Estamos corriendo atrás de la zanahoria, es hora de legislar sobre la protección de las islas y humedales como reservas naturales que no deben ser antropizadas.
Durante una recorrida por las zonas de Santa Fé, declaradas en emergencia ambiental el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible; Juan Cabandié adelantó que se presentará ante la Justicia para “solicitar que todo el gasto del Gobierno Nacional en el combate de este fuego irracional sea computado a los dueños de los campos donde se han hecho las quemas”.
La practica de “limpiar” los campos o extender la zona de cultivo mediante la quema de pastizales y bosques nativos es recurrente y lamentablemente considerada un método aceptable.
La ciudad de Rosario, Santa Fé, amaneció otra vez con un terrible olor a humo producto de más de cuarenta incendios en la zona de islas que fueron sofocados o intentaron serlo por el grupo de brigadistas que opera desde hace unos días en la región.
El hecho se produjo casi como una afrenta después que los gobiernos provinciales junto a la Nación acordaran una vigilancia permanente. Se declarará la emergencia ambiental y la prohibición por 180 días de cualquier tipo de quema en la zona.

Ahora bien, hasta que no se resuelva la cuestión de fondo –que es el negocio y la explotación de las islas para la cría y engorde de ganado–, siempre se irá detrás del problema tratando de apagar los focos que se originan frente a nuestras costas.
Estamos corriendo atrás de la zanahoria, es hora de legislar sobre la protección de las islas y humedales como reservas naturales que no deben ser antropizadas.
La actividad agropecuaria y ganadera deberá buscar otro lugar para desarrollarse. E inclusive la creación de infraestructura turística en las islas, debe considerar presupuestos mínimos y estar en armonía con los ecosistemas.
Aquí no se trata solo de destrucción de biodiversidad, está el daño a la salud de los habitantes de ciudades cercanas por la expansión del humo.
También este tipo de actividades productivas en las islas tiene un fuerte impacto en la contaminación de curso de los ríos. Agrotóxicos y antibióticos entre otros contaminantes peligrosos, llegan a los cursos de agua después de cada lluvia.
El cambio climático que produce una crisis sincrónica de las mareas sobre las cuencas del río Paraná y Uruguay está afectando la vitalidad de la flora y la fauna de los humedales; si a ése fenómeno de origen humano le agregamos estas prácticas barbáricas sobre el medio ambiente, el resultado será una afectación irreversible sobre zonas de alto valor biológico.
El Sr. Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible no solo debe hacerles pagar a los dueños de los campos el daño producido, debe fundamentalmente impulsar una ley de protección de los humedales que evite todo tipo de actividad antrópica sobre ellos que ponga en peligro su integridad, preservado los valiosos servicios que ese ecosistema provee.
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