Licencia para envenenar

En el Paraguay, la educación parece un estorbo, los fumigados e intoxicados también. Una fábrica rodeada de escuelas que fueron afectadas por los plaguicidas que se fabrican allí, la muerte de vecinos, de una maestra, marchas y denuncias multiplicándose, autopsias desmentidas y una toxicóloga argentina como "asesora" de la fábrica del horror que en nuestro país tiene otra sede en Calle 3 y 113 del Parque industrial Norte San Luis. El dueño o socio de ambas empresas sería el argentino ingeniero Cesar Manuel Sminoff, con domicilio en Martínez en la provincia de Buenos Aires. La médica es jefa de toxicología del Hospital Posadas, trabaja para el Senasa, da clases en la UBA y es miembro del Grupo 5 de la Comisión de Investigación Sobre Agroquímicos. Además libra la batalla del veneno recorriendo nuestro país dando charlas pro-glifosato, pero no es la única.

Volver a la naturaleza, educando

“El trabajo y cuidado de la tierra enaltece y eleva el espíritu de las personas. La huerta no es solo la huerta, es una multitud de valores que reciben los niños naturalmente mientras no paran de crear. Es enorme la energía creadora de los chicos . Cuando vamos cosechando hacemos comidas con los niños y las compartimos” . dice Joaquín Hernandez Martin, quien da clases de Huerta Orgánica en escuelas de Ituzaingó Buenos Aires

Glifosato: dos décadas de mentiras de empresas y gobiernos

La legislación ambiental vigente y las decisiones basadas en la evaluación de riesgos, no han logrado proteger adecuadamente la salud humana y el medio ambiente. Creemos que hay pruebas convincentes de que los daños en los seres humanos y el medio ambiente es de tal magnitud y gravedad que es necesario aplicar el Principio de Precaución.

Argentina: el pseudo-granero contaminado

Lo bio, orgánico, sano jamás podrá coexistir rodeado de monocultivos transgénicos al igual que las casas, escuelas y cursos de agua. Una manzana podrida pudre al resto, la contaminación es inevitable. ¿Qué debemos hacer para que se den cuenta? Sembrar amaranto alrededor de cada huerta como zona de resguardo ambiental? ¿Alambrar escuelas, rutas y ríos como las plazas cárceles de Capital Federal? ¿Enviar todas las colmenas al planeta Marte para preservar las pocas abejas que nos quedan?

Glifosato: Condenados en el aire

Comíamos debajo del ala del avión donde están las barras que gotean el veneno. Para nosotros era normal jugar con el dedo en los chorritos de veneno que caían en el piso mientras hablábamos y tomábamos mate. Por lo general comíamos pan de miga que usábamos para el fiambre que como un secante absorbía todo lo que teníamos en las manos. El agua que usábamos era del tanque de los molinos australianos que hay en los campos, con todo el riesgo que eso conlleva para el resto de la población circundante a ese molino. Nosotros sacábamos el agua del molino más cercano, sacábamos el agua con la misma manguera por la que minutos antes pasaba el veneno, la sumergíamos ahí y contaminábamos todo.