Cómo se conectan los valores espirituales con el clima
Los valores espirituales pueden resultar provechosos para lograr los objetivos climáticos, y una nueva investigación de los Estados Unidos se centra en cómo … Leer Más
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Publicado en WIRE’s Climate Change, un nuevo estudio (en inglés) sugiere que las viejas creencias cristianas sobre el clima están teniendo una influencia … Leer Más
Hay momentos que la historia parece ir para atrás. Las malas noticias se suceden y nos abruman, creándonos una sensación de impotencia. El pesimismo hace su aparición, y la inmovilidad se instala en nuestro ser. A los problemas sociales y económicos que existen se le suman, desde hace un tiempo, la destrucción de la Naturaleza. Calentamiento global, contaminación de las aguas, deforestación, desertificación, extinción de especies, basura, pérdida de calidad del aire y el suelo, etc.
Si estás buscando un sitio diferente en el planeta Tierra, seguro que alucinarías con Auroville, una ciudad india que está ubicada en Viluppuram (distrito cercano a Puduchery, Tamil Nadu). Fue fundada en el año 1968, bajo el amparo de la UNESCO, por Mirra Alfassa (también conocida como “la madre”), como un proyecto de la Sri Aurobindo Society.
Tan sólo podemos emplear bien el presente. Debemos comportarnos de forma responsable y con compasión por los demás. La compasión como la justicia, la solidaridad, el ejercicio de la libertad y todas las virtudes exigen relación con los demás. Ese comportamiento obedece a nuestros intereses porque es la fuente de toda felicidad y alegría, y el fundamento para tener buen corazón. Nuestra felicidad está unida a la felicidad de los demás. Es imposible ser feliz a solas.
“¿Quieres ser feliz? Baja el ritmo. Este es uno de los principales consejos que este sabio hombre da a quienes buscan la felicidad”.
Las causas que han llevado a la crisis ecológica son muchas. Pero tenemos que llegar a la última: la ruptura permanente de la re-ligación básica, que el ser humano ha introducido, alimentado y perpetuado con el conjunto del universo y con su Creador.
Al cabo de casi medio siglo de preocuparme por la crisis ambiental y de estudiarla, he llegado a la conclusión de que, si no media una intervención divina, la única esperanza que hay para la presente humanidad sería una gran catástrofe que fuese lo bastante amplia como para cambiar el paradigma que domina el pensamiento y el modo de acción del hombre moderno, lo que rompería sus hábitos corrientes de necesitar y consumir cada vez más sin ninguna consideración para con los derechos del mundo no humano.
El actual sistema económico y productivo mundial, y el modo de vida de la civilización capitalista, son los causantes principales de la «sexta gran extinción de vida» en este planeta. Si no cambiamos radicalmente, vamos hacia una catástrofe ecológica planetaria, y tal vez a nuestra propia extinción como especie viviente. A partir de esta visión que aquí damos por supuesta -cuyos datos pueden encontrarse por cualquier parte-, entramos a juzgar teológicamente esta situación.