Por Joanne Mariner
Como se presenta en un borrador, cuyo período de discusión terminó el Viernes pasado, la administración ha planificado comenzar a permitirle a cazadores, zoológicos, circos y otros, a matar, capturar e importar fauna y flora salvajes en peligro de extinción en otros países.
Hace dos años, en una ceremonia en honor del Día de la Tierra, el Presidente George Bush, parado debajo de un gigantesco sequía, hizo un llamado "al nuevo ambientalismo para el siglo 21." Como lo definió su administración, este nuevo ambientalismo prefiere los incentivos mercantiles a los reglamentos gubernamentales y eleva los derechos a la propiedad por encima de la protección a lo selvático y a las especies. Es el corolario ambiental a la amplia visión desregulatoria de Bush.
Peter Hauber, ejecutivo decano del Instituto de Manhattan, es uno de los cerebros detrás de la aproximación al ambiente de la administración de Bush. Su influyente opúsculo político, "Fuerza Verde: Salven al Ambiente de los Ambientalistas," fue publicado en el año 2000 como contrapeso conservador a "La Tierra en la Balanza" de Al Gore.
En "Fuerza Verde" Hauber elogia a Teddy Roosevelt como modelo de ambientalista. Roosevelt, famoso como cazador y entusiasta de safaris, mató cientos de animales salvajes – incluyendo a nueve leones, cinco elefantes, trece rinocerontes y siete hipopótamos durante una sola y larga expedición en Africa-. Como dice Hauber aprobadoramente, "Él amaba a los animales salvajes. Especialmente amaba matarlos."
La aproximación de Roosevelt, amarlos y matarlos, es el antecedente obvio para una nueva política sobre las especies en peligro, anunciada este verano por la administración de Bush. Como se presenta en un borrador, cuyo período de discusión terminó el Viernes pasado, la administración ha planificado comenzar a permitirle a cazadores, zoológicos, circos y otros, a matar, capturar e importar fauna y flora salvajes en peligro de extinción en otros países.
"PUERTA ABIERTA A LA CORRUPCIÓN"
La nueva política conlleva una violación dramática de las anteriores prácticas. En lugar de interpretarse a la Ley de Especies en Peligro como protección de las especies foráneas contra la explotación y matanza, como lo hicieran anteriores administraciones, los funcionarios de la administración de Bush afirman que el estímulo a dichas acciones puede contribuir a la ulterior supervivencia de las especies.
Prominentes defensores de la preservación de las especies no concuerdan. "Honestamente, huele mal," dijo la primatóloga Jane Goodall acerca del cambio propuesto. "Es una puerta abierta a la corrupción. Es repulsivo."
La administración de Bush insiste en que la nueva reglamentación es compatible con las disposiciones de la ley existente. La Ley de Especies en Peligro, fue aprobada en 1973 para proteger a las especies salvajes en peligro de extinción. En un caso emblemático en 1978 sobre la interpretación del alcance de la ley, la Corte Suprema la llamó "la legislación más amplia para la preservación de las especies alguna vez puesta en vigor por cualquier nación." La ley reconoce ahora a más de mil 700 especies de plantas y animales en peligro.
Además de proteger a las plantas y animales autóctonos, la Ley de Especies en Peligro extiende su cobertura a la vida salvaje en otros países. Actualmente 561 especies foráneas, de las cuales casi la mitad son mamíferos, aparecen en la ley bajo la lista de fauna y flora en peligro o amenaza. Entre estos están incluidos el leopardo de las nieves, el gorila y la zebra de montaña de África del Sur.
"DESARROLLAR LA PROPAGACIÓN O SUPERVIVIENCIA"
En el pasado funcionarios del Servicio de Pesca y Fauna y Flora Salvajes de los EE.UU. interpretaron la ley como impedimento para la importación comercial a los Estados Unidos de plantas y animales en peligro. El razonamiento claro detrás de este rechazo era que la demanda norteamericana disminuiría adicionalmente los números ya limitados de estas especies.
No obstante, la administración actual alega que el crecimiento del mercado norteamericano de trofeos deportivos, cueros, pieles y otras partes de los animales, así como también la demanda de mascotas exóticas y animales de circo podrían fomentar incentivos conservacionistas positivos. Al invocar la Sección 10 (1) (A) de la Ley de Especies en Peligro, que permite al Servicio de Pesca y Fauna y Flora Salvajes otorgar excepciones a las prohibiciones de la ley sobre importaciones de especies en peligro a fin de "desarrollar la propagación o supervivencia de las especies afectadas", la administración pretende permitir la importación de fauna y flora salvajes de países con programas de conservación eficaces.
Se permitirían las importaciones en casos específicos en aquellos países con planes conservacionistas que garantizaran que el número de especies salvajes matadas o capturadas fuera compensada por aumentos en la población objeto de la medida. Teóricamente, el impacto de ese plan debería ser positivo.
El borrador de la política de la administración está lleno de palabras como incentivo y uso sustentable. Los beneficios prometidos son especulativos y a largo plazo, pero sus riesgos son directos e inmediatos. Al abrir el mercado norteamericano a especies foráneas, la propuesta crea incentivos claros para el agotamiento de las poblaciones de fauna y flora salvajes existentes. Por contraste, el crecimiento general ofrecido en la población de especies en peligro dará resultado sólo en aquellos países donde los planes conservacionistas estén bien diseñados, donde las autoridades estén genuinamente interesadas en implementarlos, y donde las circunstancias permitan que la implementación sea realmente posible. Dadas la corrupción, desorganización y prioridades de competencia en muchos países, es dudoso que los propuestos flujos de dinero norteamericano produzcan el efecto deseado.
Al final, lo que el cambio hace es permitir que los funcionarios del Servicio de Pesca y Fauna y Flora Salvajes jueguen con el futuro de la reservas de vida salvaje. Se sustituye un peso especulativo de incentivos por un reglamento brillante.
FALSA MODESTIA
Otro aspecto del borrador de la política que vale la pena examinar, puesto que es sumamente conflictivo con la aproximación de la administración de Bush a otros problemas internacionales, es su modestia. En muchos puntos del borrador se justifica el uso de incentivos basados en el mercado por referencia a la limitada habilidad del gobierno norteamericano para influenciar las políticas de otros países.
Aquí, donde la meta es la conservación de la vida salvaje, el gobierno norteamericano subraya la limitada naturaleza de su poder para promover cambios en "otros países soberanos que tienen sus propias leyes y políticas nacionales." Dados estos impedimentos, la administración afirma que los incentivos basados en el mercado están dentro de los "pocos medios disponibles" para estimular los esfuerzos conservacionistas en el extranjero.
Como muestra de un contraste ilustrativo, considérese la "guerra contra las drogas." (Nótese la declaración de "guerra", para comenzar.) En sus esfuerzos contra los narcóticos, el gobierno de los Estados Unidos ha evitado por mucho tiempo la aplicación de incentivos basados en el mercado, a favor de una variedad de tácticas brutales que incluyen violaciones flagrantes a la soberanía de otros países. Las medidas coercitivas del gobierno han incluido la invasión de un país y la persecución de su presidente (como se hizo con el hombre fuerte de Panamá, Manuel Noriega), secuestro de ciudadanos extranjeros (el caso del físico mexicano Humberto Alvarez Machain), y negando el acceso a los mercados norteamericanos en retaliación por insuficiente cooperación con los programas anti narcóticos de los EE.UU.
Siendo el país más poderoso del mundo, los Estados Unidos cuentan con enorme influencia en muchas regiones. Al aproximarse a los asuntos mercantiles, la guerra contra las drogas, el esfuerzo contra el terrorismo, o numerosas otras prioridades nacionales, uno puede estar seguro de que los hacedores de política norteamericanos no se sienten demasiado constreñidos por sus opciones limitadas para la ejecución de cambios. Apoyarse en estas excusas sería enteramente cínico.
MAYOR CONTEXTO
Para concluir, vale la pena recordar que las propuestas recientes son parte de un gran ataque a la Ley de Especies en Peligro. Con el apoyo de la administración, los republicanos en el Congreso han venido tratando de modificar la ley a fin de debilitarla. Para lograr esta meta a través de otros medios, la administración reiteradamente ha venido disminuyendo los fondos para el programa de especies en peligro, creando una acumulación de trabajo que socava la habilidad del Servicio de Pesca y Fauna y Flora Salvajes para poner en vigor las exigencias de la ley.
Muchos de los nominados de la administración para los tribunales federales, tales como el Fiscal General de Alabama, William Pryor, y Priscilla Owen, de la Suprema Corte de Justicia de Texas, tienen una historia de hostilidad hacia la Ley de Especies en Peligro. Gale Norton, Secretario de Interior, jefe del departamento encargado de darle vigencia a la ley, introdujo en la Corte Suprema de los Estados Unidos un alegato pidiendo reducciones significativas [a los presupuestos] para la protección de las especies en peligro. Su asistente, el Secretario para el Agua y la Ciencia, es un antiguo abogado que una vez solicitó la abolición de la ley.
El panorama general es, en resumidas cuentas, triste. Puede que lo llamen el Nuevo Ambientalismo, pero suena mucho más como el viejo anti-ambientalismo. Y Peter Huber tiene razón: hace ver maravillosamente bien a Teddy Roosevelt.
– Revista CounterPunch
(*) Joanne Mariner es una abogado de los derechos humanos que ha trabajado durante casi una década en América Latina.
Traducción de Margott Allais