ERP para Pymes: haz crecer tu empresa con la última tecnología
Si eres un emprendedor o tienes una empresa es probable que hayas escuchado sobre los ERP, o planificación de recursos empresariales, especialmente si … Leer Más
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¿Cuáles son los impactos de la estructura de funciones y competencias de las entidades públicas en la gestión sostenible del patrimonio forestal y … Leer Más
Greenpeace ha analizado el problema de la sequía de forma global. Además de la falta de precipitaciones, la mala gestión del agua y … Leer Más
El objetivo de esta investigación es abordar la importancia de la interfase relacional compuesta por instituciones educativas de la administración pública y empresas del sector estatal para el fortalecimiento de la gestión ambiental organizacional, lo cual ha permitido crear nuevos espacios de intercambio sobre la gestión ambiental contribuyendo a elevar el conocimiento de las dimensiones fundamentales del medio ambiente, así como a la aplicación de prácticas ambientales que elevan los resultados de la gestión ambiental en lo local.
En muchas partes del mundo, la inadecuada disposición de los residuos y desechos sólidos encabeza la lista de problemas ambientales. Para esto, se han propuesto y ejecutado diversos planes y programas, que abarcan localidades, regiones o un país entero; esto indica que no se trata de un tema desasistido, y que –por el contrario- hay personas preocupadas, y ocupadas, en lo que respecta al problema de la basura.
El río Mekong nace en China, región del Tíbet. Su longitud es de 4.800 Km. Más de la mitad circula por China, pero su cauce surca buena parte del Sureste Asiático peninsular, esto es, Myanmar, Laos, Camboya, Tailandia y Vietnam. A nivel de biodiversidad, la riqueza de sus aguas sólo está detrás del gran Amazonas por lo que la importancia de este río para la naturaleza global es clave. La gran organización que debería de gestionar al río Mekong, es decir, la Mekong River Commission (MRC), no está funcionado y cumpliendo los objetivos para la que se creó. Se ven negras perspectivas para un río vital para sesenta millones de personas y pone de manifiesto de nuevo que se necesitan políticas globales para la gestión y conservación de nuestros recursos naturales.
El problema de la falta de agua para uno de cada cinco habitantes del planeta no es un problema de carencia, sino de mala gestión. Se hace necesario crear una nueva cultura del agua, en la cual se priorice su uso como un derecho humano inalienable y se realice una gestión ecosistémica sustentable de este recurso, en lugar de considerarlo, como se hizo hasta ahora, como un mero producto mercantil.
Teniendo presente que la agricultura moderna es una de las mayores fuentes de contaminación causante del calentamiento global y que la agroindustria utiliza diez calorías de energía proveniente de combustibles fósiles para producir una caloría de alimento (Gore, 2010) es importante que podamos definir políticas específicas sobre la gestión integral del suelo así como hacer más visible la responsabilidad de su gestión. Es plausible que la agroexportación contribuya al crecimiento económico del país pero habría que revisar su rentabilidad ecológica para decir que efectivamente estamos haciendo buenos negocios para todos, para los inversionistas, el país y el ambiente.
Básicamente, el mercado considera que los árboles valen más muertos que vivos. Sin embargo, cuando se trata de detener el cambio climático, los bosques y las selvas del planeta son invaluables. Los bosques ayudan a mantener el equilibrio ecológico y la biodiversidad, limitan la erosión en las cuencas hidrográficas e influyen en las variaciones del tiempo y en el clima. Asimismo, abastecen a las comunidades rurales de diversos productos, como la madera, alimentos, combustible, forrajes, fibras o fertilizantes orgánicos.
El volumen de los residuos sólidos urbanos en las ciudades está llegando a niveles tales, que hoy en día, se plantea seriamente el problema de su eliminación, puesto que constituye una de las formas más graves y frecuentes del deterioro del ambiente por sus efectos sobre el medio natural y sobre la salud del hombre.
La sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales se movilizan a través de foros sociales y cumbres mundiales y regionales por la defensa del agua. Reivindican el acceso al agua como un derecho humano fundamental, se oponen a la privatización de los servicios y ecosistemas productores de agua, pugnan por una gestión integral de cuencas y su conservación con la participación social, respetando los derechos de los pueblos y comunidades que ostentan los recursos hídricos. Las demandas más sobresalientes se oponen a las tendencias privatizadoras impulsada por organismos financieros internacionales y corporaciones trasnacionales que pretenden el control mundial de los recursos hídricos.
Hay que recuperar el valor primitivo del agua, su valor social y personal. El agua, como antaño, sigue siendo un tesoro: donde hay agua hay vida, hay empresa y hay futuro. El agua es un tesoro dinámico que se acrecienta con una filosofía del uso en la que participa toda la sociedad. Una filosofía del uso que se fundamenta en dos pilares: el ahorro y la progresiva disminución de la contaminación. En fin, una sociedad que se implica también gestionando adecuadamente el recurso para distribuirlo con parámetros de eficiencia, calidad y cooperación de todos los usuarios.
La generación de residuos tiene relación directa con los patrones de consumo de la población. Tales patrones han cambiado en las últimas décadas hacia el uso de más material para empaques, vida útil más corta de los productos y mercancías, reducción de los tipos de envases y botellas retornables, así como un aumento en empaques y materiales que se definen comercialmente como “desechables”, por lo que la produccion de basura va en aumento y se transformado en un problema serio. El reto es impulsar la gestión integral de los residuos sólidos municipales como parte de una amplia agenda municipal para el desarrollo regional sustentable. Este tipo de gestión es compleja y sólo se consolidará a partir del compromiso de los ayuntamientos y de la amplia participación ciudadana.
Esta vez presentamos una panorámica de los impactos de las represas, sean de irrigación, hidroeléctricas o de almacenamiento de agua, sobre las regiones, las economías, la ecología y la vida de los millones de desplazados que han sufrido en carne propia decisiones de “desarrollo” tomadas en otro lugar y otros tiempos por personas ajenas a las que no les importa sino “el mayor bien común” —uno definido muy ambigua y tendenciosamente.
La forma en que las personas percibimos nuestro ambiente, las actitudes que desarrollamos hacia él y los valores sociales que sostenemos están en la base de los comportamientos ambientales que dan origen al cambio climático. Estos comportamientos pueden modificarse a partir de la implementación de políticas y programas de gestión y educación ambiental que generen los contextos apropiados.