Publicado en WIRE’s Climate Change, un nuevo estudio (en inglés) sugiere que las viejas creencias cristianas sobre el clima están teniendo una influencia significativa en la acción climática moderna. Y aunque algunos de ellos son útiles, otros podrían necesitar una revisión.
La religión siempre ha jugado un papel importante en nuestras elecciones como sociedad. Ahora, a medida que el entorno cambia rápidamente, una nueva investigación explora la coevolución del cristianismo y el cambio climático.
Desde principios de la historia, el concepto del clima ha ayudado a las personas a dar sentido al mundo natural. El clima y la religión han estado estrechamente vinculados, y la mayoría de los fenómenos naturales se explican como manifestaciones de la voluntad de Dios. “Los fenómenos meteorológicos extremos según las viejas creencias cristianas han sido considerados como presagios y signos, y como juicios divinos sobre el pecado”, y el Arca de Noé es uno de los primeros ejemplos, señalan los autores.
Con el surgimiento de la cosmovisión científica, las explicaciones religiosas desaparecieron del lenguaje oficial, pero no lo han hecho desde la imaginación popular. Incluso con un mayor conocimiento sobre el clima hoy, muchos todavía ven el clima como el “dominio de los dioses”. Las personas religiosas también son menos propensas a creer en la ciencia del clima, mientras que varias ramas cristianas tienen perspectivas bastante diferentes sobre el clima, desde los defensores de la “fe verde” hasta los escépticos fundamentalistas.
Los investigadores argumentan que los marcos apocalípticos actuales del cambio climático enraizados en las ramas evangélicas y fundamentalistas del cristianismo pueden evitar que desarrollen mejores respuestas a los desafíos. Bajo tales premisas, no podemos atribuir la responsabilidad necesaria ni sentirnos seguros de actuar sobre el clima, sugieren los autores.
Mientras tanto, algunos grupos protestantes y católicos han “construido sobre una ética ambiental de larga data para pensar creativamente sobre las respuestas y soluciones actuales”. Esos grupos cristianos son conocidos por involucrarse en problemas climáticos, desde trabajar con víctimas de eventos disruptivos hasta usar las Escrituras para inspirar la acción.
Es importante destacar que la creencia sobre los vínculos entre los patrones climáticos y los actos humanos ha ganado una nueva oportunidad de vida con la creciente inestabilidad del clima basada en la comprensión de que los comportamientos humanos están minando las capacidades de la naturaleza para sostenerse. Esto crea espacio para nuevos puentes entre la religión y la ciencia a la luz de las preocupaciones comunes.
El documento sugiere muchas formas en que el cristianismo puede ayudar a las personas a actuar sobre el clima, incluidas las lecciones morales, el alivio de desastres, la difusión de la conciencia sobre los impactos y las oportunidades para actuar mediante la responsabilidad colectiva y los rituales de empoderamiento. Los cristianos de todo el mundo pueden utilizar todo esto para fortalecer la resiliencia climática de sus comunidades y desarrollar respuestas más éticas y justas.
El artículo también explora los diversos rituales climáticos que los cristianos han inventado para hacer frente a la variabilidad climática. Por último, descubre las relaciones entre los grupos indígenas y los colonizadores cristianos en cómo interactúan sus creencias climáticas. El documento argumenta que los cristianos podrían aprender mucho del profundo respeto hacia la naturaleza que muchas comunidades indígenas tradicionales aún practican.
Los autores enfatizan que el carácter global y el enredo particular de las creencias cristianas con la historia del cambio climático lo hacen particularmente responsable de descubrir formas positivas de avanzar. Y los pronunciamientos religiosos como “Laudato Si” del Papa Francisco muestran que el cristianismo podría ya reinventarse para proporcionar orientación a través de futuros inciertos.
Por Vitaliy Soloviy. Artículo en inglés