontinuo
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