Por Ana Esther García
El Pueblo wixarika, como sector social, continua en la lucha por el que se reivindiquen sus derechos indígenas como pueblo y como individuos; esto implica, entre otros aspectos, la defensa de su territorio, de la tierra que ancestralmente les ha pertenecido y con la que guardan un profundo y estrecho vínculo cultural y religioso; derecho que no está reconocido oficialmente en ninguna ley estatal
En México existen 62 pueblos indígenas, distribuidos a lo largo y ancho del territorio nacional. En la parte norte se ubica uno de los pueblos que ha logrado conservar con mayor arraigo su cultura: los huicholes o wixaritari, termino en plural con el que se autonombran en su propia lengua y que se lee wi-shra-ri-ta-ri . Antes de la invasión de los colonizadores hispanos ocupaban un territorio que era alrededor de 4 veces más de lo que establecen hoy los límites oficiales, sus tierras comprendían desde lo que conocemos como la Laguna de Chapala en Jalisco, Nayarit hasta el estado de San Luis Potosí en el altiplano central de nuestro país; sin embargo en distintos periodos de la historia, desde la llegada de los españoles, la etapa de la Colonia, las Leyes de Reforma del siglo XIX; después de la llamada Revolución Mexicana y los años que le siguieron se emitieron Decretos Presidenciales en los que cada vez se reconocía una extensión menor de su territorio, aunado lo anterior a las constantes invasiones de ganaderos mestizos, caciques y recientemente, empresas farmacéuticas, de investigación y maquiladoras interesadas en explotar los recursos naturales, pues llegan para desarrollar proyectos de biopiratería y de bioprospección, es decir, visitan a las comunidades para averiguar el uso sobre las plantas de cada región para luego llevar a cabo investigaciones más específicas sobre sus componentes y propiedades naturales para finalmente patentarlas, excluyendo de sus beneficios sociales y económicos a la población; ha sido así como fueron obligados a refugiarse para sobrevivir en la Sierra Madre, lugar de difícil acceso aún para ellos y pretexto para la nula o escasa creación de la infraestructura básica que contribuya a su desarrollo social.
El Pueblo wixarika, como sector social, continua en la lucha por el que se reivindiquen sus derechos indígenas como pueblo y como individuos; esto implica, entre otros aspectos, la defensa de su territorio, de la tierra que ancestralmente les ha pertenecido y con la que guardan un profundo y estrecho vínculo cultural y religioso; derecho que no está reconocido oficialmente en ninguna ley estatal; contrario a lo que establece el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, (OIT) convenio ratificado por México en 1989, mismo que entró en vigor en 1991, lo que lo hizo formar parte de la legislación nacional, conforme a lo establecido el artículo 133 constitucional; en el artículo 13 del citado Convenio se especifica el significado que tienen las tierras para los pueblos indígenas y el artículo 14 habla sobre la obligación que adquieren los países para establecer mecanismos en su marco jurídico nacional para las reivindicaciones territoriales de los pueblos indígenas:
Art. 13.-
1. Los gobiernos deberán de respetar la importancia especial que para las culturas y valores espirituales de los pueblos interesados reviste su relación con las tierras o territorios, o con ambos, según los casos, que ocupan o utilizan de alguna otra manera, y en particular, los aspectos colectivos de esta relación.
Art. 14.-
1. Deberá reconocerse a los pueblos interesados el derecho de propiedad sobre las tierras que tradicionalmente ocupan. Además, en los casos apropiados, deberán tomarse medidas para salvaguardar el derecho de los pueblos interesados a utilizar tierras que no estén exclusivamente ocupadas por ellos, pero a las que hayan tenido tradicionalmente acceso para sus actividades tradicionales y de subsistencia.
2. Los gobiernos deberán tomar las medidas que sean necesarias para determinar las tierras que los pueblos interesados ocupan tradicionalmente y garantizar la protección efectiva de sus derechos de propiedad y posesión.
3. Deberán instituirse procedimientos adecuados en el marco del sistema jurídico nacional para decidir las reivindicaciones de tierras formuladas por los pueblos interesados.
Pese a las exigencias que a lo largo de estos años han hecho las organizaciones y comunidades wixaritari, no se quiere reconocer y reivindicar sus derechos culturales, políticos y económicos en la constitución política mexicana, prueba de ello es la aprobación de la Ley Indígena en la que se les niega el reconocimiento de su derecho a la organización, participación y gestión social.
En la parte del altiplano potosino existe una región desértica denominada por el pueblo wixarika como Wirikuta, considerado Lugar Sagrado; este Gran Templo al que tradicionalmente realizan un recorrido para buscar el peyote (híkuri, en lengua wixarika) y cumplir con las ceremonias que dedican a sus Dioses, es el lugar donde nació el Sol y es el lugar que guarda mayor significado ritual de acuerdo a la cosmovisión de los wixaritari. Wirikuta es el lugar donde crece el híkuri, quien es considerado como el "Hermano Mayor al que se le debe respeto". En torno a él giran algunas de las ceremonias místico-religiosas de los wixaritari, al que además le atribuyen propiedades curativas y mágicas que van desde calmar el hambre, la sed, brindar fortaleza y resistencia, hasta los dones de la "adivinación" y la percepción.
Sin embargo la desinformación ha ocasionado que se le estereotipe como un alucinógeno, una droga, Centros de Integración Juvenil, lo determina así: "Los alucinógenos son sustancias de origen natural o productos químicos que provocan alucinaciones, modificando la percepción de las emociones, el tiempo, el espacio, así como de sonidos, formas y colores. Afectan fuertemente las funciones mentales, distorsionando la manera como trabajan nuestros sentidos, …su utilización prolongada produce modificaciones y deterioro de la motivación para realizar actividades productivas (trabajo y estudio), así como trastornos mentales, que pueden llegar a reacciones psicóticas, las que en algunos casos se hacen crónicas". En realidad, desde tiempos ancestrales los hongos y el híkuri han sido utilizados con fines medicinales y para adquirir conocimiento por los indígenas de México y de Estados Unidos y en ningún caso se le trató como un problema de adiciones o de salud pública; al contrario con la intromisión del alcohol por parte de colonizadores en las comunidades indígenas, fue como se dañó el tejido social en las poblaciones de estos países.
Toda la riqueza cultural (organización social, cosmovisión, medicina tradicional, derechos indígenas, costumbres, tradiciones, etc.) de los pueblos indígenas es desconocido para la mayor parte de la sociedad. En el caso del Desierto de Wirikuta existen diversos factores que lo están dañando seriamente en su equilibrio cultural, tales como el crecimiento poblacional, la venta clandestina de especies de flora y fauna, incluyendo al híkuri; los proyectos para la instalación de corredores industriales, proyectos de bioprospección y de turismo, los cuales están contemplados dentro del proyecto de Desarrollo Urbano 2000-2020 del gobierno potosino. El turismo que principalmente llega al Desierto en su mayoría son jóvenes que se sienten atraídos por conocer el híkuri, ya que por sus efectos que produce en quien lo consume, a parte de lo ya mencionado, da la sensación de ver u oír "cosas irreales", lo que aunado a su interés, no de obtener un beneficio directo, sino de alterar su estado emocional hay quienes buscan consumirlo mezclándolo con drogas como el alcohol, cocaína y metanfetaminas, principalmente, lo que además de dañarse física y mentalmente, evidencia el que no reconocen su valor ancestral que tiene para el pueblo wixarika, ya que aun sin proponérselo, alteran la estabilidad del Desierto de Wirikuta como Lugar Sagrado, así como a su entorno.
Se elaboró una investigación en la que se les preguntó a una pequeña muestra de jóvenes si creían importante la conservación del Desierto de Wirikuta y de ser así, quiénes consideraban que debería estar involucrados en ello, las respuestas fueron las siguientes:
Fuente: WIRIKUTA, 2003
Solo un 34% consideró que en su protección y conservación del Desierto de Wirikuta debe ser responsabilidad de todos los actores que se involucran en esta región, el restante 66% quedó dividido así: principalmente el pueblo Wirrárika, con un 31%; 19% para quienes viven en el Desierto, 8% el gobierno federal, inclusive hubo quienes mencionaron la necesidad de "concientizar al gobierno federal"; que sea responsabilidad del gobierno estatal, asintió un 4%; la opción de "otro", tuvo el 4%, en la que se mencionó que solo correspondía conjuntamente al gobierno federal y al pueblo wixarika.
Lo anterior evidencia que existe poca conciencia e interés por parte del turismo, pues a pesar de visitar y hacer uso de este lugar, no expresan el tener parte de la responsabilidad de conservar esta región, dada su importancia cultural y ecológica.
Se les preguntó en forma abierta que acciones creían que pudieran apoyar la conservación del Desierto de Wirikuta, algunas que se mencionaron, principalmente, fueron:
Crear conciencia y promover la cultura del desierto,
Desarrollando el respeto a la naturaleza,
Nombrar responsables y ubicar campamentos de vigilancia,
Que se permita la entrada de una forma conciente,
No explotando la flora y fauna y
Restringir el área y poner reglas al turismo.
En cuanto a las acciones con las que ellos consideraran que pudiesen contribuir en forma particular, respondieron lo siguiente:
Participar en brigadas, talleres, guardias,
Formar una asociación para dar información sobre el desierto,
Crear conciencia de que también son nuestras raíces y
Generar una cultura de respeto y uso del híkuri.
Estas propuestas se pretenden incluir en un programa de trabajo que tenga por objetivo la conservación del Desierto de Wirikuta, que igualmente pueden ser retomadas para otros lugares que tengan el reconocimiento como áreas naturales protegidas. Efectivamente se requiere una mayor difusión de las culturas indígenas de México en todos los niveles y ámbitos de la sociedad, porque desde el sentir de los mismos compañeros indígenas, aún es muy fuerte la discriminación y exclusión hacia ellos y ellas, lo que refleja la necesidad de generar una mayor sensibilización y concientización para y desde la sociedad en general.
El pueblo wixarika demanda el reconocimiento de sus derechos indígenas, el reconocimiento al ejercicio de su autonomía, esto para reafirmar su identidad, la manera de ser los autores y responsables en preservar su cultura, su territorio y sus recursos naturales; la autonomía es la vía para garantizar su participación política y representativa, como un medio para garantizar el derecho al autogobierno, con base en una organización comunitaria propia, como un camino para ejercer libremente el voto, es el ejercer sus derechos lingüísticos, desarrollar, preservar y difundir su lengua; es el tener acceso a los medios masivos de comunicación, para ser autogestivos; la autonomía no es un fin en sí mismo, sino es un medio para lograr su propio desarrollo.
En este sentido el Trabajo Social, impulsa y apoya el fortalecimiento de acciones desde una perspectiva transdisciplinaria global e integral para responder, promover, asesorar y colaborar en las propias necesidades, demandas e iniciativas que impulsen las organizaciones, comunidades de los pueblos indígenas, con base en los principios de la equidad, igualdad y democracia, desde procesos de investigación, asesoría, educación, gestión y organización; el trabajo social se convierte así en una herramienta para la intervención y participación en el movimiento indígena.
Notas
(1) Organización Internacional del Trabajo, (OIT), Convenio 169, Sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, CONAI, 1998.
(2) Benítez, Fernando; "En la tierra mágica del peyote", ediciones Era, 1999
(3) Centros de Integración Juvenil, 1999, folleto..
* Ana Esther GarcíaEgresada de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, generación 2002.
Preguntas y comentarios: maxa_yuawi@indigenasdf.org.mx