Greenpeace ha analizado el problema de la sequía de forma global. Además de la falta de precipitaciones, la mala gestión del agua y el despilfarro también son las culpables de la actual escasez del agua y demanda medidas urgentes que prevean y mitiguen los efectos de la sequía.
“La sequía se agrava”, “España sufre la peor sequía de los últimos 20 años”, “La sequía golpea con dureza”… estos son algunos de los titulares de las últimas semanas en los medios de comunicación. Noticias que nos recuerdan que podemos haber entrado en un periodo de escasez de precipitaciones (sequía meteorológica), pero que no por ello debería significar que no tenemos agua (sequía hidrológica e hidrogeológica).
La sequía es un fenómeno habitual en la península ibérica debido a su situación geográfica. Ha sufrido sequías meteorológicas durante miles de años y las seguirá sufriendo, pero algo está cambiando en este proceso. Debido al cambio climático previsiblemente los periodos secos serán cada vez más intensos y duraderos. A ello, hay que sumar el aumento en los usos y consumo de agua, lo que nos sitúa ante un escenario de escasez real de agua o sequía hidrológica.
Los períodos de sequía tienen importantes consecuencias para el medio ambiente, la agricultura, la economía, la salud y la sociedad. Aunque se habla mucho de suministro a la población en nuestro país, poco se sabe de los impactos en la biodiversidad. La ausencia de lluvias durante periodos prolongados de tiempo conlleva la irremediable muerte de seres vivos por no disponer del agua necesaria para mantener sus funciones vitales.
La sequía, o al menos sus efectos, se podrían evitar en gran medida si la gestión de los recursos hídricos se hiciera de otra forma, como ejemplo, hacerlo cuando hay agua, y no cuando han saltado todas las alertas. El problema es que se sigue manejando estos periodos secos con políticas propias del siglo pasado, donde la oferta de agua, por descabellada que sea, ha sido cubierta.
El Gobierno del Estado pretende establecer un consenso estatal en materia hídrica con su nuevo Pacto nacional por el agua. Es decir, más de lo mismo. Se usará la sequía para justificar la construcción de más embalses, trasvases e infraestructuras que nos han llevado a estar como estamos, sin agua. Basar la política hídrica en la oferta ilimitada de agua, cuando es un recurso limitado y muy variable, es un error con graves consecuencias medioambientales y sociales. Por esto, a pesar que España es el país con más embalses per capita del mundo siguen los problemas de abastecimiento en cuanto las precipitaciones descienden.
CAMBIO CLIMÁTICO Y SEQUÍA
El cambio climático altera los patrones de precipitaciones. El último informe de evaluación del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU) señala, en el documento de resumen para los responsables políticos2, que:
“Los cambios en la precipitación no serán uniformes. Es probable que en las latitudes altas y en el océano Pacífico ecuatorial se experimente un aumento en la precipitación media anual en el marco del escenario RCP8,5. Es probable que, en el marco del escenario RCP8,5, la precipitación media disminuya en muchas regiones secas de latitud media y subtropicales, mientras que es probable que en muchas regiones húmedas de latitud media la precipitación media aumente (figura RRP.7b). Es muy probable que sean más intensos y frecuentes los episodios de precipitación extrema en la mayoría de las masas terrestres de latitud media y en las regiones tropicales húmedas.”
El cambio en las precipitaciones, unido a las mayores temperaturas, afecta la disponibilidad de agua, tal como señala el IPCC en el Informe de Síntesis Cambio Climático 20143:
“Según las proyecciones, cuanto mayor sea el nivel de calentamiento en el siglo XXI mayor será el porcentaje de la población mundial que experimentará escasez de agua y que se verá afectada por grandes inundaciones fluviales (evidencia sólida, nivel de acuerdo alto).”
España ha tenido, algunos años, una media de 20.000 incendios anuales. De acuerdo con la información disponible22, durante el periodo de años que abarca 1961-2001 la tendencia a número de incendios y superficie quemada iba en aumento, fueron los años de campañas tan conocidas como en 1988 “Todos contra el fuego”.
Las causas son muy complejas: alta siniestralidad, falta de gestión forestal preventiva, abandono del medio rural con pérdida de aprovechamiento forestal y un aumento de la interfaz urbano forestal. Un cóctel de ingredientes al que se suma el calentamiento global y la reducción de las precipitaciones con temporadas de sequía.
22 Informe MAPAMA ”Los Incendios Forestales en España. Decenio 2001-2010”
Para que se de el fuego se necesitan tres ingredientes fundamentales:
■ combustible
■ comburente (oxígeno)
■ ignición o foco de calor.
Sin uno de estos ingredientes no puede producirse fuego, lo mismo que los cambios en cualquiera de ellos, supone un cambio en las dinámicas del fuego.
El contenido de humedad de los combustibles forestales es el factor más importante a la hora de valorar la probabilidad de incendio y la propagación una vez iniciado.
ESQUILMANDO LA ESCASEZ Francisco Pérez Torrecilla, alcalde de Sacedón (Guadalajara)
El problema de desabastecimiento de agua potable en la comarca ribereña afecta a varios municipios de las provincias de Cuenca y Guadalajara cuyos términos municipales están a orillas de los embalses de Entrepeñas y Buendía. Mantiel, El Olivar, Chillarón del Rey, Alcocer, Buendía y varias pedanías de Pareja, Trillo, Sacedón y Huete han recibido cisternas de agua para el abastecimiento humano durante este verano.
La escasez de agua en los embalses de Entrepeñas y Buendia, ahora al 9’5% de su capacidad total, provocada por la falta de lluvia, en parte, pero principalmente por las continuas derivaciones por el trasvase Tajo-Segura, hace que la vida en estos pueblos sea difícil y complicada, y que la normalidad cotidiana dependa de si esta vez llegarán a tiempo los camiones cisterna para cubrir los usos básicos de los vecinos.
Resulta tremendamente paradójico ver cómo por unas enormes tuberías se llevan “cientos de miles de millones de litros de agua” a otros lugares para abastecer “TODAS” las necesidades de otras gentes, mientras por otro lado nos traen de otros lugares, en unos camiones cisterna, el agua justa para lavarnos las manos y la cara.
La sequía tiene consecuencias devastadoras en los territorios afectados, sí, sin duda, y los ribereños de Entrepeñas y Buendía lo sabemos muy bien, pero la injusta gestión de las reservas hídricas tiene consecuencias mucho más devastadoras, y además genera una tremenda indignación entre los ciudadanos afectados. Y eso lo sabemos muy bien también los ribereños de Entrepeñas y Buendía. Nuestro problema no es tanto de sequía como de saqueo.
CUIDEMOS EL AGUA PARA PODER REUTILIZARLA
Jose Luis Gallego, divulgador ambiental, sossequia.com
La regeneración de las aguas residuales es una de las grandes oportunidades para garantizarnos el acceso humano al agua potable y de saneamiento. Pero para lograrlo se hace necesaria la colaboración de todos mediante un consumo más responsable. Un consumo que debe estar basado en el ahorro y la reducción de contaminantes.
Estamos empleando las mejores tecnologías de saneamiento para mejorar la eficiencia de las estaciones depuradoras de aguas residuales, dotandolas de los sistemas de filtración, inertización y retirada de contaminantes más avanzados. Todo con el propósito de obtener un agua reciclada cada vez más pura, más limpia y más segura. Pero todo ese esfuerzo resulta baldío si en el momento inicial del proceso, como por ejemplo cuando hacemos uso del inodoro, añadimos tal carga de residuos tóxicos que impiden su recuperación.
CONCLUSIONES
En una situación como la actual parece necesario gestionar el agua desde la máxima eficiencia para que ese derecho no se imponga al deber de mantener en el mejor estado de conservación los ecosistemas acuáticos y proteger la biodiversidad que acogen.
España cuenta con la Directiva Marco del Agua (DMA) como herramienta para hacer frente a las sequías. Como hemos visto, la DMA establece como objetivo fundamental la protección y conservación de la calidad ambiental de todas las aguas (ríos, acuíferos, humedales, lagos y aguas costeras), con el fin de garantizar los usos sostenibles del agua a medio y largo plazo. Por todo ello, la DMA ofrece un marco adecuado para la gestión eficaz de los fenómenos de sequía. La reducción de la vulnerabilidad ecológica y social frente a las sequías está directamente relacionada con la recuperación y conservación del buen estado de los ríos, lagos, humedales, aguas subterráneas y costeras.
Los ríos, acuíferos, humedales, lagos y aguas costeras tienen una función mucho más allá de la meramente estética o ambiental. Aportan un amplio espectro de servicios sociales, económicos y ambientales que contribuyen a mantener y mejorar el bienestar en nuestras sociedades. Por ejemplo, cuando los ríos, humedales y lagos están en buen estado de conservación y disponen de caudales en cantidad y calidad suficiente, al llegar la sequía serán menos vulnerables. Podrán:
■ Permitir la dilución de la carga contaminante en ellos vertida.
■ Contribuir a la regulación del clima y al mantenimiento de la biodiversidad.
■ Ser capaces de llevar sedimentos y nutrientes al litoral para el mantenimiento de los ecosistemas costeros, las poblaciones de peces y las actividades humanas asociadas.
■ Permitir el continuar con el desarrollo de actividades lúdico-recreativos asociadas al medio hídrico, así como el resto de servicios de provisión de agua para los diferentes usos.
En cuanto al agua subterránea tener nuestro acuíferos en buen estado (cantidad y calidad de agua) es clave para asegurar el abastecimiento y el riego en épocas de sequía.
Por lo tanto, es fundamental una gestión de los recursos hídricos que se anticipe y prevea las sequías, permitiendo mitigar sus efectos negativos, tanto ecológicos como socioeconómicos. Es necesario avanzar en eficiencia para garantizar el derecho humano de toda la población al agua, pero generando el mínimo impacto ambiental.
Se trata de un reto en el que todas las personas debemos trabajar conjuntamente. Desde las y los consumidores hasta compañías de abastecimiento; desde agricultores a las industrias, desde las administraciones locales hasta los grandes organismos internacionales: todos los agentes que participamos en el ciclo integral del agua potable y de saneamiento debemos colaborar para hacer frente al reto y si para ello, hay que tomar decisiones de cambio en los usos del suelo o modelo económico, habrá que abordarlo. Porque, la sequía ha venido para quedarse.
Para ver el informe completo de Greenpeace, puede bajarlo aquí