Por Luis Alberto Reyes
La concepción de los pueblos indÃgenas de América ve a la Tierra como madre viviente que, fecundada por el Sol, da la vida y la sostiene.
El tema indÃgena no es, por sÃ, indigenismo. Esta diferencia se advierte con nitidez en la literatura. Nos damos en ella por un lado con el indÃgena tratado como personaje literario en el romanticismo y modernismo, como objeto exótico ambiguamente perteneciente a los ámbitos de la fantasÃa y de la realidad. Terrible o dulce, siempre interesante por extraño o pintoresco.
Por otro lado nos encontramos con la literatura propiamente indigenista, en que se denuncian los ataques de ayer y hoy a los pueblos indÃgenas y se reivindica su autonomÃa espiritual, polÃtica, económica, cultural. Su precursor, su primera gran figura es Fray Bartolomé de las Casas. Intentó una enorme, desesperada obra de amor y de justicia que emprendió no solo con la pluma (entre estas obras se destaca la "BrevÃsima relación de la destrucción de las Indias", redactadas por noviembre de 1542 y destinadas a conmover al futuro monarca Felipe II) sino también con la acción pastoral y polÃtica que desplegó mientras fue obispo de Chiapas, excomulgando a funcionarios y curas que oprimÃan a los indÃgenas y encomendando a estos a que le denunciaran los agravios que sufrÃan.
En su testamento, escrito dos años antes de su muerte, dice "Tengo por cierto que cuanto se ha cometido contra aquella gentes, robos o muertes y usurpaciones de sus estados…ha sido contra la Ley de Jesucristo y contra toda razón natural,…y creo que, por estas impÃas e ignominiosas obras Dios ha de derramar sobre España su furor y su ira, porque toda ella ha comunicado y participado poco que mucho en las riquezas sangrientamente robadas e acabamientos de aquellas gentes (1958, V, 539-540)
En los orÃgenes de la corriente indigenista de este siglo está Manuel González Prada, con su clásico ensayo "Nuestros Indios", una discusión con los etnocéntricos planteos antropológicos que fundamentan la discriminación en la modernidad y una denuncia de la farisaica polÃtica indÃgena implantada en los paÃses descolonizados de América. Finalmente sostiene una tesis extrema: El indio solo puede confiar en sà mismo para liberarse. El indio debe armarse. Leamos un párrafo de su trabajo "Bajo la República ¿sufre menos el indio que bajo la dominación española?
Si no existen corregimientos y encomiendas, quedan los trabajos forzosos y el reclutamiento. Lo que le hacemos sufrir basta para descargar sobre nosotros la execración de las personas humanas. Le conservamos en la ignorancia y la servidumbre, le envilecemos en el cuartel, le embrutecemos con el alcohol, le lanzamos a destrozarse en las guerras civiles y de tiempo en tiempo organizamos cacerÃas y matanzas como las de Amantani, Llave y Huanta." "Al indio no se le predique humildad y resignación, sino orgullo y rebeldÃa. ¿Qué ha ganado con trescientos o cuatrocientos años de conformidad y paciencia? Mientras menos autoridades sufra, de mayores daños se liberta.
Hay un hecho revelado: reina más bienestar en las comarcas más distantes de las grandes haciendas. Se disfruta de más orden y tranquilidad en los pueblos menos frecuentados por las autoridades." (Nuestros Indios, en Horas de Lucha, Lima 1908, en Ramos, pp271-275) PodrÃamos agregar nosotros muchos ejemplos del perÃodo independiente, cuando España estaba ya lejos de nuestras costas: la "Campaña del Desierto", que tenÃan la consigna del exterminio, las cacerÃas de la Patagonia en pleno gobierno civil argentino y, entre otras muchas, la Masacre de Amantani: Apenas inaugurada la primera dictadura de Piérola, los indios de Amantani, isla del Titicaca, lincharon a un gamonal que los obligaba por la fuerza a hacer ejercicios militares.
La respuesta fue el envÃo de Puno de dos buques armados de guerra que bombardearon ferozmente la isla, de las 6 de la mañana a las 6 de la tarde. La matanza fue horrible, sin que hasta hoy se sepa el número de indios que perecieron aquel dÃa, sin distinción de edad ni sexo. Al tiempo, solo se veÃan esqueletos que blanqueaban metidos de medio cuerpo en las grietas de los peñascos, en actitud de refugiarse.
El indigenismo es notoriamente defensa del indÃgena agredido. También es otra cosa, un testimonio de amor. En este último aspecto, una mirada superficial podrÃa confundirlo con los acercamientos románticos al indio. Sin embargo en el indigenismo no se trata de esos embelesos sino más bien de lo que el indÃgena y su mundo han dado y el indigenista recibido transformándose y devolviéndolo en militante amor. Es lo que sintetiza Arguedas: "Recorrà los campos e hice las faenas de los campesinos bajo el infinito amparo de los comuneros quechuas.
La más honda y bravÃa ternura, el odio más profundo, se vertÃa en el lenguaje de mis protectores; el amor más puro, que hace de quien lo ha recibido un individuo absolutamente inmune al escepticismo." Es desde esta plenitud que los indigenistas escriben "El mundo es ancho y ajeno"(Ciro AlegrÃa) "Hombres de MaÃz"(Miguel Angel Asturias) o "Todas las Sangres"(José MarÃa Arguedas).Por eso es comprensible el planteo del sociólogo José Uriel GarcÃa "Nuestra época ya no puede ser la del resurgimiento de las razas ni del predominio determinante de la sangre en el proceso del pensamiento y, por tanto, de la historia." "A ese hombre que viene a nosotros con el corazón abierto a saturarse de la sugestión de la sierra, henchir su alma a su contacto, siendo lo de menos el color de su piel y el ritmo de su pulso, a ese le llamaremos indio…" ("El Nuevo Indio",1939)
Con justicia el catamarqueño Joselin Cerda RodrÃguez dice que todos los que se reconocen hijos de esta tierra son indios. Aunque las cosas no sean como antes … Después fue saqueado el oro de los templos del Sol Y puesto a circular en lingotes con las iniciales de Pizarro La moneda trajo los impuestos Y con la Colonia aparecieron los primeros mendigos El agua ya no canta en los canales de piedra Las carreteras están rotas Las tierras secas como momias Como momias De muchachas alegres que danzaron En airiway (abril) el mes de la danza del maÃz tierno Ahora secas y en cuclillas en museos…
("EconomÃa de Tawantinsuyu", fragmento, Ernesto Cardenal)
Una caracterÃstica extendida del indigenismo es su cercanÃa con las doctrinas socialistas. Desde Emiliano Zapata hasta el Subcomandante Marcos.
Desde Mariátegui, (fundador del Partido Comunista en el Perú) y Balcarcel (autor de "Tempestad en los Andes", un olvidado y significativo testimonio de la literatura indigenista) hasta Arguedas que, en los dÃas anteriores a su muerte se carteaba en quechua con el lÃder campesino de tendencia trotskista que habÃa dirigido las tomas de tierras por parte de los indÃgenas del Valle de la Convención. Este revolucionario, que se llamaba Hugo Blanco, y estaba preso en la Isla del Frontón, le envió un poema en que le llamaba Taytay (padre) y agradecÃa al escritor sus textos y traducciones, que habÃan alentado a las luchas de los campesinos peruanos.
Arguedas le contesta (en carta sin fechar, dÃas antes de su suicidio, el 28 de noviembre de 1969) llamandole "Hermano Hugo, querido, corazón de piedra y de paloma" y refieriéndose a la invasión india de Abancay, descrita en "Los Rios Profundos", que prefigura la sublevación del Perú le dice "…¿No fuiste tu, tú mismo quien encabezó a esos "pulguientos" indios de hacienda de nuestro pueblo; de los asnos y los perros el más azotado, el escupido con el más sucio escupitajo? Convirtiendo a esos en el más valeroso de los valientes, ¿no aceraste su alma?"
RAICES DEL ANTI INDIGENISMO
Las raices del antiindigenismo no están en una posición literaria sino en la oposición al indÃgena, a su cultura.
En primer lugar, en la concepción europea y en términos de Hegel: es "el espÃritu libre". El sentido de la historia, el sentido de todo pueblo sobre la Tierra, es para esa filosofÃa realizar la libertad. Quienes van adelante en este proceso marcan el camino, deben ser seguidos por los otros. "Los orientales solo han sabido que uno es libre. Griegos y Romanos supieron que algunos son libres. Nosotros sabemos que todos los hombres son libres"decÃa Hegel.
La posición contraria a la de la libertad es la de estar adheridos a la Naturaleza. (América, según la veÃa Hegel, aún no se ha sobrenaturalizado, aún no tiene un lugar en la historia) La librtad es representada, en la tradición europea, como separación e independencia respecto a la Tierra.
Como aspiración a la liviandad, la altura, la luz. Lo contrario es la densidad, lo bajo y oscuro de la materia planetaria que se convierten en antivalores en el plano metafÃsico, ético y gnoseológico. La concepción de los pueblos indÃgenas de América ve a la Tierra como madre viviente que, fecundada por el Sol, da la vida y la sostiene. No se trata de alejarnos de ella para acercarnos a lo sagrado, al origen de la vida y los hombres sino-por el contrario- de descender profundamente al reencuentro con ella. La historia de la cultura imperante en el mundo -y no solo en el llamado Occidente- puede verse como la historia de la lucha contra esta arcaica concepción.
PodrÃamos entonces encontrar aquà una raÃz -en perspectiva filosófica- del anti indigenismo. A partir de esa cultura imperante hay un único orden posible del mundo. El que mira al Cielo. En los europeos que vinieron a América esa mirada es consolidada por una fe que le agregó dogmatismo e intolerancia. Vinieron a instaurar aquÃ, de modo excluyente, ese orden que busca alejarse de la Tierra. Muchos años después de la Conquista y la Colonia, criollos que se dicen ateos, liberales o marxistas siguen haciéndolo. Sigue imponiéndose la mirada dirigida a las abstracciones como orientadora de los actos, del conocimiento y de los valores. Esto en cuanto a los fundamentos más profundos del anti-indigenismo. Pero sus expresiones corrientes reconocen razones más circunstanciales.
LA CRITICA AL INDIGENISMO DESDE LA DEFENSA DEL HISPANISMO Y EL CATOLICISMO
Este es el frente que con más fuerza y continuidad se opuso al indigenismo. Parte del cuestionamiento a la "leyenda negra" que, apoyándose en las denuncias de Bartolomé de las Casas se elaboró desde Inglaterra, Francia y los PaÃses Bajos. Estos paÃses, que habÃan cometido en sus colonias crÃmenes no menos perversos, hicieron una extensa campaña de desprestigio de la cultura española. La "leyenda" de Las Casas no era ninguna leyenda, pero su manipulación interesada por los rivales de España fue bastante hipócrita y ocultadora de otros males, tanto o mas odiosos que la Conquista, que se ensañaron con los pueblos del mundo. Contra este antiespañolismo, que se parecÃa a las expiaciones a través del chivo emisario, cargó especialmente una de las resistencias más visibles al indigenismo.
Hay que señalar sin embargo que, en América, esta postura no proviene de un uniforme bloque ideológico. En los muchos anti indigenismos no se defiende la misma idea de hispanismo y catolicismo y no se persiguen los mismos objetivos.
Encontramos desde posiciones racistas y ultramontanas que sostienen la Conquista y minimizan sus atrocidades, hasta posiciones que, criticándola, ven sin embargo importante preservar la unidad espiritual que a nuestra América le ha legado España y el catolicismo. Desde los conservadores de México, hasta los arielistas y vastos sectores de los llamados hispanistas advirtieron que esta espiritualidad de origen europeo, en sus aspectos positivos que trascienden a las miserias de la Conquista y la Colonia, es un elemento de identidad y unidad. Y es también -y a partir de ello- un fundamento de independencia frente a la moderna amenaza que se cierne sobre Latinoamérica. En este sentido, y en nombre de la unidad nacional y de la unidad latinoamericana, desconfÃan de algunas voces indigenistas que socavan esa identidad y unidad. Vasconcelos denunció puntualmente la promoción que Estados Unidos hace de ciertas variantes de indigenismo, agresivamente antiespañol y anticatólico, como instrumento de disociación nacional, a través especialmente de verdaderos ejércitos de antropólogos y religiosos que exporta hacia las comunidades indÃgenas de Centroamérica.
EL ANTI INDIGENISMO DESDE EL ARTE
Vargas Llosa, refiriéndose a esa "literatura comprometida" de los indigenistas, señala que "está obsoleta en buena parte del mundo" y que "en ella prevalece lo social sobre lo artÃstico" (pp17) Y no se refiere solo a los indigenistas menores de la literatura. Es muy probable que en América la tematización del dolor indÃgena no resulte algo forzado, extrapolado desde afuera a la literatura.. En el arte, se dice lo que se tiene para decir.
Desde el Wanka de la muerte de Atahualpa hasta la Cantata de Santa MarÃa de Iquique, la literatura latinoamericana ha sido no solo el medio de expresar lo censurado en la sociedad sino lo que ocupa el alma comunitaria y arraigada del escritor.
Es interesante recordar los célebres planteos de Julio Cortazar, en su polémica con Arguedas. En una carta dirigida al poeta cubano Roberto Fernández Retamar, publicada en la revista Casa de las Américas, (N° 45, La Habana, 1967 p.5 "Acerca de la situación del Intelectual Latinoamericano"), Cortazar reflexiona sobre su exilio voluntario en ParÃs desde 1951 y sobre su evolución espiritual, que lo llevó a comprometerse con la revolución y el socialismo. Dice que en Europa descubrió las "verdaderas raÃces de lo latinoamericano".
Ataca lo que llama el telurismo, el folclorismo, "los nacionalismos de escarapela y banderita" "El telurismo como lo entiende entre ustedes un Samuel Feijoo, por ejemplo, me es profundamente ajeno por estrecho, parroquial y hasta dirÃa aldeano; puedo comprenderlo y admirarlo en quienes no alcanzan, por razones múltiples, una visión totalizadora de la cultura y de la historia, y concentran todo su talento en una labor de "zona", pero me parece un preámbulo a los peores avances del nacionalismo negativo cuando se convierte en el credo de escritores que, casi siempre por falencias culturales, se obstinan en exaltar los valores del terruño contra los valores a secas, al paÃs contra el mundo, la raza (porque en eso se acaba) contra las demás razas."
Arguedas contestó a Cortazar asumiéndose provinciano y dudando de la visión que, desde lejos, podÃa tenerse de América. Este a su vez, en una entrevista (Life en Español, N.York, 7 de abril de 1969) habla de "complejos regionales" "complejos de inferioridad" "provincianos de obediencia folclórica para quienes las músicas de este mundo empiezan y terminan en las cinco notas de una quena" y cita finalmente a Borges, quien a un indigenista intransigente le preguntó una vez "por qué en vez de imprimir sus libros no los editaba en forma de quipus" (V.II. pp 35-40)
NUESTRA SITUACION
Todo pensamiento es situado. Esto quiere decir: vemos la realidad desde un punto de vista. Y es importante hacer consciente esa situación desde la cual pensamos. Nuestra situación, aquella desde la que pensamos la cuestión indÃgena, es nuestra vocación de enraizarnos en lo indÃgena americano. Por eso somos indigenistas. Pero no solo esas raÃces -y la vocación de salvarlas- son nuestra situación. También lo es Latinoamérica, la que va desde BolÃvar hasta nuestros dÃas. Una Latinoamérica en que el adversario de la unidad, la afirmación cultural y la independencia ha dejado de ser, desde hace mucho tiempo, España. Si esta es nuestra situación debemos leer y apropiarnos de autores que, sin ser quizás indigenistas, nos ayudan a situarnos como latinoamericanos.
SerÃa abstracto y vano tener vocación indigenista sin tener vocación latinoamericana. Nos referimos a Vasconcelos, a MartÃ, al uruguayo José Enrique Rodó que en su "Ariel" defendió, contra quienes nos proponen parecernos a los anglosajones, el papel que juega la espiritualidad española en la formación de lo mejor de nuestra alma.
Antes que él, Rubén DarÃo, decÃa: "Desde México hasta Tierra del Fuego hay un inmenso continente donde la antigua semilla se fecunda y prepara la savia vital de la futura grandeza de nuestra raza: de Europa, del universo, nos llega un vasto soplo cosmopolita que ayudará a vigorizar la selva propia. Mas he aquà que del norte parten tentáculos de ferrocarriles, brazos de hierro, bocas absorbentes.
Esas pobres repúblicas de América Central no será con el bucanero Walker con quien tendrán que luchar, sino con los canalizadores yankees de Nicaragua; México está ojo atento y siente todavÃa el dolor de la mutilación; Colombia tiene su itsmo trufado de hulla y fierro norteamericano; Venezuela se deja fascinar al oÃr la Doctrina Monroe y lo sucedido en la reciente emergencia con Inglaterra, sin fijarse en que, con Doctrina Monroe y todo, los yankees permitieron que los soldados de la reina Victoria ocuparan el puerto nicaraguense de Corinto; en el Perú hay manifestaciones simpáticas por el triunfo de los Estados Unidos; y el Brasil, penoso es observarlo, ha mostrado más que visible interés en juegos de toma y daca con el uncle Sam.
Cuando lo porvenir peligroso es anticipado por pensadores dirigentes, y cuando a la vista está la gula del Norte, no queda sino preparar la defensa." En ese mismo texto, en que DarÃo denunciaba el descarado oportunismo de la intervención yankee cuando la guerra de independencia contra España estaba ya ganada por los cubanos, el poeta elogió a nuestro Saenz Peña, que en el Congreso Panamericano tuvo la dignidad de señalar la codicia brutal del anglosajón que pretendÃa más después de haberle arrebatado Texas a México.
Termina diciendo DarÃo algo que cabe pensar: "España no es el fanático curial, ni el pedantón, ni el dómine infeliz, desdeñoso de la América que no conoce; la España que yo conozco se llama HidalguÃa, Ideal, nobleza; se llama Cervantes, Quevedo, Góngora, Gracián, Velázques; se llama el Cid, Loyola, Isabel; se llama la hija de Roma, la Hermana de Francia, la Madre de América. Miranda preferirá siempre a Ariel; Miranda es la gracia del espÃritu; y todas las montañas de piedras, de hierro, de oros y de tocinos no bastarán para que mi alma latina se prostituya a Calibán." (Rubén DarÃo, "El Triunfo de Calibán" El Tiempo, 20 de mayo de 1988 en R. DarÃo, de Juan Carlos Ghiano. . Centro Editor de América Latina, pp 67-70, Bs. As 1976.)
La lucha por ser nosotros mismos no es contra España y su cultura. No solo porque ella no es hoy el adversario de nuestra cultura y libertad, sino porque aquella cultura es ya parte de nuestra identidad, junto a las telúricas raÃces indÃgenas. EL MESTIZAJE Otro elemento de nuestra situación es el mestizaje, cuya valoración ejemplar hizo Vasconcelos en "La Raza Cósmica".
Martà llamaba a la tierra en que vivimos "Nuestra América Mestiza", y Bolivar decÃa "Nosotros somos un pequeño género humano" (Carta de Jamaica) "Tengamos en cuenta que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de Africa y América que una emanación de Europa… Es imposible asignar con propiedad a qué familia pertenecemos" (Mensaje al Congreso de Angostura) Los españoles son -a diferencia de los anglosajones- abiertos al mestizaje (quizás por eso no hay negros, pero sà morochitos en Catamarca) Y no solo al entrelazamiento fÃsico sino aún espiritual. Un ejemplo especial es la prédica de Fray Servando Teresa de Mier, que identificaba a Quetzalcóatl con el apóstol Santo Tomás.
La escritura de Rulfo es mestiza, como lo es la del Ande, desde Huaman Poma hasta Arguedas (pasando quizás por esa inquietante oscuridad del "Trilce" de Vallejo) Lo es a pesar de tanta dolorosa perplejidad de los mestizos, a pesar de las traiciones del malinchismo, a pesar de la crueldad de los gamonales. La asunción de nuestra hispanidad, la asunsión de nuestro mestizaje, no son directamente posturas indigenistas, pero son, con la raÃz indÃgena, aspectos de la asunsión de nuestro ser situado. Diferente es la propuesta de Sarmiento: "…
¿En qué se distingue la colonización del Norte de América? En que los anglo-sajornes no admitieron a las razas indÃgenas, ni como socios ni como siervos en su constitución social. ¿En qué se distingue la colonización española? En que la hizo un monopolio de su propia raza, que no salÃa de la Edad Media al trasladarse a América y en que absorbió en su sangre a una raza prehistórica civil. ¿Qué le queda a esta América que seguir los destinos prósperos y libres de la otra? …La América del Sur se queda atrás y perderá su misión providencial de sucursal de la civilización moderna. No detengamos a Estados Unidos en su marcha; es lo que en definitiva proponen algunos. Alcancemos a Estados Unidos. Seamos la América, como el mar es el océano. Seamos Estados Unidos."
("Conflicto y ArmonÃas de las Razas en América", 1883, en El Ensayo PolÃtico Latinoamericano, R. Ramos, ICAP, México 19881, pp194-198)
Esta propuesta es imposible. La historia ha mostrado a Latinoamérica que se trataba de un espejismo. La opción es escuchar el consejo de los sabios griegos diciéndonos: "sé el que eres." Trabajar desde allà escuchando al mundo, sus doctrinas y caminos, pero creciendo desde nuestro ser. Quiero proponerles, finalmente, que el indigenismo no puede ser considerado una moda, vigente u obsoleta. Su objeto son nuestras raÃces, parte de ellas. Y siempre estarán allÃ, es decir aquÃ, en nosotros. Ya sea que nos ocupemos de ellas explÃcitamente o no.
* Profesor de filosofÃa en la UNCa. Se dedica al estudio del pensamiento indÃgena de nahuas, mayas y andinos
Revista Koeyu Latinoamericano
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