Medio Ambiente, Salud y Seguridad Alimentaría en la era de los T®ansgénicos.

Por Por Gian Carlo Delgado Ramos*

El fetichismo de la ciencia en el sistema capitalista, consiste justamente en hacerla pasar como si careciera de contenido político-social. Aún más, como si ésta se autosistematizara, se autorreglamentara y se autorregulara; una especie de momento post-moderno que supuestamente rebasa la modernidad instalada por el capitalismo. Tecnología y Medio Ambiente: una perspectiva histórica. Doctorado en Ciencias Ambientales, UAB.

Desarrollo Tecnológico y Desarrollo Tecnológico Capitalista ¿son lo mismo?

Cuando se habla de desarrollo tecnológico, en general y de manera automática, se asumen marcadamente una serie de beneficios, o cuando menos, un abanico de potenciales promesas. Aunque en términos generales ello es aplicable para muchas tecnologías, el error es dejar a un lado la incertidumbre y, en su caso, los efectos negativos que conlleva casi todo impulso tecnológico. En este sentido, como ha señalado Beck (a su peculiar y controvertido modo) en La Sociedad del Riesgo (1), así como Funtowicz y Ravetz y su Ciencia Posnormal (2), el desarrollo tecnológico del siglo XX y sin duda el XXI, trae consigo un alto contenido de riesgo e incertidumbre con implicaciones negativas de dimensiones globales.

Así pues, para hacer un balance atinado, resulta fundamental medirlo en términos de los impactos, positivos y negativos, que genera el desarrollo tecnológico en la sociedad y en el medio ambiente - del que depende la primera. Al fin y al cabo, la ciencia no se hace sola, no se "autonomiza" del hombre (entendido como rensch - en alemán), y por lo tanto, considerar que la ciencia carece de contenido político-social es un error de orden mayor (como parece asumirlo Beck). Marx escribe al respecto que: "...La tecnología pone al descubierto el comportamiento activo del hombre con respecto a la naturaleza, el proceso de producción inmediato de su existencia, y con eso, asimismo, sus relaciones sociales de vida y las representaciones intelectuales que surgen de ellas." (3)

Si bien la ciencia en sí misma, no es mala ni buena, la humanidad al desarrollarla plasma la lógica en la que la crea e impulsa, de ahí pues que, el desarrollo tecnológico tome una peculiar dinámica según la organización de la sociedad bajo tal o cual modo de producción. El fetichismo de la ciencia en el sistema capitalista, consiste justamente en hacerla pasar como si careciera de contenido político-social. Aún más, como si ésta se autosistematizara, se autorreglamentara y se autorregulara (a modo similar en el que lo hace supuestamente el mercado y su "mano invisible"); una especie de momento post-moderno que supuestamente rebasa la modernidad instalada por el capitalismo. En el mejor de los casos, la crítica radica en el uso de tal o cual tecnología (la forma en la que se aplica y usa), y no en la lógica que guía el desarrollo tecnológico per se en el sistema de producción actual y que a todas luces es el capitalista: justo el de antes pero ampliado y complejizado bajo la misma lógica de modernidad que inauguró.

Como bien puntualiza Marx en los Grundrisse: "...sólo un cierto conjunto de relaciones técnicas son aptas para cumplir las determinaciones sociales clasistas que marcan al capitalismo. Así, no todas las versiones de tecnología desarrollada y controlada por el capital, son apropiadas para ser usadas por la revolución social, pero tampoco son todas rechazables. Ello se fundamenta en el hecho de que la relación social del capitalismo, debe apoyarse y tomar cuerpo, expresarse e imprimirse en la materia y demás, estar en acuerdo relativo, pero forzoso con un conjunto de necesidades, capacidades y actividades sociales naturalmente determinado." (4)

Considerando lo anterior vale la pena cuestionarse si el desarrollo tecnológico capitalista tiene como objetivo beneficiar a la humanidad en general, o si bien lo tiene, si sólo sí, logre ante todo consolidar la acumulación del capital.

Bolívar Echeverría al indagar sobre las principales constantes de la historia del capitalismo que han debido ser trabajadas e integradas por la historia de la modernidad, apunta que éstas son:

a) la reproducción cíclica, en escala cada vez mayor y en referencia a satisfactores cada vez más diferentes, de una 'escasez relativa artificial' [...]

b) el avance de alcances totalitarios [...] de la subsunción real del funcionamiento de las fuerzas productivas bajo la acumulación del capital [?] y

c) el corrimiento indetenible de la dirección en la que fluye el tributo que la propiedad capitalista paga al dominio monopólico: de alimentar la renta de la tierra pasa a engrosar la renta tecnológica. (5)

En tal sentido, para desenmascarar la naturaleza capitalista del desarrollo tecnológico como parte de la lógica de acumulación de capital y no como parte de la esencia de la tecnología per se, abría que analizar la especificidad de la modernidad contemporánea. Como señalé en La Amenaza Biológica, Marx apunta que el mundo moderno, contexto en el que vivimos y que nace con el capitalismo, surge de la expropiación de los medios de producción, separando éstos del trabajador. Así, cuando el capitalismo alcanza cierto punto de desarrollo, se ve obligado a desarrollar la tecnología, pero no bastando esto, tiene que ir más allá, hacia la configuración especifica de la modernidad, en donde el capital "moderniza" la tecnología para "modernizar" la tecnología, es decir, la desarrolla para incrementar la plusvalía, vía plusvalía relativa (6) y extraordinaria (7). Marx da cuenta que tal especificidad de la modernización tecnológica, le sirve al capitalismo para lograr el ascenso de la tasa de ganancia a través de desplazar al sujeto trabajador de los medios de producción; ello hace que la masa de capital constante (sistema técnico en funciones) aumente, y el monto de capital variable (fuerza de trabajo activa) decaiga.

En otras palabras, el ascenso en la tasa de plusvalía se logra por medio de la modernización tecnológica que genera una tendencia decreciente de la masa de trabajadores en relación al capital constante. Lo antes indicado genera la caída de la tasa de ganancia porque el factor sujeto -que es explotado- es cada vez menor con respecto al total de la masa de capital. La acumulación de capital empieza a desequilibrarse y estalla una crisis, la cual es enfrentada con una mayor modernización de la tecnología. Entonces, la reconfiguración de la tecnología bajo la lógica capitalista de producción como dispositivo enlentecedor de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia -mediante la generación de un crecimiento de la tasa de plusvalía- incluye dentro una contradicción esencial: a su vez genera un decrecimiento de la tasa de ganancia. Cuando las crisis capitalistas (8) estallan, el capital contrarresta sus crisis neutralizándolas en el proceso de acumulación y trasladándolas al proceso de reproducción social por lo que hay un recrudecimiento de los procesos:

a) aumenta la tasa de explotación, b) el capital empieza a expropiar plusvalía a la fuerza de trabajo (quita parte de su salario -sobre explotación-), c) una vez que llega a una crisis de sobreproducción, se destruye la tecnología (fuerzas productivas objetivas y subjetivas) con la guerra armada y/o comercial. Los capitalistas o elites del poder (9) se ven obligadas a estimular un nuevo crecimiento de la tasa de ganancia que les permita redinamizar la acumulación de capital, lográndolo mediante una mayor modernización de la tecnología. Es en este sentido, que el incesante desarrollo de la tecnología se vuelve necesario para el capitalismo.

Si se periodizan las revoluciones tecnológicas a partir de observar el proceso de automatización del trabajo, podemos dar cuenta que directamente conectadas a las tres grandes crisis del capitalismo, cuatro son los oleajes de desarrollo de la tecnología o revoluciones tecnológicas. Tal análisis, presente en La Amenaza Biológica (10) donde se retoma el trabajo de Arizmendi (11) y que a su vez suma el trabajo que hace Veraza (12), permite pensar la historia total del capitalismo desde la conexión de las crisis capitalistas y la ley decreciente de la tasa de ganancia, identificando en el proceso las medidas de subordinación tecnológica del capital para cada una de la revoluciones tecnológicas.

La Primera Revolución Tecnológica (1760-1870) funda e instala el sistema de fábricas automatizadas -motores de vapor para ferrocarriles y buques- haciendo surgir la capacidad de autodeterminación circular de la acumulación capitalista con la producción de máquinas por medio de máquinas para generar expectativas de crecimiento a la explotación productivista de plusvalor extraordinario. Primero en Inglaterra, Bélgica y Francia Nordoriental, luego Alemania, Italia, España, el imperio Astro-Hungaro y parcialmente Rusia. Podemos decir que la Primera Revolución Tecnológica conforma el espacio geoindustrial europeo, pero apenas logrado su cometido, se desencadena la primera gran crisis del sistema capitalista (la que estalla en 1870 y se prolonga hasta 1893) (13) . Es a partir de este momento que se pueden entender las siguientes revoluciones tecnológicas como mecanismos de contratendencia frente a la caída de la tasa internacional de ganancia.

De esta manera, ante la primera gran crisis capitalista, surge la Segunda Revolución Tecnológica (1882-1930) desplazando los sistemas instrumentales basados en el motor de vapor por los sistemas basados en el motor eléctrico y los aviones; se fundan ramas tales como la siderurgia, petróleo, máquinas eléctricas, etc. Estados Unidos y en menor medida Alemania empiezan a rebasar tecnológicamente a las viejas naciones industriales (Inglaterra y Francia).

La Segunda Revolución Tecnológica trae consigo un perfeccionamiento del taller moderno, porque además de suprimir grandes cantidades de proletarios al mantenimiento del equipo, impuso nuevos ritmos de productividad con una velocidad regulada que garantizó acrecentar la explotación de plusvalor extraordinario y relativo. Asimismo, generalizó nuevas ramas dedicadas a fabricar bienes de consumo durable -aparatos eléctricos como el radio, el refrigerador, máquinas de coser, etcétera; permitiendo a la modernidad capitalista rebasar las puertas de la fábrica (terreno propiamente productivo) y atravesar las puertas del ámbito doméstico o del consumo. (14)

Su apogeo concluye hacia la tercera década del siglo XX, cuando estalla la segunda gran crisis moderna (1929-1948). Como producto de ella aparecen, poco antes, la Primera Guerra Mundial (1914-1919) y, poco después, su segundo retorno (1939-1945), mostrando la salvaje necesidad capitalista de devastar fuerzas productivas y humanas para luego con la reconstrucción abrir nuevos canales de acumulación sobre los cuales se instalara la Tercera Revolución Tecnológica (1930-1970).

A diferencia de la Primera y Segunda Revolución Industrial, en las que el desarrollo tecnológico fue impulsado principalmente por y desde el sector productivo y luego trasladado a la industria militar, la Tercera Revolución Tecnológica, se caracteriza por haber invertido esta relación y puesto en manos del sector militar gran parte del desarrollo tecnológico. Lo anterior indica que la modernización de los sistemas tecnológicos militares es entonces conducida hacia la reestructuración de los sistemas tecnológicos productivos, pero con crecientes limitaciones. Esto se debe a que el desarrollo tecnológico militar en muchos de los casos se genera para escenarios de guerra que transcurren en ambientes muy "exóticos" -ambientes de radiación, de alta presión atmosférica, entre otros (15)- y que por lo tanto su aplicabilidad civil es casi o totalmente nula. Otra razón es que la transferencia del desarrollo técnico militar a lo civil está siendo altamente regulada bajo la filosofía de seguridad nacional, lo que no sólo deja clara la estructura de poder de los distintos Estados nacionales, sino que también produce un freno o acelerador en las aplicaciones civiles, hecho que obviamente responde a la correlación de fuerzas e intereses involucrados, de tal o cual Estado nacional, en determinado momento histórico.

Así, la Tercera Revolución Industrial con sus ya mencionadas características únicas, entra en juego cumpliendo tres mecanismos estratégicos:
1) Desarrollar la tendencia hacia la automatización del sistema económico no sólo en los países industrializados, sino también en la periferia (planetarizando definitivamente la producción de plusvalor extraordinario y relativo). Es decir: se automatiza la producción de materias primas y alimentos, y se reconfigura la división internacional del trabajo impulsando la modernización dependiente y estructuralmente subdesarrollada de la periferia, trasladando hacia ella la producción maquinizada de bienes de consumo no durable.
2) Inicia la fuerte automatización del proceso global de trabajo, productivo e improductivo, comenzando con ello la expropiación de la cultura propia del trabajador intelectual, arrebatándosela para objetivarla en un sistema tecnológico computarizado que permitió darle sus primeras figuras a la información global del proceso capitalista del trabajo: nace la electroinformática.
3) Planetariza el sistema de fábricas automatizadas necesarias para la instalación de la industria maquiladora, dándole proyección mundial a los bienes de consumo capitalistas (resultado de esa tecnología). (16)

Ya desde 1970, cuando inicia la crisis contemporánea, el capital de fines del siglo XX viene explorando cómo potenciarse a partir de la Cuarta Revolución Tecnológica y abrir con ella un nuevo ciclo de auge en la acumulación del capital mundial. Cuatro son los ejes en el desarrollo tecnológico de punta para conformar la metamorfosis a este nuevo patrón tecnológico: 1) la electroinformática / robótica, 2) la ingeniería genética / biotecnología, 3) las nuevas energías y 4) la exploración de nuevos materiales / nanotecnología.

Considerando lo anterior se puede revisar con fundamento teórico-metodológico el papel del desarrollo tecnológico capitalista en la agricultura, particularmente el que se desprende de la biotecnología (17) ; su impacto en el medio ambiente y la salud, así como sus consecuencias en la seguridad alimentaría de los Estados nación, y en particular de los periféricos (también denominados del Sur).

El campo y la lógica del desarrollo tecnológico capitalista

Si bien el desarrollo tecnológico en el campo no es particular al capitalismo (como se puede identificar en las invaluables prácticas "precapitalistas" todavía existentes en las comunidades campesinas e indígenas de Latinoamérica y otras partes del mundo)

, sí lo es su peculiar forma y ritmo. En la buena síntesis que ofrece Fusell en su texto La Revolución Agrícola de 1600 a 1850 (18) , se puede dar cuenta de dichos rasgos en el avance de la tecnología agrícola, propios al sistema de producción capitalista. Fusell escribe respecto al uso del sistema de rotación de cosechas que éste fue exitoso hasta que los terratenientes la impulsaron, "?alcanzando su auge en el periodo del high farming, entre 1840 y 1880" (19). Una figura identificable hasta hoy en día en la que son los agroindustriales, los "farmers" (en el sentido de EUA), quienes introducen las innovaciones tecnológicas en íntima vinculación con los "gigantes químicos, semilleros, etcétera" (véase más adelante).

En este contexto, escribe Fusell, "?la llamada Revolución en Gran Bretaña no fue completa, dicho sea en el sentido de que no abarcó todo el país. Sus métodos fueron continuados, y tal vez intensificados, bajo el estímulo de las guerras y frenados hasta cierto punto por depresiones de posguerra; sin embargo, la revolución conoció la expansión hasta la aparición de competencias ultramarinas en materia de alimentos?en las décadas de 1870 y 1880. (20)" Los principales elementos de la Revolución Agrícola, continua Fusell, "?fueron la introducción de nuevos cultivos forrajeros en terreno arable y en una rotación cuádruple en los campos cercados que habían sustituido las grandes extensiones de los campos abiertos. Trébol y cizaña vivaz, pipirigallo y alfalfa, raíces y nabos, coles y zanahorias, se contaron entre los cultivos experimentados.

Se prepararon prados irrigados, se construyeron nuevas máquinas -sembradora, trilladora, aventadora, desbrozadora, así como arados perfeccionados, giratorios y de ruedas, para uno o dos surcos y con doble reja- y se proyectaron diferentes tipos de azada, de grada, de escarificador y de cultivador. Los buenos granjeros consiguieron excelentes razas en su ganado y les siguieron dignos sucesores. (21) " Pero, ¿Cuál fue el resultado de tal proeza tecnológica? Fusell escribe que, "?A finales del XVIII, la triple organización de la población rural en terratenientes, arrendatarios y trabajadores se había convertido, en general, en la condición normal de la sociedad rural." (22) Nótese, que se trata de la configuración agraria que Marx da cuenta en torno a su discusión sobre la constitución original de la tenencia de la tierra moderna en la que señala que los verdaderos agricultores son asalariados, ocupados por un arrendatario-capitalista, el cual paga al terrateniente (propietario de la tierra que robo (23) y que explota en fechas determinadas) una cantidad de dinero fijada por contrato. La renta de la tierra es precisamente, indica Marx, la cantidad de dinero pagada por su uso -como precio de monopolio-, sin importar si se paga por tierra cultivable, terreno para construcción, minas o bosques. La renta de la tierra, entonces, presupone la propiedad de determinados individuos sobre determinadas porciones del planeta, en donde la renta es la forma en la cual se realiza económicamente la propiedad privada de la tierra, la forma en la cual se valoriza. (24)

Corroborando esta línea de análisis, se puede leer en Fusell que, "?la Revolución Agrícola produjo una cantidad de alimentos mucho mayor, pero también era mayor el número de quienes los consumían, en gran cantidad personas que trabajaban en las industrias. Sin embargo, para la gran mayoría de la población los nuevos procesos y los nuevos suministros nada hicieron, pues los pobres siguieron sumidos en la mayor pobreza a pesar de la reconfortante creencia en una elevación general del nivel de vida. Para los grandes terratenientes y hacendados que adoptaron el sistema moderno hubo, en cambio, sustanciosos beneficios. Las innovaciones de la Revolución Agrícola?abrieron el camino que había de conducir al gran desarrollo de la producción alimentaría en tierras que, como las de América y Australia, no quedarían totalmente exploradas hasta el siglo XIX." (25)

Considerando el panorama anterior, se puede entender la lógica de fondo que movió el desarrollo tecnológico agrícola en la segunda mitad del siglo XIX en EUA. Fitzgerald en su texto Mastering Nature and Yeoman (26), hace un recuento de ese proceso.
Atada desde 1862 al Gobierno Federal, la investigación agrícola con el impulso de la Hatch Act (para la creación y diseminación del conocimiento agrícola) y la Adams Act (para proveer de mayor financiamiento a la investigación científica), era casi en su totalidad ejecutada bajo el auspicio del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA -por sus siglas en inglés), o las estaciones de experimentación estatales (27). En sí, lo que se hizo fue la colección de material genético (raw material) y de información, la cual evidentemente es el punto de partida y sustento del desarrollo de técnicas de ingeniería genética aplicadas al campo (véase siguiente apartado). El peculiar rumbo de tales investigaciones, como lo sigue siendo hoy día no sólo en ese país, se explica en base a que, "?particularmente en los estados rurales, los granjeros prósperos tenían una gran influencia con legisladores, [por lo que] los proyectos de investigación eran frecuentemente enfocados hacia sus intereses, en lugar de los de granjeros arrendatarios, o, al avance de teorías científicas generales.

Conforme avanzó el siglo XX, los científicos fueron orillados a buscar financiamiento más allá del Estado?aceptando financiamiento de la esfera empresarial." (28) Así, puntualiza Fitzgerald, "?En 1900 los actores en la ciencia agrícola eran los granjeros que proveían de material genético, y lo que era, en efecto, espacio de laboratorio (los sembradíos de campo e invernaderos)?Los empresarios se habían convertido en grandes jugadores de los negocios agrícolas. En general, la mayoría de transiciones de este tipo ocurrieron entre 1920 y 1960?[Como resultado]?el expansivo rol de los actores corporativos ha llevado a una creciente mentalidad industrial en la agricultura, evidenciado en los más notables esfuerzos por convertir las simples prácticas de los granjeros en sistemas de producción, esto es, en sistemas que son similares a la dinámica industrial fabril en donde los materiales y los procesos son especializados, automatizados e integrados. En algunos casos esto se consolidó en una integración vertical; uno piensa aquí en corporaciones semilleras como Pillsbury, que contrató a cerealeros en el medio oeste de EUA, o en productores del oeste de fruta y vegetales que controlaban el proceso, desde la siembra hasta su enlatado. En otros casos se ligó a?compañías como Pioneer Hybrids o Funk Brothers Seed Company." (29)

Se trata pues, de toda una lógica que ha permitido colocar al empresariado agrícola en la cabeza del negocio del campo sustentado en la cada vez más profunda explotación de la renta de la tierra moderna. No es casualidad que los ejemplos corporativos de Fitzgerald sean actualmente parte de los principales gigantes biotecnológicos. Mientras Pioneer fue absorbida por DuPont -EUA- (primera semillera, segunda química y quinta agroquímica del planeta); Funk Brothers pasó a ser parte de Ciba-Geigy, la que después, en 1996, se fusionaría con Sandoz, y ésta a su vez con Novartis (recientemente integrada con Zeneca bajo la denominación de Syngenta: tercera semillera y primera agroquímica del orbe con sede en Suiza) (30). Como resultado de esta posesión por parte de los bussinesman del campo, Fitzgerald puntualiza que, "?para 1940 la mayoría de los granjeros o campesinos de EUA habían cambiado a semillas híbridas de maíz." (31)

En este encadenamiento de eventos, EUA impulsó, en alianza particularmente marcada con el Banco Mundial (BM), lo que se le conoce como Revolución Verde (RV). Aunque de fondo se trataba de darle impulso a su empresariado semillero ya fuertemente consolidado, la RV se vendió bajo la idea de "ayudar al Sur en sus problemas agrícolas" a través de la difusión de híbridos (como los del maíz) conocidos puntualmente como HYVs -high yielding varietes- (híbridas o mejoradas, pero no genéticamente modificadas o transgénicas). El resultado de tal campaña, como ya ha sido ampliamente discutido por numerosos autores, fue la degradación y contaminación de los suelos, así como la pérdida de la diversidad genética de las especies cultivadas, entre otras consecuencias de carácter ecológico, sin mencionar las de orden social. Lo anterior se debe, entre otros factores, al hecho de que se presionó (a través de préstamos condicionados del BM (32) y otros instrumentos diplomáticos-comerciales) a que los agricultores (sobre todo del Sur) adoptaran esas variedades híbridas empujándolos a abandonar muchas locales e incluso endémicas, y con ello una serie de prácticas tradicionales altamente funcionales a las peculiaridades geográficas de cada región.

Es oportuno indicar que esa uniformidad causada por el aumento del área de cultivo de un número más pequeño de variedades ha y sigue siendo riesgoso para los agricultores, sobre todo cuando esas variedades modernas son más vulnerables a enfermedades y al ataque de plagas y cuando se desarrollan pobremente en ambientes marginales (33). En México, por ejemplo, la expansión del uso de HYVs de trigo, para 1966 había alcanzado el 95% de los cultivos nacionales. El caso de India en 1968 alcanzó el 50% de los cultivos y en Filipinas, para ese mismo año, ascendió al 93% de los cultivos irrigados.

La influencia del BM tuvo su gran momento durante la presidencia de McNamara (34) (1968-1981), quien introdujo una nueva política: "pobreza y agricultura" se volvieron la punta de lanza del actuar de ese organismo. En tal sentido, se aceleró la supuesta "modernización" del campo, lo que tuvo un impacto devastador. En 1976 la propagación del uso de las HYVs ya alcanzaba el 44% de las tierras mundiales de trigo y el 27% de las de arroz. Como consecuencia, en 1972 el BM-FAO junto con el International Board for Plant Genetic Resources (IBPGR) establecieron un programa para identificar los impactos de erosión genética a nivel mundial causados por la RV (35). Al mismo tiempo e irónicamente, en nombre de la "pobreza y la modernización agrícola", el Banco Mundial aprobaba prestamos para "limpiar" grandes extensiones de selva tropical para su reconversión a uso agrícola. En 1970 se arrasó con 1.3 millones de acres o lo correspondiente al 6.5% de la selva tropical de Malasia, principalmente para instalar centros de monocultivo agroindustriales. Esto continuó en la década de 1980. El famoso programa implementado para Brasil, el "Polonoroeste Agricultural Development Programme" con un presupuesto asignado de 443 millones de dólares, aumentó la deforestación de la Selva Amazónica de 1.7% en 1978 a 16.1% en 1991, destinando más de la mitad del presupuesto a la construcción de carreteras. En 1985 la NASA identificaba tales sistemas carreteros como "el cambio humano más rápido y radical visible desde el espacio".(36)

Lo que resulta ser más sorprendente es la contraparte del mega proyecto para "modernizar" el campo del BM, me refiero al impresionante crecimiento del déficit en la balanza alimentaría de los países periféricos, el cual, según cifras de la FAO (37), pasó de 39 millones de toneladas en 1976 a 107 millones de toneladas en 1996/97 (período de una de las grandes crisis alimentarías en estos países, coincidente con grandes excedentes en los países centrales), proyectándose que éste mismo crecerá a 198 millones en el 2015 y a 270 millones en el 2030. Esto se debe a que en los países centrales la política de subsidios, desde hace más de 60 años, es sustentada por diferentes mecanismos, y donde se ha considerado la producción y la seguridad alimentaría como una política de seguridad nacional. Ello ha generado una sobre capacidad de producción, frente a un campo periférico que se viene desmontado crecientemente por las políticas del BM y otros organismos internacionales que imponen lineamientos subordinantes a los países del Sur.

Eso ha llevado a que las multinacionales agroalimentarias, quienes controlan el grueso de la producción de alimentos en los países centrales y del mundo, vuelquen sus ojos al hambre de la periferia, o como ellos dicen, al "mercado" periférico. Altieri indica cuando desmistifica el slogan de 'salvar al mundo del hambre' que esas multinacionales (DuPont y Monsanto/Pharmacia de EUA, Aventis de Francia, Pulsar de México, etc.) promueven, claro con las patentes correspondientes en la mano (38), que: "?las verdaderas causas del hambre son la pobreza, la desigualdad y la falta de acceso a los alimentos" (39). Desde luego, las multinacionales afirman que no tienen por objeto principal hacer negocio, de ahí que DuPont (EUA), en boca de su CEO, el señor Richard Oliver, puntualice que "?la carrera entre las multinacionales bioagrícolas no es solamente una carrera económica, más bien es una carrera por la vida." (40) Sin embargo, el resultado ha sido una creciente dependencia alimenticia (sobre todo de granos) de los países periféricos hacia los países centrales, viéndose obligados a importarlos específicamente del granero del mundo: los Estados Unidos.

Según datos de la FAO, (41) el desarrollo de la producción de cereales de los países exportadores y las políticas de liberalización de las economías periféricas, han tenido como resultado el deterioro de las cuentas netas en las balanzas agropecuarias de cereales de los países importadores. Sólo en 20 años, 1974/76 y 1995/97, la balanza comercial de estos países pasó de -51 a -130 millones de toneladas, lo cual además de ser un problema central en las balanzas de pagos, ha significado una inmensa pérdida del empleo rural en dichos países. Por si fuera poco, se supone que las importaciones de cereales en los países del Sur se duplicaran con creces para el año 2030 donde el Cercano Oriente y África del Norte, seguirán siendo los mayores importadores mundiales, al concentrar el 40% del total mundial. La otra cara de la moneda ha sido la de los países exportadores, los cuales, según el mismo estudio de la FAO, casi duplicaron en un 100% el superávit de su balanza comercial de granos, al pasar de un balance positivo de 73 millones de toneladas en 1974/76 a 142 millones de toneladas en 1995/97, que visto en cifras de producción total significa un aumento de 432 millones de toneladas a 598 millones.

Llama la atención que ya desde los sesentas del siglo pasado, Carson corroborara esta tendencia cuando escribió, en respuesta al idéntico slogan promovido para justificar el uso de agroquímicos, que: "?nos han dicho que el enorme uso de los plaguicidas es necesario para mantener la producción agrícola. Pero nuestro problema real ¿no es de superproducción? Nuestras granjas, a pesar de las medidas para disminuir terrenos de producción y pagar a los agricultores que 'no' producen, han rendido tan asombroso exceso de cosechas, que el contribuyente norteamericano pagó en 1962 más de un millar de millones de dólares para sostener el costo del programa de almacenaje del excedente de alimentos" (42). No sorprende entonces que hasta la fecha EUA tenga un programa permanente de financiamiento para incrementar la capacidad de almacenaje de alimentos (el Farm Storage Facility Loan Program), que para finales de 2001 alcanzó los 8.42 millardos de bushels (229, 153, 668 toneladas). (43)

Los Organismos Genéticamente Modificados:

- ¿acelerando el paso hacia una primavera silenciosa?

Varios son los actores involucrados en el negocio de los Organismos Genéticamente Modificados (OGMs) que, con amnesia histórica, nos informan que éstos representan la Segunda Revolución Verde (SRV). Richard Oliver, sugirió tal denominación, afirmando que se perfila como "la" alternativa que brinda la innovación tecnológica del siglo XXI al hambre mundial (44) . Según Oliver, "?las semillas transgénicas, son descubrimientos indispensables y necesarios para alimentar al mundo, proteger el ambiente y reducir la pobreza en los países en desarrollo (45)" Al parecer y según tales multinacionales, gigantes biotecnológicas, todo lo que no se logró con la (Primera) Revolución Verde, sería posible con su segunda versión.

Del conocimiento público es que la "modernización" del campo, desde 1950, bajo la bandera de la RV, fue impulsada enérgicamente por Banco Mundial en alianza con multinacionales agroquímicas y los centros de investigación agrícolas, como el CGIAR (Group on International Agricultural Research), para difundir masivamente el uso de agroquímicos e introducir la mecanización intensiva -entre otros puntos-, con la visión de transformar la agricultura en una industria. Como se indicó, el resultado de tal campaña (ampliamente documentada por Rachael Carson en su libro Primavera Silenciosa (46)) y que parece olvidarse en los círculos del los bionegocios de OGM, fue la degradación y contaminación de los suelos, la pérdida de la diversidad genética de las especies cultivadas, etcétera. En este contexto aparece la SRV, nuevamente impulsada por el BM/OMC (Organización Mundial del Comercio), la CGIAR (47) y las respectivas corporaciones multinacionales. Se trata de un avance tecnológico que "ofrecen" tales actores para nuevamente "modernizar" la producción agrícola. Para ello, la naciente industria Agbio (impulsora de los bionegocios detrás de la SRV) se está centrando en dos áreas principales: el de las plantas modificadas o transgénicos y el de los animales modificados.

Ambos rubros tienen cuatro finalidades: 1) Mejoramiento cualitativo de las características genéticas inherentes de las propias plantas o animales -resistencia a plagas, enfermedades, incremento en la producción, etc.; 2) llamada nutriceuticals, busca "mejorar" las plantas para el consumo específico del ganado o del hombre -adición genética de vitaminas o vacunas, o para la modificación de la apariencia y sabor de los productos; 3) llamada agriceuticals, se enfoca en la producción de sustancias o diversos materiales para fines médicos e industriales, a partir de plantas y animales modificados; 4) consiste en una de las versiones socialmente más agresivas: las semillas espermicidas y abortivas de la cual no hace falta ir más lejos en sus implicaciones de control social-reproductivo. (48)

Tal desarrollo de la ingeniería genética/biotecnología, es posible a partir de la introducción de genes a plantas y animales utilizando como herramienta un vector de transformación (parásitos genéticos, generalmente inductores de tumores y otras enfermedades). Esos vectores, como plásmidos y virus, a los que se les han "eliminado sus propiedades patógenas", llevan genes marcadores que confieren "nuevas" características al genoma de la planta o animal modificado. Ya que en el mundo el 90% de los alimentos provienen de 15 especies, de las cuales, tres de ellas -trigo, maíz y arroz- comprenden dos tercios, en los últimos años la biotecnología agrícola ha venido desarrollando una serie de OGMs de dichas especies, así como de otras comerciales como la soya, el jitomate, el algodón, la patata, el sorgo, el tabaco, la caña de azúcar, el café y otras.

Es un escenario en el que, dada la complejidad del código genético, no se pueden predecir las consecuencias generadas, esto sucede porque el gen transpuesto reacciona de manera diferente cuando funciona dentro de su nuevo "anfitrión" ya que la inteligencia genética original de éste se desorganiza. Así, conforme se incrementan los cultivos de OGMs, los peligros ecológicos y a la salud podrían ser irreversiblemente graves. Por ejemplo hasta ahora se sabe de las siguientes repercusiones:

a) La resistencia a herbicidas puede causar que estos genes "proveedores" de la nueva característica pasen por polinización cruzada a malas hierbas, a silvestres emparentadas, a cultivos y a ecosistemas naturales, lo cual limitaría la plasticidad genética de las especies condenándolas a ser desplazadas de su medio natural o a su desaparición. (49) Cabe señalar que, por ejemplo, siendo México el quinto país con mayor diversidad biológica del mundo, esto significaría la perdida irreversible de gran parte de la biodiversidad terrestre, que en muchos casos es única (50). Hecho que ya llama la atención de frente a la contaminación con Bt (bacillus thuringienesis) de milpas tradicionales de maíz en el Estado de Oaxaca (México), proveniente de semillas transgénicas de multinacionales como Novartis y Monsanto. Pero todavía más si se considera que se trata de un fenómeno con potencial de ser extendido a todo Mesoamérica (como ya se advierte en Nicaragua y Guatemala) dadas las fuertes importaciones de ese grano modificado y que fuese motivo principal de la contaminación mexicana. (51)

b) Los organismos transgénicos pueden producir toxinas medioambientales que se muevan a través de la cadena alimenticia y que también pueden terminar en el suelo y el agua, afectando a invertebrados y probablemente impactando procesos ecológicos tales como el ciclo de nutrientes (52). Un fenómeno de este tipo sucede con el maíz Bt (CrylAb) el cual resulta mortal para la mariposa monarca ya que está diseñado para atacar a un tipo de gusano barrenador del orden de los lepidópteros (mariposas). Ello pasa cuando el viento dispersa el polen del maíz-Bt y cae sobre otras plantas como la del algodoncillo, alimento exclusivo de la oruga monarca, y que por lo común se encuentra alrededor de los sembradíos de maíz. O en su caso, las cepas de insectos pueden hacerse resistentes a las toxinas como la del "Bt". En 1996, dos especies de insectos ya habían desarrollado resistencia al Bt y otras diez daban muestras de ser capaces de ello. El caso de la cepa de la oruga de la mariposa del tabaco desarrollada en laboratorio es capaz de resistir 5 mil veces más la toxina que la necesaria para destruir a las cepas no resistentes. (53)

Teniendo en mente lo anterior, conviene meditar los señalamientos de Carson respecto al uso de insecticidas y que ahora, con los OGMs, son producidos sistemáticamente por la propia planta como un proceso biológico "natural" de las mismas: "?lo que hace que un insecticida sea sistemático es su habilidad para permeabilizar todos los tejidos de plantas o animales y convertirlos en tóxicos?Los sistemáticos actúan de otra forma también: aplicados a los sembrados, bien por riego o en un revestimiento combinado con el carbono?[y ahora internalizado como parte de las funciones biológicas]?extienden sus efectos a la siguiente generación de plantas y producen cosechas venenosas para pulgones y otros insectos dañinos?En la mitología griega, la hechicera Medea, encolerizada por verse suplantada por una rival en el afecto de su marido Jasón, obsequió a la nueva novia una túnica que poseía propiedades mágicas. El que se la pusiera sufría en el acto una muerte violenta. Esta muerte por medios indirectos encuentra ahora su contrapartida en lo que se conoce como 'insecticidas sistemáticos'.

Estos son productos?con extraordinarias propiedades que se emplean para revestir plantas y animales de una especie de túnica de Medea, a causa de sus características verdaderamente ponzoñosas. Éstas se les han dado con el propósito de matar los insectos que puedan ponerse en contacto con ellos, especialmente secándoles los jugos o la sangre?Es un mundo en el que el bosque encantado de los cuentos de hadas se ha convertido en la selva venenosa en la que un insecto que chupe una hoja o mastique la raíz de una planta está condenado." (54)

Aún más, y de sobra aplicable a los OGMs, resulta la consideración de Carson respecto a los herbicidas químicos considerados atinadamente por la autora como biocidas: "?los herbicidas químicos son ahora un juguete divertido. Trabajan de un modo espectacular; dan un vertiginoso sentido de poder sobre la naturaleza a los que los emplean, y en lo concerniente a efectos a largo plazo?son fácilmente desechados de la imaginación y dejados para que los piensen los pesimistas. Los 'ingenieros agrícolas' hablan alegremente de 'los productos químicos herbicidas'?.Así, quizá, aparece en las limpias columnas de cifras de los libros oficiales; pero donde se registren los verdaderos costos, no sólo en dólares, sino en otras muchas cosas igualmente valiosas, no tardaremos en poder apuntar que toda propaganda radiodifundida de productos químicos resulta mucho más cara en dinero tanto como en daños enormes, a largo plazo, a la integridad de la tierra y a toda la variedad de intereses que dependen de ella." (55)

Por si fuera poco, las implicaciones a la salud son potencialmente graves. El creciente consumo de alimentos provenientes de semillas o animales transgénicos podría generar trastornos en el balance entre la fisiología del ser humano y los alimentos intervenidos que consumimos. Hecho que sucede con la producción de proteínas extrañas tendientes a causar procesos alérgicos en los consumidores, caso de la soya transgénica de Pioneer la cual causó en EUA la muerte de 27 personas y más de 1500 afectados. También la papa transgénica genera efectos negativos. En una investigación con ratones, se comprobó que altera el sistema inmunológico y retarda el crecimiento, así como la aparición -por recombinación- de nuevas cepas bacterianas y virales más activas y resistentes a antibióticos como lo son la kanamicina (gen del tomate transgénico de Calgene), a la ampicilina (gen presente en el maíz transgénico de Novartis - Event 176-), y a la amicacina (papa transgénica en proceso de revisión en Europa).

Asimismo, la carne y leche producida con bST tienen un alto contenido de hormonas y antibióticos potencialmente dañinos para el hombre y en específico para los niños, entre otros casos. Además, según un reciente estudio, la toxina Bt y sus subespecies israelensis (Bti) y kurstaki (Btk) son causantes de toxicidad en células humanas expuestas. Según la cantidad consumida de la toxina que se acrecienta al pasar de ser mínima y ocasional, a masiva y continua como resultado de su incorporación genética dentro de la esencia misma de los OGMs, las consecuencias pueden ir de irritación en la piel e infecciones, hasta el debilitamiento del sistema inmunológico (mutilación las células humanas ya que el Bt actúa como inmuno-sensibilizador). (56)

La toxina Bt no es la única que presenta características malignas para el hombre, también es el caso de la toxina Cry9c. Dicha toxina la contiene, además de la mayoría de variedades transgénicas Bt, una de maíz transgénico de la CMN Aventis Crops Scienses. Conocida la Cry9c como toxina insecticida altamente alergénica para el hombre ya era considerada como no autorizada antes de que se supiera este caso. El problema llevó a la corporación a retirar todos los productos que habían hecho uso de esas semillas, y que se extendieron a lo largo y ancho de EUA, Japón y Corea. También, probablemente se encuentran en México ya que uno de los principales distribuidores de ese maíz fue Azteca Mills una de las empresas controlada por Gruma S.A. Esas semillas fueron usadas para la producción de nachos y tortillas para tacos en la planta de Sabritas en Mexicali (subsidiaria de Pepsico Company). Tal situación, conocida como "la debacle de los tacos", pone claramente en cuestión la capacidad de los sistemas de control en EUA y que suponen ser efectivos, ya que tal maíz había sido autorizado como alimento para animales pero no para consumo humano. Lo anterior significa la activación de enfermedades ya erradicadas o actualmente controlables, así como la aparición de nuevas enfermedades.

Así dada la prisa de las multinacionales involucradas en el negocio (el grueso de ellas estadounidenses) no resulta casual que la FDA de los EUA (Food and Drug Administration) en 1992 haya decidido el no requerimento de pruebas de alimentos genéticamente modificados antes de ser llevados al mercado. De igual modo responde su "olvido" para exigir la notificación cuando tal hecho sucediera. Según la FDA, solo cuando una corporación multinacional declaré que existen suficientes interrogantes sobre su seguridad -proceso que es poco probable que suceda-, entonces esa institución buscará una prueba de pre-mercadeo.
Sumado a lo anterior, el empresariado agroindustrial y de alimentos procesados, se han negado a etiquetar los productos y semillas transgénicas, aún cuando pregonan fuertemente las supuestas bondades de tal tecnología argumentando la falsedad de los peligros que implican y que podrían generar. Como resultado, los consumidores no podemos discriminar entre los que sí y los que no hacen uso de OGMs, y de surgir serios problemas de salud nos sería extremadamente difícil rastrear su origen. Ello sólo puede entenderse como un acto irresponsable, ya que el no etiquetado protege a las multinacionales de su potencial responsabilidad.
Pero, hasta este punto, sólo se ha indagado brevemente en el impacto de los OGMs en el medio ambiente y la salud, pero ¿Cuáles son las consecuencias económico-sociales?
Lo más desgarrador en tales términos resulta ser la tecnología traitor/terminator Generación I (57) (1999). Más allá de buscar una dependencia permanente de los agricultores a la compra de las semillas "mejoradas", tal y como sucede con la tecnología terminator (1998) y que produce la muerte de la planta al final de su primer ciclo productivo, la Generación I, ha sumado una nueva cualidad conocida como traitor mediante la que se logra sobrepasar la naturaleza genética de los vegetales, al inducirlas a una permanente dependencia agro-química. Las patentes terminator/traitor revelan que se están desarrollando semillas suicidas con características que pueden ser activadas o desactivadas por sustancias "reguladoras" mezcladas en los agroquímicos de las mismas corporaciones multinacionales (pesticidas, fertilizantes, herbicidas, etc.).

De las más novedosas versiones están las que corresponden a Monsanto/Pharmacia. Sus semillas ni siquiera germinan si no son expuestas a una sustancia específica contenida en sus agroquímicos. Las de Astra/Zeneca se atrofian o dañan; mientras que las de Novartis (Syngenta) son reguladas químicamente para que "activen" cada etapa de desarrollo de la planta (germinación, retoño, floreo, etc.). Una última versión alude a las semillas que no presentan, de entrada, ninguna de las características anteriormente mencionadas, sino que mediante un inductor externo éstas se expresan hasta varias generaciones después (patente otorgada a la Universidad de Perdue financiada por la USDA. (58)) Es decir, el trasfondo de los OGMs es la transformación capitalista del proceso natural de la producción, es decir, la modificación de la esencia de la semilla en un verdadero proceso industrial. Ya no es el proceso agrícola el que se industrializa solamente, sino la propia intimidad genética de las semillas!

¿Cómo puede ser esto?, se preguntaba Carson en torno a un panorama similar para los agroquímicos. Su respuesta es más que esclarecedora, atinada y aplicable a los OGMs: "?Las más importantes fábricas de productos químicos están vertiendo dinero a chorros en las universidades para financiar las investigaciones de insecticidas. Esto crea interés entre los estudiantes graduados y atractivos cargos en las empresas. Los estudios de control biológico, por otra parte, no están tan bien dotados? por la sencilla razón de que no prometen a nadie la fortuna que puede hacerse en la industria química?Las observaciones efectuadas en el medio ambiente de esos hombres indican que todo el programa de investigaciones está sostenido por la industria química." (59) Evidente es entonces que, la tecnología de los OGM esté pensada para servir a los intereses de los que la desarrollan (fuertemente estimulados por el vencimiento de las patentes de agroquímicos clásicos): la consolidación simultánea de la hegemonía de esas mismas multinacionales, cuando menos, tanto en el mercado mundial semillero como (bio) químico; un escenario donde la agricultura de autosuficiencia y el pequeño y mediano agricultor no tienen cabida.

Hasta el 2002, el avance de los OGMs en cifras llegaba al 16% del total del área mundial, plantada con cuatro especies básicas (58% de soja, 12% de maíz, 12% de algodón y 7% de canola). Según ETC Group, (60) el mercado de semillas modificadas está dominado por Monsanto. Wood Mackenzie, analista de la industria con sede en Londres, estima que en 1999 Monsanto acaparó el 80% de todas las ganancias del mercado de agrobiotecnología, mientras que Aventis obtuvo 7%, Syngenta 5%, BASF 5% y Dupont 3%. A dichas ganancias habría que agregarle las generadas por la venta de semillas mejoradas (híbridos), donde se colocaría en el primer renglón DuPont seguida por Pharmacia/Monsanto y Syngenta (Suiza) (61) . Según Wood Mackenzie (62)hay tres posibles escenarios para este sector:

1. El mercado de semillas transgénicas, que actualmente está valuado en 2,500 millones de dólares, podría crecer alrededor de 6% por año, de modo que llegaría a cotizarse en poco más de $3,000 millones para el año 2003.
2. Si la tendencia anti-semillas transgénicas gana terreno, el mercado podría caer hasta $2,000 millones para el 2003.
3. Si se abren mercados clave, como por ejemplo Brasil, India y China, el mercado podría crecer un promedio de 10% por año, llegando a valer unos 3,500 millones de dólares en tres años.

Falta añadir, en contracorriente a las "promesas que traen" los OGMs, que el número de personas que tendrán acceso a la alimentación decrecerá como resultado de la concentración de la Industria Agbio, misma que, gracias a ese desarrollo tecnológico y al papel empresarial que han jugado los organismos internacionales, ha logrado controlar crecientemente la producción, procesamiento y distribución de alimentos del planeta. El papel del BM, y sobre todo el de la OMC es central. El objetivo no ha sido otro que el de liberalizar el comercio de la agricultura, la reestructuración de la producción a través de semillas y ganado genéticamente modificado y la distribución de los alimentos en todo el mundo, desviando el control sobre un derecho humano básico fuera de las manos de los pueblos y sus gobiernos. La política de la OMC está sobre todo organizada alrededor de los intereses de las multinacionales que dominan el mercado mundial. Los Estados nación de los que provienen dichas corporaciones hacen uso de la globalización para desmantelar, a través de los "clientelares" organismos internacionales, todas las regulaciones de las demás economías nacionales destruyendo su capacidad interna de producción de alimentos, de reproducción de sus comunidades y de conservación de su ambiente natural.

No es casual que el ex-presidente de EUA, Ronald Reagan colocara en 1986 a Daniel Amstutz, ejecutivo de la gigante semillera estadounidense Cargill Company (ahora parcialmente fusionada con Down Chemical de EUA), como jefe negociador en lo referente a cuestiones de agricultura durante la Ronda de Uruguay -fundamento de la consolidación de la OMC. Así, con los altos subsidios a la agricultura norteamericana y con las presiones ejercidas por la OMC para imponer un porcentaje mínimo de importaciones de alimentos básicos, EUA ha logrado colocarse como el granero del mundo al abastecer dos terceras partes del mercado mundial de cereales. Para Cargill y demás multinacionales de EUA, los crecientes subsidios por parte del Estado que hacen bajos los precios nacionales de los productos agrícolas, les permiten entrar a cualquier mercado del mundo y saturarlo de granos por debajo del precio internacional o regional. En tal línea, resulta al menos llamativa la presión de Cargill para comprar los principales silos de granos de México (el de Miguel Alemán y la Terminal Granelera de Veracruz) (63), para desde ahí acaparar el mercado nacional y saturarlo con sus OGMs: en ese caso particular -y gracias a las "bondades" del Tratado de Libre Comercio de América del Norte- se trata de finalizar la entrega de la soberanía alimentaría del país. Mientras el campo mexicano literalmente "ya no aguanta más" (64) , las intentonas por "compartir" el esquema mexicano para el resto de América Latina se incrementan ante el esperado arranque del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en 2005.

Por lo antes indicado, y parafraseando a Carson, no cabe duda que "?nos concierne a todos un 'quien es quien' de los [OGMs]. Si vamos a vivir en tanta intimidad con esos productos?-comiéndolos y bebiéndolos y absorbiéndolos en el auténtico tuétano de los huesos- mejor será que conozcamos algo acerca de su naturaleza y poder.(65) " Sobre todo si se tiene en cuenta que, "?son los designados por el Estado y por los gobiernos federales?-y desde luego los fabricantes de productos químicos- los que más rápidamente niegan los hechos de que informan los biólogos y se apresuran a declarar que ellos ven muy pocas muestras de peligro?Como el sacerdote y el levita de la historia bíblica, escogen el pasar adelante por el otro lado y no ver nada?[Pero]? incluso si tratamos de explicarnos caritativamente sus negativas como debidas a la miopía del especialista y a la del hombre con intereses en el asunto, esto no significa que debamos aceptarlas como testimonios válidos." (66)

En tal contexto, resultan cuando menos "acordes" a ese modus operandi las declaraciones de Michael Phillips, director ejecutivo de la Industria Biotecnológica de EUA (BIO) quien, como indica Ribeiro, "?recomendó el 10 de octubre (2002), en una entrevista a Mark Schapiro en The Nation, rendirse ante las evidencias y abrirse alegremente a la contaminación: 'Si usted fuera el gobierno de México, espero que haya aprendido la lección: es muy difícil contener una nueva tecnología para que no pase sus fronteras, especialmente en un sistema biológico... Realmente al gobierno de México le incumbe subirse al proceso y ajustar su sistema regulatorio para que puedan empezar a aceptar estos productos y dar a sus agricultores la oportunidad de elegir'?el próximo paso: ahora la contaminación es tan obvia que sólo esta legalizarla." (67)

En conclusión, las multinaciones Agbio, apoyadas por los Estados nación de donde son originarias, así como por el BM, OMC et al, sin detenerse frente a los ya evidentes y palpables peligros eco-sociales de los OGMs, y mucho menos ante los que son posibles en el futuro próximo (como las implicaciones que podría tener su consumo cotidiano en las generaciones actuales y sus descendientes, ya que dentro de las estructuras genéticas modificadas hay interacciones, transformaciones y acumulaciones de efectos poco conocidos), muestran claramente su apremio por la acumulación de nuevas ganancias, lo que evidencia que la biotecnología, al ser hija del desarrollo tecnológico capitalista, no puede, y por eso no está configurada en primera instancia en respuesta a las necesidades humanas (entendidas en el sentido durkheimiano de la humanidad que se piensa desde la perspectiva de la vida de todos y cada uno de sus individuos).

En contracorriente, la sociedad civil debe solicitar y presionar, entre otras cosas, para que las universidades e institutos de investigación y otras entidades públicas realicen investigación sobre alternativas a la biotecnología, a la par de contramedidas como el etiquetado de productos, moratoria a las importaciones de OGMs y alimentos derivados, o en su defecto y como primer paso -dados los límites operativos y de efectividad- la revisión de que éstas sean libres de OGMs (se sabe que a pesar de las "restricciones" de la Unión Europea a las importaciones de semillas transgénicas, éstas ya han sido detectadas en el mercado y cultivos internos -caso de algunas áreas agroecológicas de Navarra en España ). (68)

En tal sentido, la postura de Carson es más que correcta y actual para los OGMs cuando afirma que: "?Estoy en contra?de que se permita que esos productos químicos sean usados con poca o ninguna investigación previa de sus efectos en las cosechas, en el agua, en la vida animal y en el propio hombre. Las generaciones futuras difícilmente perdonarán nuestra falta de preocupación por la integridad del mundo natural que sostiene la vida. Poseemos todavía un conocimiento muy escaso del alcance de tal amenaza. Estamos en una era de especialistas; cada cual considera su propio problema e ignora o no transige con el engranaje en el que está ubicado. Es, asimismo una era dominada por la industria que se arroga el derecho de conseguir un dólar a cualquier precio.
Cuando el público protesta, enfrentando con alguna evidencia de los estragos resultantes de las aplicaciones de plaguicidas, se le suministran píldoras tranquilizantes de medias verdades. ¡Necesitamos urgentemente que se ponga fin a tan falsas seguridades, el caramelo que envuelve hechos impaladeables! Es al público a quien se debe pedir que asuma los riesgos si se desea continuar por el actual camino, y solo puede decidirlo cuando esté en plena posesión de los hechos." (69)

Sin embargo, es pertinente puntualizar que desgraciadamente y a pesar del atinado análisis de Carson, su propuesta alternativa o "el otro camino" como ella lo denomina resulta erróneo y por lo tanto no es compartido en el presente texto. Carson indicó que, entre las opciones, estarían los métodos de esterilización de machos, el uso de sustancias atractivas para tender trampas, utilización de sonidos que atraigan o repelan a tales o cuales insectos, o el control bacteriano, protozooico o viral. (70) Entre los más controvertidos están sin lugar a dudas los últimos dos, aunque el de esterilización también ocupe un lugar importante. Son ya varias las propuestas de usar técnicas de ingeniería genética para producir ex situ (en laboratorio) larvas de machos estériles para luego ser liberadas in situ. Las implicaciones son preocupantes si es que esa "cualidad" se transfiriera a las especies silvestres o "salvajes". Los riesgos de condenar a toda una especie o varias son más que posibles, y de suceder sería algo que estaría fuera del control de la ciencia. Respecto al uso de controladores bacterianos y virales, el asunto es aún más delicado.

Carson indica que una de las opciones es el uso del bacilllus thuringienesis una opción que ya se venía desarrollando en EUA en esos años. (71) Las investigaciones posteriores a Carson indican los peligros medioambientales y a la salud que implican el uso de esa bacteria mejor conocida como Bt. Peor aún, como se indicó, es uno de lo compuestos que irónicamente se coloca a la cabeza de los OGMs, al que se le suman otros de constitución viral y protozooica. No obstante, hay que indicar que si la autora estuviese aún con vida, seguramente daría cuenta del camino que la SRV ha tomado hacia un rumbo en el que su Primavera Silenciosa se queda corta. Ello queda claro, cuando Carson puntualiza en torno a los peligros potenciales de los quimioesterilizantes que, "?intentar [esos] procedimientos sin una investigación previa sobre los peligros que pudieran producirse, sería el colmo de la irresponsabilidad. Si los peligros?no se tienen presentes constantemente, pudieran llevarnos a peores dificultades que las que se han creado ahora con los insecticidas." (72)

Segunda Parte