Por Congreso Nacional Indígena
Los días 4 y 5 de diciembre del 2004 la Región Centro Pacífico del Congreso Nacional Indígena (CNI), reunida en la comunidad de San Pedro Atocpan, delegación de Milpa Alta, Distrito Federal, acordó la declaración que reproducimos a continuación.
XV Reunión de la Región Centro Pacífico del Congreso Nacional Indígena
La situación general del país y los pueblos indios.
El actual poder ejecutivo está gobernando con la mentira: desde la falta de cumplimiento de su promesa de resolver el problema indígena de Chiapas en quince minutos que desembocó en la promulgación de un a ley antiindígena y en una agudización de los problemas, hasta sus últimas declaraciones sobre el desarrollo del país, el bienestar de la población y la condena del "salvajismo" de los pueblos a raíz de los sucesos de San Juan Ixtayopan.
El mal gobierno en complicidad con los partidos políticos avanzan a paso acelerado hacia la derecha, en beneficio de los grupos adinerados nacionales y extranjeros y en perjuicio de los indios y de las demás clases trabajadoras. El "rescate" de los bancos, las carreteras de cuota y otras empresas se paga con dinero del pueblo mientras a éste se le restringen los servicios de educación, salud y seguridad social. Ahora los subsidios son para los ricos y las grandes compañías estadounidenses importadoras de petróleo, no para los productores agrícolas, ni para los consumidores pobres, ni para las universidades, ni para la investigación científica.
A los pueblos indios nos siguen despojando de nuestros recursos, pretenden imponernos el Plan Puebla Panamá y nos reprimen cuando protestamos por las injusticias y cuando ejercemos nuestra autonomía. El gobierno ejerce la violencia, incluso llega al terrorismo de Estado.
Soberanía popular, usos y costumbres y represión del gobierno.
Cuando los españoles invadieron lo que era nuestro territorio justificaron la explotación del indio diciendo que debían bajarnos de los cerros para reducirnos a pueblos y congregaciones y no viviéramos como animales (lo cual quería decir domesticarnos). Asimismo nos impusieron la fe cristiana. Luego nos empiezan a repartir una mínima parte de nuestras propias tierras para cultivar los productos necesarios a la expansión colonialista y a la metrópoli. Así nos imponen costumbres y una manera de ver el mundo que nada tenía que ver con la nuestra.
Con la revolución de independencia, la Constitución de Apatzingán promulgada y defendida por José María Morelos y Pavón, radica la soberanía nacional en el pueblo, lo cual se conserva hasta nuestros días. Pero el mal gobierno ha hecho de este principio letra muerta y ha impuesto una tiranía mediante la cual quita al pueblo sus derechos y sus bienes y se los entrega a los ricos del país y del extranjero.
Al desconocer la soberanía popular el gobierno reprime nuestros actos de protesta y el ejercicio de nuestra autonomía plasmada en los Acuerdos de San Andrés y en el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que por haber sido aprobado por el poder legislativo se incorpora a la Constitución. Así entrena y tolera a las guardias blancas que nos asesinan, militariza nuestros territorios, disuelve nuestras manifestaciones con granaderos y policías, nos encarcela injustificadamente, nos asesina a sangre fría sin investigar ni castigar a los autores, nos tortura y mantiene miles de órdenes de aprehensión en contra nuestra.
Un caso reciente de represión es el desalojo violento del Consejo Indígena Popular de Oaxaca Ricardo Flores Magón (CIPO-RFM), del centro de la ciudad de Oaxaca, en el cual el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), al igual que en Teotihuacan, fue cómplice del mal gobierno al dictaminar que el plantón del CIPO-RFM contaminaba visualmente el ambiente. Es decir, los indios que con sus manos construyeron la catedral y el centro histórico ahora no tienen derecho a estar en él porque se ven feos. Pero conforme al mismo INAH, Wal Mart no se ve feo en Teotihuacan.
Después de la sangrienta represión y encarcelamiento de varios dirigentes, estos son consignados por lesiones, pues cínicamente los guaruras se quejaron de que los indios habían lastimado sus manos y sus pies con los golpes y patadas que les propinaron. Después del desalojo vinieron más hermanos indios y volvieron a tomar el centro de la ciudad. Y los volvieron a desalojar. Y así sucesivamente durante siete ocasiones. Y los hermanos siguieron resistiendo plantados, mientras las autoridades acordonaron el lugar para que los turistas no tomaran fotos de la contaminación visual.
A pesar de la tiranía, antes española y ahora del mal gobierno neoliberal, las comunidades y pueblos indios de México siempre hemos decidido cómo caminar nuestro camino en forma colectiva. A esa forma de decisión se le ha llamado usos y costumbres. Los "académicos", los políticos y los funcionarios han intentado interpretar o caracterizar los usos y costumbres aplicando su propia manera de ver; pero no han podido entender que esa forma de decisión es parte del derecho histórico, un principio democrático fundamental y un modo de ejercer la soberanía que forma parte de nuestra espiritualidad indígena y se encuentra establecida en la Constitución.
La interpretación equivocada por ignorancia o por mala fe, que el gobierno hace de los usos y costumbres de los pueblos originarios de México, los hace aparecer como muestra de primitivismo, barbarie y salvajismo, por lo que, a usanza de los invasores españoles nos siguen considerando personas sin alma y sin razón. Así condenan el linchamiento de tres policías federales en San Juan Ixtayopan, Tláhuac, y muchos otros en que el pueblo ha castigado a criminales, cuando el gobierno le ha negado la justicia o ha sido cómplice de los delincuentes.
El linchamiento de los criminales es producto de la ineficiencia, ineptitud, incapacidad, mediocridad, prepotencia, intolerancia por parte del gobierno para resolver los problemas elementales de la población, entre ellos el de seguridad.
Matar, torturar, castigar sin juzgar, violar los derechos humanos no forman parte de los usos y costumbres del pueblo y si de otras organizaciones "civilizadas", entre ellas el mal gobierno. Los pueblos indígenas respetamos los derechos de todas las personas porque veneramos la vida, veneramos la muerte, respetamos la tierra y el agua, cuidamos la naturaleza.
Nosotros consideramos a los hechos de San Juan Ixtayopan como una obra diseñada, dirigida y ejecutada por el gobierno para acentuar la represión contra el pueblo, sobre todo contra el pueblo indígena. Eso se aproxima al fascismo. ¿Cuántos allanamientos, detenciones, torturas y otras violaciones de los derechos humanos contra el pueblo se han producido a raíz de esos acontecimientos? ¿Quiénes azuzaron al pueblo para que delinquiera? ¿Por qué llegaron antes al escenario los medios de información que la policía, aún cuando algunos integrantes de ésta se estaban manifestando en la calle porque no les permitían acudir a salvar a sus compañeros cuya golpiza estaban viendo por televisión? ¿Por qué sólo se investiga el linchamiento y no los delitos atribuidos por el pueblo a los policías? ¿Qué funcionario planeó el sacrificio de los tres policías para luego emprender un linchamiento contra algunas autoridades y contra el pueblo?
Los descendientes de los pueblos primeros seguimos defendiendo nuestros derechos y seguiremos profundizando el ejercicio de nuestra autonomía. No somos terroristas, no somos delincuentes.
Rechazamos cualquier intento de represión hacia nuestras comunidades, con el pretexto de que no se vuelvan a repetir sucesos como los de Tláhuac. Asimismo rechazamos la militarización de nuestros territorios.
El pueblo tiene derecho a buscar y hacer justicia cuando las autoridades gubernamentales se la niegan o se convierten en cómplices de los delincuentes que actúan contra el propio pueblo (talamontes, ganaderos, acaparadores, explotadores, agiotistas, guardias blancas, asesinos, narcotraficantes, entre otros).
La resistencia y el avance de los pueblos indios.
En la XV Reunión de la Región Centro Pacífico del CNI, se recordó que la ley Cocopa surgida de los Acuerdos de San Andrés representan la verdadera constitución de los pueblos indios, pues son producto del consenso del gobierno federal y dichos pueblos; asimismo coinciden con el convenio 169 de la OIT; mientras la ley antiindígena que dio origen a las reformas constitucionales solo ha sido aprobada por el gobierno y no por los pueblos indios.
El ejercicio de la autonomía, la soberanía y la democracia son inherentes a la forma de vivir y de pensar de los pueblos indios, a los usos y costumbres de estos y los venimos practicando desde tiempo inmemorial en nuestra forma de hacer justicia, de castigar a los delincuentes, de organizar el trabajo comunal, de educar a nuestros hijos, de curarnos, de practicar nuestras creencias y ceremonias religiosas.
Ante ese ejercicio los ricos y los gobiernos autonombrados revolucionarios no tenían conflictos graves con nosotros. Aunque explotaban nuestro trabajo y saqueaban muchos de nuestros recursos, reconocían muchos de nuestros derechos y respetaban la mayor parte de nuestros usos y costumbres. Y aunque nos imponían la castellanización y la educación "nacional", ejecutaban algunos programas que nos favorecían. Y ahí la íbamos pasando sin mayores conflictos.
Los problemas se fueron agudizando en la medida que en el neoliberalismo traicionó los principios revolucionarios, suspendió los programas de apoyo al campo, acentuó el saqueo de nuestros recursos, reformó la Constitución para apropiarse de nuestras tierras, promulgó la ley antiindígena y nos agredió de muchas otras formas.
Ante la agresión neoliberal, que constituye un verdadero genocidio, los pueblos indios avanzamos en la construcción de nuestra autonomía, a pesar del hostigamiento y la represión del gobierno. Algunos ejemplos del ejercicio de la autonomía son los caracoles zapatistas, los municipios autónomos y las juntas de buen gobierno que empezaron en Chiapas y ahora se extienden a otros estados.
Asimismo se organizan todo tipo de encuentros, foros, talleres, asambleas, seminarios, congresos, campamentos juveniles, y otras reuniones para defendernos de las agresiones y desarrollar nuestra creatividad en asuntos relativos a gobierno, educación, medicina tradicional, producción, cultivos ecológicos u "orgánicos", turismo "sustentable", compra y venta de productos, defensa de la tierra y los demás recursos naturales, organización del trabajo comunal, seguridad pública y muchas otras formas.
El gobierno se contradice a sí mismo: primero se pronuncia contra el paternalismo y el populismo, y cuando empezamos a actuar por cuenta propia se asusta y nos reprime.
Perspectivas para el país y los pueblos indios.
Los intereses económicos defendidos por el gobierno son muy grandes y poderosos. Y el ejercicio de nuestra autonomía conforme a la ley Cocopa constituye un obstáculo para sus aviesos fines de entregar nuestros recursos, nuestro trabajo y nuestra propia vida, a los capitalistas nacionales y extranjeros. Ni modos, estamos en el centro de una lucha económica y en consecuencia también política y social cuyos resultados se irán definiendo con el tiempo, en meses o en años, no en décadas y mucho menos en siglos.
Esta lucha no solo es de los indios, es de todos los trabajadores de México y el mundo, pues el neoliberalismo se ha globalizado y está afectando incluso a los trabajadores de los países desarrollados quienes también buscan cambiar la realidad imperante.
El gobierno y los capitalistas tienen el poder económico, militar y político. Nosotros tenemos la fuerza del pueblo y del trabajo. Hacemos uso de la organización y la creatividad para darnos nuevas formas de vida ejerciendo nuestra autonomía sin pedir permiso.
La ley, la democracia verdadera, no la farsa electoral; la moral, están de nuestra parte. Pero ellos, el mal gobierno y los capitalistas, no nos dejan en libertad para decidir nuestro propio destino. No estamos en su contra, ellos tienen el dinero de los bancos y los servicios financieros, tienen las fábricas, la mayor parte del comercio, el gobierno, la policía, el ejército. Nada de eso les queremos quitar. Pero exigimos lo que nos pertenece, el respeto de nuestros derechos y el libre ejercicio de nuestra autonomía.
En la medida en que ellos continúen su agresión, la lucha se irá recrudeciendo hasta alcanzar las dimensiones de una revolución, armada o pacífica. Pero si nos impulsan a ese extremo que no deseamos, ellos también perderán una buena parte de sus privilegios.
Declaración General
Los días 4 y 5 de diciembre del año en curso la Región Centro Pacífico del Congreso Nacional Indígena (CNI), reunida en la comunidad de San Pedro Atocpan, delegación de Milpa Alta, Distrito Federal, acordó la siguiente declaración.
El actual poder ejecutivo está gobernando con la mentira. Sus declaraciones sobre el desarrollo del país, el bienestar de la población y la condena del "salvajismo" de los pueblos a raíz de los sucesos de San Juan Ixtayopan, son algunos ejemplos. Asimismo se somete a los intereses extranjeros: Ahora los subsidios son para los ricos y las grandes compañías petroleras, no para satisfacer demandas sociales. A los pueblos indios nos siguen despojando de nuestros recursos, pretenden imponernos el Plan Puebla Panamá y nos reprimen. El gobierno ejerce la violencia, incluso llega al terrorismo de Estado.
Constitucionalmente la soberanía radica en el pueblo. Pero el mal gobierno ha hecho de este principio letra muerta y ha impuesto una tiranía mediante la cual reprime y quita al pueblo sus derechos y sus bienes. Un caso reciente de represión es el desalojo violento del Consejo Indígena Popular de Oaxaca Ricardo Flores Magón (CIPO-RFM), del centro de la ciudad de Oaxaca. El INAH dio el pretexto para el desalojo por considerar que el plantón ocasionaba "daño visual"; es decir, los indios nos vemos feos en los monumentos históricos que hicimos con nuestras propias manos, pero Wall Mart no. Después de la sangrienta represión y encarcelamiento de varios dirigentes, estos son consignados por lesiones, pues cínicamente los guaruras se quejaron de que los manifestantes habían lastimado sus manos y sus pies con los golpes y patadas que los mismos guaruras propinaron a aquellos.
Consideramos a los hechos de San Juan Ixtayopan como una obra diseñada, dirigida y ejecutada por el gobierno para acentuar la represión contra el pueblo. Eso se aproxima al fascismo. El linchamiento de los criminales es producto de la ineficiencia, ineptitud, incapacidad, mediocridad, por parte del gobierno para resolver los problemas elementales de la población, entre ellos el de seguridad. Matar, torturar, castigar sin juzgar, violar los derechos humanos no forman parte de los usos y costumbres del pueblo y si de otras organizaciones "civilizadas", entre ellas el mal gobierno.
En la XV Reunión se ratificó que la ley Cocopa representa la verdadera constitución de los pueblos indios, pues son producto del consenso del gobierno federal y dichos pueblos; asimismo coincide con el convenio 169 de la OIT; mientras la ley antiindígena que dio origen a las reformas constitucionales solo ha sido aprobada por el gobierno y no por los pueblos indios.
Ante la agresión neoliberal, que constituye un verdadero genocidio, los pueblos indios avanzamos en la construcción de nuestra autonomía, a pesar del hostigamiento y la represión: organizamos todo tipo de encuentros para defendernos de las agresiones y desarrollar nuestra creatividad en asuntos relativos a gobierno, educación, medicina tradicional, producción, cultivos ecológicos u "orgánicos", turismo "sustentable", compra y venta de productos, defensa de la tierra y los demás recursos naturales, organización del trabajo comunal, seguridad pública y muchas otras formas de usos y costumbres.
Como perspectiva para el país y los pueblos indios, vemos la construcción de una nueva sociedad: un mundo donde quepan muchos mundos, se respeten los derechos de los trabajadores y de los pueblos indios, disminuyan la miseria y la opulencia, y la justicia sea equitativa. Una sociedad realmente democrática en la que el gobernante mande obedeciendo al pueblo, no a los ricos. A este mundo llegaremos pronto, mediante una revolución fundamentalmente pacífica.