Por Pablo Cingolani
Sydney Possuelo se empeña desde hace 43 años en la defensa y protección de los pueblos indígenas amazónicos de su Brasil natal. En noviembre del 2005, lanzó la idea para la conformación de una Alianza Internacional que trabaje en toda Sudamérica, donde se encuentran la mayoría de los pueblos indígenas aislados del mundo.
Lo conocí en Lima, la capital peruana, adonde había arribado, acompañado por el antropólogo Vincent Brackelaire, para comenzar a difundir en el ámbito continental, entre organizaciones indígenas, ONGs, organismos internacionales y funcionarios clave de gobierno, sus ideas y conocimientos sobre protección de indígenas aislados, tras cuatro décadas de labor sin pausa en su Brasil natal.
Para afirmar este objetivo, Possuelo impulsó la creación de una Alianza Internacional para la Protección de los Pueblos Indígenas Aislados, que nació en un encuentro global sobre el tema realizado en la ciudad brasileña de Belem do Pará en noviembre del año 2005. Allí, se emitió una declaración donde se demandó a los gobiernos de los países amazónicos y del Gran Chaco sudamericanos, el reconocimiento oficial de la existencia de pueblos indígenas aislados en sus territorios y su responsabilidad de protegerlos en su decisión de vivir en aislamiento, así como el reconocimiento de sus territorios y sus derechos humanos, individuales, colectivos y ambientales. “Debemos unir esfuerzos entre todos los que luchan para que el patrimonio humano y cultural invalorable que representan los pueblos indígenas aislados no desaparezca” –afirma Possuelo con convicción-, “son los sobrevivientes de un genocidio histórico que continúa hasta hoy. Debemos respetar los derechos de estas personas”, agrega.
En la Amazonía, antes de la llegada de los conquistadores europeos en el siglo XVI, vivían millones de indígenas, “esa diversidad fue desapareciendo, producto de una ocupación agresiva e implacable por parte de la sociedad occidental”, acota Possuelo. Hoy, los sobrevivientes del genocidio no llegan a medio millón.
Primero tuvo lugar la hecatombe étnica que representó para los pueblos amazónicos, el auge de la explotación desenfrenada del caucho desde mediados del siglo XIX a principios del siglo XX para abastecer a la creciente industria del automóvil. Luego, el impulso de los gobiernos locales –sobre todo a partir de la década de 1970- a la construcción de caminos y carreteras –que facilitaron el acceso de saqueadores de la madera, el oro y otros recursos naturales- y la instalación de colonos agrícolas y polos de desarrollo industrial en la selva, que se convirtió en la principal amenaza contra la vida de los pueblos indígenas de la región que, además, alberga el reservorio de biodiversidad más importante del planeta.
“Los pueblos indígenas son los mejores conservadores de la riqueza natural; si los protegemos a ellos, también estamos preservando la naturaleza que ellos han cuidado históricamente en sus territorios. Tenemos una deuda global con estos pueblos, de allí la misión y el sentido de la Alianza Internacional que impulsamos”-remarca Sydney, que ha sido el principal promotor mundial de la política de no contacto, tras verificar por años los resultados nefastos de las estrategias de atracción e integración no traumática que llevaba adelante la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) de Brasil, el despacho de Estado brasileño dedicado al tema indígena y donde Possuelo estaba a cargo de los “primeros contactos”.
Todavía existen más de 60 pueblos indígenas en aislamiento en Brasil, Perú, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Colombia y Venezuela. Sólo en Brasil, hay 42 referencias de la existencia posible de estos pueblos, 22 de ellas confirmadas. Possuelo es contundente: “Si nuestra civilización fuera más decente, tal vez no habría un solo pueblo que permaneciese aislado pero no es el caso. Ellos siguen forzados a permanecer ocultos. Debemos respetar y hacer respetar su derecho a seguir aislados”.
Gracias a la política de no contacto instituida por Possuelo, ejecutada por el Departamento de Índios Isolados, hoy Coordenação Geral de Indios Isolados, que el mismo fundó en 1987 dentro de la FUNAI, se crearon en Brasil seis Frentes de Protección Etno-ambiental para grupos aislados verificados y seis Tierras Indígenas, exclusivamente para grupos aislados no contactados, con base solamente en evidencias de su presencia. Como presidente de la FUNAI a principios de los años 90, Possuelo dobló la extensión de los territorios indígenas demarcados en el Brasil, superando el millón de kilómetros cuadrados, incluyendo el territorio Yanomami, la reserva de protección más vasta del mundo entero.
Su labor ha sido reconocida internacionalmente pero, más allá de los logros, sus esfuerzos no ceden: en Puerto Maldonado, a donde acudimos para una entrevista con los dirigentes de la FENAMAD, la federación de los nativos de Madre de Dios, un departamento de la selva amazónica peruana, un grupo de madereros habían asesinado a dos indígenas hacía poco. Possuelo se sublevaba al ver qué no existían los mínimos mecanismos de protección, que la posibilidad de nuevas masacres estaba abierta: “En Brasil, cerrábamos de inmediato el territorio legalmente y los defendíamos de los ataques de los madereros con las armas en la mano si era necesario. Esa es parte de la experiencia que se busca transmitir a través de la Alianza Internacional. No podemos asistir con los brazos cruzados al exterminio de los últimos pueblos aislados de la Tierra”. Dada la vulnerabilidad total de estos grupos, la urgencia por actuar es imperativa, no puede esperar: “La debilidad de estos grupos frente a las amenazas y los riesgos que conlleva la ampliación de las fronteras socioeconómicas en las selvas sudamericanas es extrema. La protección de los pueblos indígenas aislados es ahora o nunca. Si no lo hacemos ahora, tal vez no lo podamos volver a hacer jamás”.
La lucha por la defensa de los pueblos indígenas aislados ha sido la misión y la causa de toda una vida para Sydney Possuelo, ahora expresada en la Alianza Internacional para su protección. Apoyémosla. www.EcoPortal.net