El medio ambiente también sufre por este despilfarro: "el despilfarro alimentario en Alemania representan por sí solo alrededor del 4% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel nacional. A nivel mundial el despilfarro alimentario equivale a más de 3 gigatoneladas de GEI; si el despilfarro alimentario fuese un país, sería el tercer mayor emisor de GEI tras EE.UU. y China ", declaró Maria Krautzberger, Presidenta de la Agencia de Medio Ambiente de Alemania (Umweltbundesamt, UBA) en un evento organizado en la EXPO 2015 en Milán, Italia.
Los consumidores ya hacen mucho para prevenir los residuos alimentarios en sus hogares. Sin embargo, en Alemania se despilfarran 81 kilos de alimentos por habitante y año (de los 456 kilos que se consumen en el hogar).
"Estoy segura que el cambio es posible. Comprar solo lo que se necesita, cocinar de forma creativa con las sobras o mejorar la forma de almacenar los alimentos son cosas que cada vez más adoptan los consumidores", explicó Krautzberger. "Muy difícilmente se puede encontrar un sector donde sea fácil evitar el despilfarro de comida”, agregó. Un área muy prometedora para la prevención del derroche de alimentos se encuentra fuera del consumo doméstico, es decir, restaurantes, cantinas o empresas de catering de eventos.
Los últimos estudios de la UBA muestran que a través de estos tres sectores se descarta casi un tercio de los alimentos. Un paso adelante podría ser el de reforzar el apoyo a los bancos de alimentos cada vez más populares, de los cuales hay más de 900 en Alemania, apoyando a 1,5 millones de personas necesitadas de alimento.
Según la Presidenta de la UBA, la Sra Krautzberger “estos bancos recogen alimentos que no podrían ser vendidos por los minoristas. Sin embargo, todavía se enfrentan a algunas incertidumbres jurídicas, por ejemplo, si algún alimento en mal estado es entregado a un banco de alimentos por error.
Estos obstáculos deben eliminarse en la medida de lo posible”. Además, abogó por una relajación en las normas legales vigentes sobre la mera apariencia y la forma de frutas y verduras. Los productos alimenticios vienen con un considerable bagaje ambiental.
La cantidad de alimentos comprados por persona y año en Alemania equivale a la mitad de la superficie de un campo de fútbol, requiere una cantidad de agua que podría rellenar 84 bañeras, y emite 3 toneladas de GEI, que es la misma cantidad de emisiones de CO2 producidas en un vuelo de ida y vuelta desde Frankfurt a Nueva York.
Cuando se proyecta sobre los 80 millones de personas en Alemania y 505 millones en la UE, estos factores representan un inmenso impacto ambiental.
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