De los agro-negocios sin agricultores a una nueva cultura agraria: huecos en el debate sobre transgénicos

Por Grupo de Reflexión Rural

Durante una década, luego de haber sido el país por mucho tiempo una potencia en producción de alimentos de alta calidad, se transformó rápidamente en un país exportador de aceites e insumos para forraje. Esta transformación tal vez pueda contabilizarse como "crecimiento", pero es un crecimiento puramente estadístico que oculta múltiples facetas y consecuencias que no aparecen claramente en la superficie.

Estos son momentos duros para los argentinos. Momentos en que el desánimo se hace carne en todos nosotros y resulta difícil hacer que estas páginas lleven el mensaje de esperanza y de seguridad que se proponen. Otro desarrollo diferente al actual es posible, distinto al que nos han impuesto con la globalización y siguiendo las normativas de la OMC, la Organización Mundial de Comercio, cuya versión americana, el ALCA, amenaza con transformar definitivamente a nuestros países en un gran campo de pruebas para la circulación sin obstáculos del Capital transnacional.

Durante una década, luego de haber sido el país por mucho tiempo una potencia en producción de alimentos de alta calidad, se transformó rápidamente en un país exportador de aceites e insumos para forraje. Esta transformación tal vez pueda contabilizarse como "crecimiento", pero es un crecimiento puramente estadístico que oculta múltiples facetas y consecuencias que no aparecen claramente en la superficie. Miles de chacareros y sectores rurales en general quebraron, hipotecaron sus tierras o las entregaron a los pooles de siembra. También pierden control sobre conocimientos, ciclos de cultivos y circuitos comerciales. Una emigración masiva del campo a la ciudad llenó los cinturones de pobreza de las grandes ciudades con asentamientos y nuevas poblaciones, donde seguramente el plan preveía que fueran atendidas por los programas asistencialistas del Estado financiados por nuevos esquemas de "ayuda" internacional (en realidad usura bancaria) para "aliviar" (los síntomas) de la "pobreza". La dolorosa historia de este desarraigo y del inmenso dolor que entraña el destierro y la absoluta negación en la ciudad de los propios saberes campesinos y provincianos, es una historia que aún no ha sido narrada, quizá porque falta la percepción colectiva de una tragedia multitudinaria que como argentinos urbanos todavía nos permitimos ignorar o menospreciar.

Desarraigo, exclusión, miseria y contaminación 

Cuando los pobres del campo arriban a la ciudad el sistema los está aguardando y toda oportunidad de éxito les estará negada de antemano. Inmobiliarias para indigentes, no importa si con discursos eclesiales o de izquierda, los canalizarán a tierras marginales, generalmente inundables o sobre antiguos basurales industriales, donde el sueño del lote propio los condenará a una mera supervivencia en un ambiente enfermo y distante de escuelas, de hospitales y fuentes de trabajo. El sistema buscará convencerlos de que éste es un destino natural y en la medida en que se ha generalizado la identificación del empleo con la dignidad, esa nueva exclusión que descubren en la ciudad conlleva no tan sólo la pérdida de los derechos civiles sino también una pérdida de humanidad, que procura el consentimiento y la aceptación de las propias víctimas.

Pero aun en soledad pretendemos persistir en nuestra lucha porque estamos convencidos que es posible recuperar, desde el espejo roto de la ciudad devenida en infierno urbano, esa mirada develadora que nos muestre la situación de miserabilidad rural en que nos encontramos. Y porque el poder reconocerlo es la condición primordial para poder revertir ese modelo que nos fue impuesto por la globalización.

Con la publicación de "Transgénicos y fracaso del modelo agropecuario", el Grupo de Reflexión Rural quiere romper con el silencio impuesto por el temor a ser diferentes, a pensar la crisis del campo con originalidad, en una sociedad homogeneizada según los dictámenes y doctrinas del mercado global, en la que resurgen con alarmante facilidad los descalificativos para aquellos que disienten: zurdos, verdes, retrógrados, anticientíficos, fundamentalistas, son todos rótulos que inhiben el debate necesario que nos debemos sobre la biotecnología y que nos recuerdan los tiempos de la versión oficial y del discurso único.

Hay en realidad una incapacidad para el debate y una enorme dificultad de tomar y evaluar información que se traduce en la incapacidad de aceptar al otro en su disenso y en la propia impotencia de agregar, de escuchar e incorporar el argumento ajeno para sumar y enriquecer lo propio, y para elaborar colectivamente el proyecto y el modelo que necesitamos.

Este escenario comprende también a grupos afines que incluyen a muchos ambientalistas, cuando no logramos destacar que, más allá de las amenazas al medio ambiente y a la biodiversidad, el proceso de adopción y dispersión de transgénicos afectó duramente al tejido social del campo argentino, multiplicando el éxodo poblacional y ayudando a una concentración sin precedentes de una agricultura industrial de gran escala. Asimismo, y pese a la denodada labor de los organizaciones de derechos humanos por sentar las bases de una cultura que no juzgue ni ponga bajo sospecha a las víctimas, una y otra vez desde la opinión pública privatizada se nos devuelve el falso interrogante-¿Pero, los transgénicos...acaso son malos para la salud?¿Tienen ustedes pruebas de que afectan a quien los consume? ¿O que tienen consecuencias para otras especies, o para el ambiente?. De esta manera, los sectores que lucran con este sistema pretenden invertir la carga de la prueba y controlar o inducir las respuestas.

Para nuestro Grupo de Reflexión Rural, los organismos genéticamente modificados han sido una herramienta fundamental en la minuciosamente planificada implantación de un modelo rural en que el paradigma de productividad y competitividad, justificó la concentración de tierras y riquezas por los pool de siembra y por los exportadores, desplazando a enorme cantidad de productores. Solamente en la provincia de Córdoba desaparecieron 7.500 agricultores en los últimos 10 años, mientras se nos seguía aturdiendo con las consignas de luchar contra el hambre del mundo, los subsidios europeos y las barreras para-arancelarias.

La transformación impuesta al campo implicó una transferencia brutal de las rentas agrarias, que pasaron en su totalidad a manos de las grandes empresas monopólicas exportadoras y a los dueños de los grandes pooles de siembra, quedando para los productores solamente la ganancia engañosa de disminuir los costos y de aumentar la escala, es decir que siempre el propio crecimiento se basa en la sobreexplotación de los trabajadores asalariados y de la propia mano de obra familiar o en la desaparición de los productores menores que, en esta carrera hacia el abismo, van siendo comprados por los mayores.

Las consecuencias del nuevo modelo de exportación de commodities forrajeras han sido importantes y notorias en la degradación de los suelos y esa gravedad se acrecienta aún más por la extensión de la frontera agropecuaria a zonas de suelos frágiles donde hasta el momento existían modelos agropecuarios sustentables. Asimismo la homogenización de los cultivos y la enorme extensión de aquellos modificados genéticamente, hacen impredecibles sus consecuencias sobre la biodiversidad y con relación al equilibrio de los ecosistemas. Por otra parte, la desaparición de producciones destinadas al mercado interno, el cierre de innumerables molinos y empresas agroindustriales, y ahora últimamente la entrada en situación de riesgo de los cinturones verdes y lecheros de las grandes ciudades, han provocado un fuerte desempleo rural con emigración hacia las zonas urbanas, un enorme aumento de la pauperización y el consiguiente deterioro generalizado de la calidad de vida. El hambre se instala en este principio de milenio como un factor omnipresente en esta Argentina fuertemente exportadora.

Resulta difícil transmitir optimismo desde este diagnóstico, pero creemos que de eso se trata, ya que la OTRA AGRICULTURA que proponemos es aquello que teníamos, el haber sido una reserva natural de alimentos sanos, de calidad indiscutible. Sólo que esta vez habrá que revisar con más detalle las condiciones estructurales históricas que caracterizaron al campo argentino e hicieron posible el descalabro actual.

No nos hemos quedado en el tiempo como dicen, sólo comparamos con nuestros propios sueños este país vacío, este país con una agricultura sin agricultores y con inmensas ciudades habitadas por millones de indigentes, un país exportador de aceites y de forrajes para ganado - absolutamente prescindible en el mundo de hoy - abrumado además por lo que se conoce como la "Deuda Externa" y al borde de nuevos abismos. Nos preguntamos tan solo cómo hemos llegado a esta situación en la que nos encontramos. Donde la agricultura orgánica ha devenido en un grupo de certificadoras que piensa fundamentalmente en exportar. Donde los sindicatos no piensan alternativas a los modelos impuestos, siguen siendo corporativos y funcionales al sistema ni siquiera advierten que nuevos liderazgos surgen del nuevo pensamiento campesino. Ni hablar de la clase política tan aferrada de la coyuntura, ramplona y contumaz. Y los partidos de izquierda que parecieran haberse quedado en el siglo anterior, con paradigmas mecanicistas que les impiden reconocer en la biotecnología un tema de importancia y que nos lleva a desmerecer el tema de la agricultura y de los alimentos. Y no podemos dejar de mencionar a las instituciones del campo que, aunque representen a muy pocos, no vacilaron algunas en servir a Monsanto para multiplicar y difundir las nuevas semillas transgénicas que rediseñaron a este país. Que cultivaron visiones sesgadas y que priorizaron los aspectos comerciales y donde todos, más allá de ocasionales tractorazos y cortes de ruta, finalmente fueron funcionales al modelo y si crecieron fue a costa de los muchos que desaparecieron, que malvendieron o emigraron.

El milagro argentino pareciera ser el no pensar, el de no debatir, el de no saber dar sin recibir, el de no poder articular, el de no aceptar que hay que constituir poder para proyectar un nuevo país.

Necesitamos cambiar el modelo, no modificarlo o reformarlo 

Y esta consigna, que pareciera convocar el espíritu utópico de los setenta, en verdad refiere hoy a la imperiosa necesidad de replantearse el modelo impuesto y en desmontarlo desde nuestra conciencia y desde lo local. El problema fundamental no es a nuestro criterio el salir de la convertibilidad o permanecer como ahora atados al dólar. Plantearlo de ese modo puede ser un falso debate que evade el núcleo de nuestra dependencia como pueblo sometido. Si la solución partiera de recuperar la soberanía cambiaria como muchos consideran, ello significaría ver al problema desde una perspectiva principalmente financiera, y por lo tanto correr el riesgo de continuar dentro del mismo modelo, cambiando lo necesario para seguir igual.

Proponemos como GRR una reforma paradigmática del pensamiento político, en que sean revisados los presupuestos básicos del pensar mismo, en que podamos recuperar la seminalidad originaria en el marco de los nuevos desarrollos científicos, en que volvamos a tener a la tierra como fundamento del pensamiento. Y hacemos estas propuestas casi subversivas a todo riesgo, en un país donde las instituciones científicas, académicas y de investigaciones han sido profundamente penetradas por las transnacionales de la biotecnología y donde es habitual que el investigador y el técnico priorice razones corporativas a los intereses de la población. Para que aquellos que mantienen el compromiso político del intelectual no sigan siendo voces que claman en el desierto. Ni se siga confundiendo la ciencia con la tecnología para beneficio de las empresas que financian la investigación prostituída.

En la Argentina del nuevo milenio parecen haberse extraviado las relaciones necesarias entre la ética, la ciencia y el quehacer de la política, y nosotros como GRR nos proponemos justamente denunciar ese crimen de lesa humanidad que abre caminos para los próximos holocaustos. La biotecnología y la manipulación genética en manos de la transnacionales son, sin lugar a dudas la mayor amenaza que sufre la humanidad a nivel planetario y, en el plano local, son la razón de este modelo de agricultura sin agricultores ni vida rural, de inseguridad alimentaria, de hacinamiento urbano con asistencialismo y comida chatarra.

El problema en nuestro país es de raíces y muy hondas. Tiene que haber una propuesta de fondo, dado que se trata de recuperar a la producción de alimentos como un derecho de todos los ciudadanos, tal como lo fue alguna vez ANTES de la Revolución Verde (aquella que creó y logró imponer la necesidad y la dependencia de insumos externos, incluyendo modelos organizativos, gestores, expertos y capital, para garantizar el "milagro" de la hiper-producción de los años 60). Reivindicamos para ello el derecho al uso de la tierra y la disponibilidad de las semillas en un marco de soberanía alimentaria. La cuestión fundamental es la construcción colectiva de una política y de una producción agropecuaria nacional no dependiente de insumos, de créditos ni préstamos especulativos. Para lograrlo es necesario construir la decisión política colectiva necesaria. Se trata de desarrollar en la población la necesidad de la capacidad de auto sostenerse, de ser autónomos, de construir la propia dignidad, de que no haya pobres con hambre en un país rico en posibilidades de producir alimentos, a los que se les da comida envasada y seudo sueldos a cambio de simulacros de empleo.

Biotecnología, planes trabajar y reclamos de comida 

Vivimos tiempos de globalización en que, atiborrados de información, nos cuesta reconocernos y encontrar los caminos adecuados. Más todavía cuando pesan las memorias oscuras del pasado y sus mecanismos intimidatorios, y cuando son los grandes movimientos populares que construyeron los discursos políticos de este país en el transcurso del siglo XX, aquellos que a través de largas mutaciones han devenido en los custodios o en los administradores del modelo que solo asegura hambre y miseria para los Argentinos. Debemos rebelarnos y construir alternativas. Pero para ello es necesario una cierta lucidez que requiere visiones globales. La visión mecanicista y unidireccional que se nos propone es la de que ante cada situación que denunciemos, hay una solución o una respuesta que se corresponda al problema de un modo puntual, lineal y sin revisar sus causas, Y estas reglas del pensamiento único imperante valen tanto para vender las bondades de las semillas transgénicas como para remediar los conflictos sociales. Los reclamos de comida en las rutas o en las puertas de los supermercados son sin duda, indudablemente legítimos y refieren a las situaciones pavorosas de hambre e indigencia en que se encuentra sumida buena parte de la población Argentina. Pero debemos recordar que tanto el asistencialismo, como el asentamiento de nuevas poblaciones misérrimas en el conurbano o también el reclamo de distribución gratuita de alimentos de emergencia, en especial cuando provienen de la importación, cierra perfectamente con el modelo impuesto y no abre precisamente caminos emancipatorios sino que, por el contrario, cancelan quizá posibilidades de caminos alternativos. Por eso es grave que direcciones sindicales críticas o de izquierda nos propongan tales soluciones. Mucho más grave aún nos parece el que se haya generalizado, desde ciertos sectores políticos, una identificación de algunas limitadas reivindicaciones piqueteras (aunque vale reconocer que no todas) en reclamo de planes Trabajar y de bolsitas de comida con, por ejemplo, las luchas por la Tierra del MST en el Brasil. No hay ninguna razón para dedicar esfuerzos y recursos en operativos de maquillaje.

Que la resistencia se apoye en lo local y que sea tan global como el Capital 

La posibilidad de un renacimiento político que permita nuevos protagonismos en la historia de nuestro país, depende en mucho de la cantidad de gente que sea ganada para la construcción de alternativas liberadoras desde lo pequeño y desde lo local. Ello jamás será posible sin la construcción de crecientes consensos que comprometan a más y más personas en un ejercicio de la democracia directa y de la participación. Los nuevos debates permitirán ir construyendo poco a poco y entre todos esa Argentina deseada, que no podrá ni deberá seguir ignorando sus orígenes, su raigambre y los derechos a la tierra, al ambiente y a la producción de alimentos sanos que, además, nos identifiquen. Y esa construcción no podrá sino negarse a la sumisión imperante, denunciar la trama del engaño generalizado, ser disidente, cuestionar al Poder, pero sobretodo dejar de delegar poder. Devenir consumidores críticos y oponerse a los discursos del sistema requiere un muy alto coraje civil en la época de la Globalización. Hoy la insurgencia significa rechazar las trampas del sistema, porque sin ese rechazo básico no hay posibilidad de organizar la resistencia ni poder imaginar que otro mundo es posible.

Este ensayo y los documentos que lo acompañan denuncian estas situaciones ya insoportables y alimentan la esperanza de exponerlas a la luz para que retrocedan como monstruos de las pesadillas o los convenios internacionales que como el ALCA se protegen en el secreto.

Hacia un modelo alternativo

Como consecuencia de tomar conocimiento de la entrada en el Congreso Nacional de un Proyecto de Ley sobre agricultura orgánica en agosto de 1998, se generó un grupo de trabajo para la elaboración de una serie de comentarios y opiniones sobre dicho proyecto, de dicho trabajo surgió con claridad la preocupación central de la mayoría de los componentes: producir alimentos sanos, abundantes, baratos y en trato amistoso con el medio ambiente. Sin embargo quedó en evidencia que los métodos y el contexto dentro del cual es posible lograr esa propuesta no está suficientemente definido como para dar fuerza a una corriente de pensamiento "que vaya más allá de la quintita", o de un romántico planteo ecologista, y que sea capaz de cuestionar el marco global de la producción agropecuaria mundial. 

Las ideas aquí volcadas en este documento tienen su origen en las inquietudes de este Grupo de Reflexión Rural (GRR), sobre la situación actual de la agricultura argentina, y, especialmente de los pequeños productores (PP´s), quienes están muy cerca de la agricultura orgánica. 

El objetivo es abrir el diálogo, la reflexión y tener material básico para discutir. La primera versión de este documento fue escrita en el otoño de 1999, y en un resumen de una carilla fue repartido a los participantes de la marcha del campo a la Plaza de Mayo. Sobre el fin del año revisamos el documento y lo actualizamos, lamentablemente, ya con evidencias que en cinco meses nuevas crisis sectoriales, como en el caso del lechero, nos van dando mayores avales al escenario descrito. 

Lo pequeño es hermoso lo grande subsidiado

El presidente Clinton, en su discurso anual frente al BM y FMI promocionando la economía global en octubre de 1998, agregó algo nuevo. Se necesita, dijo, "una nueva arquitectura". Algunas alteraciones en el diseño actual se requerirán para evitar colapsos económicos parecidos a los que ya nos estamos habituando.

Lo más sorprendente de las observaciones del ex-presidente de los EEUU es la clara admisión que la economía global sigue un plan prefijado. Entre los que apoyan esta política, el beneficio y el dominio de las grandes corporaciones se consideraba un proceso natural como la evolución o las corrientes marinas, y no un proceso planificado e implementado por una elección consciente. 

Con esta forma de pensar, los hacedores de política de afuera y dentro de los gobiernos juegan efectivamente un rol, para asegurar que nada moleste a la mano invisible que guía el progreso de la Globalización. Y si la economía global, guiada por las corporaciones es inevitable, entonces por supuesto no tiene sentido pensar en alguna alternativa. 

Pero, como admite Clinton, la Globalización no es producto de la evolución sino que es un producto de planificación política, y su creación ha sido fuertemente subsidiada por décadas. Lo importante para nosotros, que la consideramos injusta, es que puede ser modificada. 

Queda claro cómo la política, los impuestos de contribuyentes de las clases medias, el trabajo flexibilizado y masivo de zonas marginadas y el desempleo deliberado han dado la forma y mantienen hoy a la economía global dominada por las corporaciones y como se han sistemáticamente minado otras formas más democráticas, de menor escala de otras formas de organización económica en todo el mundo. 

La actual "arquitectura" favorece esta particular forma de gigantismo en varios niveles: desde la desaparición de las fronteras para el comercio a las enormes corporaciones transnacionales (CTN) que dominan el mundo. Desde los agribusiness de monocultivos a las megalópolis donde las poblaciones concentradas consumen los mismos bienes masivos, entretenimientos, noticias y responden de manera "funcional", eso esperan, a las mismas propagandas.

El soporte de este sistema contrasta con la arquitectura vernácula de diversas economías, menores, más descentralizadas y dependientes de recursos locales. 

Esta economía global depende de "acuerdos" internacionales (usamos las comillas dado el carácter exclusivo de esas deliberaciones y lasa condiciones antidemocráticas de su negociación) como el GATT, el NAFTA, el menos conocido Acuerdo General de Comercio de Servicios (GATS/AGCS) y de influyentes organizaciones como el BM, BID y el FMI. Pero hay más arquitectura necesaria todavía: la comunicación y los transportes para homogeneizar a la gente y sus culturas son necesarias para que las CTN y los estados que operan para éstas coordinen sus negocios globales y vigilen el disenso. 

Se necesita una educación acorde también. Infraestructuras de investigación. Cuerpos reguladores para limitar los daños y una infraestructura militar para poner a los elementos inestables dentro de esa arquitectura global.

La Ronda del Milenio de la Organización Mundial de Comercio en Seattle (1998), bajo el manto de las luchas contra los subsidios, encubría intenciones de la ultraglobalización, para que la misma, de mano del libre comercio, llegue hasta los umbrales municipales y la vida cotidiana de los hogares. Pero su circunstancial fracaso, como ocurrió con el Acuerdo Multilateral de Inversiones, no significó otra cosa que su reaparición por otros caminos y denominaciones. Este sistema de soporte no lo pagan las CTN, que son sus principales beneficiarios, sino los contribuyentes y consumidores. Así como los costos ambientales y sociales que significan adoptar el modelo. Obviamente, la "nueva arquitectura" no garantiza la ausencia de nuevos colapsos, ni siquiera promete el efecto "cascada" (trickle down) del que se hablaba durante la Guerra Fría, según el cual lloverá dinero una vez que las empresas hayan resuelto sus problemas. Ni como se generará más trabajo ni como se alimentará a los 1000 millones de hambreados del mundo (a pesar de que sea el slogan del sector que promociona la ingeniería genética). 

La alternativa es unirse "por abajo", trabajando para volver a darles sentido y contenido a grupos e instituciones, a las acciones concretas como los trueques, la agricultura sostenida por la comunidad, la agricultura orgánica, el control local, la reciprocidad de riesgos, consecuencias y beneficios.

¿Esto es evolución ?

La mayoría de la gente cree que las escalas mayores (economía de escala) confieren ventajas naturales sobre las cosas chicas. De hecho los planes y proyectos nacionales se basan en la busca de escala, las cosechas record basadas en más insumos, más tecnología. Políticos, científicos, agricultores y dirigentes siguen apostando a la idea de hacer más de lo mismo y más rápido, de "agrandar la torta" sin medir consecuencias.

Un horticultor de la década del 80 si fracasaba en su intento de venderle a Carrefour, pensaba que le quedaba la posibilidad de Norte, hoy Promodes se apoderó del grupo Excel, y si aun está en el negocio, nuestro amigo tiene enfrente un solo comprador, aunque utilice nombres distintos. 

Si eso es evolución, entonces la selección natural hará que también el tamaño de Nación- Estado sea chico. Es lo que esta ocurriendo con los Mercados Comunes, donde las fronteras del libre comercio se borran para aumentar la escala. Si esto significa la destrucción de las economías locales, se hace para ayudar a la "selección natural". Este reclamo, esta crítica sería innecesaria si el futuro fuera rosado para todos. Si el crecimiento de las corporaciones y la expansión de la economía no estuviera acompañada por tanto daños ecológicos y sociales. 

Las euforias de algunos no pueden esconder los hechos de desempleo, los cortes de ruta, los pueblos fantasmas, los ramales ferroviarios abandonados, las diferencias entre ricos y pobres, gente sin casas, conflictos étnicos y raciales, cambios climáticos, especies en extinción. 

Y a pesar que se nos vendió la globalización como un medio para lograr la estabilidad y la paz, ha originado una "inestabilidad contagiosa", donde el problema en un país rápidamente puede desparramarse por todo el globo, dejando devaluaciones, bancarrotas, desempleo y colapsos económicos. Estas tendencias que están ligadas a la escala debieran alertar a la gente a poner un limite a ese crecimiento. 

Pero nada se hace al respecto, incluso la crítica frente a estos desastres se silencia, se desautoriza, desvalora pues estaría "contra" el progreso. 

La tesis de este escrito es que el crecimiento de las corporaciones no es hecho natural y que es el resultado de decisiones humanas, en particular opciones políticas de nuestros gobiernos, por lo tanto hechas en nuestro nombre. Estas decisiones pueden cambiarse así como el destino de nuestro colectivo social y la vida económica. 

¿Cual es el marco que hace que lo pequeño, a menos que sea en condiciones de subordinación flexible, desesperada, dispuesta a atajar los riesgos y hacerse cargo de los sacrificios, sea mal visto y se vea a lo grande como inevitable? 

Un lado es el poder. Poderes económicos que quieren seguir creciendo. Ya no son siquiera poderes familiares patriarcales, sino aceleradas y competitivas Sociedades Anónimas que exigen dividendos cada vez mayores. No hay valores o ética en consideración. 

Otro lado es ideológico o una visión el mundo, hecho por el dominio económico y tecnológico.

Esta ideología se basa en asumir:
- que los mercados son el medio más racional de gobernar los asuntos económicos y sociales;
-que, como el funcionamiento de los mercados depende del individualismo y competencia, estas características deben promoverse; 
-que el bienestar de los individuos y sus sociedades se mide en niveles de consumo; 
-que por lo tanto se requiere el continuo crecimiento económico; 
-que se requieren innovaciones tecnológicas continuas, aunque queden fuera del control social, y cualquiera sea su costo; 
-que las innovaciones tecnológicas y los cambios económicos son el "progreso" de mano única;
-que la cultura de la globalización se basa en el avance tecnológico y el crecimiento económico y no se cuestionan; 
-que si surgen problemas por la tecnología empleada, se deberá desarrollar tecnología más avanzada, que sen la remediación; 
-que si el crecimiento económico trae problemas sociales y ambientales, la solución será más crecimiento económico y más endeudamiento; 

En este juego las apuestas son cada vez mayores y la ruina es cada vez más grande. Es un plan bonitamente presentado, el problema es que la realidad le viene fallando y es por eso que, ante la falta de argumentos o resultados concretos para toda la población, sus beneficiados recurren a la violencia. En este marco los dos lados del poder constituido están muy conectados. Las decisiones del estado tienen que ver con el crecimiento y la protección de las corporaciones y viceversa. 

Es de cuidar y observar las decisiones de los gobiernos con controles y reglamentaciones, que se deberían ejercer sobre las grandes corporaciones, en este sentido tenemos un triste ejemplo en la cómplice actitud de dichos controles ante la liberación de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM). La crisis es tan general que hay síntomas de todo tipo que confunden a los pequeños. Hay que reconocer las causas que casi siempre son las mismas para hacerse fuertes y hacer alianzas entre quienes estamos convencidos que es posible y necesario hacer algo. Desde la desprotección de los bosques, de los ríos, hasta la biogenética, desde los trabajos mal pagos a la comida chatarra, desde la democracia burocrática a la posible, todo tiene un mismo origen en el sistema económico y tecnológico. Que no es Humano ni Ecológico. 

Lo grande es cada vez mayor

El crecimiento rápido y continuo es insalubre e imposible a largo plazo en todos los ordenes de la vida- excepto el económico. Dentro de ese orden económico, el crecimiento es sinónimo o la medida del éxito. Así lo dicen las Corporaciones. Son conocidos los dichos y lo que piensan los directivos de las grandes empresas. Creen que todo el mundo debiera consumir sus productos, que hay que hacer lo imposible para que nadie se escape de consumir. 

Las 500 empresas más grandes controlan el 25% de los productos mundiales 300 corporaciones son dueñas del 25% de los activos mundiales, 50 controlan el 60% del capital global...pero emplean a menos del 1,5% de las personas en condiciones de trabajar en el mundo. Y a esto le llaman "eficiencia"! Y la tendencia es a seguir creciendo y fusionándose. Las compras de Monsanto y Novartis, luego de ambas por Dupont, de semilleros y compañías químicas es del orden de miles de millones.

Una forma de medir el poder de estas transnacionales (CTN´s) es compararlas con los productos brutos nacionales (PBN´s) de naciones enteras. En 1995, 48 de las 100 mayores economías del mundo eran corporaciones, no países. La desaparición de pequeños mercados y compañías es mundial y los nombres de McDonald's, Wal Mart, Monsanto han superado todas las barreras. 

Las pequeñas granjas y agronegocios también siguieron la tendencia. En los EEUU el tamaño promedio de los campos se triplicó entre 1935 y 1987 y se necesitan cada vez menos trabajadores para este modo particular de producción. Y desaparecen 30.000 pequeños productores todos los años. Lo mismo ocurre en todo el mundo, sin que esos datos e imágenes lleguen a los medios en toda su crudeza ni los dramas se coticen en las bolsas de valores.

Un agricultor en una hectárea puede alimentar a su familia y tener un excedente, de hecho una "unidad económica" en las Filipinas es menor a ½ hectárea, pero no puede competir en la economía global. Son dos realidades incompatibles. La agricultura de exportación necesita grandes monoculturas, maquinarias de escala industrial, altos costos de químicos (pool de siembra) y no requiere mucha mano de obra. Maneja los precios y los mercados, concentra las decisiones, decide qué sembrar y a qué precio vender en qué lugares. Tiene logros parciales, que por supuesto publicita con generosidad, pero también causa problemas y exclusiones inmanejables de los que no se hace cargo, transfiriendo el problema a otros (generalmente el erario público). La violencia que se genera requiere más policía y mayores costos, que luego son contabilizados como crecimiento económico y mayor Producto Bruto Interno. Es el "costo empresario" que pocos quieren exhibir a la consideración pública.

Producir alimentos a costos reducidos y venderlos o trocarlos en pequeñas localidades, generando empleo, no dando costos de transportes ni dañando al ecosistema, cuidando la tierra, el agua, el aire, los alimentos, el hombre y los animales; todo esto no da cifras para el PBI, aunque sea calidad de vida para la gente. 

Escala e infraestructura

Cuando los políticos, los economistas y las corporaciones hablan de mejorar la infraestructura, todos sabemos de qué hablan. Se refieren a carreteras, puentes, aviones, aeropuertos, puertos, terminales, hospitales, universidades, telecomunicaciones, hidroeléctricas, plantas nucleares, hidrovías. Lo que no se dice es que es una infraestructura para una economía de gran escala y centralizada, con supermercados y vida cada vez más anónima. Dicen también que no hay otra alternativa, ningún otro tipo o escala de infraestructura, que no hay otra forma de sociedad o economía. Lo que no ven, y van a tener que aprender, es que una monocultura dependiente de crecimiento continuo, comercio obsesivo, de consumo ilimitado es insostenible no solo del punto de vista del ambiente sino también social y económico. Los arquitectos de las economías industriales saben muy bien lo que necesitan: transporte rápido, commodities agrícolas, energía barata, mentalidad consumista, comunicaciones para coordinar las actividades de las corporaciones. Y todo eso no va bien con infraestructuras adaptadas a las localidades, que funcionan bien con la gente del lugar y el ambiente. Estos pequeños sistemas no les sirven a las economías dirigidas por las corporaciones. A menos, claro, que las controlen, en cuyo caso también se transforman mágicamente en defensores de lo pequeño, y lo ven tan bello como nosotros, pero por otras razones. La desesperación por sobrevivir compitiendo, obviamente, les lleva también a considerar la pequeña escala y la descentralización en cualquier lugar del planeta. Todo vale, incluyendo la utilización de términos, de valores, espacios locales y culturas: el poder de las mujeres, la sustentabilidad (ya menos usada en términos ecológicos y humanos que de integración subalterna, especialmente después del 11 de septiembre 2001 o de la crisis Argentina).

Investigación: quien paga, quien se beneficia

Es sabido hoy en día que las corporaciones financian muchas investigaciones y que es difícil quedarse afuera o guardar las formas o continuar investigando con visión de Servicio y para la Sociedad cuando el que paga, en la mayoría de los casos, simplemente condiciona la dirección, los métodos y los resultados. 

Sucede en Universidades, del Estado e Institutos de investigación, los fondos dedicados en la investigación en ingeniería genética son los mayores dentro de las escuálidas cifras disponibles para investigación, pero poco se destina a una agricultura alternativa posible y necesaria, especialmente en Argentina. Usan la imagen pública de la universidad (y toda su carga positiva ante la sociedad) y privatizan los contenidos. Muy pocas veces llega una presión desde abajo, como sucede en Suiza donde la agricultura orgánica se ha hecho un espacio respetable por el consumidor y los institutos de investigación debieron hacer investigaciones en ese tema. A pesar de ser la tierra de grandes multinacionales químicas y de transgénicos, que financian otras investigaciones.

El diálogo es difícil pero puede darse.

Así como las grandes corporaciones hacen negocio con la agricultura, lo hacen con la salud, la medicina. A veces con tecnologías demasiado caras para todos.

El problema es que no habiendo controles independientes, los efectos no se toman en cuenta. La desaparición de pequeños productores por la aparición de tecnologías caras ocurrió en lácteos y en hortalizas por solo dar dos ejemplos, pero lo mismo es válido para todas las producciones.

Las puertas "giratorias" por donde pasan funcionarios a empresas privadas y viceversa afecta la investigación pública y de tal manera se pierden innumerables conocimientos y herramientas para evitar la dependencia.

Agricultura en nuestro país: filosofía y política, tecnología y agricultura

En nuestro país no hay un diagnostico de la Agricultura tomada como un todo, en sentido amplio. Se hacen análisis "Macro económicos" que no dicen porqué cada año hay menos Pequeños Productores. El análisis siempre enfoca la exportación y las cosechas récord como si esas cifran representaran alguna solución. Que lo sea para algunos quiere decir que lo sea para todos. ¿Es un "éxito" algo que deja a los pequeños -la mayoría- afuera?

Trataremos de analizar si hay que contemplar a la Agricultura como una sola, si se puede abarcar a los pequeños y los grandes o si conviene pensar dos realidades distintas, con tecnologías diferentes.

De la "Grande" no hace falta ocuparse demasiado porque todo el sistema económico la apuntala. Hasta nosotros, como contribuyentes o consumidores, financiamos la Gran Agricultura así como a toda la propuesta de Globalización. Las panaceas tecnológicas y los bien interesados mitos que se les "vende " a los productores hacen el resto para dejar bien instalado el sistema propuesto.

En ese esquema todos sueñan con las grandes maquinarias, las grandes superficies, con endeudamientos incluidos. Es una posición de lo exitista, desde el poder y la fascinación por el status. Pero no es la salida para todos. En vez de ser nostálgicos del pasado usemos la memoria y lo que tengamos de lucidez: la Revolución Verde sirvió a unos pocos y de ellos especialmente a los vendedores y comercializadores. Lo que se viene ahora es peor para los pequeños: los transgénicos les servirán a los muy ricos y poderosos y a los comerciantes y será más de lo mismo pero en concentraciones mayores. Y peor para los PP, para los consumidores pobres o de medianos recursos y para la sociedad en general.

La única salida propuesta, la Globalización, aunque se proponga dentro de un sistema democrático, es en la realidad todo lo contrario y su proyecto es de tipo totalitario, masificante y antidemocrático. Su proyecto pretende uniformizar la comida, quienes la producen, las propagandas, las bebidas, las ropas, la cultura cotidiana, en suma, para que las mayorías pasen a ser solo compradores acríticos.

Primera conclusión. La tecnología de los grandes no sirve a los pequeños. Son dos realidades distintas.

Debemos aprender sobre el manejo de los recursos naturales sin insumos externos, para producir alimentos sanos y baratos para nuestros semejantes, vendiendo a través de canales alternativos. Esta tecnología para PP´s no necesita insumos, créditos, certificación ni exportar y se puede producir a costos cero. Eso es relativamente fácil, muchos lo hacen ya, lo vienen haciendo, no han dejado de hacerlo, pero son "invisibles". En todos los lugares se puede hacer leche, quesos, huevos, pollos, frutales, papas, cereales, oleaginosas. ¡Su propia semilla!, y procesar algo también in situ.

Por extraño que parezca, en todo esto no se cree. Es la economía "informal", a pesar de que le da de comer y le arregla la vida a más gente en la Argentina que la formal. Nos cuesta creerlo a "nosotros", aceptar que se puede vivir de otra manera. No lo creen las instituciones, no lo creen las Facultades, sus profesores ni los alumnos ni los ingenieros agrónomos. En general. No se cree que se pueda producir sin insumos externos. Lo que se hacía hace 50 años se olvidó, se borró con la parafernalia tecnológica. Por eso hay que hacerlo en concreto, para mostrarlo y demostrar que es posible. Que es lindo vivir y trabajar en el campo, que hay un tamaño "humano" del trabajo y que no depende del capital que se tiene. Y que hay que hacerlo porque es un deber que tenemos hacia la sociedad que pagó nuestros estudios.

El Estado y sus instituciones, u otras que en su lugar construyamos, deben tomar la temática para dar soluciones Es lo que estamos tratando aquí: nosotros en nuestros múltiples roles, como Estado, como particulares, PP's, consumidores, tomar el lugar de responsabilidades para hacerlo y construir una sociedad democrática desde el ejercicio y la práctica de la democracia en los pequeños grupos.

¿Cómo hacerlo?

El producto final debe ser algo real, para demostrar que se puede, mostrando cómo hacerlo. Para abandonar un poco tanto diagnóstico y el reclamo adolescente al Estado cuando es éste ya ni tiene capacidad de pensar o piensa según le indican. El canto de pedidos reivindicativos no funciona más, no conmueve a nadie y deja la responsabilidad en manos de alguien, que por supuesto no somos nosotros.

En concreto entonces, proponemos en este ámbito, pensar y concretar propuestas, ofrecer esos proyectos al estado en los distintos niveles, para devolverle la capacidad de pensar y actuar, sin endeudarse más, considerando el largo plazo y no la coyuntura.

La difusión de las sojas RR 

Las sojas transgénicas han encontrado una receptividad en Argentina, que seguramente superó las expectativas de sus obtentores, si bien la consultora americana Doane Marketing Research, un año antes de su lanzamiento, había realizado un sondeo entre los productores, que demostraba mayor aceptación de las RR que en EEUU (Patiño.1998).

La coincidencia entre técnicos oficiales y/o privados, y productores ha hecho posible que los porcentajes de superficie sembrada con estas sojas RR se acerque al 90 %.

Es que, al aparecer, las sojas, modificadas genéticamente (GM), solo presentan ventajas, entre las que se destacan, además de la sencillez del manejo de un solo herbicida, la posibilidad de poner bajo cultivo lotes enmalezados, reducir las aplicaciones de herbicidas; menor costo de producción, suplantar el uso de herbicidas pre-emergentes, con tratamientos sin restricciones, en la pos-emergencia, menor impacto ambiental y, como consecuencia de todo ello, un producto barato que sería paliativo de la creciente demanda de alimento en un planeta superpoblado.

La difusión del maíz Bt, además de ofrecer, según los dueños de la patente, cultivos con menores daños, asegura una reducción en el uso de insecticidas, menor costo y, cuando se libere el maíz RR, se agregarán a estas ofertas las mencionadas para las sojas con dicha resistencia.

La papa modificada genéticamente, promete, al igual que el tomate modificado, la posibilidad de obtener un producto más sano ya que se le aplicará menor cantidad de insecticidas. Sobre los resultados reales de tales promesas, en estos últimos cultivos no tenemos aun información. Sin embargo, en el caso de las sojas RR, tenemos ahora datos nacionales y extranjeros que ilustran sobre lo que podría ocurrir con las nuevas liberaciones de OGM.

Un parámetro sobre el que tanto técnicos como productores, son reticentes en explayarse es el de rendimiento, en EEUU se está comprobando su menor rendimiento, según Benbrook (1999), la reducción alcanza al 6,7% de las mejores variedades convencionales, y 5,3 % inferiores a la media general de todas las variedades.

En Argentina, el extensionista del INTA de Marcos Juarez, admite que productores en lotes limpios se inclinan todavía por variedades normales, con más potencial de rendimiento (del Pino, 1999), en dicha publicación se agrega que "en la Red Nacional de Cultivares de Soja, que lleva a cabo el INTA en toda la región pampeana, entre los materiales del grupo IV las variedades RR se encuentran algo lejos todavía, de algunos materiales tradicionales...el potencial de rinde con respecto a las variedades tradicionales son una asignatura pendiente".

En lo que respecta a la menor aplicación de herbicidas, en EEUU ya se están registrando 2 a 5 veces más dosis por hectárea debido al cambio florístico de las malezas (Benbrook, 1999). En Argentina, Pengue (1999 y 1998) ha estudiado un fenómeno similar.

Según una encuesta realizada por la Unidad de Extensión y Experimentación, Marcos Juarez del INTA y la delegación del Colegio de Ing. Agr. de Córdoba, el principal factor que influye en la adopción de variedades genéticamente modificados de soja, es el convencimiento de que con las mismas se reducen los costos (93 % de los encuestados).

En la revista especializada Márgenes Agropecuarios del 1º de septiembre 1998, pág. 38, para soja de tecnología de punta en el Norte de Bs. As., en siembra directa, Grupo IV, los costos totales con semilla normal son 214,7 $/ ha; en tanto que con semilla RR, 243,4 $/ha; con esta información resulta difícil coincidir con los encuestados, que aseguran tener menores costos. En el estudio realizado en USA que mencionamos anteriormente, las pérdidas en MB, en 1998 fueron del 12 % para las RR. Como en Argentina, en EEUU el insumo de mayor incidencia relativa en los costos es la semilla, donde lo más llamativo es que con el costo ya detallado, el Margen Bruto para la soja RR es de 288,9 $ y con semilla normal, la publicación asigna un MB de 317,6 $/ha, A estos datos se debe agregar que, contrariamente a lo determinado en el estudio de Benbrook, donde los rendimientos son menores, a los efectos del cálculo de Márgenes Agropecuarios el rinde se consideró igual, dato que hemos visto que no es correcto.

Con esta información disponible, y asumiendo que nuestras fuentes de información no son restringidas o solo para técnicos sino por el contrario son de difusión y extensión masiva, ¿cómo se entiende que los productores adopten esta semilla? o peor aún ¿que los técnicos la promocionen?

Más allá de la posibilidad de realizar algunos estudios de tipo sociocultural, que no son nuestro objetivo, lo que surge como hipótesis es que la decisión de adoptar esta tecnología está fuertemente condicionada por los proveedores de insumos, los asesores privados y las empresas que están presionando tras de ellos.

De aquí la gran campaña sobre la evasión asignada a la bolsa blanca (semilla que el productor se reserva de su cosecha para usarla en sus siembras, y que también lo hace con la RR), a la que se le asignan 60 millones de pesos en impuestos, en realidad, es ASA (Asociación de Semilleros Argentinos) la que está preocupada.¿Cuántas veces habrán pensado en el Terminator?

En este contexto el halo de deslumbramiento de la biotecnología, ejerce una atracción que ya se puso de manifiesto entre los argentinos cuando Richter vendió aquí el espejito del liderazgo mundial de la fisión nuclear en cadena, que sigue hasta nuestros días en que, a pesar del rechazo mundial, se siguen haciendo proyectos de centrales nucleares.
Es así que en la encuesta de Córdoba, realizada a 80 productores, de los Departamentos de Marcos Juárez y Unión, la segunda razón (71 %), para la adopción de las RR, es " el ahorro de tiempo", pasando a ser una de las causas de mayor importancia en la determinación, que podría traducirse en "comodidad" término que utiliza Pengue (1999) en sus investigaciones, en siembra directa.

Este ahorro de tiempo, pasa a ser una de las razones con mayor peso al momento de las decisiones, determinante también en el caso del farmer del norte, para quien implica la posibilidad de realizar un trabajo rentado, "part time" en el centro urbano más cercano, realidad que no se compara a la que está viviendo nuestro verdadero productor y su comunidad.

David Hathaway, de Brasil, comentando por correo electrónico los estudios de Benbrook, arriesga la hipótesis de que la rentabilidad de esta tecnología es directamente proporcional (o de alguna manera sensible) a la escala de producción, cuando el agricultor /empresario percibe que la rentabilidad general de su operatoria, la reducción de gastos gerenciales, llega a compensar las pérdidas de rendimiento. Esta deducción puede ser ajustada también a nuestra realidad, donde las empresas que manejan grandes superficies, tal el caso de los pool de siembra, son las que encuentran especial ventaja en esta técnica transgénica, aprovechando además el arrendamiento decreciente, producto del quebranto económico de los pequeños y medianos productores, que se ven forzados a abandonar el cultivo y aceptan alquileres exiguos por su tierra.

La expectativa de mayores ganancias solo es movilizadora para el 19% de los productores encuestados...¿no es realmente sorprendente? ¿Se podrá relacionar esta actitud con el quebranto -inducido, por cierto- del sector agropecuario?

La siembra directa, que se potenció con la aparición de los OGM, también es indiscutida como sustentable, sin embargo, esta práctica, en soja entre otras, ha llevado a niveles críticos plagas como el nemátode del quiste (Baigorri y otros 1998); luego las babosas y caracoles (Fernandez 1998) (Zelarayán 1999), en agosto 1999, y sigue ampliándose la lista con el bicho bolita (Trumpere y Linares 1999). Solo mencionando estos ejemplos, y considerando lo propuesto por Greenland, edafólogo del IRRI (International Rice Research Institute, citado por Morello 1997) que propone un listado de cinco condiciones que debe cumplimentar un sistema de agricultura estable, a nivel de chacra, para ser considerado sustentable, el tercer requisito: No hay incremento de plagas, enfermedades y malezas; no se cumple.

Esta realidad lleva a que en la actualidad los agrotóxicos utilizados en siembra directa aumentaron, es insólito pero, ya se ha tenido que usar molusquicidas (carbamatos, metaldehido y sulfonatos) y ahora seguramente se ensayarán venenos para crustáceos en el control de Porcelio laevis.

Pronto tendremos la propuesta biotecnológica que se cuenta con un gen para cada una de estas plagas, haciendo nuevamente una reducción de los fenómenos complejos que estas plagas (¿nuevas?) nos están indicando que hemos alterado (Altieri 1998).

Además de la permanente evidencia de la ruptura del ecosistema, la aparición de malezas resistentes, define que NO estamos ante un sistema sustentable, sino que solo es una práctica que está dependiendo cada día más del recurso energético (Pengue 1998), ya que los tratamientos de glifosato en la mayoría de los casos aumentaron, como consecuencia de que "sabiendo que la soja lo banca" se hacen más tratamientos, algunos innecesarios.

Como leguminosa la soja hace su aporte de nitrógeno atmosférico al suelo, en la medida que la inoculación natural o artificial sea funcional, en un sistema sustentable, otra condición es el mantenimiento de la fertilidad, e incluso su aumento. La siembra directa en la actualidad tiene recomendaciones de fertilización.

Así tenemos en la actualidad una realidad, donde una especialista del Instituto de Cultura Popular enfatiza comprobaciones que surgen cuando...comparamos con los alimentos del comercio. Hasta la soja, tan promocionada por los vegetarianos, recibe, cultivada industrialmente, 80% de los agrotóxicos vendidos en Argentina y su última innovación, la soja transgénica, producida por la industria de la biotecnología, es resistente al Round Up, un herbicida que mata toda la vida del suelo (Charpentier, 1998).

Partiendo de la propuesta de menor empleo de agrotóxicos, vemos que a escasos 5 años de su lanzamiento, las sojas RR demuestran un impacto ambiental alto, los rendimientos no han aumentado, los costos se han incrementado y los productores están endeudados con los proveedores de insumos y con el banco, sin embargo las cosechas globales son record, dato que, como lo definen las elementales reglas de mercado, incide negativamente en los precios. Más rendimientos parece sinónimo de más quebranto ¿A quién benefician los mayores rindes? ¿A quién beneficia el incremento de insumos necesarios para dichos rindes? ¿Donde está la creciente demanda del mundo superpoblado y famélico? Otra increíble argumentación, que resulta inadmisible cuando quienes estamos en la producción sabemos que lo normal de nuestros mercados es la sobreoferta, así sucede en la fruticultura, horticultura, lechería... Sin embargo el hambre está más cerca nuestro que nunca. ¿Es la falta de tecnología la causa del hambre? ¿Es la biotecnología la solución para la desnutrición?
En este contexto, que resulta contradictorio y sorprendente, recibimos una nueva sorpresa del tecno-marketing agropecuario: los trigos franceses, (FF) que en Olavarría lograron un rendimiento de 68 qq/ha y en Chillar 70 qq /ha (La Nación 18/12/99). Según la promoción, el empleo de esta simiente será el salto histórico del agro argentino, ya que superará el atraso genético de nuestro país en el trigo, que solo logra 25 qq, sostiene un CEO de la proveedora del insumo genético, y que..."la Argentina solo tiene que imitar a la Unión Europea (...) que con un rendimiento de 75 qq /ha, la UE es el gran productor triguero del mundo" (Bertello, 1999).

Una vez más aparece el paradigma del alto rendimiento (...el hambre del mundo, etc, etc...) claro está que tales rindes no se obtienen gratuitamente sino que, como todos sabemos, esos trigos en la UE son los que reciben los subsidios más altos del planeta.

Las contradicciones aquí se tornan risibles, ya que estamos asistiendo a un panorama de productores endeudados y para ellos la propuesta tecnológica es que inviertan más que se endeuden más, tal vez con un plan canje, así obtendrán mayores rindes...que hará bajar los precios y...¿será necesario contar cómo termina la historia?

Pero hay más en el doble discurso ¿No está la Argentina luchando con su aliado carnal contra los subsidios? ¿No es nuestra argumentación que los europeos son ineficientes y por tal razón subsidian? La misma empresa que usa estos argumentos al momento de vender su soja RR, se los olvida cuando tiene que promocionar trigo FF.

Reitero las preguntas ¿A quién benefician los altos rendimientos basados en altos insumos?
¿Es un problema de genética la crisis del campo?
¿El hambre del mundo es por bajos rendimientos?
¿La biotecnología debe ser EL TEMA de nuestros institutos de Investigación?

Bibliografía

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* Colectivo de técnicos y agricultores orgánicos, Argentina, e-mail: grupodereflexionrural@hotmail.com